III. La Restauración
Universal y la particular de Israel.
SUMARIO—La Restauración tiene lugar, no en
vísperas del juicio final, sino del universal. —Tres grupos de textos paralelos
sobre su realidad: la vuelta de lo antiguo y el factor nuevo. —Interpretación
contemperada de los varios datos de la letra: la deuterosis judaica y las soluciones imperfectas. —Lo que se puede conceder a los
contrarios.
Con este tercer punto entramos
propiamente en la cuestión propuesta, que es la restauración definitiva de
Israel, a la cual tan poca importancia se le da en el sistema espiritual
alegorista, y es cabalmente ese desdén por la cuestión lo que nos ha obligado a
nosotros a echar por delante los dos primeros puntos de este ensayo, con el fin
de asegurar los fundamentos.
Si en lugar de conceder a cada uno
lo que es suyo, como piden de consuno la justicia y la Hermenéutica, se emplea
el arcaduz de la espiritual alegoría para escanciar de buenas a primeras el
contenido de los magníficos vaticinios en la Iglesia de la primera etapa,
mientras Israel no está con ella, es obvio que al Israel converso no le han de
quedar más que las esculladuras de las divinas promesas, no obstante mirar a él
primera y principalmente. Y de pasar la cosa así como esa interpretación
pretende, habría razón para aplicar a las grandiosas promesas, tan repetidas,
ponderadas y precisas, hechas por Dios a ese pueblo, el dicho del poeta Venusino: Parturient montes, nascetur ridiculus mus, lo que haría
de la mayor parte de ellas algo así como una broma pesada.
Sino que aquí, por fortuna, no puede
estar el defecto en el poema, sino en su interpretación. Olvidamos demasiado que si Dios proveyó con respecto a ellos ut
non sine nobis consummarentur (Hebr. XI, 40), otro tanto tiene provisto con respecto
a nosotros, ut non sine ipsis consummaremur (cf. Rom. cap
XI).
El asunto tiene más transcendencia
exegética, y aun dogmática, de la que comúnmente se le concede, que no en vano
dijo de ellos S. Pablo: Si enim amissio eorum, reconciliatio est
mundi; quae assumptio nisi vita ex mortuis? (Rom. XI, 15). Ridículo, en verdad, parece
ante palabras tan prometedoras el aplazar la rehabilitación de Israel, como se
hace comúnmente, para poco antes del juicio final, que sería el telón rápido de
la escena humana en este mundo subceleste.
La verdad es que, según todos los vaticinios, tras la
conversión definitiva de Israel se abre para ese pueblo una perspectiva ilimitada
en este suelo, pues todos les conceden siglos y más siglos en su patria después
de su reintegración en ella. Que eso tendrá lugar en vísperas de un juicio
universal es conclusión que nadie pone en duda. Pero ha habido un error en
tomar ese juicio, no por el universal juicio de vivos o simplemente juicio
universal (primera meta), sino por el universal juicio de muertos, llamado también
juicio final (segunda meta), único que tiene en vista el sistema espiritual alegorista,
y en eso se muestra de nuevo defectuoso.
Hay que tomar de una vez la
restauración definitiva de Israel como un evento escatológico que tiene lugar,
no hacia el final de la segunda etapa de la Iglesia, en vísperas del juicio
final, sino hacia el final de la primera etapa, en vísperas del juicio
universal corno preparación próxima a la segunda venida (adventus o
interventus) del Señor en funciones de rey, para asegurar la
justicia entre los vivos y traer con ella la paz y refrigerio prometido, en primer
término a Israel, a quien mira más de cerca la promesa. Es lo que dice y más
que decir supone S. Pedro en esta
exhortación a sus coterráneos: Poenitemini
igitur, el convertimini, si quando veniant tempora refrigerii a conspectu
Domini, et mittat eum, qui praedicatus est vobis Jesum Christum, quem oportet
quidem caelum suscipere usque in tempora restitutionis ómnium, quae locutus est
Deus per os sanctorum a saeculo profetarum (Act. III, 20.21; cf. Ap. X, 7; XI, 15 ss.[1]).
La restauración universal de todas las cosas en
Cristo (Eph. I, 10) estará, pues, en
marcha a la vuelta del Señor, que se aplaza, como acabáis de oír, hasta esos
tiempos. Ahora bien, la restauración nacional del Israel no puede menos de
venir comprendida, como la parte en el todo, en esa restauración universal; y
esto es tanto más cierto y seguro cuanto que viene ahí significada en ese
suspirado refrigerio, meta feliz de las penalidades de Israel errante. Oigamos
al Salmista, que resume así las ansias de su pueblo: “Probasti
nos Deus; igne nos examinasti, sicut examinatur argentum. Induxisti nos in laqueum;
posuisti tribulationes in dorso nostro; imposuisti homines super capita nostra.
Transivimus per ignem et agua et eduxisti nos in refrigerium (Ps. LXV,
10-12; cf. Is. XLIII, 2; al.
pass.). Según esto, la restauración de
Israel tendrá lugar antes de la vuelta del Señor, y aún a corta distancia de
ella de suerte que se la pueda considerar como su preparación próxima, a tenor
de estas expresiones nerviosas del Profeta: Haec faciam tibi Israel; postquam autem haec facero tibi, praeparare in
occursum Dei tui Israel (Am. IV, 12).
Esa venida del Señor no se refiere, próximamente al
menos, al juicio final, que ignoran los profetas de Israel, sino al juicio
universal, como explicado queda. Y es así que el Señor no se moverá de su
estrado celeste que es su trono sacerdotal hasta los tiempos de la universal restauración
y la particular del pueblo de Israel.
Solo entonces volverá de nuevo al mundo para ocupar de algún modo su estrado
terrestre, que es su trono real en la casa de Jacob (Lc. I, 32; cf. Is. IX, 7), viniendo Él
mismo en persona con sus santos o interviniendo de otro modo eficazmente para
avasallar a su dominio el orbe entero de los vivos— orbem terrae futurum (Heb. II, 5; cf.I Cor. VI, 2); y entonces será un hecho lo del factum est regnum hujus mundi Domini nostri
et Christi ejus (Ap. XI, 15), con todo lo demás que acontecerá al sonar de la
séptima y última trompeta, que es el momento señalado para el cabal
cumplimiento de los grandes vaticinios mesianos sobre el reino (Ap. X, 7).
Y es mucho más de notar, según los
testimonios alegados (Act. III, 21; Ap.
X, 7) y más que se podían alegar (II
Pet. III, 2 ss., etc.), que eso es
lo que en nombre de Dios, no sólo lo anunciaron los Profetas, sino también lo
creyeron y siguen esperando los Apóstoles; aun después de la venida del Señor,
con esta diferencia, empero, que mientras los Profetas lo anuncian simplemente
para la venida del Mesías, los Apóstoles, precisando más, lo aplazan para su
vuelta al Mundo, por los tiempos de la restauración dicha. Y de ahí la doctrina
evangélica y apostólica de la ypomone o expectación paciente y vigilante de la
vuelta del Señor con los bienes a ella vinculados, los cuales aun siendo de
preferencia espirituales, no son precisamente la gloria celeste, como quiere el
espiritualismo alegorista, pues la gloria celestial ni está vinculada a la
vuelta del Señor, ni la tienen directamente en vista los Profetas, según que se
admite comúnmente.
Pero dejemos ahí ese aspecto del adventus o
interventus del Señor, alias la parusía, la cual nos llevaría muy
lejos, si hubiéramos de analizarla por menor, y considerémosla sólo como meta
de la primera etapa de la Iglesia, hacia el final de la cual tiene lugar la
restauración de Israel. Y encuadrada así la restauración futura, digamos ya del
hecho y extensión de la restauración misma.
* * *
En los Profetas se anuncia esa
restauración, como una vuelta a lo antiguo, a las más cordiales relaciones con
el Señor y con la casa de David (Os. III, 5), la cual implica la
restitución del reino a Israel (τῶ
Israel), como parte muy principal de esa vuelta a las antiguas instituciones.
Oigamos sólo algunos textos, para ver cómo expresan los profetas esa vuelta a
lo antiguo, con incisos al talle de éstos: «sicut dies ascensionis de terra
AEgypti», «sicut prius», «sicut antiquitus» «sicut ab initio», «sicut in diebus
antiquis», «juxta dies antiquos», «sicut a principio», «sicut quando non
projeceram eos», haciendo coro casi
todos ellos al «veniet potestas prima» de Miqueas.
Os. II, 14.15: Ecce ego lactabo eam, et ducam eam in
solitudinem et loquar ad cor ejus. Et dabo ei vinitores ejus ex eodem loco, et vallem
Achor ad aperiendam spem: et canet ibi juxta
dies juventutis suae, et juxta dies ascensionis suae de terra AEgypti.
Am. IX, 11: In die illa suscitabo tabernaculum David quod
cecidit; et reaedificabo aperturas murorum ejus, et ea quae corruerant instaurabo;
et reedificabo illud sicut in diebus
antiquis[2].
Miq. IV, 6-8: In die illa, dicit Dominus, congregabo
claudicantem, et eam quam ejeceram colligam, et quam afflixeram: et ponam
claudicantem in reliquias, et eam quæ laboraverat, in gentem robustam: et
regnabit Dominus super eos in monte Sion, ex hoc nunc et usque in æternum. Et
tu, turris gregis nebulosa filiæ Sion, usque ad te veniet, et veniet potestas prima, regnum filiæ Jerusalem (cfr. Soph.
III, 19-20).
Id. VII, 14-15: Pascentur Basan et Galaad juxta dies antiquos. Secundum dies
egressionis tuæ de terra Ægypti, ostendam ei mirabilia (Is. XI, 15-16).
Is. I, 26-27: Et restituam judices tuos ut fuerunt prius, et consiliarios tuos sicut antiquitus; post hæc vocaberis civitas justi (l. justitiae), urbs fidelis. Sion in judicio
redimetur, et reducent eam in justitia.
Jer.
XXX, 18-21: Hæc dicit
Dominus: Ecce ego convertam conversionem tabernaculorum Jacob, et tectis ejus
miserebor: et ædificabitur civitas in excelso suo, et templum juxta ordinem
suum fundabitur: et egredietur de eis laus, voxque ludentium. Et multiplicabo eos, et non minuentur: et
glorificabo eos, et non attenuabuntur. Et erunt filii ejus sicut a principio, et cœtus ejus coram me permanebit, et visitabo
adversum omnes qui tribulant eum. Et erit dux ejus ex eo, et princeps de medio
ejus producetur: et applicabo eum, et accedet ad me (cf. Zac. X,
4; XII, 8).
Id. XXXIII, 6-7: Ecce ego obducam eis cicatricem et sanitatem,
et curabo eos, et revelabo illis deprecationem pacis et veritatis. Et convertam
conversionem Juda et conversionem Jerusalem, et ædificabo eos sicut a principio (cf. XXXIII, 11).
Ez. XXXVI, 9-12: ecce ego ad vos (montes Israel), et convertar ad vos: et
arabimini, et accipietis sementem. Et multiplicabo in vobis homines, omnemque
domum Israël: et habitabuntur civitates, et ruinosa instaurabuntur. Et replebo
vos hominibus et jumentis, et multiplicabuntur, et crescent: et habitare vos
faciam sicut a principio, bonisque
donabo majoribus quam habuistis ab initio: et scietis quia ego Dominus. Et adducam
super vos homines, populum meum Israël, et hæreditate possidebunt te: et eris
eis in hæreditatem, et non addes ultra ut absque eis sis.
Joel II, 23: Filii Sion, exsultate, et lætamini in Domino
Deo vestro, quia dedit vobis doctorem justitiæ (l. “pluviam tempestivam”), et descendere faciet ad vos imbrem matutinum et serotinum, sicut in principio.
Zac. X, 6.10: Et confortabo domum Juda, et domum Joseph
salvabo: et convertam eos, quia miserebor eorum: et erunt sicut fuerunt quando non projeceram eos: ego enim Dominus Deus
eorum, et exaudiam eos… Et reducam eos de terra Ægypti, et de Assyriis
congregabo eos, et ad terram Galaad et Libani adducam eos, et non invenietur
eis locus.
Mal. III, 4: Et placebit Domino sacrificium Juda et
Jerusalem, sicut dies sæculi, et sicut
anni antiqui.
***
Hay un segundo grupo de textos, en
que se expresa la misma verdad por el adverbio “adhuc” u otra palabra equivalente.
Véanse algunos ejemplos:
Os. XII, 9: Adhuc sedere te faciam in tabernaculis, sicut in
diebus festivitatis.
Is. XIV, 1: Miserebitur enim Dominus Jacob, et eliget adhuc de Israël, et requiescere eos
faciet super humum suam; adjungetur advena ad eos, et adhærebit domui Jacob.
Jer. XXXI, 4.5.23: Rursusque ædificabo te, et
ædificaberis, virgo Israël: adhuc
ornaberis tympanis tuis, et egredieris in choro ludentium. Adhuc plantabis vineas in montibus Samariæ… Adhuc dicent verbum istud in terra Juda et in urbibus ejus, cum
convertero captivitatem eorum: Benedicat tibi Dominus, pulchritudo justitiæ,
mons sanctus (cf. XXXII, 15).
Id. XXXIII, 10-12: Adhuc audietur in loco isto (…)
vox gaudii et vox lætitiæ, vox sponsi et vox sponsæ, vox dicentium: Confitemini
Domino exercituum, quoniam bonus Dominus, quoniam in æternum misericordia ejus:
et portantium vota in domum Domini: reducam enim conversionem terræ sicut a principio, dicit Dominus. Hæc
dicit Dominus exercituum: Adhuc erit
in loco isto deserto, absque homine et absque jumento, et in cunctis
civitatibus ejus, habitaculum pastorum accubantium gregum.
Ez. XXXVI, 37-38: Adhuc in hoc invenient me domus
Israël, ut faciam eis: multiplicabo eos sicut gregem hominum, ut gregem
sanctum, ut gregem Jerusalem in solemnitatibus ejus: sic erunt civitates
desertæ, plenæ gregibus hominum.
Zac. I, 17: Adhuc clama, dicens: Hæc dicit Dominus exercituum:
Adhuc affluent civitates meæ bonis,
et consolabitur adhuc Dominus Sion,
et eliget adhuc Jerusalem.
Id. VIII, 4-5: Adhuc habitabunt senes et anus in plateis Jerusalem, et viri baculus in manu
ejus præ multitudine dierum. Et plateæ civitatis complebuntur infantibus et
puellis, ludentibus in plateis ejus.
[1]
Nota del Blog: sobre estas dos citas del
Apocalipsis recordar lo que dijimos más arriba y tenerlo en cuenta en adelante.