San Juan
tiene, en dos oportunidades, hacia el final del Apocalipsis, un gesto un tanto
extraño ante el ángel, y no es menos extraña aún la respuesta que obtiene.
La explicación de la “adoración” de San Juan
al ángel ya la hemos dado AQUI,
con lo cual ahora nos propondremos solamente tratar la respuesta del
ángel.
Los textos son los siguientes:
XIX, 10:
“Caí entonces a sus pies para postrarme ante él. Más él me dijo: “Guárdate de
hacerlo. Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos, los que tienen el testimonio
de Jesús. Póstrate ante Dios. El testimonio de Jesús es el espíritu de
profecía”.
XXII, 8-9:
“Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. Y cuando las oí y vi,
caí ante los pies del ángel que me las mostraba, para postrarme ante él. Más él
me dijo: “Guárdate de hacerlo, porque yo soy consiervo tuyo y de tus
hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro.
Póstrate ante Dios”.
I) En el primer
caso ¿quiénes son los que tienen “el testimonio de Jesús”?
Como ya lo hemos dicho antes, este grupo se
identifica con los Mártires del Anticristo.
Los lugares donde vemos este grupo son:
XII, 17: “Y se enfureció el dragón contra la Mujer, y se
fue a hacer guerra contra el resto del linaje de ella, los que guardan los
mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús”.
XX, 4: “Y vi tronos; y sentáronse en ellos, y les fue
dado juzgar, y (vi) a las almas de los que habían sido degollados a
causa del testimonio de Jesús y a causa de la
Palabra de Dios y a los que no habían
adorado a la bestia, ni a su estatua, ni habían aceptado la marca en sus
frentes ni en sus manos”
A los cuales deben agregarse los siguientes:
XIII, 9-10: “Si alguno tiene oído, oiga:
si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a
espada, a espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos”.
XIV, 12-13: “En esto está la
paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús. Y oí una voz del cielo que decía: “Escribe: ¡Bienaventurado desde
ahora los muertos que mueren en el Señor!
¿Y a qué viene, se preguntará el lector, esta respuesta
del Ángel a San Juan?
Pues bien, la respuesta es sencilla: tras la destrucción
de Babilonia el vidente escucha[1] lo
que sucede en el cielo, donde los ángeles se alegran de su fin e invitan también
a los mártires del Anticristo a regocijarse por su destrucción.
El hecho de que estamos ante los mártires del Anticristo se prueba por las siguientes razones:
El hecho de que estamos ante los mártires del Anticristo se prueba por las siguientes razones:
a) Se trata de una voz “como de gran
multitud”, la misma que el Vidente ve y escucha en el cielo cuando se le
muestra “los que vienen de la gran tribulación”, cfr. VII, 9.14.
b) Los Santos y ángeles se
alegran por la destrucción de Babilonia porque es en venganza por haber
derramado “la sangre de sus siervos”. Estos no pueden ser sino los mártires
del Anticristo, los cuales tienen una razón especialísima para alegrarse[2].
En resumen, es como si el ángel le dijera: “no te postres
ante mí por esta maravillosa escena pues yo soy consiervo de aquellos que
acabas de oír”.
II) En el segundo caso sucede
algo muy parecido pero con los Mártires del Quinto Sello. Veamos:
XX, 4: “Y vi tronos; y sentáronse en ellos, y les fue
dado juzgar, y (vi) a las almas de los que habían sido degollados a causa del testimonio de Jesús y a causa de la Palabra de Dios (mártires del quinto sello) y a los que no
habían adorado a la bestia, ni a su estatua, ni habían aceptado la marca en sus
frentes ni en sus manos”.
A lo cual podría agregarse estos pasajes:
III, 10: “Por cuanto has guardado
la palabra de la paciencia mía Yo también te guardaré de la hora de la prueba,
esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para probar a los que habitan
sobre la tierra”.
VI, 9: “Y cuando abrió el quinto
sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por la causa de la
Palabra de Dios y por el Testimonio que mantuvieron”.
Como se ve “los que guardan las palabras de este libro”
se identifican con los mártires del quinto sello, y no debe
sorprendernos que a este grupo se le agreguen “los Profetas” puesto que son los jefes y líderes
destos mártires.
Al igual que antes con los mártires del Anticristo
vemos aquí dos razones por las cuales el Ángel le responde a San Juan
hablando de los dos Testigos y de los mártires del quinto sello:
a) El ángel parece
identificarlos a través de los primeros versículos del capítulo XXII cuando
dice: “y el Nombre de Él estará en sus frentes”, lo cual es una alusión al
premio al Vencedor de la Iglesia de Filadelfia: “… sobre él escribiré el nombre de mi Dios
y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del
cielo viniendo de mi Dios, y el nombre mío nuevo”[3].
b) El v. 7 parece
confirmar todo esto cuando dice: “Bienaventurado el que guarda las palabras
de la profecía de este libro”, lo cual parece señalar como con el dedo a
los mártires del quinto sello.
En definitiva, San Juan queda como
asombrado ante el conocimiento de lo que sucede en el cielo con los mártires
de la Septuagésima Semana, a saber los del quinto Sello y los del Anticristo,
ante lo cual se postra en tierra, pero el ángel le indica que cese de hacerlo
porque es consiervo de él y de esos mártires.
Nos parece que estas dos pequeñas visiones
arrojan grandes luces en un par de cuestiones sobre las que volveremos en otra
oportunidad, como son los primeros versículos del Apocalipsis (y una
objeción que creemos no ha sido respondida satisfactoriamente) y las siete
bienaventuranzas, pero no podemos extendernos más por ahora. Notemos sin
embargo la importancia que para San Juan tienen estos mártires, a los cuales
parece ir dirigido principal, y casi diríamos, únicamente el Apocalipsis.
Vale!
[1] En los vers. 1 y 6 San Juan
dice que escucha y no que ve puesto que está en la tierra.
[2] En el vers. 5 se invita a alabar a Dios
no sólo a los siervos (los muertos por el Anticristo) sino también a
“los que teméis a Dios, los pequeños y los grandes”, los cuales parecen ser los que se
convierten a la vista de la resurrección y asunción de los dos Testigos y que
serán muertos también por el Anticristo. Cfr. AQUI.