lunes, 18 de febrero de 2013

Algunos lugares paralelos en el Apocalipsis (II de III)

I Parte
III Parte

II) Los Mártires del Anticristo y los 144.000 sellados.

Siguiendo con los lugares paralelos vamos a analizar tres visiones que tienen algunos puntos en común.

VII

9. Después de esto miré y he aquí una gran muchedumbre que nadie podía contar, de entre toda nación y tribus y pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas, con palmas en sus manos.
10. Y clamaban a gran voz diciendo: “La salud a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”.
11. Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron sobre sus rostros ante el trono y adoraron a Dios,
12. diciendo: “Amén, la alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amen”.
13. Y uno de los Ancianos, tomando la palabra, me preguntó: “Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?”.
14. Y yo le dije: “Señor mío, tú lo sabes”. Y él me contestó: “estos son los que vienen de la tribulación, la grande y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero”.
15. Por eso están delante del trono de Dios y le adoran día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono fijará su morada sobre ellos.
16. Ya no tendrán hambre ni sed; nunca más los herirá el sol ni ardor alguno.
17. Porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida; y Dios les enjugará toda lágrima de sus ojos.[1]


XIV

1. “Y miré y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban escrito en sus frentes el nombre de Él y el nombre de su Padre.
2. Y oí una voz del cielo semejante a la voz de muchas aguas[2], y como el estruendo de un gran trueno; y la voz que oí se parecía a la de citaristas que tañen sus cítaras.
3. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender aquel cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra.
4. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero doquiera vaya. Estos fueron rescatados de entre los hombres, como primicias, para Dios y para el Cordero.
5. Y en su boca no se halló mentira, son inmaculados.

XV

1. “Vi en el cielo otra señal grande y sorprendente: siete ángeles con siete plagas, las postreras, porque en ellas el furor de Dios queda consumado.
2. Y vi como un mar de cristal mezclado con fuego, y a los vencedores que escaparon de la bestia y de su estatua y del número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, llevando cítaras de Dios.
3. Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: “Grandes y sorprendentes son tus obras, oh Señor, Dios Todopoderoso, justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones.
4. ¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu Nombre?, pues sólo Tú eres santo; y todas las naciones vendrán, y se postrarán delante de Ti, porque los actos de tu justicia se han hecho manifiestos”.


De lo arriba expuesto se podría concluir:

1) En el capítulo VII se ve a los mártires del Anticristo como consta por la explicación que uno de los ancianos le da a San Juan: “Estos son los que vienen de la gran tribulación”, término técnico para designar la persecución del Anticristo, como se ve en Mt. XXIV, 21; Mc. XIII, 19; Dan. XII, 1; mientras que en capítulo XV podemos observar a los mismos mártires del Anticristo llamados con el nombre propísimo “los vencedores de la Bestia”, como ya lo dejamos asentado AQUI al hablar del significado de “el vencedor”. Cfr. más abajo el comentario de Alápide en el punto 6.

2) En el cap. XIV, se puede ver que los 144.000 aprenden un cántico nuevo, es decir no cantado hasta entonces, y entonado en el cielo.

3) En el cap. XV los mártires del Anticristo cantan un cántico, antes que se derramen las 7 copas, con lo cual el juicio de las mismas comienza después de la persecución y no inmediatamente comenzado el reinado del Anticristo.

4) El cántico de los mártires del Anticristo parecería ser el mismo que escuchan y aprenden los 144.000 sellados del cap. XIV y esto parecería confirmarse por el hecho de que tanto en el cap. XIV como en el XV los mártires tienen el mismo instrumento: “cítaras”.

5) Si el punto 4 es correcto entonces la visión del Cordero sobre el monte Sión junto con los 144.000 tiene lugar antes de derramarse la primera copa.

6) ¿Estos 144.000 sellados son los mismos del cap. VII o es otro grupo?

Es difícil que sean los mismos sellados del cap. VII (sexto sello) puesto que estos forman la Mujer del capítulo XII y se encuentran en el desierto como lo indica Van Rixtel[3]:

Estos 144.000 de las doce tribus de Israel serán los que constituirán aquella mujer que tiene en su cabeza una corona de doce estrellas y la luna debajo de sus pies (Apoc. 12, 1): que huyó al desierto donde tenía un lugar preparado por Dios, para que la sustentase allí mil doscientos sesenta días (Apoc. 12, 6) a fin de que allí la sustentase durante un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo (los tres años y medio del reinado del Anticristo) lejos de la presencia de la serpiente (Apoc. 12, 4)”.

Además, como lo indica Alápide, comentando Apoc. VII, 9:

“Esta turba se distingue de los 144.000 sellados; aunque esto parece que nieguen Tyconio y Andreas, sin embargo comúnmente es afirmado por todos, lo cual consta por el texto: pues los signados son un número definido y cierto, a saber 144.000, en cambio esta turba es innumerable; aquellos son de todas las tribus de los hijos de Israel, estos de los gentiles; aquellos son judíos, estos gentiles”.

Y luego agrega:

“La palma para los historiadores sacros y profanos es símbolo de la victoria. Por lo cual en el Templo de Salomón, al igual que en el de Ezequiel, había palmas esculpidas… Esta turba que ve Juan es la de los vencedores, pues de ellos dice el cap. XV, 2: “vencieron a la bestia (es decir al Anticristo) y a su imagen y al número de su nombre”.

7) Si esto es así, ¿quiénes son? El sello indica una protección especial de Dios, o mejor dicho, una consagración especial a Él. ¿Esta protección/consagración coincidirá con la de los elegidos vivos de los que habla el discurso Parusíaco? De ser así significaría, tal vez, que no pueden ser ni seducidos ni muertos por el Anticristo.

8) Por lo tanto los 144.000 no serían sino los raptados según aquello de Nuestro Señor (Mt. XXIV, 31 y Mc. XIII, 27):

“Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de El de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra”.

Ante lo cual Straubinger comenta el pasaje de Mt. con gran acierto:

Juntarán: el griego usa el mismo verbo que en II Tes. II, 1: “ἐπισυνάξουσιν[4]. Alude aquí el Señor al admirable rapto en su encuentro en las nubes que está prometido a nosotros los vivientes “que quedemos” (I Tes. IV, 17)”.

Y luego en el comentario de Mc dice:

Entonces… congregará, es decir que el arrebato que anuncia San Pablo en I Tes. IV, 15 ss será al tiempo mismo de la Parusía, esto es, cuando aparezca el Señor (v. 26), como lo dice el Apóstol. Así Marcos explica aquí que seremos llevados desde la extremidad de la tierra hasta el sumo cielo. Lo mismo dice Mt. XXIV, 31. Se trata de los elegidos, ya vivos transformados, ya resucitados de entre los muertos”.

9) Si los 144.000 son la Iglesia en tiempos del Anticristo[5] (los demás o apostataron recibiendo la marca o fueron martirizados) entonces hay una relación innegable entre estos y los mártires del Anticristo y así se entiende fácilmente que solamente ellos puedan aprender el cántico de los mártires del Anticristo.
Uno verbo: estos son los elegidos de los que habla Nuestro Señor en el discurso Parusíaco por amor a los cuales abreviará los tiempos. Sobre este tema ver AQUI.

10) La muchedumbre del cap. VII parecería ser la misma del cap. XIX que entona el aleluya por la destrucción de Babilonia y esto por dos razones:

a) Babilonia ha de ser la capital del reino de la Bestia, con lo cual los mártires del Anticristo tienen un motivo especial para alegrarse, y esto parecen significar cuando dicen:

“¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios; porque fieles y justos son sus juicios; pues Él ha juzgado a la gran ramera, que corrompía a la tierra por su prostitución, y ha vengado sobre ella la sangre de sus siervos”.

b) El Texto los caracteriza de la misma manera tanto en VII, 9 como en XIX, 1: “gran multitud” (ὄχλου πολλοῦ).

Hasta aquí un breve repaso por estos pasajes del Apocalipsis. Acaso los tres lectores que hayan llegado hasta aquí se preguntarán: “¿y esto para qué sirve?”, “pues la verdad, responderemos, que no sabemos bien para qué sirve todo esto, aunque si está en el Texto alguna razón habrá tenido el Espíritu Santo para escribirlo por medio de “Juan, nuestro hermano y copartícipe en la tribulación y el reino y la paciencia de Jesús”.

Vale!



[1] Como nota al pie no podemos dejar de observar lo siguiente: parecería que el hambre, la sed, y las inclemencias del sol serán los males físicos propios de los mártires del Anticristo mientras que el derramamiento de lágrimas tal vez aluda a ese don del cual los Santos decían que era un signo de predestinación.
Este pasaje no sería más que la conclusión natural de XIII, 16-17: “E hizo poner a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos una marca impresa en la mano derecha o en la frente a fin de que nadie pudiese comprar o vender si no estaba marcado con el nombre de la bestia o el número de su nombre”.

[2] ¿Voz de muchas aguas = mar de cristal?
¿Estruendo de un gran trueno = (mezclado con) fuego?

[3] El Testimonio de nuestra Esperanza, cap. XVI.

[4] II Tes: ἐπισυναγωγῆς; Mc: ἐπισυνάξει.

[5] Esto parecería estar significado en XV, 8 cuando se dice que “nadie pudo entrar en el templo hasta cumplirse las siete plagas de los siete ángeles”, es decir no va a haber más santos a partir de entonces porque los únicos fieles que queden van a estar sellados por Dios para que no sean muertos por el Anticristo:

a) La Mujer, es decir los 144.000 judíos sellados del sexto sello (VII, 1 ss) y que se encontrarán en el desierto haciendo penitencia.

b) Los 144.000 sellados del capítulo XIV que formarán la Iglesia.

Esta podría ser tal vez la respuesta a la objeción de Van Rixtel cuando dice que a menos que la Iglesia sea arrebatada antes de la aparición del Anticristo, entonces caerá en la apostasía.
Recordemos por último en confirmación de lo que decimos, el premio al vencedor en la sexta iglesia: “del vencedor haré una columna en el templo de mi Dios, y no saldrá más”, es decir que para salir primero tiene que haber entrado. Lo que el texto parece decir, simplemente, es que durante las siete plagas nadie va a entrar, es decir, no va a haber vencedor.