IX
LAS VIUDAS SIN LÁGRIMAS
Y cuando desde lejos alzaron los ojos para mirarlo,
lo desconocieron;
y así exclamando prorrumpieron en lágrimas. (Job,
cap. XI, vers. 12).
Y sus viudas no llorarán. (Job, cap. XXVII, vers.
16).
Yo en otro tiempo lloraba con el
que se hallaba atribulado. (Job, cap. XXX, vers.
25).
Ya he
hablado de Job y sus amigos. Pero, ya que hablo de las lágrimas, ¿cómo
no volver a este singular y sublime héroe?
Escuchad,
invocando a la misericordia de Dios, el título que él invoca.
"Lloraba
yo con el afligido y mi alma se condolía con el pobre."
Hay
lágrimas en su pasado; las llama en su auxilio. Para combatir sus desdichas,
llama en su auxilio a las lágrimas que ha vertido por las desdichas de los
otros. La compasión que Job rico tuvo otrora hacia los pobres, es el arma de
que se sirve Job, pobre a su vez, al hablar a Aquel que tiene las riquezas en
sus manos.
Ha
llorado; he aquí su esperanza.
¿Queréis
oír ahora su amenaza? Job habla del impío y le predice desdichas. Cosas
terribles se presentan ante él, y no retrocede ante ellas. El impío se le aparece como
formando parte de su venganza; no cuida las expresiones con que pinta la cólera
divina que sobre él cae.
"Si
sus hijos se multiplican, caerán al filo de la espada, y sus descendientes
nunca se verán hartos de pan."
"Los
que de él queden, serán sepultados en la ruina."
Estas
últimas palabras significan, tal vez, que se los privará de sepultura, que no
tendrán más sepultura que la catástrofe misma en la que perecerán.
Pero
escuchad lo que sigue: he aquí la culminación. Se trata de espantarnos
mostrándonos la suerte del impío, y luego la suerte de sus hijos sin pan, de
sus hijos asesinados, tal vez sin sepultura después de su muerte y sin pan
antes de su muerte; se trata de hablarnos de la suerte de esas viudas. ¿Qué
horrenda cosa les sucederá? ¿Cuál será el destino que se pondrá frente al
destino de los hijos, tal como acaba de ser descrito? Frente a esos hijos sin
pan, destinados a la espada, asesinados y sepultados en la ruina, veamos ahora
la suerte de las viudas.
Et viduoe ejus non plorabunt. Y sus viudas no llorarán.
Las
viudas no llorarán. ¡He aquí uno de sus castigos! Entre todas esas amenazas
supremas, Job intercala esta corta amenaza: Y sus viudas no llorarán.
¡Qué
estremecimiento en estas palabras!
¿Qué
son, pues, las lágrimas, Señor, para que su ausencia pueda figurar en la
enumeración tan corta y tan terrible de los castigos del impío?
Se
trata de dar un
corto número de cosas espantosas. Es necesario elegirlas, terribles y poco
numerosas. En algunas palabras deben resumirse horrendas calamidades, y entre
los sucesos que han de espantar al mundo, Job incluye la esterilidad de
los ojos de las viudas.
Y, en
cuanto a los amigos de Job, ¡qué singular es su posición! Dios los
censura, y queriendo perdonarlos, solicita en su favor las oraciones de Job.
Pero
repito lo que ya dije: Lloraron antes.
Hablaron
en seguida, es cierto. Pero, anteriormente habían llorado, y es probable que
hayan llorado aun después de la liberación de Job y su perdón. Es
probable que lágrimas que no nombra la Escritura hayan consumado su historia
iniciada con las lágrimas de que la Escritura habla.
Los
amigos de Job son perdonados.