¿QUE DICE LA SAGRADA ESCRITURA DEL ANTICRISTO?
I
El
vocablo Anticristo pertenece
exclusivamente a San Juan, quien lo usa tan sólo en sus Epístolas (I Juan II, 18, 19, 22; IV, 3, y II Juan 7), tomándolo a veces en plural y haciéndolo
proceder "de entre nosotros'', en lo cual coincide con lo que San Pablo llama
apostasía (II Tes. II, 5) y "misterio de iniquidad" (ibid. II,
7). También lo llama San Pablo "hombre
de pecado" (ibid. II, 5) y
"aquel inicuo" (ibid. II,
8). De ahí que se discuta si será una persona singular o un fenómeno colectivo.
Aun en este menos probable caso parecería une siempre habrá alguien que obre
como cabeza de ese movimiento.
Algunos
identifican al Anticristo con la Bestia
del Apocalipsis, o sea, "la
bestia del mar, que tenía siete cabezas, y diez cuernos y
sobre los cuernos diez diademas, y sobre las cabezas nombres de blasfemia"
(Apoc. XIII, 1 ss.). Pero será más bien "la bestia de la tierra" o el "falso profeta" (Apoc. XIII, 11-18).
La unión de elementos tan contrarios en las dos bestias significa que las tendencias
más opuestas se reunirán para destruir el Reino de Dios. Compárese este capítulo 13 del Apocalipsis con la
Profecía de Daniel sobre las cuatro
bestias (Daniel cap. VII). En Daniel salen todas las bestias del mar,
y entre todas tienen también siete cabezas[1],
igual a la bestia del Apocalipsis. Además
le sale a la cuarta bestia daniélica un pequeño
cuerno que se hace grande. En este pequeño cuerno ven los Padres una figura
del Anticristo o a ése mismo.
II
Para estudiar el fenómeno del Anticristo no debe prescindirse tampoco del Misterio de la gran
Babilonia, o sea, la ramera sentada sobre el Dragón (Satanás)[2],
cuya caída describe el Apocalipsis en los capítulos
XVII, XVIII y principio del XIX.
Estos tremendos anuncios escatológicos para los
tiempos que precederán a la Parusía o Retorno de Cristo, coinciden con lo que
El mismo nos dijo muchas veces, al revelarnos que a su vuelta no hallará fe en
la tierra (Luc. XVIII, 8); que su
regreso sorpresivo será como en los días de Noé y los días de Lot en
que nadie temía ni creía en la catástrofe (Mat.
XXIV, 37; Luc. XVII, 26-30); que en esos últimos tiempos se enfriará la
caridad de la mayoría (Mat. XXIV, 12,
texto griego) y será tal la iniquidad que aún los escogidos, si posible
fuera, se perderían (XXIV, 24), si
bien los tiempos serán abreviados por amor de los elegidos (XXIV, 22).
Estos
tiempos calamitosos del fin son
también anunciados por San Pedro (II Pedr. III, 3 s.), por San Judas (18), y
por los Profetas Isaías, Ezequiel y Daniel, aunque en la visión escatológica de
Isaías aparece Edom como representante
de los enemigos de Dios. Bien clara y muy citada es la profecía de Daniel sobre el Anticristo: "Y hablará
palabras contra el Excelso, y atropellará los santos del Altísimo y pensará
poder mudar los tiempos y las leyes; y (los hombres) serán puestos en su mano hasta
un tiempo, y dos tiempos, y mitad de un tiempo” (Dan.
VII, 25).
III
La dominación del Anticristo
sobre el mundo, será, pues, de un tiempo,
y dos tiempos, y mitad de un tiempo, o sea, en total de tres tiempos y
medio. Numerosos intérpretes antiguos, entre ellos San Jerónimo, San Efrén, Teodoreto, y muchos modernos sostienen que
"tiempo" corresponde aquí al espacio de un año. Con esto parece
coincidir el Apocalipsis de San Juan
que dice: Diósele asimismo una boca[3]
que hablase cosas altaneras y blasfemias, y se le dió facultad de obrar, por
espacio de cuarenta y dos meses (XIII, 5),
tiempo durante el cual predicarán los dos testigos[4]:
"Entretanto Yo daré (orden) a los dos
testigos míos y harán oficio de profetas, cubiertos de cilicio, por espacio de
1260 días” (XI, 5). En aquel tiempo la mujer misteriosa será llevada
y guardada en el desierto: "A la mujer, empero, se le dieron dos alas
de águila grande, para volar al desierto a su sitio, en donde es alimentada por
un tiempo y dos tiempos, y la mitad de un tiempo lejos de la Serpiente" (XII, 14).
Tres tiempos y medios -42 meses-, 1260 días, significan
aparentemente el mismo lapso de tiempo. Sin embargo, aunque esta opinión es muy
plausible hay que observar que en esta materia nada sabemos de seguro (Fillion).
Sobre la obra
destructora que realizará el Anticristo, léanse los pasajes citados, en
primer lugar el capítulo XIII del
Apocalipsis. Se le dará: "potestad
sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación"; y lo adorarán “todos los habitantes de la tierra, aquellos
cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero” (Apoc. XIII, 7 y 8). Será un dictador como el mundo no lo ha
visto nunca, un señor absoluto que reúne en sus manos todos los poderes del
mundo, aprovecha todos los progresos e invenciones de la técnica, y avasalla
irresistiblemente las masas con el resplandor de sus éxitos.
IV
¿Y
cuál será su fin? Dice S. Pablo que Jesús
matará al Anticristo "con el aliento
de su boca" y "con el
resplandor de su venida” (II Tes. II, 8), o como dice el texto griego: con
la "epifanía de su parusía".
Cf. Apoc. XIX, 15, y también Is. XI, 4: "Con el aliento de sus labios dará muerte al Impío".
En la gran Biblia con comentario de Dom Calmet y de Vence, se dice a este respecto: "En efecto, ya hemos observado
que, según toda la Tradición, el Apóstol habla de la última venida de Jesucristo, cuando, después de haber
anunciado la venida del Anticristo,
agrega que el Señor Jesús destruirá a
ese impío por el aliento de su boca y lo
perderá por el resplandor de su presencia, o mejor de su advenimiento;
porque el griego "parusía" significa una y otra cosa, y la Vulgata
prefiere la última: ille iniquus quem Dominus Jesus interficiet
spiritu oris sui et destruet illustratione
adventus sui" (Disertación
sobre el Anticristo, Tomo 16, p. 85).
Y en la Disertación sobre la sexta edad de la Iglesia,
la misma erudita obra expresa: "Por consiguiente el tercero y último “ay"
(del Apocalipsis) es del advenimiento del soberano Juez[5], como
los santos Doctores lo reconocen. Por tanto, la persecución que precede inmediatamente,
y en la cual los dos testigos, son matados por la bestia que sube del abismo, es la del Anticristo, como toda la Tradición lo ha reconocido. Hay, pues,
bien realmente una trabazón íntima entre estos cuatro grandes acontecimientos: la
misión de los dos testigos, la venida de Elías
que será uno de ellos, la persecución del Anticristo
por quien los dos testigos deben ser condenados a muerte, y la última venida de
Jesucristo que debe exterminar al Anticristo por el resplandor de su
gloria: Eliam Thesbiten, fidem
Judaeorum, Antichristum persecuturum, Christum venturum"
(Tomo 16, 11 722).
Más adelante (p. 781) repite este concepto y lo
atribuye a San Agustín, diciendo:
"Es, pues, verdad que habrá una
unión íntima entre estos cuatro grandes acontecimientos, la misión de Elías, la
conversión de los judíos, la persecución del Anticristo y la última venida de
Jesucristo, como San Agustín lo
había aprendido de aquellos que aparecieron antes que él, y como nosotros
mismos lo hemos aprendido de todos los que han venido después de él (San Agustín, de Civitate Dei 20, cap. último)".
[1] Nota del Blog: no podemos
extendernos demasiado aquí sobre el cap.
VII de Daniel pero digamos simplemente que hay que distinguir las tres
primeras Bestias de la cuarta, y que es esta última la que ve San Juan en el cap. XIII.
Notar que las tres
primeras aparecen una después de la otra,
es decir, no pueden identificarse simplemente con la Bestia del Mar.
Por último, el texto
de Daniel no dice que entre las
cuatro Bestias haya siete cabezas, sino que lo único que afirma es que la
tercera, a la que le fue dado dominio,
tiene cuatro. De las demás no dice absolutamente nada al respecto.
[2] Nota del Blog: el texto no
dice que Babilonia esté sentada sobre el Dragón sino sobre la Bestia del Mar (XVII, 3.7).
[3] Nota del Blog: notar que
las características de la “boca” de la Bestia de Juan son las mismas que las del “cuerno” de Daniel:
1) “Hablar cosas altaneras y blasfemas” (Apoc. XIII, 5.6) = “hablar palabras contra el Excelso” (Dan. VII, 8.11.20.25).
2) “Hacer la guerra a los santos y vencerlos” (Apoc. XIII, 7) = “oprimirá a los santos del Altísimo” (Dan. VII, 21.25).
3) Ambos ejercerán su poder durante “cuarenta y dos meses” (Apoc. XIII, 5) y “un tiempo, tiempos y
la mitad de un tiempo” (Dan. VII, 25).
Con lo cual se ve que no es del todo exacto identificar a la
Bestia del Mar con el Anticristo-Individuo, y en este sentido Lacunza tiene razón, una vez más. Nos
parece, pues, que el Anticristo-Individuo se identifica con el pequeño cuerno que vio Daniel, es decir, con la boca
de la que habla San Juan.
[4] Nota del Blog:
Creemos que esta es una falsa suposición que
ha pasado de exégeta en exégeta y que impide entender correctamente los sucesos
descriptos tanto en el Apocalipsis como en los demás Profetas. Algunas de las
razones ya las hemos dado en otro lugar y no es necesario extendernos aquí.
[5] Nota del Blog: Creemos que
este es otro falso supuesto. La séptima trompeta (3 Ay) no indica el
fin. Tras la séptima trompeta quedan todavía una buena cantidad de sucesos
antes de la Parusía, tales como las siete copas, la destrucción de Babilonia,
la destrucción de las dos Bestias, el juicio de las naciones y recién por último
la Parusía.
Notemos también al
pasar que según San Pablo, Nuestro Señor
destruye a las dos Bestias y a sus ejércitos “con el resplandor de su Advenimiento” y no necesariamente con su
Advenimiento o Parusía propiamente dicho.