El tratado sobre la Iglesia estaba destinado a aparecer en el curso de la teología escolástica bajo otro enfoque, el de la apologética. La sección de la teología dogmática fundamental que ahora conocemos como apologética o tractatus de revelatione fue la última entrada en la organización de la teología escolástica. Puede decirse que el tratado asumió su forma científica con la publicación de Religionis naturalis et revelatae principia de Hooke en 1752. Incluía necesariamente material sobre la fundación de la Iglesia militante del Nuevo Testamento y, en el transcurso del siglo XIX, tendía a ir acompañado de un tratado sobre la Iglesia como regla de fe y a dividirse en una demonstratio christiana y una demonstratio catholica. Con el tiempo, este procedimiento dio lugar a la división del propio tractatus de ecclesia en una pars apologetica y una pars theologica.
Durante el siglo XIX y en los primeros días del XX, el tratado sobre la Iglesia asumió la forma que ahora tiene en los manuales. Este movimiento se caracterizó por cuatro tendencias.
En primer lugar, hubo una tendencia a desarrollar la tesis sobre la fundación de la Iglesia militante del Nuevo Testamento y, al mismo tiempo, a abandonar la tesis igualmente teológica sobre el establecimiento del reino sobrenatural de Dios sobre la tierra en los días de nuestros primeros padres. En manos de teólogos como Dieckmann, la tesis sobre la fundación de la Iglesia militante del Nuevo Testamento quedó un tanto obscurecida por una explicación del término "reino de Dios" que tomó la forma de una polémica contra Loisy y no fue ni de cerca una exposición adecuada de la teología del reino.
La segunda característica del desarrollo del tractatus de ecclesia en los manuales de teología escolástica durante el último siglo ha sido la tendencia a introducir la mayor parte del material de los antiguos tratados sobre el Romano Pontífice y un poco del material de los antiguos tratados sobre los Concilios en el tejido del tratado escolástico sobre la Iglesia.
La tercera característica ha sido la tendencia a desarrollar la enseñanza teológica sobre el magisterium del Romano Pontífice y de la ecclesia docens en términos de distinciones entre pronunciamientos solemnes y ordinarios y entre declaraciones doctrinales que son autoritativas e infalibles y otras que son autoritativas sin ser infalibles.
La última de estas características ha sido el incipiente pero aún notable intento de suplir las manifiestas insuficiencias del tractatus de ecclesia insertando material sobre la finalidad de la Iglesia y la relación de esta sociedad con Nuestro Señor y con la Santísima Virgen.
Sin embargo, a pesar de estos intentos, el tratado escolástico sobre la Iglesia, tal como se encuentra en el manual del seminario ordinario de nuestro tiempo, sigue siendo un asunto trágicamente inadecuado. En esencia, este tratado sigue siendo más bien una polémica que un estudio propiamente escolástico del reino sobrenatural de Dios sobre la tierra. Todavía no representa un intento por resumir en una sección de teología escolástica, toda la enseñanza divinamente revelada sobre la verdadera Iglesia de Jesucristo.
Parecería que la tarea de los teólogos de nuestros días es completar y perfeccionar este tratado. Evidentemente, será un trabajo que exigirá una enorme cantidad de estudio y oración. No exigirá, por supuesto, la composición de nuevas secciones de teología. Consistirá, en lo esencial, en el proceso de integración en el tractatus de ecclesia de partes de la sagrada teología ya desarrolladas, pero que hasta ahora no han sido tratadas en la teología escolástica como pertenecientes al tratado sobre la Iglesia.
En tiempos pasados,
siempre ha habido secciones legítimas de la ciencia teológica que han existido,
por así decirlo, a la sombra o en la periferia del cuerpo de la teología
propiamente escolástica. Durante los tiempos medievales, el tratado sobre la
Iglesia en su conjunto ocupaba tal posición. La enseñanza divinamente revelada
sobre la verdadera Iglesia, que debería haber sido tratada en el curso regular
de la teología escolástica, fue relegada al ámbito de la polémica y de los
estudios canónicos. Hoy en día hay casos en los que se tratan en el campo de la
teología espiritual o pastoral, cuando estas mismas enseñanzas pertenecen en
realidad al tejido del tractatus escolástico de ecclesia.
Una
de las insuficiencias más destacadas de la escolástica actual sobre la Iglesia
se encuentra en el trato que se da sobre la finalidad de la Iglesia. Sobre este
tema, no basta con asegurar al estudiante que la Iglesia católica está
orientada a la consecución de la gloria de Dios mediante la plenitud de Cristo
en la salvación de las almas. Es necesario que se incorpore al tratado
escolástico sobre la Iglesia lo que Dios nos ha enseñado, en gran medida a
través de las Epístolas de San Pablo, sobre la finalidad propia e inmediata de
la sociedad de la cual Su Hijo es la Cabeza. Hoy en día, este material está
cubierto en gran medida en los manuales teológicos de espiritualidad que tratan
de las obligaciones de los obispos y de los sacerdotes que los obispos emplean
como sus representantes e instrumentos en la cura de almas. Este material debería ser introducido y desarrollado dentro del
tratado escolástico sobre la Iglesia.