jueves, 25 de julio de 2013

Las Lágrimas en la Escritura, por E. Hello. IX

IX

LAS VIUDAS SIN LÁGRIMAS


Y cuando desde lejos alzaron los ojos para mirarlo, lo desconocieron;
y así exclamando prorrumpieron en lágrimas. (Job, cap. XI, vers. 12).

Y sus viudas no llorarán. (Job, cap. XXVII, vers. 16).

Yo en otro tiempo lloraba con el
que se hallaba atribulado. (Job, cap. XXX, vers. 25).

Ya he hablado de Job y sus amigos. Pero, ya que hablo de las lágrimas, ¿cómo no volver a este singular y sublime héroe?
Escuchad, invocando a la misericordia de Dios, el título que él invoca.
"Lloraba yo con el afligido y mi alma se condolía con el pobre."
Hay lágrimas en su pasado; las llama en su auxilio. Para combatir sus desdichas, llama en su auxilio a las lágrimas que ha vertido por las desdichas de los otros. La compasión que Job rico tuvo otrora hacia los pobres, es el arma de que se sirve Job, pobre a su vez, al hablar a Aquel que tiene las riquezas en sus manos.
Ha llorado; he aquí su esperanza.
¿Queréis oír ahora su amenaza? Job habla del impío y le predice desdichas. Cosas terribles se presentan ante él, y no retrocede ante ellas. El impío se le aparece como formando parte de su venganza; no cuida las expresiones con que pinta la cólera divina que sobre él cae.
"Si sus hijos se multiplican, caerán al filo de la espada, y sus descendientes nunca se verán hartos de pan."
"Los que de él queden, serán sepultados en la ruina."
Estas últimas palabras significan, tal vez, que se los privará de sepultura, que no tendrán más sepultura que la catástrofe misma en la que perecerán.

Pero escuchad lo que sigue: he aquí la culminación. Se trata de espantarnos mostrándonos la suerte del impío, y luego la suerte de sus hijos sin pan, de sus hijos asesinados, tal vez sin sepultura después de su muerte y sin pan antes de su muerte; se trata de hablarnos de la suerte de esas viudas. ¿Qué horrenda cosa les sucederá? ¿Cuál será el destino que se pondrá frente al destino de los hijos, tal como acaba de ser descrito? Frente a esos hijos sin pan, destinados a la espada, asesinados y sepultados en la ruina, veamos ahora la suerte de las viudas.
Et viduoe ejus non plorabunt. Y sus viudas no llorarán.
Las viudas no llorarán. ¡He aquí uno de sus castigos! Entre todas esas amenazas supremas, Job intercala esta corta amenaza: Y sus viudas no llorarán.
¡Qué estremecimiento en estas palabras!
¿Qué son, pues, las lágrimas, Señor, para que su ausencia pueda figurar en la enumeración tan corta y tan terrible de los castigos del impío?
Se trata de dar un corto número de cosas espantosas. Es necesario elegirlas, terribles y poco numerosas. En algunas palabras deben resumirse horrendas calamidades, y entre los sucesos que han de espantar al mundo, Job incluye la esterilidad de los ojos de las viudas.
Y, en cuanto a los amigos de Job, ¡qué singular es su posición! Dios los censura, y queriendo perdonarlos, solicita en su favor las oraciones de Job.
Pero repito lo que ya dije: Lloraron antes.
Hablaron en seguida, es cierto. Pero, anteriormente habían llorado, y es probable que hayan llorado aun después de la liberación de Job y su perdón. Es probable que lágrimas que no nombra la Escritura hayan consumado su historia iniciada con las lágrimas de que la Escritura habla.

Los amigos de Job son perdonados.