Nota del Blog: A la espera de Elías, el Profeta de Fuego, aquel que ha de Restaurarlo todo, según la misteriosa palabra del Dios Crucificado.
INTRODUCCIÓN
La Salvación de los Judíos, publicada en 1893, ha estado enterrada durante
doce años. Como el editor —un excelente y digno hombre formado del limo
terrenal expresamente para la producción de esta única obra— cambiara repentinamente
de oficio, llevó a su nueva morada, a manera de presa, la considerable multitud
de ejemplares no vendidos. La circunstancia de que no tuviéramos contrato
firmado lo hacía propietario de ese montón de impresos, y durante dos lustros y
medio debí resignarme al secuestro arbitrario del más importante de mis libros.
De esta aventura dolorosa y del enorme perjuicio que sufrí he hablado en Mon
journal.
La presente edición ha sido
corregida en varios pasajes, sin modificaciones esenciales. Bueno es tener
presente, no obstante, que hasta los menores cambios tienen mucha importancia
en un alegato puramente exegético cuyo alcance podría suponerse incalculable si
la humanidad contemporánea se interesara todavía por las Afirmaciones y las
Similitudes reveladas.
Puede decirse que después del
Capítulo XI de San Pablo a los Romanos y aparte de la inspiración sobrenatural
de éste, La Salvación por los Judíos es el testimonio cristiano más enérgico
que se haya escrito en favor de la Raza primogénita.
"Si su delito —dice el
Apóstol— es la riqueza del mundo y su menoscabo el tesoro de los pueblos,
¿cuánto más lo será su plenitud?" "Si el haber sido repudiados ha traído
la reconciliación del mundo, ¿qué será su restablecimiento, sino la vida de los
muertos?"[1]
La Salvación por los judíos, que podría considerarse una paráfrasis de ese capítulo
de San Pablo, hace ver, desde la primera página, que la Sangre que por la
Redención de la Humanidad fue vertida en la Cruz, lo mismo que la que diariamente
se vierte en el Cáliz del Sacramento, es —natural y sobrenaturalmente—sangre
judía, es ese inmenso río de Sangre Hebrea que tiene su fuente en Abrahán y su
desembocadura en las Cinco Llagas de Cristo.
He ahí todo lo que hay que saber,
¿Prestará, por fin el pueblo judío atención a este libro que lo honra más allá
de toda esperanza y que nada le ha costado?
LÉON BLOY
19 de Noviembre de 1905.
Octava de la Dedicación de las Iglesias.
[1] Rom. XI,
12-15.