Tenemos algunas diferencias pero nos parece que de todas formas presenta algunos puntos interesantes en esta visión que nos parece de las más difíciles en el Apocalipsis.
1. "Vi, y he aquí el Cordero, que estaba (de pie[1])
sobre el monte de Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que llevan su
nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes,
2. y oi una voz del cielo, como voz de grandes aguas, como voz de gran
trueno; y la voz que oí era de citaristas, que tocaban sus cítaras
3. y cantaban un cántico nuevo, delante del trono y de los cuatro vivientes
y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico, sino los ciento cuarenta
y cuatro mil, los que fueron rescatados de la tierra.
4. Estos son los que no se mancharon con mujeres y son vírgenes. Estos son
los que siguen al Cordero dondequiera que vaya. Estos fueron rescatados de
entre los hombres, como primicias para Dios y para el Cordero,
5. y en su boca no se halló mentira, son inmaculados".
Introducción
Este conocidísimo pasaje, aunque muy discutido y diversamente interpretado,
ocupa sin embargo, por opinión unánime de los exégetas, un lugar central en la
Gran Revelación de N. S. Jesucristo.
Hasta ahora la gran mayoría de los intérpretes ha visto en este pasaje a
aquellos miembros de la Iglesia triunfante que conservaron la virginidad y que
por lo tanto, ostentan en el cielo una "aureola" especial como enseñan
muchos libros de dogma[2]
y ha tratado de sacar partido de ellos la ascética[3].
Otros, identificando estos 144.000 con aquellos otros 144.000
"marcados" del c. VII aseguran que se trata del pueblo judío que
en los últimos tiempos, una vez convertido, gozará de una protección especial
de Dios[4].
Otros creen que se trata de una parte selecta de la Iglesia militante:
aquellos cuyo ideal es la virginidad del
celibato y luchan con Cristo por la causa de su Reino y la Gloria de su
Padre[5].
Otros, por último, ven aquí a toda la Iglesia militante de Cristo Rey -y no sólo a una parte de ella-,
invencible por los que militan en las filas de Satanás y fiel a la Alianza
sellada con la sangre del "Cordero" divino, Cristo Jesús, el Mediador
del Nuevo Testamento[6].
Estas son las diversas interpretaciones. La primera y la tercera se basan
en la aceptación propia e individual de la palabra "vírgenes". Son
los hombres que han consagrado su virginidad a Dios con el fin de dedicarse
enteramente a los intereses de Dios y de su reino. La segunda y cuarta, al
contrario, se fundan en el sentido impropio o sea metafórico y colectivo. Las
“vírgenes” son la Iglesia, esposa inmaculada de Cristo, que fiel a sus
desposorios jamás se aparta de Él para ir en pos de dioses falsos como tantas
veces lo hiciera el Pueblo de la Antigua Alianza.
En las siguientes líneas expondré la última de las cuatro sentencias por
parecerme la más acertada.
Contexto
El contexto: lo forman los caps. XII, XIII y XIV.
1)
Con el c. XII se abre el escenario: un antagonismo se hace patente
entre dos figuras: Aparece, primeramente, "Una Mujer vestida de
sol", figura esplendorosa de la Iglesia (Sinagoga y nuevo Israel) dibujada
en un fondo de cielo con colores y adornos copiados a la misma gloriosísima
Madre de Dios. Luego sigue la horrorosa pintura del "dragón grande
rojo", símbolo de Satanás, el enemigo declarado de Dios, que pretende
aniquilar a Jesús en el mismo momento de su nacimiento -tal es su
postura- y hacer la guerra a su Iglesia.
2) Este
mismo antagonismo se ve en los caps. XIII y XIV, 1-5.
Al "dragón" del c. XII siguen sucesivamente en el c. XIII
"dos bestias", la del mar y la de la tierra, imágenes de los falsos cristos
y de los falsos profetas de todos los tiempos que logran que el
"dragón" sea adorado por "toda la tierra" y pretenden
"hacer la guerra a los santos".
Es la antítesis del c. XIV, 1-5.
a) A la "Bestia" herida de muerte pero curada, (XIII, 3. 12. 14.)
se opone el "Cordero" muerto pero resucitado (V, 6).
b) A los que rinden culto al "Dragón" y a la 'Bestia" (XIII,
4. 8. 12) se oponen los a los que rinden culto al "Padre" y al
"Cordero" (XIV, 4a).
c) A los que siguen a la "Bestia" (XIII, 3b. 7) se oponen
"los que siguen al Cordero" (XIV, 4b).
d) A los que, en fin, llevan la marca “que es el nombre de la Bestia o el
número de su nombre" (XIII 17) se oponen los que llevan el nombre del
Cordero y el nombre de su Padre escritos sobre sus frentes (XIV 1) y que les pertenecen
como "los rescatados de los hombres y primicias de la tierra" (XIV,
4c).
En lo que sigue del cap. XIV se anuncia prolépticamente la caída del
Dragón (denominado por su capital "Babilonia"), el eterno castigo de
cuantos lo adoraron, la substancial bienaventuranza de "los muertos en el
Señor" y, finalmente, el juicio bajo las imágenes de la siega y de la
vendimia.
Texto original
Dos cosas llaman la atención en el conjunto de este pasaje: la asociación
de los dos grupos descritos aquí por San Juan y la confusión de ambos por una
incorrecta versión del texto griego según la Vulgata.
a) En
efecto, San Juan distingue claramente a los 144.000 "vírgenes" de aquellos
que cantan en el cielo (vv. 2 y 3a).
Entre estos dos grupos hay comunicación, pero son distintos: los 144.000 están
en la tierra, los otros están en el cielo; éstos cantan, los 144.000 oyen el
canto y lo aprenden.
Esta comunicación entre uno y otro grupo se debe al interés de la Iglesia
triunfante (que aquí de paso se manifiesta) por el porvenir y triunfo de la
militante; esto se puede comprobar por varios pasajes del Apoc. (Cf. VI, 9;
VII, 9-17; VIII, 2; XV, 2-4).
b) La Vulgata favoreció la confusión de los dos grupos traduciendo “μαθεῖν” (aprender), con “dicere”
(decir) en vez de “discere” (aprender, entender) y agregando al v. 5 "ante
thronum Dei" (ante el trono de Dios), lo cual no figura en el texto griego.
[1] Nota del Blog: las palabras entre paréntesis
faltan en el texto original.
[5] E. B. Allo, O.P.: L'Apocalypse (Etudes Bibliques) París,
1921, 196. P. Welter: Die Apokalypse (Herders Bibelkommentar).
Freíburg, 1942, 210s. – A. Gelin: L'Apocalypse (La Sainte Bible
de L. Pirot). Paris 1951, 637. - J. Bonsirven, S,J.: L'Apocalypse
(Verbum salutis). París 1951, 238s. - E. Schick: Die Apoicalypse
(Echter Bibel). Würzburg 1952, 67.
[6] A. Wikenhauser: Offenbarung des Iohannes (Regensburger
Neues Testament). Regensburg 1947, 99. - M. E. Boismard O.P.: L´Apocalipse
(La Sainte Bible de Jérusalem). París 1950, 61. – id. Notes sur l´Apocalypse:
Revue Biblique; 59 (1952) 161-181. – W. Koester, S. J.: Lamm und
Kirche in der Apokalypse (en Vom Wort des Lebens), Münster 1951, p. 161.