I. La genealogía de los Setitas (Gen. V y XI.)
SUMARIO:
Las dos tablas de la línea de Set: su estructura y valor textual.— El caso de
Cainán, clave de la solución.— Breve estudio morfológico de este nombre.— Discontinuidad
de la cronología bíblica comparada con la babilónica y egipcia.— Las leyendas
cronológicas y la función de Cainán en una y otra tabla.— Conclusión de esta
primera parte.
Como es sabido de todos, son dos las tablas
genealógicas de la línea de Set, la una que va de Adán a Noé (Gen. V), y la
otra que va de Sem a Abraham (Gen. XI, 10 ss.). La estructura de ambas es
igual: a) Años que tenía cada uno, cuando le nació el hijo sucesor b) años que
vivió después; c) suma total de los años de vida.
En ese atuendo cronológico, con que se reviste a
cada patriarca, se trasluce la intención de hacer cronología cerrada, en esa
serie de años, sucesiva e ininterrumpida al parecer. Que el sucesor sea hijo o
nieto, nada importa; siempre será verdad que el antecesor, será padre o abuelo,
tenía tantos o cuántos años cuando le nació el sucesor. Podrán, pues, pasarse
por alto algunos nombres de la serie, indicando menos generaciones de las que
hubo en realidad, pero eso no influye para nada en la serie de los años, que no
tiene solución de continuidad tal como se la presenta en la redacción actual
del Sagrado Texto.
Las diferencias en las cifras entre el texto hebreo,
el samaritano y el griego de los LXX son de todo punto accidentales al problema
y, en consecuencia, cualquiera conclusión que del cotejo se deduzca, nos es
indiferente. Haremos sin embargo algunas observaciones sobre este punto
crítico. Y sea la primera y principal que tales diferencias textuales no nos
autorizan a desestimar el texto en este punto, no dando ningún valor a las
indicaciones cronológicas. Critíquese en buena hora las cifras dudosas, como se
hace con tantas otras palabras y aun sentencias de la Biblia, mas no se las
desestime como vanas, que sería hacer poco honor a la palabra divina.
En todo caso, la diferencia en unidades y decenas
monta poco, pues no exceden entre todas al medio centenar.
Alguna
mayor importancia tienen las diferencias en centenas; y en este punto nosotros
preferimos el texto de los LXX, por la sencilla razón de que por él se explican
los otros dos y él no se explica por ninguno.
Mirando
desde este ángulo las diferencias textuales, el hebreo y el samaritano se originan
de trasladar un centenar de a) a b) en la tabla prediluviana, y así se efectuó
regularmente en Adán, Set, Enós, Cainán Malaleél y Henoc; mas al intentar hacer
lo mismo en Jared, Matuselah y Lamec, el hebreo advirtió que con eso estos tres
personajes sobrevivirían al Diluvio, y desistió de hacer la traslación en ellos.
Menos escrupuloso, el samaritano realiza la traslación en todos sin distinción,
y luego resta de los años de vida de estos tres patriarcas cuantos son
necesarios, para que coincida la muerte de cada cual con el Diluvio.
En la tabla posdiluviana la operación es más
sencilla. El hebreo no traslada, sino que suprime sin más un centenar en a)
cuando la cifra pasa de 100. Como la cifra de los años de Sem en a) es de 100
justamente, no lo suprime. De los 79 años de Nacor en a), no pudiendo restar
100, resta 50, dejándole en 29. No se atrevió a hacer lo mismo con los 70 de
Terah, pues equivaldría a dejarle en 20, edad demasiado joven para tener hijos
en aquel tiempo.
La misma operación, y en los mismos casos, realízala
el samaritano, mas no en la primera columna, sino en la segunda; y así suprime
un centenar en b) de los 403 (303 Vulg., 430 LXX) de Arfaxad; de los 403 (330
LXX) de Selah; de los 370 (430 hebr.) de Heber; de los 209 de Faleg, etc… De los
199 (129 LXX) de Nacor, quita sólo 50, dejándole en 69. En los 75 que concede a
Teram, en vez de los 135 del hebreo y los LXX, no hace más que ajustar los
números a su modo, para que coincida la muerte de Terah con la emigración de
Abraham (Gen. XII, 4), como hiciera antes con los últimos prediluvianos, para
que su muerte coincidiera con el gran Diluvio.
***
En la genealogía posdiluviana, de Sem a Abraham, es
particularmente embarazoso el caso de Cainán, pues mientras se lee ese nombre
en el texto de los LXX (Gen. X, 24; XI, 12 ss.; I Cron. I, 18), y lo reproduce
luego S. Lucas en la genealogía de Cristo (Lc. III, 36), se echa de menos en el
texto hebreo y el samaritano.
El problema exegético que de este hecho se origina,
se ha juzgado hasta ahora insoluble. Véase cómo resume el estado de la opinión
sobre este punto Mons. Ruffini (Chronol. Vet. et Nov. Testamenti, Romae,
1924, Tab. II):
“Quaestio est difficillima, et ut nobis videtur,
certam solutionem non patitur. Sicut certum est silentium textus hebraici et
samaritani, ita certa est positio nominis in textu LXX et in Evangelio Lucae. Utrum
vero silentium authenticum sit et primum, an vera et prima extiterit positio,
statui nequit”[1].
Para nosotros, en cambio, el problema de Cainán no
es insoluble, y creemos que en su solución está la clave del verdadero valor
cronológico de las cifras genealógicas.
Por
de pronto, partimos del supuesto que la presencia de Cainán es auténtica en
ambas tablas, no sólo en la prediluviana, sino también en la posdiluviana. Así
nos lo persuade: 1° la mejor conservación del texto griego en estas
genealogías, ya antes comprobada; 2° el hecho que San Lucas lo incluya las dos
veces en la genealogía del Señor, cuando había autores griegos que lo excluían
de la de Sem, como Josefo; 3° el hecho insospechado de que haya restos de su
presencia anterior en el mismo texto hebreo, y es la disposición de las cifras
de la segunda columna, donde la cifra de Cainán se corrió a Selah (403 // 430),
y la de Selah a Heber (430 // 403), con la consiguiente supresión de la de
Heber, que es 370 en los LXX y 270 en el samaritano, y de que no hay resto ni
reliquia en el hebreo.
La
cosa parece clara: la cifra propia y peculiar de Heber (LXX, Sam) quedó
excluida en el hebreo, por el corrimiento de las cifras superiores, la primera
de las cuales corresponde a Cainán. Así, pues, el nombre de Cainán figuró en
otro tiempo en el hebreo: desapareció luego, es verdad, pero dejó ahí su cifra
como prenda.
Reintegrada con tan grandes probabilidades la tabla posdiluviana
y comparada con la prediluviana, en seguida se advierten tres notas
características del personaje que lleva el nombre de Cainán, y son las siguientes:
1) El nombre de Cainán, común en ambas, único
que se repite en tan larga serie;
2)
El lugar que ocupa, común también
en ambas, que es el cuarto a partir de Adán en la primera y de Noé en la
segunda, según muestra esta ecuación: Adán, Set, Enós, Cainán, // Noé, Sem, Arfaxad, Cainán;
3) El carecer de atuendo cronológico propio,
pues en ambas toma de prestado el del siguiente.
Comenzando por esta última nota, es de advertir que
ya antes de ahora se había observado con extrañeza que los años del Cainán posdiluviano
eran los mismos que los de su hijo Selah, como muestra la ecuación siguiente
según el texto griego:
Cainán: 130 + 330 (= 460) años
Selah: 130 + 330 (= 460) años.
De aquí la duda sobre la autenticidad del nombre de
Cainán en la tabla postdiluviana, de que se hace cargo Mons. Ruffini cuando escribe
(ib.):
“Anni vitae Cainan repetunt quidem annos vitae
Sale; quocirca ex seipsis incerti apparent; sed ex incertitudine vel falsitate
annorum vitae nemo cogere potest Cainam ipsum non fuisse”[2].
A nuestro parecer, no sólo son inciertos y falsos
los años de Cainán, sino que están de más, y eso no sólo en la serie
posdiluviana, sino también en la prediluviana, como cosa prestada del siguiente.
He de confesar, empero, que en el Cainán prediluviano la ecuación a primera
vista no es exacta, pero se obtiene fácilmente por una adición progresiva de
una columna en otra, de 5 + 10 + 15 años, caso único otra vez en estas listas y
que sabe a artificio.
Véase la ecuación entre los años del Cainán
prediluviano y su sucesor Malaleel, gráficamente expresada:
Cainán: 170 (165 +5) + 740 (730 + 10) = 910 (895 +
15)
Malaleel: 165
+ 730 = 895 =
895
Esa pequeña diferencia entre los años de Cainán y
los de Malaleel, que por mínima e intencionada no arguye diversidad de
partidas, fue no obstante suficiente para que el nombre de Cainán no fuera
eliminado de la primera lista como lo fue de la segunda, tomándoselo como un
duplicado.
Juzgamos con Mons. Ruffini que “ex incertitudine vel
falsitate annorum vitae Cainan nemo cogere potest Cainam ipsum non fuisse”,
pero dando un paso más, despojamos a Cainán del atuendo cronológico, que tiene
de prestado en ambas tablas, y con eso creemos haber dado con la clave del problema
genealógico en uno y otro caso.
Efectivamente, descronizado el nombre de Cainán
interrúmpese automáticamente en ambas listas la serie cerrada de los años
patriarcales, abriéndose en cada una de ellas un hiato de tiempo indefinido,
que cubre el nombre de Cainán, puesto ahí intencionadamente en función
representativa, semejante a la de Cayo, Ticio o Sempronio en los casos
jurídicos y morales. De esa intención nos persuade bastantemente lo dicho sobre
las notas características de ese nombre, semejantes en una y otra serie.
Habría, pues, artificio en estas listas
genealógicas, pero un artificio inocuo, que no daña en lo más mínimo a la
verdad de las cifras de los años de cada patriarca, antes las salvaguarda
todas. Admitida esta solución, aunque fuera sólo como hipótesis, ya no habría
nada que autorizara a desdeñarlas, ni menos a rechazarlas de plano, como
desprovistas de todo valor histórico.
Apúrese por todos los medios el alcance de la
palabra año entre los primitivos; corríjase el texto, si fuere necesario, según
las reglas de la sana crítica; mas luego déjesele hablar libremente, sin
esquivar por vanos respetos su sentido humano fundamental, común a todas las
edades y culturas, y désele además la autoridad que se merece por ser tan palabra
de Dios como el Evangelio.
[1] Traducción del Blog: “La cuestión es muy difícil, y nos parece que no
tiene solución cierta. Así como es cierto el silencio del texto hebreo y del
samaritano, igualmente es cierta la adición del nombre en los LXX y en el
Evangelio de Lucas. No se puede saber si el silencio es auténtico y anterior o
si la adición es verdadera y anterior”.
[2] Traducción del Blog: “Los años que vivió Cainán son los mismos que
los de Selah, con lo cual son dudosos en sí mismos; pero nadie puede estar
obligado a negar la existencia de Cainán basado en la incertitud o falsedad de
los años”.