7. Y cuando abrió el sello, el cuarto, oí voz del cuarto Viviente, que
decía: “Ven”.
Comentario:
El cuarto Viviente es el Águila, según IV, 7.
8a-b. Y vi y he aquí un caballo verde y el sentado sobre él, su nombre “la muerte”
(peste) y el hades seguía en pos de él.
Notas Lingüísticas:
Zerwick:
“Θάνατος” = muerte; aquí tal vez “peste”.
Zorell:
“Θάνατος” = por extensión significa peste letal, Apoc. II,
23, VI, 8b (Job XXVII, 15; Jer. XV, 2)”.
Charles: "Θάνατος
= λοιμοὶ (muerte
= peste) como en II, 23".
Allo:
“Muerte” e “Infierno” asociados como en I, 18; XX,
13-14…".
Comentario:
Muerte y el Hades:
Notemos que, en I, 18 se dice que Jesucristo tiene “las llaves de la
Muerte y el Hades”, mientras que en este versículo vemos la muerte sentada en
el cuarto jinete y el Hades que lo sigue, sin dudas para devorar a sus
víctimas, como dice Allo, aunque la duda es si se refiere sólo al último jinete
o por el contrario a los tres últimos. En todo caso en el cap. XX (v.
13-14) volvemos a ver a la Muerte y el Hades entregando “los muertos que
había en ellos”.
Allo:
“… Después de la guerra y el hambre he aquí la Peste, montada en un
caballo verde (o verdoso, lívido)… es el color de un cadáver putrefacto, o
si se prefiere, el de un rostro descompuesto de temor. Así el trío
clásico de las plagas queda constituído, pues θάνατος no puede significar aquí
sino “Peste”, según la analogía bíblica; si se tratara de la muerte en general,
entonces este cuarto jinete no tendría ningún signo individual y su aparición
sería más bien ociosa, dado que las dos plagas precedentes harían su trabajo".
Gelin:
“El jinete en caballo verde-amarillo: Simboliza la peste. En lugar de
esta última palabra, es cierto, se lee Muerte, pero los LXX confunden a menudo deber con Θάνατος (Ez. XIV, 21; Jer.
XXI, 7). El Hades-Scheol personificado como en XX, 14, marcha detrás a
fin de recoger las víctimas…".
San Victorino:
“El Señor también prometió como venideras, entre otras, esta misma
calamidad: grandes pestes y mortandad”.
Wikenhauser: “El
cuarto jinete, la muerte, aparece sobre un caballo bayo, del color de
los cadáveres. Como su presa va a parar al mundo de los muertos, lo sigue
una segunda figura, la del Hades, o los infiernos, que lo acompaña, como escudero
o montado sobre su mismo caballo, para recibir los muertos. Muerte y hades
aparecen siempre como personas en el Apocalipsis (cfr. XX, 13).
De
nuevo vemos aquí la similitud con el Discurso Parusíaco:
7b:
“Habrá… pestes y terremotos”.
Marcos XIII
8b:
“Habrá terremotos en diversos lugares”.
Apocalipsis VI
7.
Y cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: “Ven”.
8a-b.
Y vi y he aquí un caballo verde y el sentado sobre él, su nombre “la muerte”
(peste) y el hades seguía en pos de él.
8c-d. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra para matar
con espada y con hambre y con peste y por medio de las bestias de la tierra.
Comentario:
Notar
que ”degollar” y ”cuchilla grande” del v. 4 es igual a ”matar” y a ”espada” en
el v. 8, respectivamente, mientras que la ”muerte” es la ”peste” en este mismo
versículo.
Allo: "Junto con todos los críticos, excepto Bousset,
hay que leer después de ἐδόθη (dio), no el singular αὐτῷ (le) como si no se tratara más que del
último jinete, sino αὐτοῖς (les)... el sentido lo exige".
Allo: "Por
el trío de calamidad “Guerra, Hambre, Peste” cfr. el Antiguo Testamento,
passim, Is LI, 19; Jer. XIV, 12; Ez. V, 2 etc. θάνατος, en
los LXX traduce a menudo el término hebreo דֶּבֶר, peste: Am. IV, 10; Jer. XIV, 12; XXIV,
10; Ez. V, 12.17; VI, 11-12, etc. En el nuevo Testamento cfr. Mt. XXIV, 7;
Mc. XIII, 7-8; Lc. XXI, 10-12. Las "bestias feroces" se agregan
como en Ez. V, 17 y XIV, 21”.
Allo: "Las
“bestias feroces” vienen naturalmente, como en Ezequiel seguidas de la
despoblación (cfr. Deut. VII, 22 y II Reyes XVII, 25-26. El
“Hades”, el Infierno, siguen las Tres plagas a fin de devorar sus víctimas”.
En
realidad, parecería que el Hades sólo sigue a la tercera plaga y no a las otras
dos.
Wikenhauser:
“La frase “les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra” y lo
que sigue, se refiere a los cuatro jinetes. Las armas con las cuales pueden dar
muerte corresponden a los juicios punitivos anunciados contra Jerusalén en Ez. XIV,
21 (la espada, el hambre y las fieras son los equivalentes del segundo, tercer
y cuarto jinetes respectivamente). Las epidemias son la consecuencia ordinaria
de las carestías y de las guerras. En las regiones devastadas llegan a abundar
las fieras.
Los cuatro jinetes no son ángeles
vengadores, sino que hay que considerarlos como personificaciones alegóricas de
las plagas que traen consigo. Guerras, hambre y epidemias, con las espantosas consecuencias
que acarrean al hombre (cf. la invocación de las letanías de todos los
Santos: “De la peste, el hambre y la guerra, líbranos Señor”). Para nuestro
modo de ver éstas se originan en causas naturales; para el vidente, en
cambio, tienen al mismo tiempo un sentido apocalíptico, en cuanto anuncian
por anticipado el fin de la historia, que Dios va preparando, y son, por tanto,
mensajeros del juicio final”.
Gelin:
"El v. 8 precisa que los estragos de las cuatro primeras catástrofes
fueron limitados. Veremos que la limitación será menos acentuada durante la
serie de las trompetas (VIII, 7-12). El final del versículo es un
resumen de la obra de los jinetes”.
Fillion: "Gladio, fame, et…, et…: La muerte
representa sin dudas la peste en este lugar".
Por nuestra parte, creemos:
“Y
se les dio potestad sobre la cuarta parte de la tierra para matar a espada
(segundo Sello) y con hambre (tercer Sello) y con peste (cuarto
Sello) y por medio de las bestias de la tierra” (cuarto Sello).
Este
final del versículo prueba varias cosas:
1)
Que el cuarto jinete representa la peste.
2)
Que el primer jinete no quita la
vida del cuerpo.
3)
Que el primer jinete no puede ser
el Anticristo porque la autoridad que se les da es sobre la cuarta parte de
la tierra mientras que la autoridad del Anticristo será “sobre todo el orbe” (Apoc.
III, 10) y además porque todos estos sucesos son anteriores a “la
abominación de la desolación” de la que habla Jesucristo.
No
queda claro si las bestias de la tierra están relacionadas con los tres jinetes
o sólo con el último.
Estas
tres plagas: espada, hambre y peste se pueden encontrar
muy a menudo a través de todo el Antiguo Testamento:
Lev. XXVI, 14 ss; II Reyes XXIV,
10 ss donde Dios le da a escoger a David como
castigo entre el hambre, la peste y la espada; III
Reyes, VIII, 37; Jer. XXI, 7 ss.; XXIV, 10; XXVII, 8.13; XXXII, 24; XXXIV,
17; XXXVIII, 2; XLII, 17.22; XLIV, 11 ss; Ez. V, 12.17; VI, 11; VII, 15;
XII, 16; XIV, 21 y también pueden encontrarse junto a estas tres
plagas incluso la de los falsos profetas: Jer. XIV,
10 ss, XXVII, 8 ss y XXIX, 15 ss.