III Parte
El Apocalipsis, libro misterioso si los hay, ha sido estudiado y
explicado por muchos autores y en diversos sentidos. Creemos que aún se está
lejos de una comprensión cabal del mismo y que todavía quedan muchas cosas sin
explicar.
En este breve ensayo, que dividiremos en tres partes, procuraremos
indagar si algunas de las visiones se repiten bajo distintos puntos de vista.
Al analizar las diferentes visiones procuraremos indagar no sólo la
similitud en las palabras sino también dejar asentado a qué tiempos se
refieren.
I) Los tres Heraldos de los Juicios de Dios.
Con este título un tanto confuso, como veremos más adelante, nos
introduce Straubinger a las visiones que siguen a la del Cordero y los
144.000 vírgenes en el Monte Sión.
Creemos que estos tres Heraldos aparecen en otras partes del
Apocalipsis. Primero veamos el más obvio y luego pasemos a los que presentan
alguna dificultad:
1) El anuncio del segundo ángel se encuentra calcado unos capítulos
más adelante y son tan similares que no es preciso comentar nada al respecto.
XIV.
8. Siguióle un segundo ángel
que decía: “ha caído, ha caído Babilonia, la grande;
la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su
enardecida fornicación”.
XVIII.
1. Después de esto vi cómo
bajaba del cielo otro ángel que tenía gran poder, y con su gloria se iluminó la
tierra.
2. Y clamó con gran voz diciendo: “ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a
ser albergue de demonios y refugio de toda ave impura y aborrecible.
3. Porque
del vino de su furiosa fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la tierra y con el poder de
su lujo se enriquecieron los mercaderes de la tierra”.
Retengamos por ahora solamente el hecho de que el primer Heraldo
trae una fórmula resumida.
Esta visión, claro está, se refiere a la caída de Babilonia y tendrá
lugar después de derramarse la séptima copa, como se ve claro en el capítulo
XVI:
17: “El séptimo (ángel) derramó su copa en el aire, y salió una
poderosa voz del templo, desde el trono que decía: “hecho está”.
18. Y hubo relámpagos y voces y truenos y se produjo un gran terremoto
cual nunca lo hubo desde que hay hombres sobre la tierra. Así fué de grande
este poderoso terremoto.
19. Y la gran ciudad fue dividida en tres
partes, y las ciudades de los gentiles cayeron, y Babilonia la grande fue
recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino de su furiosa ira.
2) El tercer ángel, por su parte, nos anuncia el castigo de la
Bestia, el Pseudo-Profeta y su ejército. Una vez más los textos no parecen
presentar demasiadas diferencias.
XIV.
9. Y un tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: “si alguno adora a la bestia y a
su estatua y recibe su marca en la frente o en la mano,
10. él también beberá del furor de Dios, vino
puro, mezclado en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre,
en la presencia de los santos ángeles y ante el Cordero.
11. Y el humo de su suplicio sube por los siglos
de los siglos; y no tienen descanso día ni noche los que adoran a la bestia y a
su estatua, y a cuantos aceptan la marca de su nombre”.
XIX.
11. Y vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que montaba
es el que se llama Fiel y Veraz, que juzga y pelea con justicia.
12. Sus ojos son llama de fuego, y en su cabeza lleva muchas diademas, y
tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él mismo.
13. Viste un manto empapado de sangre y su Nombre es: el Verbo de Dios.
14. Le siguen los ejércitos del cielo en caballos blancos, y vestidos de
finísimo lino blanco y puro.
15. De su boca sale una espada aguda, para que hiera con ella a las naciones.
Es Él quien las regirá con cetro de hierro; es Él quien pisa el lagar del vino
de la furiosa ira de Dios el Todopoderoso.
16. En su manto y sobre su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes
y Señor de señores.
17. Y vi un ángel de pie en el sol y gritó con gran[1] voz,
diciendo a todas las aves que volaban por medio del cielo: “Venid, congregaos
para el gran festín de Dios,
18 a comer carne de reyes, carne de jefes
militares, carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de
todos, de libres y esclavos, de pequeños y grandes.”
19. Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra,
y a sus ejércitos, reunidos para dar la batalla contra Aquel que montaba el
caballo y contra su ejército.
20. Y la bestia fue presa, y con ella el falso
profeta, que delante de ella había hecho los prodigios, por medio de los cuales
había seducido a los que recibieron la marca de la bestia y a los que adoraron su
estatua. Estos dos fueron arrojados vivos al
lago del fuego encendido con azufre.
21. Los demás fueron trucidados con la espada
que salía de la boca del que montaba a caballo, y todas las aves se hartaron de
la carne de ellos.
Por un lado el ángel anuncia el castigo del fuego eterno para quienes
adoren a la Bestia y a su estatua y en la otra visión vemos la destrucción de
la Bestia y de todo su ejército, junto con su castigo.
Notemos una vez más que el Heraldo nos da una visión abreviada ya
que nos habla en general del castigo que recibirán de Dios y sobre todo del
infierno, mientras que el capítulo XIX desarrolla la visión
introduciendo los personajes de ambos ejércitos que intervienen en la batalla,
así como una descripción de la misma, para terminar hablando del festín de las
aves y el castigo del infierno.
3) El primer ángel, por su parte, es el encargado de anunciar la
penitencia. El lugar paralelo nos muestra el momento en el cual esto tiene
lugar como así también la eficacia de tal prédica.
XIV
6. Y vi a otro ángel volando
por medio del cielo, teniendo el Evangelio eterno, para evangelizar a los que
tienen asiento en la tierra: a toda nación y tribu y lengua y pueblo.
7. Y decía con gran voz: “Temed
a Dios y dadle gloria a Él, porque ha
llegado la hora de su juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y
las fuentes de aguas[2]”
XI
11. Pero al cabo de los tres
días y medio, un espíritu de vida que venía de Dios, entró en ellos y se
levantaron sobre sus pies, y cayó un gran temor sobre
quienes lo vieron.
12. Y oí una gran voz[3]
del cielo que les decía: “subid acá”. Y subieron al cielo en la nube, a la
vista de sus enemigos.
13. En aquella hora
se produjo un gran terremoto, se derrumbó la décima parte de la ciudad y fueron
muertos en el terremoto siete mil nombres de hombres; los demás, sobrecogidos de temor, dieron
gloria al Dios del cielo.
Creemos que este es el lugar paralelo del primer Heraldo. En ambos
casos un ángel con gran voz, predica el temor de Dios y pide que
se le dé la gloria debida. En el cap. XI vemos que la prédica
tiene buen efecto ya que aquellos que vieron el milagro de la resurrección y
asunción de los Dos Testigos y que no murieron como consecuencia del terremoto,
se convirtieron a Dios.
Los tiempos a los que se refiere esta visión son claros. Estamos
al comienzo del reinado del Anticristo; tres días y medio, para ser
exactos, han pasado de la toma de Jerusalén y de su profanación del Templo (la
abominación de la desolación de la que habló Daniel en el cap. IX
y repitió Nuestro Señor en el discurso Parusíaco: Mt. XXIV y Mc. XIII).
Otro importante indicio nos da el versículo 14 cuando nos dice
“el segundo ay pasó”, ya que si tenemos en cuenta lo que dice el ángel en VIII,
13 vemos que el primer Ay corresponde a la quinta, el segundo a las
sexta y el tercero a la última Trompeta. Ergo el terremoto en Jerusalén coincide
con la sexta trompeta y, por lo tanto, el Anticristo entra en escena entre
la quinta y sexta trompetas. Ni antes ni después.
Notemos una vez más el mismo procedimiento en la narración: la visión
del primer Heraldo nos trae un resumen de los acontecimientos, ya que
calla todo lo referente a los Dos Testigos: su resurrección y asunción, como
así también al terremoto y sus efectos, y a las consecuencias de la prédica del
ángel[4].
Para terminar notemos que los tres Heraldos siguen un orden
cronológico: el primero aparece al comienzo del reinado del Anticristo,
el segundo anuncia la caída de Babilonia, y el último nos muestra
la destrucción del Anticristo y su ejército.
De todas formas creemos que estas tres visiones no pueden separarse
de la que sigue (vers. 14 ss) en la cual vemos la descripción del Juicio
de las Naciones, es decir lo que tiene lugar durante los 45 días posteriores
a la destrucción del Anticristo tal como nos lo indica Daniel en
su cap. XII[5]
y tras los cuales tiene lugar la Venida del Mesías en Gloria y Majestad.
Vale!
[1] Straubinger traduce
“poderosa”. Sin embargo el término usado es el mismo: “φωνῇ μεγάλῃ”.