V
Una
mala traducción en el Cap. VI
Al analizar el cuarto jinete Castellani comete una imprecisión en la traducción que influye
necesariamente en la exégesis.
Con anterioridad ya hemos
hablado sobre la relación existente entre los cinco primeros Sellos y el
Discurso Parusíaco (ver AQUI),
y allí nos remitimos.
Veamos, sin embargo, la
traducción y el posterior comentario de Castellani
(pag. 106-107). Énfasis nuestros:
“Y cuando abrió el Cuarto
Sello
Oí la voz del cuarto
animal diciendo:
“¡Ven!” –
Y vine y vi:
Un caballo lívido –
Y el jinete, su nombre es
Muerte
Y el Averno en ancas –
Y diósele poder sobre un cuarto de la tierra
De matar por espada,
hambre, peste
Y por las fieras de la
tierra”.
Después désto, el Padre
comenta: “El principio de los dolores es
la Guerra, dijo Cristo, mas el fin es la persecución, la última persecución.
Satán está en ancas del jinete, cuyo
nombre es Muerte: las persecuciones son satánicas, los perseguidores de la
iglesia son demoníacos: tratan de dar muerte al alma dando muerte al cuerpo
incluso: con las fieras del Anfiteatro en tiempos de Nerón, Juan las vio. El
hambre sigue a la guerra, la peste sigue al hambre. Este caballo resume los
males anteriores y añade otro nuevo”.
Y en el Excursus C, al comentar este Sello dice
(pag. 83): “El Caballo Amarillo o sea Bayo – Jlorós, dice el griego- es
la última Persecución – con razón su jinete se llama “Muerte” – que mata
con espada, hambre y “las fieras” – que Juan
y los primeros cristianos conocieron bien en el Coliseo -, o sea, compendia los
males anteriores y los amplía con uno nuevo”.
Realmente nos cuesta
decidir por dónde empezar el análisis.
Primero lo primero. En la
traducción, Castellani comete un
error al verter el pronombre posesivo “αὐτοῖς”,
que es plural, como singular: “diósele”,
y de esta forma lo aplica al cuarto jinete, pero el griego claramente dice “se les dio”. Ahora bien, la pregunta es: ¿a
quién se refiere el pronombre plural?
Aquí caben dos
posibilidades: o al jinete y al hades o a los jinetes anteriores más al cuarto.
En el trabajo supra citado
decíamos básicamente un par de cosas:
1) En primer
lugar el término “muerte” debe ser traducido por “peste”, para lo cual
citábamos a Allo que decía:
“Muerte” e “Infierno”
asociados como en I, 18; XX, 13-14… Por el trío de calamidad
“Guerra, Hambre, Peste” cfr. Is LI, 19; Jer. XIV, 12; Ez. V, 2 etc. θάνατος,
en los LXX traduce a menudo el término hebreo דֶּבֶר, peste: Am. IV, 10; Jer. XIV, 12;
XXIV, 10; Ez. V, 12.17; VI, 11-12, etc. En el nuevo Testamento
cfr. Mt. XXIV, 7; Mc. XIII, 7-8; Lc. XXI, 10-12…”.
“… Después de la guerra y
el hambre he aquí la Peste, montada en un caballo verde (o verdoso,
lívido)… es el color de un cadáver putrefacto, o si se prefiere, el de un rostro
descompuesto de temor. Así el trío clásico de las plagas queda
constituído, pues θάνατος no puede significar aquí sino “Peste”, según
la analogía bíblica; si se tratara de la muerte en general, entonces este
cuarto jinete no tendría ningún signo individual y su aparición sería más bien
ociosa, dado que las dos plagas precedentes harían su trabajo”.
Lo mismo notan otros
autores como Zerwick y Zorell.
2) Siendo esto así, entonces el final del versículo debe
aplicarse uno a cada uno de los jinetes:
“Y se les dio potestad
sobre la cuarta parte de la tierra para matar a espada (segundo Sello) y con hambre
(tercer Sello) y con peste (cuarto
Sello) y por medio de las bestias de la tierra” (¿cuarto Sello?)”[1].
Veamos ahora con algo más
de detenimiento el comentario del Padre:
“El principio de los
dolores es la Guerra, dijo Cristo,
mas el fin es la persecución, la última persecución”.
Afirmación falsa y
gratuita.
Si bien estamos
convencidos que Nuestro Señor y San Juan
están hablando exactamente de los mismos acontecimientos, y para la prueba nos
remitimos al artículo citado, sin embargo, Cristo
no dijo que el principio de los dolores sea la guerra, sino la guerra, el hambre, la peste y los
terremotos (Mt. XXIV, 6-8 y Mc.
XIII, 7-8).
Notemos que estos sucesos narrados por Cristo y por San Juan son anteriores al signo propiamente dicho,
que es la Abominación de la desolación en el lugar Santo, es decir al
Anticristo, con lo cual no es posible aplicar esto a la época del Anticristo, y
ni siquiera tampoco a la persecución del quinto Sello, claramente predicha
también en el Discurso Parusíaco.
Otro argumento servirá
para convencer al lector de lo que decimos. El texto dice que se les dio
potestad sobre “la cuarta parte de la tierra”, la cual es imposible aplicar a
la gran persecución del Anticristo
que va a ser universal. No hay dudas
que se trata de acontecimientos de carácter regional. Si Castellani hubiera seguido la mala traducción de la Vulgata que dice: “y se le dio
poder sobre las cuatro partes de la tierra”, uno podría haber
entendido la alusión a la gran Tribulación, pero como en este caso tradujo
bien, cuesta entender a qué viene la mención del Anticristo.
Por último, notemos que en
ninguno de los cuatro primeros sellos se
indica en absoluto la persecución: Falsos Profetas, Guerras (nación contra
nación, etc), Hambre y Peste. Ni una sóla palabra de persecuciones, las cuales
vendrán recién con el quinto Sello.
Algunas cosas más podrían
agregarse, pero nos parece que bastará con leer con algo de atención el
artículo que hemos citado al comienzo para darse cuenta.
Vale!
[1] El primer sello, esto es, los falsos Profetas, no es nombrado porque no
mata el cuerpo sino el alma.