Los Padres de la Iglesia que
creían en el Milenio, lógicamente
creyeron también en una primera resurrección para los justos de acuerdo con la
enseñanza tantas veces repetida del Nuevo Testamento.
Esperaban pues, "la mejor
resurrección" (Heb. XI, 35) aquella en que "los muertos en Cristo
resucitarán" (I Tes. IV, 16) "cada uno por su orden... luego los de
Cristo Cristo en su Parusía" (I Cor. XV, 23).
Leemos en la Didakhé
o DOCTRINA DE LOS APOSTOLES (Siglo I):
"Entonces aparecerán los signos de la verdad: primer signo los cielos
abiertos; segundo signo, el sonido de la trompeta; tercer signo, LA RESURECCION
DE LOS MUERTOS, NO DE TODOS ES VERDAD, pero según lo que ha sido dicho:
"El Señor vendrá y todos sus Santos con Él". Entonces el mundo verá
al Señor "viniendo sobre las nubes del cielo" (Cap. XVI, 6-8).
Y en San Justino (Siglo II):
"Sabemos que sucederá una resurrección de la carne y que pasarán mil
años en la Jerusalén reconstruida… los que hayan creído en nuestro Cristo
pasarán mil años en Jerusalén después de lo cual sucederá la resurrección
general" (Diálogo con Trifón. LXXXI 5, LXXXI, 4).
Sería fácil multiplicar estas
citas hasta San Ambrosio.
Si
estudiamos de cerca el texto original griego, notaremos que el Nuevo Testamento
distingue claramente la resurrección de
los muertos, es decir la resurrección general de todos los muertos, los
malos como los buenos, de la resurrección
de entre los muertos. Esta última frase indica que hay otros muertos que
quedan atrás[1] y es por eso que
San Pablo enseñaba que cada uno resucitará "por su orden: como primicia Cristo; LUEGO LOS DE CRISTO en su Parusía… el último enemigo destruido será la muerte" (I Cor. XV,
23-26).
En
cuanto a la resurrección para el juicio
(Jn. V, 24) o resurrección final de todos los que no hayan participado en la
primera, ella será la "resurrección
de los muertos".
Ya no se dirá de entre los
muertos.
Entonces vendrá el castigo POR
LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS para unos, o la gloria POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS
para los otros, con Cristo que entregará el reino a su Padre.
***
Hemos tratado de levantar un
poco el velo que cubre estas cuestiones discutidas.
Por una parte, los cristianos
de los cinco primeros siglos creyeron en el reino milenario y en la
"primera resurrección"; esperaban con fe y esperanza la realización
de las profecías sobre la segunda venida del Señor.
Por otra parte, los exégetas
enseñan actualmente que ¡esas esperanzas se han realizado en la Iglesia, en la
cual reina la justicia y la paz mientras Satanás está encadenado y que los
cristianos son resucitados por el bautismo!...
No nos toca a nosotros dirimir
la cuestión.
La esperanza de la Iglesia
primitiva en el reino milenario, después "de la restauración de todas las
cosas" (Hech. III, 21) y la renovación de la tierra, es esencialmente
escriturística; pero es evidente que toda concepción naturalista grosera es
condenable, y debe ser absolutamente excluída[2].
Sólo Aquél que es “la luz del
mundo" puede, si le place, levantar el velo sobre estos grandes textos y
su realización.
[1] El término "de
entre los muertos" es empleado 49 veces en el Nuevo Testamento; 34 veces
hablando de la Resurrección de Jesús de la cual sabemos que fué "de entre
los muertos"; 3 veces hablando de la resurrección de San Juan Bautista
supuesta por Herodes, 3 veces hablando de la de Lázaro que también fué "de
entre los muertos"; 3 veces hablando en figura de la liberación de la
muerte y del pecado; 1 vez en la parábola de Lázaro y del mal rico; 1 vez a
propósito de Abraham, creyendo que Dios podría devolver la vida a Isaac; 4
veces para significar la resurrección futura "de entre los muertos".
Detallamos
los cuatro últimos textos:
1.
Cuando resucitarán "de entre los
muertos" los hombres no tendrán mujer, ni las mujeres maridos, pero
serán como los ángeles del cielo (Mc. XII, 25).
2. El
texto paralelo de San Lucas es más expresivo aún: "mas los que hayan sido juzgados
dignos de alcanzar el siglo aquel y la resurrección de entre los muertos” (Lc. XX, 35-36). Ningún malo puede
tomar parte en esta resurrección porque está dicho: "Serán iguales a los
ángeles, serán hijos de Dios". Por eso es que Jesús la llama en otra parte
"resurrección de los justos" (Lc. XIV, 14).
3. En
los Hechos (IV, 2) los Saduceos se irritan de que Pedro y Juan "predicasen en Jesús la resurrección de entre los muertos”.
4. En
la Epístola a los Filipenses (III, 11) la proposición griega "ek" se
encuentra bajo una doble forma bien significativa. Pablo quiere conocer la
virtud de la resurrección de Cristo… "por si puedo
alcanzar la resurrección (eis ten exanástasin), la que es de entre los muertos” (ten ek nekrón). Esta
insistencia tan manifiestamente voluntaria tiene por objeto el evitar toda confusión
posible.
Ahora
el término "ek nekrón" (de entre los muertos) no se aplica jamás a los impíos.
"La
resurrección de entre los muertos, ¿podrá significar otra cosa en estas cuatro
citaciones que "la primera resurrección"? (Apoc. XIX, 5). Cf. W. E. B. "Jesús revient". Neuchâtel,
Delachaux et Niestlé, p. 54-56.
[2] Damos aquí algunas referencias
sobre autores de los primeros siglos favorables al reino de mil años:
Epístola de Bernabé (XV, 4-9).
Doctrina de los Apóstoles (Didakhé XVI).
Papías, Obispo de Hierápolis, citado por Eusebio
(Ec., III, 39).
San Justino, Diálogo con Trifón, LXXX y passim.
San Ireneo. Contra las Herejías, 32-35.
Tertuliano. Dice que cree en el reino de mil
años después de la vuelta de Jesús y que ha tratado de ello en su libro De spe fidelium, hoy día perdido.
Lactancio. Div. Institut. VII, 21.
San Ambrosio. De bono mortis 45-47.
Sulpicio Severo. Dial. Gallus, 11, 14.
San Agustín. Sermón 259, 2.