Conocido es el desconcierto de los exégetas a la hora de interpretar el
llamado Discurso Parusíaco (Mt. XXIV, Mc. XIII y Lc. XXI). La
diferencia principal radica en la conciliación de las diferencias que se
encuentran principalmente entre Mt-Mc por un lado y Lc por el
otro. Las diversas teorías se reducen básicamente a tres:
1) Todo se refiere a la ruina del Templo.
2) Todo se refiere al fin de los tiempos.
3) Parte se refiere a la destrucción de Jerusalén y parte al fin de los
tiempos según la figura escriturística del typo-antitypo.
Creemos sin más que todas estas opiniones están erradas y que son
incapaces de explicar las diferencias esenciales tal como se ve en Mt-Mc
y Lc.
Creemos que si los exégetas se hubieran tomado la molestia de poner los
discursos a dos, tres, cuatro e incluso a veces, a cinco columnas como lo hemos
hecho nosotros, hubieran visto lo errado de su exégesis.
Creemos también, por último, que si hubieran intentado unificar los
discursos para mostrar qué fue exactamente lo que dijo Nuestro Señor, hubieran
podido apreciar la imposibilidad de semejante empresa y por consiguiente lo
equivocado de su interpretación.
Siempre vimos en el Discurso Parusíaco una de las páginas más difíciles
de toda la Escritura y casi habíamos desistido de comprenderla del todo en esta
vida. Pero los caminos de Dios no son los nuestros y nos topamos, casi sin
quererlo, con un video en Internet[1]
que proponía una nueva interpretación. Si bien sólo coincidimos en las líneas
generales (no en los detalles), sin embargo no tenemos la menor duda de que es
la respuesta correcta.
La explicación de las diferencias era la más obvia de todas: Estamos
en presencia de dos discursos diferentes.
Lo que sucedió fue lo siguiente: mientras salía del Templo uno de los
discípulos le mostró a Nuestro Señor las majestuosas edificaciones ante lo cual
Jesucristo respondió prediciendo su destrucción, tras lo cual uno de los
discípulos le preguntó cuándo iba a suceder eso (Lc. XXI, 7) y aquí San
Lucas nos trae la respuesta a esa pregunta. Lo que sucede es que Nuestro
Señor pasó a hablar de la destrucción del Templo a la Parusía, uniendo ambos
sucesos por una frase general sobre el tiempo de los gentiles. Al
terminar ese discurso Nuestro Señor se fue al Monte de los Olivos junto con los
Apóstoles y allí los cuatro discípulos de mayor confianza le interrogaron sobre
su Parusía a la cual se había referido hacia el final del discurso anterior tal
como está en Lc. Tanto la pregunta como la respuesta se encuentran en Mt
y Mc.
He aquí, en breves palabras, la respuesta obvia, fácil y natural que
explica sin ningún tipo de inconvenientes todas las diferencias.
Como breve compendio de lo dicho podemos dar el siguiente resumen:
En el caso de San Lucas tenemos:
1) Anuncio de destrucción del Templo (Lc. XXI, 6. Cfr.
también Mt. XXIV, 2 y Mc. XIII, 2).
2) Pregunta sobre el tiempo y las señales de la destrucción (Lc.
XXI, 7).
3) Respuesta:
a) Sucesos anteriores a la destrucción de Jerusalén pero que, sin
embargo, no son signos (vers. 8-19).
b) El signo propiamente tal de la destrucción: sitio a Jerusalén
por los ejércitos (vers. 20) seguido de las calamidades que le han de
acaecer a los judíos, las cuales Nuestro Señor extiende hasta el cumplimiento
de “el tiempo de los gentiles” (vers. 21-24).
c) De aquí pasa Nuestro Señor directamente a la Parusía (v.
25-28), seguido de la parábola de la higuera y de los otros árboles
y de la exhortación a la vigilancia (vers. 29-36).
En el caso de San Marcos (y Mt) tenemos:
1) Pregunta sobre el tiempo y las señales de la Parusía (Mc.
XIII, 3-4). Cfr. Lc. XXI, 25-28.
2) Respuesta:
a) Sucesos anteriores a la Parusía pero que, sin embargo, no son signos (vers.
5-13) sino tan sólo el comienzo de los dolores.
b) El signo propiamente tal de la Parusía que es la abominación
de la desolación en el Lugar Santo (vers. 14-23).
c) La Parusía (vers. 24-27), seguido de la parábola de la
higuera y de la exhortación a la vigilancia (vers. 28-37).
Sin dudas la similitud de ambas estructuras es lo que llevó a los
exégetas a identificar ambos discursos.
Como prueba de lo dicho creo que podríamos dividir la explicación en dos
grandes secciones:
I) Circunstancias que rodean la(s) pregunta(s).
II) Respuesta(s) de Nuestro Señor.
¡Pero esto será objeto de subsiguientes estudios!
Valete!