V. VIRTUDES (δυνάμεως)
Recordemos que estos ángeles son los
subordinados de los Principados.
Parecen ser, en cantidad, los mayores de
todos, como se desprende de Dan. VII, 10
y Apoc. V, 11. Cfr. también el punto
“a”.
1)
Rom. VIII, 38-39: “Porque persuadido estoy de que
ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados (ἀρχαὶ), ni cosas presentes,
ni cosas futuras, ni virtudes (δυνάμεις),
ni altura, ni profundidad ni otra
creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús
nuestro Señor”.
2) I Cor. XV, 23-24: “Pero cada uno en su orden: como primicia
Cristo en su Parusía; después el fin,
cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya destruído todo
principado (ἀρχὴν) y toda potestad (ἐξουσίαν) y toda virtud (δύναμιν).”
3) Ef. I, 20-21:
“… que obró en Cristo resucitándolo
de entre los muertos, y sentándolo a su
diestra en los cielos por encima de todo principado (ἀρχῆς) y potestad (ἐξουσίας)
y virtud (δυνάμεως) y dominación (κυριότητος)…”.
4) II Tes. I, 7: “… y a
vosotros, los atribulados, descanso, juntamente con nosotros, en la revelación
del Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su virtud (δυνάμεως)”.
5) I Ped. III, 22: “… el cual subió al cielo y está a la diestra
de Dios, hallándose sujetos a Él ángeles
y potestades (ἐξουσιῶν) y virtudes
(δυνάμεων)”.
V a.- Legiones:
1)
Mt. XXVI, 52-53: “Díjole entonces Jesús:
“vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que empuñan la espada, perecerán
a espada ¿O piensas que no puedo rogar a
mi Padre y me dará al punto más de doce legiones de ángeles?
2)
Mc. V, 6-9: “Divisando a Jesús de
lejos, vino corriendo, se prosternó delante de Él y gritando a gran voz dijo: “¿qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo
del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios no me atormentes. Porque Él le
estaba diciendo: “Sal de este hombre, inmundo
espíritu”. “Y le preguntó: “¿cuál es tu nombre?” Respondióle: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”.
3)
Mc. V, 15:
“Mas llegados a Jesús, vieron al endemoniado, sentado, vestido y en su
sano juicio: al mismo que había estado poseído por la legión, y quedaron espantados”.
4)
Lc. VIII, 30-31: “Y Jesús le preguntó:
“¿cuál es tu nombre?”. Respondió: “Legión”; porque eran muchos los demonios que
habían entrado en él. Y le suplicaron
que no les mandase ir al abismo”.
V b.- Espíritus inmundos:
1)
Mt. X, 1:
“Y llamando a sus doce discípulos, les
dio potestad de echar a los espíritus inmundos, y de sanar toda enfermedad
y toda dolencia”.
Cfr. Mc.
VI, 7. En Lc. IX, 1 son llamados
“demonios”.
2)
Mt. XII, 43: “Cuando el espíritu inmundo ha
salido del hombre, recorre los lugares áridos, buscando reposo, pero no lo haya…”.
Cfr. Lc.
XI, 24.
3)
Mc. I, 23-27: “Se encontraba en las sinagogas
de ellos un hombre poseído por un espíritu inmundo, el cual gritó: “¿qué
tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Te
conozco quién eres: El Santo de Dios”. Mas Jesús lo increpó diciendo: “¡Cállate
y sal de él!”. Entonces el espíritu inmundo, zamarreándolo y gritando muy
fuerte salió de él. Y todos quedaron llenos de estupor, tanto que discutían
entre sí y decían: “¿Qué es esto?... ¡Aún a los espíritus inmundos manda, y le
obedecen!”.
Cfr. Lc.
IV, 33-37 donde lo llama “un espíritu de un demonio inmundo” (v. 33)
y “demonio” (v. 35).
4)
Mc. III, 11: “Y los espíritus inmundos, al
verlo, se prosternaban delante de Él y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”.
Pero Él les mandaba rigurosamente que no lo diesen a conocer”.
5)
Mc. III, 28-30: “En verdad, os digo, todos los pecados serán perdonados a los hombres,
y cuantas blasfemias dijeren; pero quien blasfemare contra el Espíritu Santo,
no tendrá jamás perdón y es reo de eterno pecado”. Porque decían: “Tiene espíritu inmundo”.
6)
Mc. V, 2-16: “Apenas desembarcó, salióle al encuentro desde los sepulcros un hombre
poseído de un espíritu inmundo,
el cual tenía su morada en los sepulcros; y ni con cadenas podía ya nadie
amarrarlo… Divisando a Jesús de
lejos, vino corriendo, se prosternó delante de Él y gritando a gran voz dijo:
“¿qué tengo que ver contigo, Jesús,
Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios no me atormentes. Porque Él le estaba diciendo: “Sal de este hombre,
inmundo espíritu”. “Y le
preguntó: “¿cuál es tu nombre?” Respondióle: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos. Y le rogó con
ahínco que no los echara fuera del país. Ahora bien, había allí junto a la montaña
una gran piara de puercos paciendo. Le suplicaron diciendo: “Envíanos a los puercos,
para que entremos en ellos”. Se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los
puercos; y la piara, como unos dos mil, se despeñó precipitadamente en el
mar y se ahogaron en el agua… mas llegados
a Jesús vieron al endemoniado, sentado, vestido y en su sano juicio:
al mismo que había estado poseído por la
legión, y quedaron espantados. Y los que habían presenciado el hecho,
les explicaron cómo había sucedido con el endemoniado
y con los puercos”.
Cfr. Mt.
VIII, 28-34 donde son llamados endemoniados
(v. 28.33) demonios (v. 31) y en Lc. VIII, 26-29 demonios (v.
27.29.30.33.35.36.38), espíritu
inmundo (v. 29), Legión (v. 30).
7)
Mc. VII, 25: “Enseguida una mujer cuya hija
estaba poseída de un espíritu inmundo, habiendo oído hablar de Él, vino a
prosternarse a sus pies”.
Cfr. Mt.
XV, 22 donde es llamado demonio.
8)
Mc. IX, 25: “Y Jesús, viendo que se
acercaba un tropel de gente, conminó al
espíritu inmundo diciéndole: “Espíritu
mudo y sordo, Yo te lo mando, sal de él, y no vuelvas a entrar más en él”.
Cfr. Mt.
XVII, 18 y Lc. IX, 42 es llamado
demonio y espíritu inmundo.
9)
Lc. VI, 18: “… había un gran número de sus discípulos y una gran muchedumbre del
pueblo de toda la Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, los
cuales habían venido a oírlo y a que los sanara de sus enfermedades; y también los atormentados de espíritus
inmundos eran sanados”.
Cfr. Mt.
IV, 24 donde son llamados endemoniados.
10)
Act. V, 16: “Concurría también mucha gente de las ciudades vecinas de Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos, los cuales eran sanados
todos”.
11)
Act. VIII, 7: “… de muchos que tenían
espíritus inmundos, estos salían dando grandes gritos, y muchos paralíticos
y cojos fueron sanados…”.
12)
Ef. VI, 12: “Porque para nosotros la lucha
no es contra sangre y carne, sino contra los principados (ἀρχάς), contra
las potestades (ἐξουσίας), contra los poderes mundanos de estas tinieblas,
contra los espíritus (πνευματικὰ) de
maldad en lo celestial…”.
13)
Apoc. XVI, 13-14: “Y ví de la boca del Dragón y
de la boca de la Bestia y de la boca del Falso Profeta (salir) tres
espíritus inmundos como ranas. Son espíritus de demonios
que obran signos (prodigiosos) y van a los reyes de todo el orbe a fin
de congregarlos para la guerra del gran día del Dios Todopoderoso”.
14)
Apoc. XVIII, 2: “Y
clamó con gran voz diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a ser habitación de demonios y
prisión de todo espíritu inmundo y prisión de toda ave impura y detestada”.
V c.- Demonios:
1)
Mt IV, 24:
“Su fama se extendió por toda la Siria, y le traían todos los pacientes
afligidos de toda clase de dolencias y sufrimientos, endemoniados, lunáticos, paralíticos, y los sanó”.
Cfr.
Lucas VI, 18 donde son llamados espíritus
inmundos.
2)
Mt. VII, 22: “Muchos me dirán en aquel día: “Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre,
y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos cantidad de
prodigios?”.
3)
Mt. VIII, 16: “Caída ya la tarde, le trajeron
muchos endemoniados y expulsó a los espíritus
con su palabra, y sanó a todos los enfermos”.
Cfr. Mc.
I, 32-34 y Lc. IV, 40-41.
4)
Mt. VIII, 28-33: “Y cuando llegó a la otra orilla, al país de los gadarenos, vinieron a
su encuentro dos endemoniados que
salían de unos sepulcros y eran en extremo feroces, tanto que nadie podía pasar
por aquel camino. Y se pusieron a gritar: “¿Qué
tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Viniste aquí para atormentarnos antes
de tiempo?”. Lejos de ellos pacía una piara de muchos puerco. Los demonios le hicieron, pues, esta súplica:
“Si nos echas, envíanos a la piara de puercos”. Él les dijo: “Andad”; a lo cual
ellos salieron y se fueron a los puercos. Y he aquí que la piara entera se
lanzó por el precipicio al mar, y pereció en las aguas. Los porqueros huyeron,
y yendo a la ciudad refirieron todo esto, y también lo que había sucedido a los
endemoniados”.
Cfr.
Mc. V, 1-20. En los vv. 2.8.13
son llamados espíritus inmundos y Lc. VIII, 26-39. En el v. 29 es llamado espíritu inmundo.
5)
Mt. IX, 32-34: “Cuando ellos hubieron salido, le
presentaron un mudo endemoniado. Y echado el demonio, habló el mudo, y las multitudes, llenas de admiración, se
pusieron a decir: “Jamás se ha visto cosa parecida en Israel”. Pero los fariseos
decían: “Por obra del Príncipe de los
demonios lanza a los demonios”.
6)
Mt. X, 8:
“Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios”.
Cf. Mc.
III, 15; VI, 13 y Lc. IX, 1.
7)
Mt. XI, 18: “Porque vino Juan, que ni
comía ni bebía, y dicen: “Está endemoniado”.
Cfr. Lc.
VII, 33.
8)
Mt. XII, 22-28: “Entonces le trajeron un endemoniado
ciego y mudo, y lo sanó, de modo que
hablaba y veía. Y todas las multitudes quedaron estupefactas y dijeron:
“¿Será éste el Hijo de David?”. Mas los fariseos, oyendo esto, dijeron: “Él no hecha los demonios sino por
Beelzebul, el príncipe de los demonios”. Conociendo sus pensamientos, les
dijo entonces: “Todo reino dividido contra sí mismo, está arruinado, y toda
ciudad o casa dividida contra sí misma, no puede subsistir. Si Satanás arroja a Satanás, contra sí mismo
está dividido: entonces ¿cómo podrá subsistir su reino? Y si Yo, por mi parte, echo los demonios
por Beelzebul, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por esto ellos serán
vuestros jueces. Pero si por el Espíritu de Dios echo Yo a los demonios, es evidente que ha llegado a
vosotros el reino de Dios”.
Cfr. Mc.
III, 22-27; Lc. XI, 14-26.
9)
Mt. XV, 22: “Y he aquí que una mujer cananea venida de ese territorio, dió voces
diciendo: “¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio”.
Cfr. Mc.
VII, 25-30. En el v. 25 es
llamado espíritu inmundo y en los vv. 26.29 y 30 demonio.
10)
Mt. XVII, 18: “Increpóle Jesús y el demonio
salió de él, y el niño quedó sano desde aquella hora”.
Cfr. Mc.
IX, 14-29 y Lc. IX, 37-43. En Mc. IX v. 25 y en Lc. IX, 42 es
llamado espíritu inmundo y en Lc. IX, 42 es llamado demonio.
11)
Mc. I, 35-39: “… y anduvo predicando en sus sinagogas, por toda la Galilea y expulsando a los demonios”.
12)
Mc. IX, 38: “Díjole Juan: Maestro, vimos a un hombre que expulsaba demonios en
tu nombre, el cual no nos sigue; y se lo impedimos, porque no anda con
nosotros”.
Cf. Lc.
IX, 49-50.
13)
Mc. XVI, 9: “Resucitado, pues, temprano, el primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena,
de la cual había echado siete demonios”.
14)
Mc. XVI, 17: “Y he aquí los milagros que acompañarán a los que creyeren: en mi nombre expulsarán demonios,
hablarán nuevas lenguas…”.
15)
Lc. IV, 33-36: “Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y gritó con voz fuerte: “¡Ea!, ¿qué
tenemos que ver contigo Jesús de
Nazareth? ¿Has venido para perdernos? Ya sé quién ere Tú: el Santo de
Dios”. Y Jesús le increpó diciendo:
“¡Cállate y sal de él!” y el demonio
salió de él, derribándolo al suelo en medio de ellos, aunque sin hacerle daño.
Y todos se llenaron de estupor y se decían unos a otros: “¿Qué cosa es esta que
con imperio y fuerza manda a los espíritus
inmundos, y salen?”.
Cfr. Mc.
I, 21-28. En los vv. 23-26-27 es
llamado espíritu inmundo.
16)
Lc. VIII, 1-2: “En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas,
predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce, y
también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios…”.
17)
Lc. X, 17:
“Entonces los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor,
hasta los demonios se nos sujetan en
tu nombre”.
18)
Lc. XIII, 31-32: “En ese momento se acercaron algunos fariseos, para decirle: “¡Sal,
vete de aquí, porque Herodes te quiere matar!”. Y les dijo: “Id a decir a ese zorro:
he aquí que hecho demonios y obro
curaciones hoy y mañana…”.
19)
Jn. VII, 20: “La turba le contestó: “Estás
endemoniado. ¿Quién trata de quitarte la vida?”…”.
20)
Jn. VIII, 48-52: “A lo cual los judíos respondieron diciéndole: “¿No tenemos razón en decir que Tú eres un endemoniado?”. Jesús repuso: “Yo no soy un endemoniado, sino que honro a mi Padre y vosotros me
estáis ultrajando. Mas Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzgará. En
verdad, en verdad os digo, si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la
muerte. Respondiéronle los judíos:
“Ahora sabemos que están endemoniado. Abraham
murió, los profetas también…”.
21)
Jn. X, 20-21: “Muchos decían: “Es un
endemoniado, está loco ¿Por qué lo escucháis?”. Otros decían: “Estas palabras no son de un endemoniado
¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?”.
22)
Apoc. XVI, 13-14: “Y ví de la boca del Dragón y
de la boca de la Bestia y de la boca del Falso Profeta (salir) tres
espíritus inmundos como ranas. Son
espíritus de demonios que obran signos (prodigiosos) y van a los
reyes de todo el orbe a fin de congregarlos para la guerra del gran día del
Dios Todopoderoso”.
23)
Apoc. XVIII, 2: “Y clamó con gran voz diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la
grande, y ha venido a ser habitación de
demonios y prisión de todo espíritu inmundo y prisión de toda ave impura y
detestada”.
Notas:
1) Los términos “Demonio”, “Endemoniado”, "Espíritu Inmundo” se usan indistintamente. Cuando los que poseen a alguien son
muchos, se llaman “legión”.
En Lc.
IV, 33-36 es llamado incluso: “Espíritu de
demonio inmundo”.
2) El Espíritu Inmundo busca reposo. Parecería que lo encuentra
poseyendo seres vivos (hombres o animales) o en los lugares áridos.
3)
Poseen un cierto conocimiento sobre algunas cosas: saben el nombre de Nuestro Señor, que es el
“Santo de Dios”, “el Hijo de Dios”, el “Hijo del Altísimo”, y también que están
destinados a la destrucción.
4) Conjuran a Jesucristo (¡!).
5) Los espíritus temen
que Jesús haya venido a destruirlos (ἀπολέσαι), y es curioso que el nombre de “el rey del abismo” sea Ἀπολλύων que quiere decir “destructor”.
6) Le piden que no los
atormente (βασανίσῃς), lo mismo que los demonios que salen del abismo harán a
“los habitantes de la tierra” (Apoc. IX,
5).
7) Los Espíritus Inmundos
le ruegan a Jesús y Él admite sus
súplicas (¡!).
8)
Los
Espíritus Inmundos pueden poseer
“puercos”.
¿Será
que la ratio de la distinción entre
los animales mundos e inmundos (ἀκάθαρτα)
del Antiguo Testamento (Lev. XI) se explica según que puedan o no ser poseídos
por los espíritus inmundos (ἀκάθαρτα)?
Esto se confirmaría también por el pasaje del
Apocalipsis donde se dice que los
Espíritus Inmundos son como ranas,
que también son animales inmundos.
9)
Puede ser “sordo y mudo” es decir, producir ambas incapacidades.
10) Dentro de los Espíritus Inmundos hay
diversos grupos ya que algunos de ellos sólo pueden ser expulsados por
medio del ayuno y la oración. Cfr. Mc.
IX, 29.
11)
Durante el Milenio los Espíritus Inmundos (= demonios) serán encarcelados en
las ruinas de Babilonia, que ha
pasado a ser un desierto perpetuo,
mientras que Satanás lo será en el Abismo (Apoc. XX, 7).
Las aves impuras o son sinónimos de los
demonios o son realmente tales.
En cuanto a las “Potestades”, la Escritura
parece no decir nada sobre su destino. Seguramente irán o al abismo junto con
Satanás o a las ruinas de Babilonia.
12)
Se entiende fácilmente el pedido de los “demonios” de no ser enviados al
“abismo”, ya que el mismo es una cárcel donde estarían encadenados, mientras
que aquí andan “sueltos”.
13)
El abismo está poblado actualmente por Virtudes que pertenecían a otros
Arcángeles. Allí hay incluso una jerarquía, ya que tienen rey: Abaddón.
Estos ángeles serán los encargados de
atormentar a “los habitantes de la tierra” por cinco meses.
14)
Además
de las Virtudes, el mismo Satanás puede poseer, como se ve en el caso de Judas (Lc. XXII, 3; Jn. XIII, 27).
15) El término “Príncipe de los demonios” indica que son
las Virtudes sometidas al Arcángel (Príncipe) Satanás.
16) Tres destos Espíritus Inmundos serán los encargados
de congregar a los reyes de todo el orbe para luchar contra Cristo Rey en
la batalla del Armagedón.