13. Y en la hora aquella hubo un terremoto grande y el
décimo de la ciudad cayó y muertos fueron, en el terremoto, nombres de hombres
millares siete y los restantes quedaron despavoridos y dieron gloria al Dios
del cielo.
Notas
Lingüísticas:
Ἐν ἐκείνῃ τῇ ὥρᾳ (en aquella hora): ¿la misma de IX, 15?
Zerwick: “ὄνομα: “nombre =
persona, cfr. III, 4”.
Comentario:
Estos que dan
gloria al Dios del cielo son el “Pusillus Grex”. Sin embargo, contrastar
éstos con los de XVI, 9 (ver nota de
Straubinger). En ambos casos se
trata de no-judíos.
14. El ay, el segundo, se fué; ved que el ay, el
tercero, viene pronto.
Comentario:
Notar que los tres ayes implican castigos: ahora bien,
en la 5 y 6 Trompeta hay castigos a los
habitantes de la tierra, pero no en la 7 Trompeta, a menos que por ella se entiendan las 7 Copas que están incluidas.
Además, si los 3 Ayes caen contra los habitantes de la tierra, entonces las 7 copas (séptima
Trompeta) también.
Los vv. 15-21
continúan, cronológicamente, lo que se dice en IX, 21 (Sexta Trompeta).
Gelin: “La séptima trompeta (= 3º Ay), o el anuncio del reino, XI, 15-19”.
Garland:
“Los ayes a los que se hace
referencia aquí son los tres correlativos a las últimas tres trompetas (VIII, 13). Estos son más severos que
las cuatro anteriores y caen sobre hombres
más bien que sobre sistemas
naturales. El segundo ay se
refiere a los juicios que aguardan el toque de la sexta trompeta. Este
versículo es de gran ayuda para relacionar los eventos de los capítulos X y XI
con los juicios de las Trompetas que sucedieron en VIII y IX. Aunque los
efectos inmediatos del segundo ay (la sexta
trompeta) terminaron al finalizar el capítulo IX, se nos dice aquí que los
eventos narrados en X y XI sucedieron antes
del fin del segundo ay, es decir durante el tiempo de los siete sellos y del
toque de las primeras seis trompetas. Esto confirma nuestra observación de que
los “mil doscientos sesenta días” durante los cuales profetizan los dos
Testigos (XI, 3), coinciden con la primera
mitad de la septuagésima Semana de Daniel”.
Swete: “El segundo ay es la sexta Trompeta, con dos
episodios añadidos a ella (X, 1-XI, 13). La séptima Trompeta (el tercer ay)
sigue ahora sin mayor demora”.
15. Y el séptimo ángel trompeteó y se hicieron voces grandes
en el cielo, diciendo: “Se hizo el reino del mundo de nuestro Señor y de su
Cristo y reinará por los siglos de los siglos”.
Concordancias:
βασιλεύσει (reinará): cfr. Lc. I, 33; XIX, 14.27; Rom. V,
17.21; I Cor. XV, 25; I Tim. VI, 15; Apoc. V, 10; XI, 17; XIX, 6;
XX, 4.6; XXII, 5.
Εἰς τοὺς αἰῶνας τῶν αἰώνων (por los siglos de los siglos): cfr. Apoc. I, 6.18; IV, 9-10; V, 13-14; VII, 12; X, 6; XIV, 11; XV,
7; XIX, 3; XX, 10; XXII, 5.
Citas
Bíblicas:
Sal. II,
2: “Conciértanse los reyes de la tierra, y los príncipes
conspiran a una contra Yahvé y contra su Ungido…”.
Sal. IXb,
16: “Yahvé
es Rey para siglos eternos; los gentiles fueron exterminados de su tierra”.
Hech. II,
36: “Por lo cual sepa toda la casa de Israel con certeza
que Dios ha constituido Señor y Cristo a este mismo Jesús que vosotros
clavasteis en la cruz”.
Comentario:
Esta visión
parece ser la misma de VII, 10.
“El Señor
y su Cristo” corresponde a lo que dice Sal.
II, 2:
“Se
han alzado los reyes de la tierra; y los príncipes congregándose en uno contra el Señor y contra su Ungido”.
La
séptima Trompeta es una sentencia por la cual se le quita el poder a Satanás y se le da a Nuestro Señor;
cfr. Jn. XII, 31. Parecería que aquí
se publica el Testamento por el cual
se le da al Hijo en herencia todas las naciones (Sal. II, 7-8). Los capítulos XV ss ejecutan la
sentencia.
Estas voces parecerían ser las de los 4 Vivientes ya
que después se oye la de los 24 Ancianos; cfr. IV, 9.
Straubinger: “… este v.
es el antípoda de Jn. XIV, 30, donde Jesús declaró que el príncipe de este
mundo es Satanás (cf. Jn. XVIII, 36)”.
Gelin: “La séptima
trompeta, como el séptimo sello, será tanto un punto final como un punto de
salida. De buenas a primeras se diría que es casi la trompeta del juicio final;
de hecho, va a abrir la perspectiva de todo el período final que será muy
largo. Es durante este período que se realizará el misterio de Dios, su
soberanía efectiva, y la de Cristo, que es vista como cumplida por
anticipación; las voces celestes, tal vez la de los animales, la proclaman”.
Fillion: “La
séptima Trompeta va a dar la señal, pero no todavía del fin inmediato sino del
comienzo del fin. Este pasaje contiene un preludio admirable, análogo a IV,
1-11, V, 1-14 y VIII, 1-6. Nos muestra “cómo se prepara en el cielo lo que debe
traer al mundo la séptima trompeta”. Allí arriba, no se piensa sino en la
victoria futura de Dios y de Cristo, y se la celebra por anticipación por medio
de alegres cantos”.
Sales: “Las palabras de su Cristo aluden al Salmo
II, 2.6”.
Garland: “El toque de la séptima trompeta “proclama
la próxima coronación del legítimo rey de la tierra, la respuesta a la oración
de los siglos “venga tu reino” (Mt. VI, 10). La séptima trompeta está
tipificada por el soplo del cuerno hecho por Sadoc cuando Salomón fue ungido
rey (III Reg. I, 39). La venida del reino de Dios está relacionada con
expulsión de Satán (XII, 10) e incluye el reclamo de la tierra como perteneciente
al Señor, pero ahora Satán es “el dios de este siglo” (Mt. IV, 8-9; II Cor. IV,
4)”.
Iglesias: “El
toque de la séptima trompeta es triunfal. La
visión del cielo no significa que hayan terminado el mundo y la lucha, pero
anticipa algo de lo que será la victoria total de Dios y de su mesías, Cristo,
sobre las potencias del mal que entorpecen el desarrollo del reino de Dios en
la tierra”.
Iglesias: Mesías: como en los otros pasajes cuando habla de “Cristo” (XII, 10; X, 4.6), el
Apoc. emplea siempre el artículo determinado, queriendo devolver su primer
sentido a un título —“el Ungido”, “el Mesías de Dios”— que ya había pasado a
ser casi exclusivamente nombre de persona, no de oficio. Cfr. Mt. I,16”.
Swete: “Existe un marcado contraste entre el
resultado de la apertura del séptimo Sello y el del toque de la séptima
Trompeta. En el primer caso hubo silencio en el Cielo, pero ahora hay “grandes
voces”.
Swete: “Se hizo el reino del mundo de nuestro Señor
y de su Cristo: las palabras
sugieren la visión de un imperio mundial, dominado anteriormente por un poder
usurpador, y que ha pasado ahora a manos de su verdadero Dueño y Emperador”;
cf. Mt. IV, 8-9; Jn. XIV, 30; Ef. II, 2; VI, 12. La larga batalla mundial que
va a terminar en este traspaso se describe el Sal. II (cf. Hech. IV, 26), que tiene las palabras el Señor y su Cristo, Dan. VII, 13 ss, y el magnífico suceso se
celebra de nuevo en Apoc. XII, 10; XIX, 6.16”.
Swete: “Nuestro
Señor: significa aquí claramente no al Hijo sino al Padre”.