VII. Los Reyes
de la Tierra
I, 5: “Y de Jesucristo,
el Testigo, el Fiel, el Primogénito de
los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra. A aquel que nos ama
y que nos ha librado de nuestros pecados con su sangre…”
VI, 15: “Y los reyes de la tierra y
los magnates y los jefes militares y los ricos y los fuertes y todo siervo y
libre se escondieron en las cuevas y entre los peñascos de las montañas”.
XVII, 1-2: “Ven acá; te mostraré el juicio de
la ramera grande, la que está sentada sobre muchas aguas; con la que han
fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los moradores de la tierra
con el vino de su prostitución”.
XVII, 18: “Y la mujer que has visto es
aquella ciudad, la grande, la que tiene imperio sobre los reyes de la tierra”.
XVIII, 3: “Porque del vino de su furiosa
fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la
tierra y con el poder de su lujo se enriquecieron los mercaderes de la
tierra”.
XVIII, 9: “Al ver el humo de su incendio
llorarán y se lamentarán sobre ella los
reyes de la tierra que con ella vivieron en la fornicación y en el lujo”.
XIX, 19: “Y vi a la bestia y a los
reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para dar la batalla contra Aquel
que montaba el caballo y contra su ejército”.
XXI, 24: “Las naciones andarán a la luz de
ella, y los reyes de la tierra llevan a ella sus glorias”.
Este grupo parece tener cierta relación no sólo con Los Habitantes de la Tierra sino también con otros grupos de los cuales hablaremos hacia el final. Pasemos
primero a un somero análisis del mismo.
1) Los reyes de la tierra fornicarán con
Babilonia, la gran ramera, la cual dominará sobre todos ellos.
2) Serán unos de los mayores perjudicados cuando
Babilonia sea destruida, razón por la cual prorrumpirán en grandes llantos
y lamentos.
3) Vivirán en el lujo.
4) Lucharán contra Cristo Rey, aliados con las
dos Bestias en la batalla del Harmagedón.
5) No serán muertos en esa batalla sino que sufrirán
el castigo recién durante el juicio de las naciones que tendrá lugar, como
ya lo dejamos dicho AQUI y AQUI,
durante los 45 días posteriores a la aniquilación del reinado del Anticristo.
Contra esto surge una objeción:
El capítulo XIX, 17-18 da a entender que estos
reyes serán muertos ya que el ángel invita a las aves a comer “carne de reyes”.
Respuesta: aquí caben tres soluciones:
1) La primera, y la que menos nos gusta, es que en
la batalla del Harmagedón no mueren todos los reyes de la tierra sino
algunos, y los que quedan vivos son los del capítulo VI que piden a
las montañas que caigan sobre ellos.
2) Otra posibilidad es la de no confundir “los
reyes” con “los reyes de la tierra”, puesto que, si no nos equivocamos,
estos son dos grupos diversos. El último grupo es el que estamos analizando
y serían los que gobiernan las naciones, mientras que el primer grupo parecería
identificarse con los diez cuernos de la bestia, los diez reyes o naciones de
los cuales parece estar formada la Bestia del Mar, los cuales “guerrearán con
el Cordero, y el Cordero los vencerá porque es Señor de señores y Rey de reyes”
(XVII, 14).
3) La tercera respuesta, y la que más nos gusta, es
ver en estos reyes del cap. XIX a los mismos nombrados en XVI, 14: “…son
espíritus de demonios que obran prodigios y van a los reyes de todo el orbe
a juntarlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso…” es decir los
reyes de la tierra serían un grupo más selecto y diferente de los reyes
de todo el mundo.
6) Es interesante notar que este mismo grupo de
reyes vuelve a aparecer durante el Milenio, pero esta vez sometido a Cristo Rey[1].
Este mismo grupo aparece en las profecías
escatológicas en el Antiguo Testamento. Tanto antes como durante el Milenio:
I) Antes del Milenio:
Sal II, 1-2: “¿Por qué se amotinan las gentes, y las naciones traman
vanos proyectos? Se han levantado los reyes de la tierra, y a una se
confabulan los príncipes contra Yahvé y contra su Ungido…[2]”
Sal. LXXV, 13: “Hasta la furia de Edom redundará en tu gloria, y los
sobrevivientes de Emat te festejarán: haced votos y cumplidlos a Yahvé, vuestro
Dios, y todos los pueblos en derredor suyo traigan ofrendas al Temible; a
Él, que quita el aliento a los príncipes; al Terrible para los reyes de la
tierra”.
Is, XXIV, 21: “En aquel día Yahvé juzgará a la milicia
del cielo en lo alto, y aquí abajo a los reyes de la tierra.
Serán juntados como se junta a los presos en la mazmorra, quedarán encerrados
en el calabozo, y después de muchos días serán juzgados. La luna se enrojecerá
y el sol se oscurecerá, porque Yahvé de los ejércitos reinará en el monté Sión
y en Jerusalén, y delante de sus ancianos (resplandecerá) su gloria.[3]”
Ez. XXVII, 33: (Elegía sobre Tiro) “Con las ganancias de tu comercio
marítimo hartabas a muchos pueblos; con la abundancia de tus riquezas y de
tus mercancías enriquecías a los reyes de la tierra”[4].
II) Durante el Milenio:
Tobías XIV, 5-9: “A la hora de su muerte llamó a sí a su hijo Tobías y a
los siete jóvenes hijos de éste, nietos suyos y les dijo: “La ruina de Nínive
está cerca; pues la palabra del Señor no dejará de cumplirse; nuestro hermanos
que están dispersos fuera de la tierra de Israel, volverán a ella; será
repoblada toda su tierra desierta, y reedificada de nuevo la casa de Dios, que
fue allí entregada a las llamas. Volverán allá todos los que temen a Dios; los
gentiles abandonarán sus ídolos y vendrán a Jerusalén para morar en ella. Allí
se regocijarán todos los reyes de la tierra, adorando al Rey de Israel[5]”.
Sal. CI, 14-17: “Tú te levantarás y serás propicio a Sión, porque
tiempo es ya de que te apiades de ella; ha llegado la hora. Ya tus siervos aman
las piedras. Sienten compasión de sus ruinas. Así, oh Yahvé, los gentiles
reverenciarán tu Nombre, y tu gloria todos los reyes de la tierra, porque Yahvé
habrá restaurado a Sión, y Él se mostrará en su gloria[6]”.
Sal CXXXVII, 4-5: “Te alabarán Yahvé todos los reyes de la tierra
cuando hayan oído los oráculos de tu boca; y cantarán los caminos de Yahvé:
“Grande es ciertamente la gloria de Yahvé”[7].
Sal. CXLVIII, 11: “Alabad a Yahvé desde la tierra… reyes de la tierra
y pueblos todos…”.
Cfr. también Sal. LXXXVIII, 28.
Como ya lo dejamos dicho al comienzo, este grupo parece
tener relación no sólo con “los habitantes de la tierra”, que serían sus
súbditos, sino también con otros grupos:
I) Los mercaderes de la tierra: son aquellos
que se enriquecen gracias a Babilonia, que parece ser algo así como el
centro del capitalismo mundial.
XVIII, 3: “Porque del vino de su furiosa
fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la
tierra y con el poder de su lujo se enriquecieron los mercaderes de la
tierra”.
XVIII, 11: “También los mercaderes de la
tierra lloran y hacen luto sobre ella, porque nadie compra más sus cargamentos…”.
cfr. también v. 15.
XVIII, 23: “Luz de lámpara no brillará más en
ti, ni se oirá en ti voz de novio y de novia, porque tus mercaderes eran los
magnates de la tierra[8]”
II) Los rescatados de la Tierra: es decir,
los 144.000 vírgenes que siguen al Cordero doquiera vaya. Estos ni fueron
muertos por el Anticristo ni apostataron.[9]
VIII. Diversos
grupos.
Para terminar pasemos revista a una serie de grupos que
aparecen durante el reinado del Anticristo y que son nombrados de nuevo
hacia el final del mismo.
VI, 15 Juicio de las naciones: Y los reyes
de la tierra y los magnates y los jefes militares
y los ricos y los
fuertes y todo siervo y libre se escondieron en las cuevas y entre los
peñascos de las montañas.
XIII, 16 Reinado de la Bestia: “E hizo
poner a todos, pequeños y grandes, ricos y
pobres, libres y siervos
una marca impresa en la mano derecha o en la frente”.
XIX, 18 Batalla de Harmagedón: “Venid
congregaos para el gran festín de Dios, a comer carne de reyes, carne de jefes militares, carne de fuertes,
carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, de libres y siervos,
de pequeños y grandes”.
Conclusiones:
1) Los Reyes de la tierra parecen no
coincidir con los “reyes” del Harmagedón, como ya lo notamos arriba.
2) Los magnates son los mismos que “los
traficantes de la tierra”. Cfr. XVIII, 23.
3) Los ricos serán muertos en el juicio de
las naciones y no antes.
4) Los militares y fuertes y los siervos
y libres mueren parte en la batalla del Harmagedón y parte en
el juicio de las naciones.
5) Los pequeños y grandes perecerán en
la batalla del Harmagedón.
6) Los reyes (de todo el orbe) y los caballos
con sus jinetes perecen en la batalla del Harmagedón.
7) Última conclusión y no la menos importante: los
pobres, signados por el Anticristo, no perecen ni en la batalla del Harmagedón
ni en el juicio de las naciones, de lo cual parece seguirse como consecuencia
natural que ellos serán los habitantes que estén vivos cuando venga el
Mesías en Gloria y Majestad. Ellos son los que Daniel en su capítulo XII llama
“bienaventurados” y a los cuales parece referirse el cap. I, 7 del Apocalipsis
cuando dice:
“Ved, viene con las nubes, y le verá todo ojo,
y los que le traspasaron; y harán luto por Él todas las tribus de la tierra.
Sí, Amén”
O para decirlo todo de una buena vez: de estos gentiles
pobres se poblará la tierra durante el milenio.
Vale!
[1] Este versículo es
uno de los varios que prueban, contrariamente a lo que se cree, que los capítulos
XXI-XXII no se refieren a la vida después del milenio sino que, por el
contrario, es una descripción de esos mil años.
[5] Straubinger: “8 s.
Véase 13, 14. Profecía acerca de la vocación de las gentes y del triunfo
final de la Iglesia después de la conversión de Israel (Rom. 11, 25) y
de la destrucción del Anticristo (II Tes. 2, 8; Ap. 19, 11 ss).
Sobre esto dice Santo Tomás: “Después de la muerte del Anticristo
habrá para la Iglesia doble motivo de consolación, a saber: la paz y la
multiplicación de la fe, pues entonces todos los judíos se convertirán a la fe
de Cristo”.
Notar que Tobías anuncia aquí el fin del cautiverio de Israel en
forma tan majestuosa que es fácil comprobar que nunca se ha cumplido hasta el
día de hoy. Sobre este tema nada mejor que el Fenómeno VII de Lacunza
“Babilonia y sus cautivos”. La Babilonia del Apocalipsis es llamada aquí “Nínive”
así como en Ez. XXVII es llamada “Tiro”.
[6] Sin dudas la
referencia es al Milenio. Straubinger comenta: “Admirable promesa mesiánica:
todos los pueblos y reyes adorarán al verdadero Dios. Esto no se cumplió en el
regreso a Babilonia (Sal. 95, 1 y nota); está vinculado, como expresa Santo
Tomás, a la conversión de Israel. “La gloria divina está interesada en
la restauración de Israel. Naciones y reyes temerán y honrarán a Yahvé cuando
comprueben que Él ha reedificado a Sión y ha desplegado su magnificencia; que
ha escuchado la plegaria de aquellos a quienes los enemigos habían despojado y
que parecían perdidos y sin esperanza” (Calès)… “Según una de las
más grandiosas ideas de los profetas, la restauración de Israel tendrá por coronamiento
la conversión de las naciones. Así se establecerá el reino de Dios sobre la
tierra (Desnoyers)…”