La Nueva Jerusalén |
Sabido es
que Allo no es santo de nuestra
devoción ni mucho menos, pero como ya lo hemos dicho en otra oportunidad, el
análisis gramatical suele ser de un inapreciable valor, y sin dudas desde este
punto de vista es único, por lo menos entre los autores Católicos.
Al
estudiar el v. 3 del cap. XXI en sus
diferentes versiones y comentarios nos topamos con una bellísima traducción
sumada a un interesante, aunque escueto, comentario.
Para
tener una leve idea de las diferencias en la traducción del versículo veamos
cómo lo traducen dos excelentes versiones castellanas:
Straubinger:
Y oí una
gran voz desde el trono que decía: “He aquí la morada de Dios entre los
hombres. Él habitará con ellos y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos”.
Bover:
Y oí una
gran voz venida del trono, que decía: “He aquí la tienda, mansión de Dios con
los hombres, y fijará su tiende entre ellos, y ellos serán pueblo suyo, y el mismo Dios estará con ellos como Dios
suyo”.
Allo, por su
parte, traduce en forma más literal:
3. Y oí una gran voz del el trono que decía: “He aquí el tabernáculo de
Dios con los hombres y Él fijará su tienda con ellos y ellos, serán sus pueblos
y Él, será “Dios con ellos”.”
Y luego en las notas
dice:
“El “Dios con ellos” será Él mismo su
Dios. Cfr. Is. VII, 14, nombre del Mesías predicho”.
Is. VII, 14, como es sabido, dice: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un
hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”,
a lo cual San Mateo agrega: “Es
decir, Dios con nosotros” (I, 23)”.
Luego Allo sigue comentando:
“Cfr. Ez. XXXVII, 27: “Mi habitación estará encima de ellos; Yo seré su Dios y ellos serán mi
pueblo”; id. Jer. XXXI, 33; Zac.
VIII, 8; Gen. XVII, 8; Lev. XXVI, 11-12, citado libremente por II Cor. VI, 16”.
“σκηνώσει
(fijará su tienda), cfr. VII, 15; XIII, 6; XV, 5 y Heb. VIII, 2; IX, 11”.
“La frescura y penetrante suavidad de los versículos 3-4 recuerdan la descripción
de VII, 15-17. Dado que se habla de Dios en tercera persona, y creemos, también
del “Emmanuel” que será su Dios, la voz que pronuncia estas palabras debe ser
angélica, la de un “Ángel del Rostro”[1]. Ahora se ve claramente aquí, como XIII,
6, que σκηνώσει no significa una habitación temporaria; cfr. Heb. supra”.
Por supuesto que este Tabernáculo de Dios con los hombres no
es otra cosa más que la Jerusalén
Celeste que no debe confundirse con el cielo, mal que le pese a Allo
y a varios más, pero de eso tendremos que hablar en otro momento.
Tampoco es esta la
ocasión de hablar sobre lo que los Profetas llamaron la Sékinah, tema extremadamente
interesante que merece un artículo aparte. Baste solamente decir por ahora que San Juan en su sublime y magistral
prólogo a su Evangelio dice:
Y el Verbo se hizo
carne y fijó su tabernáculo (ἐσκήνωσεν) entre nosotros”.
Vale!
[1] Esto viene a confirmar nuestras sospechas de que el ángel de XXI, 3 es San Gabriel, tal como lo dijimos AQUI. Otros autores ven aquí a uno de los querubines.