Capítulo XVII
Concordancias:
Καὶ ἦλθεν εἷς ἐκ τῶν ἑπτὰ ἀγγέλων τῶν ἐχόντων τὰς ἑπτὰ φιάλας καὶ ἐλάλησεν μετ’ ἐμοῦ λέγων Δεῦρο, δείξω σοι… (y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven, te mostraré…”.): cfr. Apoc. XXI, 9.
Ἀγγέλων (ángel): cfr. Mt. XI, 10; Mc. I, 2; Lc. VII, 27 (San Juan Bautista); Lc. VII, 24; IX, 52 (mensajeros); Sant. II, 25 (dos mensajeros de Josué); Apoc. I, 1; V, 2; VII, 2; VIII, 3-5; X, 1.5.8-10; XIV, 6.8-9.15.18; XVIII, 1.21; XIX, 17; XXII, 16 (San Gabriel); VIII, 2.6.8.10.12-13; IX, 1.13-14; X, 7; XI, 15 (7 Arcángeles que tocan las siete trompetas); I, 20; II, 1.8.12.18; III, 1.7.14 (Jerarquía); III, 5; V, 11; VII, 1.2.11; XIV, 10 (ángeles); IX, 11 (ángel del abismo); IX, 14-15 (ángeles malos de la sexta Trompeta); XII, 7 (ángeles de San Miguel); XII, 7.9 (ángeles de Satanás); XIV, 17.19 (un ángel con la hoz afilada); XV, 1.6-8; XVI, 1; XVII, 7; XXI, 9; XXII, 8 (ángeles de las siete Copas); XVI, 5 (ángel de las aguas); XX, 1 (San Miguel); XXI, 12 (12 Apóstoles); XXII, 6 (¿Cristo?).
Φιάλας (copa): cfr. Apoc. V, 8; XV, 7; XVI, 1-4.8.10.12.17; XXI, 9.
ἐλάλησεν (habló): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4; XXI, 9.15 (siempre San Gabriel excepto X, 8). Ver Apoc. XIII, 5.11.15.
Δεῦρο (ven aquí): cfr. Mt. XIX, 21; Mc. X, 21; Lc. XVIII, 22; Jn. XI, 43; Hech. VII, 3.34; Apoc. XXI, 9.
Δείξω (mostraré): cfr. Apoc. I, 1; IV, 1; XXI, 9-10; XXII, 1.6.8.
Κρίμα (juicio): cfr. Mt. VII, 2; XXIII, 14; Mc. XII, 40; Lc. XX, 47; XXIII, 40; XXIV, 20; Jn. IX, 39; Hech. XXIV, 25; Rom. II, 2-3; III, 8; XI, 33; Heb. VI, 2; I Ped. IV, 17; II Ped. II, 3; Jud. I, 4; Apoc. XVIII, 20; XX, 4. Ver Jn. IX, 39; XII, 48; II Tes. II, 12; Apoc. XVI, 5 (habitantes de la tierra); XVIII, 8.20; XIX, 2 (Babilonia por muerte a mártires del Anticristo).11 (Anticristo - Juicio de las Naciones). Ver Apoc. XI, 18; XX, 12-13.
Πόρνης (ramera): cfr. Apoc. XVII, 15-16; XIX, 2.
τῆς πόρνης τῆς μεγάλης (la ramera, la grande): Ver Dan. IV, 27; Mt. VII, 24-27; Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 14; XVI, 12 (Éufrates); XVI, 19 (¿Babilonia?).21; XVII, 18; XVIII, 2.10.16.18-19.21; XIX, 2.
Καθημένης (sentada): cfr. Apoc. XVII, 3.9.15; XVIII, 7. Ver Apoc. IV, 2-4.9-10; V, 1.7.13; VI, 2.4-5.8.16; VII, 10.15; IX, 17; XI, 16; XIV, 6.14-16; XIX, 4.11.18-19.21; XX, 11; XXI, 5.
Ὑδάτων πολλῶν (aguas muchas): cfr. Apoc. I, 15; XIV, 2; XIX, 6. Ver Apoc. XVII, 15.
Citas Bíblicas:
Jeremías LI, 13: “Tú que habitas junto a muchas aguas, rica en tesoros, ha llegado tu fin, (está llena) la medida de tus rapiñas”. Cfr. Is. XXI, 1; Ez. XXVII, 3-4.25-26; XXVIII, 2.
Notas Lingüísticas:
Iglesias: “Ven: lit. aquí (adverbio de lugar usado como imperativo)”.
Comentario:
Ver el mismo giro lingüístico en XXI, 9.
En el v. 1 se dice que la Mujer sede sobre muchas aguas; en el v. 3 que sede sobre una Bestia escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos; en el v. 9 que las siete cabezas son siete montes y en el v. 15 que las aguas son “pueblos, multitudes, naciones y lenguas”, de lo cual parece seguirse que las aguas se identifican con los diez cuernos, así como los siete montes con las siete cabezas.
Straubinger: “El ángel que aquí figura es quizá el mismo que en XXI, 9 muestra a San Juan la Jerusalén Celestial”.
Straubinger: “Sentada sobre
muchas aguas: cf. v. 15 y nota. En el v. 3 aparece sentada
sobre una Bestia”.
Allo: “Καὶ ἦλθεν, etc (y vino...), frase de introducción parecida a XXI, 9”.
Wikenhauser: “La figura de la meretriz es aplicada por los profetas a Tiro y a Nínive (Is. XXIII, 15 ss; Nah. III, 4), aunque no para aludir a su idolatría sino a su intenso comercio. Ezequiel reprende a Samaría y a Jerusalén por sus alianzas con potencias extranjeras, alianzas que califica de prostitución con tales potencias (Ez. XXIII, 1 ss). Pero es también corriente en el AT dar a la idolatría el nombre de prostitución (Ez. XVI, 15 ss.)”.
Wikenhauser: “La expresión “sentada sobre muchas aguas” se remonta a la profecía de Jeremías contra Babilonia, y evoca el Éufrates con los muchos canales que de él derivan para el riego de la ciudad”.
Ceulemans: “Observar que esta ciudad es llamada constantemente por San Juan meretriz y nunca adúltera, de donde se sigue que no se designa a la que defeccionó de la fe cristiana, sino a la que todavía no se había unido al verdadero Dios y que por todas partes adhería a los dioses falsos. Esta observación vale contra aquellos protestantes que explican a la meretriz como a la Roma papal y también contra aquellos Católicos que creen que Roma volverá al paganismo hacia el fin del mundo”.
Eyzaguirre: “Es cierto que muchos entienden por ella (la meretriz magna) a Roma, ya que en el v. 9 se dice: Septem capita, septem montes sunt super quos mulier sedet y en el v. 18: Et mulier quam vidisti est civitas magna, quae habet regnum super reges terrae. Pero frecuentemente la multitud de los impíos es llamada ciudad de Satanás en contraposición a la ciudad de Dios, y verdaderamente la impiedad reina, incluso hoy, sobre muchos reyes de la tierra, y luego tal vez, lo haga sobre todos. Sólo por medio de una remota alusión se pueden interpretar estas palabras del Apocalipsis de los siete montes de Roma, pues inmediatamente explica el significado de los montes: et reges septem sunt. Y tampoco puede convenir a los montes lo que sigue: Quinque ceciderunt, unus est, et alius nondum venit. Por lo tanto, si los montes son reyes, no se puede decir que la ciudad sede sobre los reyes, sino, por el contrario, que los reyes seden sobre la ciudad; y por lo tanto el símbolo de la mujer no se puede aplicar con propiedad a ninguna ciudad”.
De acuerdo con la imposibilidad de que sea Roma, pero no con que no pueda ser ninguna ciudad. El error de Eyzaguirre está en ver a los siete montes (reyes) sobre la ramera y no sobre la Bestia.
Bartina: “Es la gran Prostituta. Así Tiro (Is. XXIII, 15-17), así Nínive (Nah. III, 4), así también Samaría y Judá y Jerusalén (Ez. XXIII). Reciben este apelativo por su culto idolátrico y por apartar al pueblo de Dios de la verdadera religión, como aparece en los pasajes indicados y en otros (Ez. XVI, 15-63). Se da otra nota que precisa más la identidad del sujeto sobre quien caerá el castigo. Está sentada (Καθημένης), lo cual es un claro semitismo (sebet, Num. XXI, 15) por colocada, o por estar permanentemente o de asiento, sobre muchas aguas. Se habla aquí de nuevo con lenguaje viejotestamentario, al que se conecta otro sentido. De Tiro, la ciudad pagana y riquísima, que vivía del comercio marino, se decía que estaba colocada sobre muchas aguas, por ser una isla casi inexpugnable y por su influencia a través del mar sobre los pueblos mediterráneos (Ez. XVII, 3-4.25-26). Muy principalmente Babel, la capital del poderosísimo reino perseguidor del pueblo de Dios, estaba edificada sobre muchas aguas, que eran el Éufrates con sus derivaciones y canales (Jer. LI, 13)”.
Fillion: “Unus de septem: cfr. XV, 1; XVI, 1 ss; tal vez se trata del séptimo, que venía de anunciar que el castigo de la ciudad estaba próximo (XVI, 17 ss)”.
Alápide: “A decir verdad, esto (que la ramera es la unión de todos los impíos) es demasiado vago; Juan habla de una determinada ciudad, que tiene el poder sobre los reyes de la tierra, como dice en el último versículo, la cual debe ser destruida y quemada durante el tiempo del Anticristo por los diez reyes, como dice el v. 16. ¿Y cómo conviene a la unión de los impíos aquello de XVIII, 9 donde se dice de Babilonia destruida: “Et flebunt, et plangent se super illam reges terrae, qui cum illa fornicati sunt, et in delicias vixerunt, cum viderint fumum incendii ejus, longe stantes propter timorem tormentorum ejus”? Estos reyes formarán parte, pues, de esa unión; ¿cómo mirarán de lejos el incendio de Babilonia y llorarán por ella si Babilonia es la unión de los impíos, y por lo tanto ellos forman parte de ella? Además, ¿cómo se podrá decir del grupo de impíos, aquello que del v. 16 se dice de los reyes igualmente impíos: “Hi odient fornicariam, et desolatam facient illa, et nudam, et carnes ejus manducabunt, et ipsam igni concremabunt? Estos reyes forman parte del grupo de los impíos ¿cómo podrán desolar, quemar y devorar a Babilonia?”
(...)
“Cuarto, algunos propiamente entienden aquí por Babilonia, a la que fue la metrópolis de los caldeos; creen que el Anticristo irá a Babilonia y allí tendrá comienzo su reinado. Esto lo prueban, ya que allí fue donde comenzó a reinar Nemrod, el primer tirano del mundo, y luego Nabucodonosor; y luego allí gobernó Antíoco Epifanes, que fue tipo del Anticristo. Por lo cual Zacarías V, 11 vio a la mujer que portaba un efa dirigirse a Sinear, esto es, a Babilonia, y agregó: “Esta es la impiedad”. Además, que el Anticristo irá a Babilonia, lo creen S. Jerónimo, comentando el cap. IX de Daniel; D. Soto, in IV, dist. XLIX, Quaest. I, art. 1; Pereyra, lib. XIV in Daniel y Suárez, tom. II, in III part. disp. LIV, sect. 5, etc.”.
Biblia de Sacy: “Vemos que las ciudades idólatras son representadas en los Profetas como prostitutas (Is. XXIII, 37; XLVII, 3; Nah. IV, 4)”.
Drach: “Sobre aguas muchas: Esta expresión, que se verificó a la letra con respecto a la ciudad de Babilonia, Jer. LI, 13, significa aquí los pueblos sobre los que manda la ciudad designada con este nombre. Ver el v. 15”.
Ribera: “Y vino uno de los siete ángeles: si tomamos uno por primero, como hemos hechos hasta aquí, siguiendo la manera de hablar del hebreo, entonces el primer ángel que derramó la fiala y afligió a los que adoraron al Anticristo y a los que recibieron su marca, es el que dice ahora a san Juan que va a mostrar la destrucción de Babilonia”.
Strack-Billerbeck in XVI, 1-4: “ExR 9 (74a): R. Eliazar b. Pedath (alrededor del año 270) ha dicho: Lo que Dios ha traído sobre los egipcios, lo traerá un día sobre este imperio sacrílego (= romano); pues se dice: Como ante la noticia de Egipto, así temblarán ante la noticia de צֹֽר Is. XXIII, 5. R. El'azar ha dicho: Cuando צֹֽר se escribe defectuoso, la Escritura habla del imperio sacrílego (romano), y cuando צ֤וֹר se escribe completo, la Escritura habla de la ciudad de Tiro”.
Bauckham: “En XVII, 3 y XXI, 10 las frases correspondientes que hemos observado pertenecen a un paralelismo lingüístico más amplio entre XVII, 1-3 y XXI, 9-10:
XVII, 1. Y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas, y habló conmigo diciendo: “(Ven) aquí: te mostraré… 3. Y me llevó a un desierto en espíritu…
XXI, 9. Y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas, las llenas de las siete plagas, las postreras, y habló conmigo diciendo: “(Ven) aquí, te mostraré… 10. Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto…
Estos inicios muy claramente paralelos de las dos visiones van acompañados de conclusiones igualmente paralelas: XIX, 9b-10 y XXII, 6-9:
XIX, 9… Y díceme: “Estas, las palabras verdaderas de Dios son”. 10. Y caí delante sus pies para postrarme ante él. Y díceme: “Mira, no. Consiervo tuyo soy y de tus hermanos, de los que tienen el testimonio de Jesús. Ante Dios póstrate…
XXII, 6. Y díjome: “Éstas, las palabras (son) fieles y verdaderas… 8… caí para postrarme ante los pies del ángel, el que me mostraba estas cosas. 9. Y díceme: “Mira, no. Consiervo tuyo soy y de tus hermanos, los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Ante Dios póstrate”.
Estas marcas
estructurales que delimitan dos secciones paralelas –XVII, 1-XIX, 10 y XXI, 9-XXII,
9– son tan claras que resulta sorprendente que tantos intentos de discernir la
estructura del Apocalipsis las hayan ignorado. Además, las dos secciones son
paralelas desde el punto de vista temático: tratan respectivamente de las dos
ciudades que Juan retrata como mujeres. En XVII, 1-XIX, 10 ve a la ramera de
Babilonia y su caída; en XXI, 9-XXII, 9 ve a la novia del Cordero, la Nueva Jerusalén,
que desciende del cielo. Estas dos secciones juntas forman el clímax hacia el
que se dirige todo el libro: la destrucción de Babilonia y su substitución por
la Nueva Jerusalén. La íntima conexión entre las dos secciones paralelas se
indica además por el anuncio de las bodas del Cordero con su esposa al final
del regocijo por la caída de Babilonia (XIX, 7-9a)”.