La Abominación de la Desolación en el
Lugar Santo.
II Parte
3) ¿Qué se entiende por Lugar Santo?
No
se nos escapa que grandes autores como Lacunza identificaron el Lugar
Santo con la Iglesia, pero es fácil ver que el genial exégeta chileno fue
llevado a esta conclusión por rechazar como infundada, y en esto tenía razón,
la opinión de aquellos que defendían que el Anticristo ha de ser el que va
a reconstruir el Templo de Salomón, con lo cual había que buscar otra
interpretación para este y otros pasajes semejantes. Sin embargo esto se
soluciona fácilmente si se piensa que la última de las semanas profetizadas por
Daniel comienza con la venida de Enoch y Elías como lo
indica por ejemplo S. Hipólito y que la reconstrucción del Templo tendrá
lugar durante la predicación de los dos Testigos.
Oñate
comenta: “El “lugar santo” o “donde no debe” es sin duda alguna, el Templo.
Las razones son: 1) El sentido natural de la frase. 2) La cita de
Daniel, que se refiere al Templo.”[1]
Un
tercer argumento podría tomarse del nombre mismo “Anticristo” que
significa no sólo “contra Cristo” sino también “el que está en
el lugar de Cristo”, ahora bien ¿cuál es el lugar de Jesucristo sino es el Templo?
En efecto en algunos lugares de las Escrituras
leemos:
Juan I, 11: “Vino a su Casa y los suyos
no lo recibieron”.
Malaquías III, 1 dice: “He aquí que envío a mi ángel que preparará el
camino delante de Mí; y de repente vendrá a su Templo el Señor a
quién buscáis, y el ángel de la Alianza a quien deseáis. He aquí que viene,
dice Yahvé de los ejércitos”.
Esto
se cumplió con la entrada Triunfal el domingo de Ramos como lo indica Mc XI,
11 al decir: “Y entró (Jesús) en
Jerusalén en el Templo, y después de mirarlo todo, siendo ya tarde,
partió de nuevo para Betania con los Doce” y Knabenbauer después de
citar a Malaquías comenta las palabras resaltadas: “Miró todo lo que
estaba en el Templo como Señor desa morada, y calló para darles tiempo a
quienes lo rechazaban a fin que se corrigieran, pero luego al salir los
reprendió ásperamente como incorregibles”.
Comentando
II Tes. II, 4, Rigaux[2]
dice:
“…
estas expresiones, estas tradiciones miran aquí, sin dudas, al Templo de Jerusalén.
1)
El verbo καθίσαι (sentándose) se entiende de un lugar bien determinado.
2)
Los artículos τὸν ναὸν τοῦ θεοῦ (el
Templo de Dios) indican que se trata del Templo por excelencia del vero
Dios y, en tiempos en que Pablo escribía, el santuario seguía en pie, y
no se había consumado la ruptura entre los judíos y los cristianos, sobre todo
en Jerusalén.
3)
Todo el pasaje depende de Daniel en donde el Templo profanado es el de
la ciudad Santa.
4)
Nuestro pasaje es paralelo a la abominación de la desolación anunciada en Mateo
y Marcos.
Pero
por este rasgo Pablo no afirma que el Templo durará hasta el fin de los
tiempos… sentarse en el Templo es para él una atribución divina. El Santo de
los santos es la propiedad y habitación inviolable de Dios. El santuario es el
lugar donde los fieles van a adorarlo y le solicitan favores. Usurpar el lugar
de Yahvé, desalojarlo de su
habitación, es el acto más abominable que pueda cometerse contra Él “a fin de
hacerse pasar por Él”…”.
Además,
el Templo es llamado Lugar Santo en otros lugares de las Sagradas Escrituras,
en varias ocasiones[3]:
Salmo XXIII (XXIV), 3: “¿Quién será digno de ascender al
monte de Yahvé? y ¿quién estará
en su lugar santo?
Salmo LXVII (LXVIII), 6: “Padre de los huérfanos y defensor
de las viudas, Dios está en su lugar
santo…”.
Ezequiel XLII, 14:
“Cuando los sacerdotes hubieren entrado, no saldrán del lugar santo al atrio
exterior, sino que deberán dejar allí las vestimentas con que ejercen el
ministerio, pues son santas”.
I Macabeos IV, 36-38: “Entonces Judas y sus hermanos, dijeron: Ya que quedan
destruidos nuestros enemigos, vamos ahora a purificar y restaurar el Templo. Y
reunido todo el ejército, subieron al Monte Sión donde vieron desierto el lugar
santo y profanado el altar y quemadas las puertas y que en los patios
habían nacido arbustos como en los bosques y montes, y que estaban arruinadas
todas las habitaciones de los ministros del Santuario”.
Juan XI, 47-48: “Entonces los sumos sacerdotes y
los fariseos reunieron un consejo y dijeron: “¿qué haremos? Porque este hombre
hace muchos milagros. Si le dejamos
continuar, todo el mundo va a creer en Él, y los romanos vendrán y destruirán
nuestro Lugar y también nuestro pueblo”.
Hechos: VI, 12-14: “También alborotaron al pueblo, a
los ancianos y a los escribas, y cayendo sobre él lo arrebataron y lo llevaron
al sinedrio, presentando testigos falsos que decían: “este hombre no deja de
proferir palabras contra el lugar santo
y contra la Ley. Porque le hemos oído decir que Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y mudará las costumbres
que nos ha transmitido Moisés”. Cfr. Por supuesto Mt. XXVI, 59 ss, Mc XIV,
58 ss.
Para
terminar, no podemos dejar de citar aquí un bellísimo pasaje del libro de los Macabeos donde se explica la relación
entre el Templo y el pueblo Judío.
II Mac V, 15-20: “Más ni aún con esto quedó
satisfecho Antíoco; sino que además
cometió el arrojo de entrar en el Templo, lugar
el más santo de toda la tierra[4], conducido por Menelao, traidor a la patria y a las
leyes; y tomando con sus sacrílegas manos los vasos sagrados, que otros reyes y
ciudades habían puesto allí para ornamento y gloria de aquel lugar, los
manoseaba de una manera indigna y los profanaba. Así Antíoco, perdida toda la luz de su entendimiento, no veía que si Dios mostraba por un poco de tiempo su
indignación contra los habitantes de la ciudad, era por causa de los pecados de
ellos; y que por lo mismo había experimentado semejante profanación aquel
lugar. Porque de otra suerte, si no estuvieran envueltos en muchos delitos,
este príncipe, como le sucedió a Heliodoro,
enviado del rey Seleuco para saquear
el tesoro, hubiera sido azotado luego que llegó, y precisado a desistir de su
temeraria empresa. Mas Dios no escogió
el pueblo por amor del lugar, sino a éste por amor del pueblo. Por cuyo motivo
este lugar mismo ha participado de los males que han acaecido al pueblo, así
como tendrá parte también en los bienes; y el que ahora se ve abandonado por
efecto de la indignación del Dios todopoderoso, será nuevamente ensalzado a la
mayor gloria, aplacada que esté aquel grande Señor”.
Désto
se sigue no sólo que la tremenda destrucción del Templo por Tito en el año 70 fue como consecuencia
de un crimen gravísimo, sino también que el Templo participará de los mismos
bienes que el pueblo judío, es decir, que a una conversión parcial de los judíos con la venida de Enoc y Elías seguirá una
restauración parcial del Templo como
está indicado en los primeros versículos del cap. XI del Apocalipsis y a
una conversión total de los judíos
con la Parusía corresponderá una restauración total del Templo durante el Milenio tal cual está profetizado por Ezequiel en los sublimes capítulos
XL-XLVIII.
Vale!
[1] Op. cit. El autor da
una tercera razón con la cual no concordamos y es la siguiente: “3) Las
palabras del Maestro sobre el Templo y la pregunta de los Apóstoles con
relación a aquel dicho del Señor.”