Lo mismo podemos observar en la epístola que San Ambrosio escribió a los obispos de Emilia sobre la celebración de la Pascua. Y la diferencia esencial que había entre los cuartodecimanos y los otros cristianos era ésta: que éstos celebraban la Pascua el viernes, el sábado y el domingo, culminando esta fiesta por la alegría de la Resurrección, mientras aquéllos no tenían en cuenta estos tres días, sino solamente el catorce de la luna, sin importar en qué día cayera, y que no se servían del nombre de día de Pascua más que para significar el catorce de la luna, uniendo este nombre únicamente a este día. Es lo que San Epifanio dice[1] de los catafrigios cuartodecimanos:
“Celebran la Pascua un día”.
Y, por el contrario, dice, los católicos hacían esta fiesta durante siete días, es decir, toda la Semana Santa.
“Excepto éstos (a saber, los seguidores de Sabbatius), dice Sozómeno, como así también los asiáticos llamados cuartodecimanos, todas las otras sectas hacen la Pascua como Roma y Alejandría. Pero con respecto a los Novacianos, observan el domingo de Resurrección, pero siguen, sin embargo, a los judíos y caen en lo mismo que los cuartodecimanos, a menos que el domingo sea el catorce de la luna.
Los montanistas, continúa, que son llamados pepusitas y frigios, tienen otra manera muy extraordinaria de celebrar la Pascua. Cuentan los días del primer mes destinado por la Escritura para hacer la Pascua; los cuentan a partir del 23 de marzo, día en que creen que fueron creados el sol y la luna, y fijan el catorce el día 5 de abril y siempre hacen la Pascua ese día. Si el catorce cae en domingo, entonces hacen esta fiesta el domingo siguiente, porque dicen que está escrito que la Pascua se hará desde el catorce hasta el veintiuno”.
El señor Vallois, después de usar el texto de Sozómeno, le hizo aún algunos cambios a este pasaje sin que sea mucho más inteligible. No hacía falta ningún cambio y éste es el pensamiento de Sozómeno.
1. Que los novacianos, de los que habla, seguían a los Judíos y hacían su Pascua el catorce de la luna, que celebraban entonces la Pasión de Jesucristo y que así volvían a caer en lo mismo que los cuartodecimanos; que, sin embargo, observaban el domingo de la Resurrección, es decir, que no hacían la fiesta de la Resurrección sino el domingo, que es el día en el que el Señor resucitó; en lo cual convienen con los demás cristianos.
2. Que en caso en que el catorce de la luna cayera en domingo, no hacían ese día la Pascua, aunque los judíos sí la hacían, sino que la atrasaban, y la razón que daban es que el catorce de la luna se ayunaba hasta la noche en todas las iglesias; pero estaba prohibido a los cristianos ayunar en domingo. Así, hacían la fiesta de la Pascua, es decir, de la Resurrección, el domingo siguiente, y la Pascua de la Pasión a proporción, sin dudas el viernes;
“De esta manera, dice Sozómeno, había entonces tanta distancia entre la Pascua de ellos y la que habían hecho los judíos el domingo anterior, como la que había entre el catorce de la luna y el domingo siguiente”.
La dificultad de este pasaje es que Sozómeno toma unas veces el nombre Pascua para significar el día de la Pasión y otras, para el día de la Resurrección, que unas veces habla según el uso de los cuartodecimanos y otras, según el uso de las otras iglesias.
Los montanistas, según el mismo Sozómeno, retrasaban la Pascua de la misma manera y por la misma razón. El derecho que pretendían tener para retrasarla estaba fundado en estas palabras de la Escritura:
“Desde el día catorce hasta el veintiuno”.
Tomando estos dos días como los dos términos entre los cuales se podía variar para la celebración de la Pascua.
Todo esto se va a confirmar por un razonamiento muy parecido que hace san Ambrosio en la carta a los Obispos de Emilia sobre la celebración de la Pascua; donde, siguiendo el dogma y las costumbres de los Católicos, razona por completo como los herejes:
“Debemos guardar esta regla: que el día catorce no sea el de la Resurrección sino más bien el de la Pasión o alguno de los días precedentes, porque la solemnidad de la Resurrección se debe hacer en domingo; pero no podemos ayunar en domingo, dado que condenamos a los maniqueos puesto que ayunan ese día. Pues intimar un ayuno el día de la Resurrección implica no creer en la Resurrección de Jesucristo. Como la ley dice que hay que comer la Pascua con amargura, es decir, con dolor, a causa del sacrilegio cometido en la muerte del Autor de la Salvación, por el contrario, el profeta nos enseña que hay que alegrarse el domingo cuando dice: “Este es el día que hizo Jehová; alegrémonos por él y celebrémoslo” (Sal. CXVII, 24). Es preciso, pues, que observemos tanto el día de la Pasión como el de la Resurrección; que uno sea un día de amargura y el otro un día de alegría; que en uno ayunemos y que en el otro recuperemos nuestras fuerzas, de forma que si sucede, como sucederá alguna vez, que el catorce de la luna cae en domingo, día en que no está permitido ayunar, como así tampoco terminar el ayuno, cuando el trece de la luna cae en sábado, pues hay que ayunar sobre todo el día de la Pasión; entonces, pues, hay que diferir la solemnidad de la Pascua para la semana siguiente”.
Y más abajo:
“Se declaró… que no se podía hacer la Pasión en domingo y que, si el catorce de la luna caía ese día, era preciso dejar pasar una semana, etc.; así celebramos la Pascua el veintiuno de la luna, es decir, hasta el día en que está permitido diferirla”.
Me parece que este pasaje de San Ambrosio nos sirve mucho para entender la disciplina de los novacianos y montanistas, los cuales, sobre el tema de la Pascua, seguían en parte a los cuartodecimanos y a los judíos, y en parte a los Católicos. Sozómeno los distingue de los cuartodecimanos en que celebraban la Resurrección el domingo y dice que recaen en la manera de esos cismáticos porque seguían a los Judíos al mantener el catorce de la luna, lo cual, sin embargo, dejaban de lado si el catorce caía en domingo y retrasaban la fiesta de la Resurrección al domingo siguiente. La Crónica de Alejandría se expresa de la misma manera que san Ambrosio y los novacianos de los que acabo de hablar:
“Si el catorce de la luna, dice el autor de la crónica, cae en domingo, nosotros, discípulos de la Iglesia Católica, retrasamos la fiesta al domingo siguiente”.
Ahora voy a hacer una
reflexión sobre la traducción que el señor Vallois y los otros intérpretes
hicieron de este pasaje. Ellos traducen el griego: “Novatiani celebrant diem Resurrectionis” y luego “si in eundem diem inciderit Resurrectionis
dies”. Mi reflexión es que en ambos pasajes han traducido “diem Resurrectionis”, en lugar de
traducir como debían: Diem Dominicam,
puesto que todo domingo se llamaba “día de la Resurrección”, porque Nuestro
Señor resucitó ese día. De aquí viene que Epifanio el Escolástico, que
tradujo a Sozómeno al latín hace once siglos a pedido de Casiodoro, traduciendo
el segundo pasaje con las palabras Dies
Resurrectionis, agregó como explicación Dominicam
Diem.
Lo mismo sucede con el segundo pasaje de Sozómeno. Los montanistas de los que habló, hacían, al igual que los novacianos, la fiesta de la Resurrección en domingo, aunque hubieran fijado su Pascua, es decir, la fiesta de la Pasión, el cinco de abril que era, según ellos, el catorce del primer mes. La hacían siempre ese día, excepto cuando caía en domingo y no sólo cuando caía el día de la Resurrección, tal como traducen los nuevos intérpretes de Sozómeno. No tenían ninguna razón especial para no hacer su Pascua el día en que los otros Cristianos hacían la fiesta de la Resurrección, pero tenían una razón común a todos los domingos y es que ayunaban ese día hasta la noche, como los cuartodecimanos, lo cual no estaba permitido en domingo. Así, pues, no se debió haber traducido: si cae en el día de la Resurrección, lo cual falsea el sentido, sino en día domingo, que es el verdadero.