Nota del Blog: Continuamos, después de un largo paréntesis, con estas notas
dedicadas al último de los libros canónicos.
14. Y al ángel de la Iglesia en Laodicea
escribe: “Estas cosas dice el Amén, el
Testigo, el fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:
Comentario:
El
título de Cristo está tomado de XIX,
11:
"Y vi el cielo abierto y he aquí un caballo blanco y el sedente sobre él
es llamado Fiel y Veraz, y juzga con justicia y hace la guerra".
Iglesia
bajo el Anticristo y que termina con la Parusía, es decir, corresponde a
la segunda mitad de la septuagésima Semana
de Daniel más los 45 días
del juicio de las Naciones y lo que reste hasta la Segunda Venida cuando tendrá
lugar el rapto de la Iglesia.
De
aquí el nombre de esta Iglesia que significa “juicio de los pueblos” en
el cual Jesucristo juzgará a
todas las naciones, tal como lo vemos en Joel II-III, etc.
No
se debe confundir el juicio de las naciones con el juicio final
del cual habla el cap. XX, 11 ss.
Por
otra parte, es curioso que por lo general los autores no reparen tres cosas en
el título de Cristo:
1) El Testigo Fiel y Veraz
es el título de Cristo Rey en el Cap. XIX.
2) En dos oportunidades, al
describir el Milenio, Jesús
dice: “Escribe que estas palabras son fieles
y verdaderas” (XXI, 5 y XXII, 6) es decir que el título de Cristo en
la séptima Iglesia está relacionado no sólo con el juicio de las naciones sino
también con el Milenio.
3) El Testigo parece relacionarse también con los Mártires de este período que son los del Anticristo, llamado en XVII,
6: “los testigos de Jesús”. Cfr. Excursus XIV.
No
olvidar que esta Iglesia recibe sólo reproches
y ningún elogio, al igual que Sardes.
San
Beda: “Cristo, que es la verdad en la esencia
de la divinidad, por el misterio de la Encarnación se lo conmemora como el
principio de la creatura de Dios, para de esta forma preparar a la Iglesia a
soportar los sufrimientos”.
Allo: “El “Amén”, fórmula solemne de
afirmación, tan usada por Jesucristo
en el Evangelio, está aquí personificada; representa,
en contraposición a la triste característica de Laodicea, el Ser que es la
verdad absoluta, el tipo mismo de la fidelidad, que sella toda verdad y
perfección, aquel cuya natura y carácter son garantes de su testimonio, y
que es inmutable en sus palabras y obras”.
Alápide: “Amén” no es aquí adverbio como
quieren Primasio y Ambrosio, sino nombre o epíteto de Cristo (…) Además Cristo es llamado aquí “Amén” no sólo
en cuanto Dios, como si dijera: “esto dice Cristo, que es Dios, cuyo epíteto es Amén, esto es, verdadero o la
verdad misma”; sino más bien en cuanto hombre, ya que como tal fue veraz y
fiel, tanto en su doctrina y testimonio, que dio de la verdad, como así también
en sus promesas. Es llamado “Amén”, ya que es “el testigo fiel y veraz” como
se dirá luego”.
La
misma idea aparece en Wikenhauser, y lo insinúan otros autores como San
Beda y Fillion.