Durero- La Adoración del Cordero |
En su comentario al Apocalipsis, Castellani hace una observación
muy atinada sobre la obra del P. Allo O.P., cuando dice:
“Prisionero de los exégetas protestantes y racionalistas, el P. Allo
nos recuerda el dicho de Newman: “le dan cien sentidos a la Escritura,
lo que es decir que no tiene sentido”. Si Allo hubiese hecho una lista
escueta de sus interpretaciones o soluciones… hubiera visto quizás su
desconcierto e incoherencia; pero las sumerge en un torrente o pantano de
erudición, citas, y referencias, de no acabar; que cuando es erudición gramatical-lingüística
sirve para entender mejor el texto griego, a veces; pero cuando es
mitológico-babilónico-racionalista, poco o nada sirve, como no sea confundir”.
(Comentando los últimos versículos del cap. XII)
Hasta aquí Castellani que trata con benevolencia al conocido
dominico. Demasiada, diríamos. En lo personal creemos que, en su conjunto, la
exégesis (si tal se puede llamar) de Allo, es lisa y llanamente basura.
Sin embargo coincidimos con Castellani en que la erudición gramatical
ayuda, y a veces mucho.
La idea deste pequeño artículo será analizar una de esas interesantes
acotaciones del P. Allo en lo referente a la gramática de algunos
pasajes del Apocalipsis.
Sobre el capítulo XIII que en su versículo 4 dice (versión
de Straubinger):
“Y adoraron
al dragón porque él había dado la autoridad a la Bestia; y adoraron a la Bestia
diciendo: “¿quién cómo la Bestia?” y “¿quién puede hacerle guerra?”.
Allo comentando en este versículo el
uso del verbo προσκυνεῖν (adorar) en el Nuevo Testamento y
sobre todo en el Apocalipsis, dice:
“προσκυνεῖν, se construye a veces con el dativo
y a veces con el acusativo; aquí es seguido en ambos casos con el
dativo… el uso del acusativo es clásico y el dativo es común en la LXX. En
el N.T. el dativo es uniforme, excepto en el Apoc., Jn., Lc., y Mt. (una vez)
donde se encuentra ocasionalmente el acusativo. Parece que los diferentes casos
responden a un doble significado: el acusativo indicaría el acto
de latría interior y exterior al mismo tiempo, que se le da a Dios o a un ser
considerado como dios; el dativo expresa más bien el gesto
exterior de postramiento, sea ante Dios, sea ante todo ser que se honra como
superior. Estas diferencias son muy visibles si se compara Mt IV, 9 y Mt.
IV, 10, donde el demonio le pide a Jesús un acto exterior de sumisión, que no
es debido, le responde Cristo, sino a Dios que se adora; cfr. Lc. IV, 8,
paralelo a Mt. IV, 10… comparar también Jn. IV, 21 (ritos
exteriores de culto, en primer lugar) con los versículos siguientes 22-24,
en donde se trata a la vez de la adoración espiritual y material. En el Apocalipsis
se lee el dativo en IV, 10 (gesto de los Ancianos); VII,
11 (gestos de los ángeles); XI, 16 (gesto de los Ancianos),
aquí en XIII, 4; luego en XIII, 15 (veneración de la imagen de
la Bestia), XIV, 7 (equivalente a “dar gloria a Dios”), XVI,
2 (imagen de la Bestia); XIX, 4.10 dos veces (gesto);
id. XXII, 9; XIX, 20 (ante la imagen). Por el contrario el acusativo
se usa en IX, 20 (politeísmo); XIII, 8.12 al igual que XIV,
9.11 y XX, 4, pasajes donde se trata siempre de la Bestia, y
que vamos a explicar. Pero ya este pequeño repaso nos muestra que la diferencia
de sentidos está bien fundada y, como lo veremos, es muy importante”.
Según
esto tenemos que cuando el verbo adorar rige en acusativo se usa
para designar el culto de latría, ora al vero Dios, ora a dioses falsos,
mientras que cuando se usa con dativo se usa como un término más general
cuyo significado es el de postrarse ante un superior, que puede o no ser Dios.
Antes
de sacar algunas interesantes conclusiones será bueno tener las citas de todos
los versículos del Apocalipsis a los que alude Allo.
I)
Con Acusativo (Gesto interior y exterior. Latría):
1) IX, 20: “Y el resto de los
hombres que no fueron muertos con estas plagas, no se arrepintieron
de las obras de sus manos dejando de adorar los demonios y los ídolos de
oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver, ni oír,
ni andar”.
2) XIII, 8: “Y lo adorarán
(a la Bestia[1])
todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están
escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero
inmolado”.
3) XIII, 12: “Y la autoridad de la
primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y
sus habitantes adorasen a la Bestia primera, que había sido sanada
de su golpe mortal”.
4) XIV, 9-11:
Y un tercer ángel los siguió diciendo a gran
voz: “si alguno adora a la bestia y a su estatua y recibe su marca en
la frente o en la mano, él también beberá del furor de Dios, vino puro,
mezclado en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre, en
la presencia de los santos ángeles y ante el Cordero. Y el humo de su suplicio
sube por los siglos de los siglos; y no tienen descanso día ni noche los que
adoran a la bestia y a su estatua, y a cuantos aceptan la marca de su nombre”.
5) XX, 4:
“Y vi tronos; y sentáronse en ellos, y les fue dado juzgar, y (vi) a las
almas de los que habían sido degollados a causa del testimonio de Jesús y a
causa de la Palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la Bestia ni a
su estatua, ni habían aceptado la marca en sus frentes ni en sus manos”.
II) Con Dativo (gesto exterior de postración): hemos traducido “postrarse” para no confundirla con el culto de latría
del que hablamos antes.
1) IV, 10: los
veinticuatro ancianos caen ante el Sedente en el trono y se postran ante
(προσκυνήσουσιν) el Viviente
por los siglos de los siglos; y depositan sus coronas
ante el trono, diciendo…”.
2)
VII, 11: “Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del
trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron sobre sus rostros ante
el trono y se postraron ante (προσεκύνησαν) Dios…”.
3) XI, 16: “Y los veinticuatro ancianos
que delante de Dios se sientan en sus tronos, cayeron sobre sus rostros y se
postraron ante (προσεκύνησαν) Dios…”.
4) XIII, 4: “Y se postraron ante (προσεκύνησαν) el dragón porque él había dado la
autoridad a la Bestia; y se postraron ante (προσεκύνησαν) la Bestia diciendo: “¿quién cómo la Bestia?” y “¿quién puede
hacerle guerra?”.
5)
XIII, 15: “Y le
fue concedido animar la estatua de la Bestia de modo que la estatua de la
Bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no se postrasen
ante (προσκυνήσωσιν) la estatua de la bestia”.
6)
XIV, 7: “Y decía con gran
voz: “Temed a Dios y dadle gloria a Él, porque ha llegado la hora de su juicio y
postraos ante (προσκυνήσατε) Aquel que hizo el
cielo y la tierra, el mar y las fuentes de aguas”.
7) XVI, 2: “Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y se produjo una
úlcera horrible y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia y se
postraban ante (προσκυνοῦντας) su estatua”.
8) XIX, 4: “Y cayeron los veinticuatro ancianos y los cuatro vivientes y se
postraron ante (προσεκύνησαν) el Dios sentado
en el Trono, diciendo: “Amén. ¡Aleluya!”.
9) XIX, 10: “Caí entonces a sus pies para postrarme ante (προσκυνῆσαι) él. Más él me dijo:
“Guárdate de hacerlo. Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos, los que tienen
el testimonio de Jesús. Póstrate ante (προσκύνησον) Dios. El testimonio de Jesús
es el espíritu de profecía”.
10) XIX, 20: Y la Bestia fue presa, y con ella el falso Profeta,
que delante de ella había hecho los prodigios, por medio de los cuales había
seducido a los que recibieron la marca de la Bestia y a los que se postraron
ante (προσκυνοῦντας) su estatua”.
11) XXII, 8-9: “Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas
cosas. Y cuando las oí y vi, caí ante los pies del ángel que me las mostraba, para
postrarme ante (προσκυνῆσαι) él. Más él me dijo:
“Guárdate de hacerlo, porque yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas,
y de los que guardan las palabras de este libro. Póstrate ante (προσκύνησον) Dios”.
De
todos estos pasajes se puede concluir lo siguiente:
1) En la primera serie de citas,
donde el verbo rige un complemento en acusativo y cuyo significado
propio es el culto interior y exterior (latría), podemos observar que se
trata siempre de los habitantes de la tierra, casi como si fuera su
distintivo propio (cfr. AQUI lo que dijimos sobre este grupo):
Los num.
2 y 3 no presentan dificultad alguna.
Del num.
5 no se puede concluir nada.
En
cuanto al num. 1, si bien parecería que está hablando de los
hombres en general, sin embargo, si tenemos en cuenta la amenaza del águila
después del toque de la cuarta trompeta, vamos a ver que está hablando de “los
habitantes de la tierra”:
VIII, 13. ¡Y vi y oí un águila
volando por medio del cielo que decía con poderosa voz: “Ay, ay, ay de los
habitantes de la tierra, a causa de los restantes toques de la trompeta de los
tres ángeles que están por tocar!”.
Es decir, puesto que las tres últimas
trompetas están dirigidas contra “los habitantes de la tierra”, es natural
pensar que la frase “el resto de los hombres” se entiende déllos.
Por
último, con respecto al num. 4, antes que nada debemos recordar el lugar paralelo XIX, 11-21 y lo que dijimosAQUI. Ahora bien, si los
habitantes de la tierra son los que adoran con culto de latría a la Bestia
y déllos se dice que van a ser muertos en la batalla del Armagedón, entonces la
conclusión parece imponerse: “los habitantes de la tierra” estarán compuestos
por aquellos grupos enumerados por el ángel en el cap. XIX, a saber: Reyes, Jefes
militares, Fuertes, caballos con sus Jinetes, Libres, Siervos, Pequeños y
Grandes (cfr.AQUI lo
que dijimos sobre este grupo)[2].
2) La distinción que trae Allo parece resolver fácilmente la duda sobre
quiénes poblarán la tierra durante el Milenio siendo que por un lado se dice que
todos van a adorar a la Bestia y por el otro se dice que todo el que la
adore y reciba la marca va a ser muerto y castigado con el infierno.
Nosotros ya habíamos intentado una defensa al respecto y veíamos una
excepción al “todos”, a saber, los pobres, como ya lo dijimos en el
artículo supra citado. Sin embargo, la solución parece ser más sencilla aún.
Todos los que adoren (latría) a la Bestia y reciban su marca van a ser
atormentados en el infierno, no así los que reciban la marca y simplemente
“reverencien” a la Bestia, sin idolatrarla.
3) Esta distinción corta de raíz también otra dificultad que se
presentaba, y era lo referido a la “adoración” que San Juan intenta
hacer al ángel en dos oportunidades (XIX, 10; XXII, 8-9). Si no se
admite esta distinción es difícil excusar a San Juan del pecado de idolatría.
4) Quien esté familiarizado con la obra de Lacunza ya se habrá dado
cuenta de algo a esta altura. Una de las críticas que siempre ha recibido su
exégesis tiene que ver con la relación entre la Ramera y la Bestia. Lacunza
dice que la Mujer que sede sobre la Bestia es una Roma cristiana pero que no
idolatra a la Bestia sino que se prostituye ante los reyes de la tierra.
Si bien en lo personal no creemos que la ramera sea Roma, sin embargo es
interesante su acierto (o por lo menos la coincidencia) cuando niega que
la Bestia va a recibir culto de latría por parte de todos los hombres.
La principal objeción que se nos viene a la mente está en el
conocido pasaje de San Pablo en su II Tes. II, 4 cuando dice:
“… el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama Dios o
sagrado, hasta sentarse el mismo en el Templo de Dios, ostentándose como si
fuera Dios”.
Pero ni aquí ni en lo que parecería ser su lugar paralelo, es decir en Daniel
XI, 36-39 se dice que el Anticristo vaya a ser adorado con culto de
latría por todos. Incluso hay dos detalles que parecen oponerse a esta
interpretación, además del texto del Apocalipsis que venimos comentando, y son:
a) El mismo Anticristo adorará al dios de las fortalezas.
b) El versículo 39b dice: “A quienes le reconozcan (¿como dios?),
les colmará de honores (¿jefes militares, fuertes, jinetes?), les dará
autoridad sobre muchos (¿reyes?) y les distribuirá tierras en recompensa (¿libres
y grandes?)”. Cfr. la conclusión 1, in fine.
En todo caso, si el culto de latría fuera llevado a cabo por parte de
todos los hombres esta promesa parecería imposible de cumplir.
Hasta aquí algunas observaciones sobre la interesante distinción que
trae Allo. Creemos que tiene la ventaja de resolver importantes
objeciones y aclarar algunos puntos.
Vale!
[1] Straubinger cree que el pronombre αὐτὸν (lo) se refiere al dragón ya que también
es masculino. Sin embargo, por los lugares paralelos se ve claro que se
refiere a la Bestia; cfr. XIII, 12; XIV, 9; XX, 4.
Zerwick: “αὐτὸν” (lo) masculino.
Se refiere a la persona que se oculta detrás de la Bestia”.
Lo mismo dice Allo: “αὐτὸν, masculino, puesto que la Bestia es un ser personal”.
He aquí otra prueba más, contra Lacunza, de que el Anticristo
no va a ser sólo un cuerpo moral sino que va a tener una cabeza.
[2] No queremos complicar en demasía esta cuestión pero
una aclaración nos parece que resulta necesaria: en principio no todos
los “jefes militares, fuertes, libres y siervos” pertenecen al grupo “los
habitantes de la tierra”, ya que vemos que algunos de estos mueren durante el
juicio a las naciones. Ver la RETRACTATIO IV.