Observaciones del Blog:
Analicemos brevemente la exégesis del Autor:
1)
Éfeso o la Iglesia Apostólica:
No hay mucho por observar. El acuerdo aquí es prácticamente completo. La
alusión al predominante elemento judío de esta Iglesia explica bien el período
Apostólico, destinado primeramente a Israel: ver la Parábola de la Higuera
Estéril (Lc. XIII, 6-9) y la magistral nota de Straubinger a Hech.
XXVIII, 23. La alusión a Heb. VI, 32 podría ser un interesante dato
a tener en cuenta a la hora de interpretar ese pasaje tan difícil.
2)
Esmirna o la Iglesia de los Mártires: De nuevo, nuestro acuerdo en cuanto al tiempo,
pero solo en líneas generales, ya que no nos convence la alusión a las diez
persecuciones en los diez días por la
sencilla razón que las dos primeras tuvieron lugar durante Éfeso.
3)
Pérgamo o la Iglesia de los Doctores: Coincidencia total, y nada por agregar.
4)
Tiatira o la Iglesia del Medioevo: Coincidencia en el período histórico, pero no en la alusión a la
iglesia cismática en Jezabel.
5)
Sardes o la Iglesia del Renacimiento y de la Reforma: Aquí comienzan nuestras diferencias más
importantes.
La alusión al Renacimiento en el nombre de vivo es atrayente, pero nos
parece falsa por dos supuestos:
a)
El nombre de vivo es de la Iglesia y no de la época histórica.
b) La edad Media parece terminar más bien con
la Reforma que con el Renacimiento y las
obras postreras, superiores a las primeras de las que habla la iglesia anterior debería
incluir el descubrimiento de América.
Nos parece, pues, que esta Iglesia comienza con la
revuelta protestante en 1517.
La
alusión al nombre de vivo nos parece que hay que buscarlo en la Iglesia y no en
las herejías, pues a ella le está hablando. En concreto: desde el nombre de Contra Reforma durante el siglo XVI
hasta el de Tradicionalismo en la
segunda mitad del XX, pasando por el de Integrismo
en la primera mitad del siglo pasado, lo que hemos visto son justamente eso:
nombres de vivos, pero a su vez una muerte anunciada, si se nos permite el uso
del lenguaje.
No tenemos problemas en ver en Trento esa vigilancia
a la que exhortaba Nuestro Señor a la Iglesia y la consiguiente amenaza
condicional de castigo que no tuvo lugar por cumplirse la condición; sólo
tengamos presente que esa amenaza no parecería mirar la Parusía sino un castigo
particular a esta Iglesia (ver AQUI
lo que ya dijimos sobre este tema).
6)
Filadelfia o la Iglesia del Filosofismo y la Revolución.
En esta Iglesia estamos, según el Autor. Nuestras
discrepancias, como se sabe, son totales.
Llama poderosamente la atención que el autor aplique
a esta Iglesia llena de alabanzas y carente
por completo de reproches a un período histórico donde se le puede criticar
prácticamente todo y que en
definitiva es, ni más ni menos, lo que sucede con la Iglesia anterior.
El
eje de la historia no sólo no cambió, sino que, muy por el contrario, la
Revolución se acentuó drásticamente tras la muerte de Pío XII y el nefasto
Vaticano II. No puede haber dudas que el autor erró aquí y “los hechos por
venir” no le dieron en absoluto la razón.
7)
Laodicea o la Iglesia previa a la Parusía.
Coincidencia en cuanto a las dos características
propias de esta Iglesia: tibieza e inminencia de la Parusía, pero
lamentablemente el autor no es tan preciso a la hora de delimitar el comienzo
de la misma, quedando el tema en una cierta nebulosa.
- Señal de que es futura, se nos dirá.
- Sea.
Conclusiones:
Antes
de pasar a las conclusiones de este trabajo será bueno que demos un pequeño
vistazo a lo que dicen otros autores sobre las 7 iglesias.
Ver
Lo
que inmediatamente salta a la vista en este cuadro es una coincidencia total
en las primeras tres Iglesias y solamente dos autores difieren en el final de
la cuarta, o sea en Tiatira: Billot la pone junto con la Revolución
Francesa, en una evidente alusión al Milenio del cap. XX, mientras que Ramos
García lo retrasa hasta el Renacimiento, influenciado, erróneamente a nuestro
parecer y como ya lo dijimos, por el nombre
de vivo.
Sin
embargo, lo interesante viene a partir de Sardes porque aquí comienza a notarse
la inseguridad e incluso vaguedad de los autores a la hora de
señalar su fin.
Castellani, en los años ´60, oscila entre la Revolución
Francesa y no ponerle término aún; Eyzaguirre igual: no se decide si
termina a principio del siglo XX o si todavía en su tiempo seguíamos en Sardes;
Poirier tampoco y simplemente caracteriza el período como de
revoluciones; Ramos García es explícito en que termina con la Rev.
Francesa, mientras que Billot la hace terminar con la conversión total de los judíos, contrariamente a la
letra del Texto, y por último Holzhauser la hace terminar con el Rey
santo y el Papa Angélico que han de convertir a todo el mundo, incluso los
judíos, en clara oposición al texto Sacro.
En
las dos últimas Iglesias las cosas son peores aún.
Poirier directamente confiesa su ignorancia.
Veamos solamente Laodicea
que es donde más se nota la inseguridad:
Castellani y Eyzaguirre la ubican en el Milenio,
y consecuentemente ponen en Filadelfia la conversión de los judíos y el
Anticristo. Esta postura nos parece indefendible.
Billot coloca en Laodicea al Anticristo y la
consumación del siglo.
Ramos
García, por último, no
arriesga mucho y se contenta con una simple “inminencia de la Parusía”, pero no
queda claro dónde coloca la conversión de los judíos.
Seguramente alguien se preguntará a dónde queremos
ir con esto; pues bien, Poirier lo resume muy bien cuando dice:
“Desde el siglo III hasta la edad media se
desarrolla un conocimiento gradual de las tres primeras edades de la Iglesia:
períodos de los Apóstoles, de los Mártires, de la Doctrina
(o de los herejes); mientras que, desde nuestros días, en el siglo XX, la
perspectiva histórica nos permite claridades sobre la cuarta edad, el milenario
(sic) de la cristiandad medieval,
y la quinta, la de las herejías protestantes y de las revoluciones modernas…”.
Y concluye, no sin cierta exageración:
“… Más allá, hay que ser profeta para saber lo
que dice”.
Lo que queremos decir, en dos palabras, es lo
siguiente: todo el mundo coincide en líneas generales a la hora de ver el
período Apostólico (Éfeso), los Mártires de los primeros siglos (Esmirna), los
Doctores y herejías (Pérgamo), la Edad Media (Tiatira) y la decadencia
(Sardes); las principales dudas se plantean en cuándo termina (o ha terminado)
Sardes, y en cuándo ubicar Filadelfia y Laodicea, lo cual nos parece un signo
más que claro que estamos o en la quinta Iglesia (es lo que creemos sin ninguna
sombra de dudas), o recién comenzada la sexta.
Vale!