MI IDEAL, JESÚS HIJO DE MARÍA
SEGÚN EL ESPÍRITU DEL P. CHAMINADE,
POR EL
P. E. NEUBERT, MARIANISTA
Traducciones
CJ, 2023, pp. 133.
Hermosa obrita del reconocido sacerdote francés, que sigue las huellas del fundador de los Marianistas, el P. Chaminade. Espiritualidad mariana complementaria a la más conocida de la esclavitud mariana del gran santo María Grignion de Montfort.
Sobre esta espiritualidad, explica el P. Félix Fernández, La piedad filial mariana (Madrid 1954), citado por Royo Marín, Teología de la Perfección Cristiana, n. 75.
“No se trata
únicamente de amar a María como hijo, de imitarla como hijo, de vivir continuamente
por ella, con ella, en ella y para ella como hijo, etc. Sin duda que todo eso
se requiere para ser y vivir como hijo auténtico de María. Pero el
movimiento de piedad filial mariana aspira a mucho más que todo eso. Quiere
amar a María, no con nuestro propio corazón, que siempre resultará demasiado
pequeño y desproporcionado, aunque lo pongamos a los pies de María en su máxima
tensión, sino con el corazón mismo de su divino Hijo Jesús. Esto no es una
ilusión ni una quimera, si tenemos en cuenta que Cristo habita realmente por la
fe en nuestros corazones (Ef. III, 17), y que, como hemos explicado más arriba,
toda alma en gracia recibe continuamente su influjo vital como miembro de su
Cuerpo Místico, del cual es Él la divina Cabeza. Nada impide, por
consiguiente, que nos unamos íntimamente a los sentimientos filiales de
Jesucristo para con su Madre con el fin de que, al amar nosotros a María, sea
el mismo Cristo quien la ame en nosotros.
De manera que la piedad filial mariana tiende en primerísimo lugar a identificarnos con Cristo cada vez más, hasta transformarnos en Él y poder exclamar con toda verdad: «Ya no soy yo quien vivo, sino Cristo en mí; ya no soy yo quien amo a María, sino Cristo quien la ama en mí». De esta suerte, por así decirlo, completaremos en nosotros lo que falta al amor filial de Jesús para con María en relación a los miembros de su Cuerpo místico, que es la Iglesia” (cf. Col. I, 24).
El libro se abre con estas palabras, que resumen a la perfección el contenido del libro.
“¿Sabes cuál
es la más perfecta devoción a María?
Buscad en los
libros, consultad a los teólogos, preguntad a los santos, pedid sus secretos a
los más grandes siervos de María que ha producido la tierra; no encontraréis
en ninguna parte una devoción más perfecta que la que voy a enseñaros: a saber,
la participación en mi propia piedad filial hacia mi Madre.
¿La perfección
para mis discípulos no consiste en ser como su Maestro? ¿No les he dado ejemplo
para hacer lo que yo he hecho? ¿No les repitió mi apóstol Pablo que todo, para
ellos, consiste en imitar a Cristo, en revestirse de Cristo, en seguir los
pasos de Cristo, en vivir, no ya con su vida, sino con la vida de Cristo?
Dime, ¿puedes concebir una disposición más perfecta hacia mi Madre que la mía?” (cap. I).
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