miércoles, 22 de enero de 2014

Notas a la Escritura Santa, III. Allo, sobre Apocalipsis XXI, 3

La Nueva Jerusalén


Sabido es que Allo no es santo de nuestra devoción ni mucho menos, pero como ya lo hemos dicho en otra oportunidad, el análisis gramatical suele ser de un inapreciable valor, y sin dudas desde este punto de vista es único, por lo menos entre los autores Católicos.

Al estudiar el v. 3 del cap. XXI en sus diferentes versiones y comentarios nos topamos con una bellísima traducción sumada a un interesante, aunque escueto, comentario.

Para tener una leve idea de las diferencias en la traducción del versículo veamos cómo lo traducen dos excelentes versiones castellanas:

Straubinger:

Y oí una gran voz desde el trono que decía: “He aquí la morada de Dios entre los hombres. Él habitará con ellos y ellos serán sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos”.

Bover:

Y oí una gran voz venida del trono, que decía: “He aquí la tienda, mansión de Dios con los hombres, y fijará su tiende entre ellos, y ellos serán pueblo suyo, y el mismo Dios estará con ellos como Dios suyo”.

Allo, por su parte, traduce en forma más literal:

3. Y oí una gran voz del el trono que decía: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres y Él fijará su tienda con ellos y ellos, serán sus pueblos y Él, será “Dios con ellos”.”

Y luego en las notas dice:

“El “Dios con ellos” será Él mismo su Dios. Cfr. Is. VII, 14, nombre del Mesías predicho”.

Is. VII, 14, como es sabido, dice: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”, a lo cual San Mateo agrega: “Es decir, Dios con nosotros” (I, 23)”.

Luego Allo sigue comentando:

“Cfr. Ez. XXXVII, 27: “Mi habitación estará encima de ellos; Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”; id. Jer. XXXI, 33; Zac. VIII, 8; Gen. XVII, 8; Lev. XXVI, 11-12, citado libremente por II Cor. VI, 16”.

 “σκηνώσει (fijará su tienda), cfr. VII, 15; XIII, 6; XV, 5 y Heb. VIII, 2; IX, 11”.

 “La frescura y penetrante suavidad de los versículos 3-4 recuerdan la descripción de VII, 15-17. Dado que se habla de Dios en tercera persona, y creemos, también del “Emmanuel” que será su Dios, la voz que pronuncia estas palabras debe ser angélica, la de un “Ángel del Rostro”[1]. Ahora se ve claramente aquí, como XIII, 6, que σκηνώσει no significa una habitación temporaria; cfr. Heb. supra”.

Por supuesto que este Tabernáculo de Dios con los hombres no es otra cosa más que la Jerusalén Celeste que no debe confundirse con el cielo, mal que le pese a Allo y a varios más, pero de eso tendremos que hablar en otro momento.

Tampoco es esta la ocasión de hablar sobre lo que los Profetas llamaron la Sékinah, tema extremadamente interesante que merece un artículo aparte. Baste solamente decir por ahora que San Juan en su sublime y magistral prólogo a su Evangelio dice:

Y el Verbo se hizo carne y fijó su tabernáculo (ἐσκήνωσεν) entre nosotros”.

Vale!




[1] Esto viene a confirmar nuestras sospechas de que el ángel de XXI, 3 es San Gabriel, tal como lo dijimos AQUI. Otros autores ven aquí a uno de los querubines.