II.- Texto. -
Nunca está de más dar el texto completo.
31. “Pero cuando venga el Hijo
de Hombre en su gloria y todos los ángeles con Él, entonces se sentará sobre su
trono de gloria,
32. y se congregarán delante
de Él todas las naciones y los (a los hombres)
separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
33. Y estará de pie: las
ovejas a su derecha; los cabritos, a la izquierda.
34. Entonces dirá el Rey a los
de su derecha: “Venid, los benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde (la) fundación
del mundo.
35. En efecto, tuve hambre y
me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; forastero era y me
congregasteis;
36. desnudo y me vestisteis;
enfermé y me visitasteis; en prisión estuve y vinisteis a mí”.
37. Entonces le responderán
los justos, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y sustentamos o sediento
y dimos de beber?
38. ¿Cuándo te vimos forastero
y congregamos o desnudo y vestimos?
39. ¿Cuándo te vimos enfermo o
en prisión y vinimos a tí?”.
40. Y respondiendo el Rey les
dirá: “En verdad, os digo: en cuanto hicisteis a uno de éstos, de mis hermanos,
los más pequeños, a Mí hicisteis”.
41. Entonces dirá también a
los de la izquierda: “Alejaos de Mí, malditos, al fuego, al eterno, el
preparado para el diablo y sus ángeles.
42. En efecto, tuve hambre y
no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber;
43. forastero era y no me
congregasteis; desnudo y no me vestisteis; enfermo y en prisión y no vinisteis
a mí”.
44. Entonces responderán
también ellos, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o
forastero o desnudo o enfermo o en prisión y no te servimos?”.
45. Entonces les responderá
diciendo: “En verdad, os digo: en cuanto no hicisteis a uno de éstos, de los
más pequeños, tampoco a Mí hicisteis”.
46. E irán éstos al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna”.
Creemos que ya el mero análisis del v. 31 nos muestra con meridiana claridad que estamos en presencia de la segunda Venida.
a) “Cuando venga el Hijo de Hombre”: San Mateo, y en el mismísimo capítulo XXIV en varias oportunidades, nos habla en estos términos y siempre con el mismo sentido:
Mt. X, 16-23: “Mirad que Yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y os azotarán en sus sinagogas, y por causa de Mí seréis llevados ante gobernadores y reyes, en testimonio para ellos y para las naciones. Más cuando os entregaren, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis. Lo que habéis de decir os será dado en aquella misma hora. Porque no sois vosotros los que hablaréis, sino que el Espíritu de vuestro Padre es quien hablará por medio de vosotros. Entregará hermano a hermano a la muerte y padre a hijo; y se levantarán hijos contra padres y los harán condenar a muerte. Y seréis odiados de todos a causa de mi nombre; pero el que perseverare hasta el fin, ése será salvo. Cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a otra. En verdad, os digo, no acabaréis las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre”[1].
Mt. XVI, 27-28: “Porque el Hijo del hombre ha de venir, en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras. En verdad, os digo, algunos de los que están aquí no gustarán la muerte sin que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su Reino”.
Mt. XXIV, 27.30.44: “En efecto, como el relámpago sale del oriente y aparece hasta occidente, así será la Parusía del Hijo del hombre… Y entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y entonces harán luto todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con virtud y gloria mucha… Por esto, también vosotros estad prontos: la hora que no pensáis, el Hijo del Hombre viene”.
Mt. XXVI, 64: “Veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo”.
Por si todo esto no fuera suficiente, las palabras que siguen nos confirman al respecto.
b) “En su gloria”: Entre muchos otros, los mismos textos arriba citados, van en la misma dirección.
c) “Y todos los ángeles con Él”: Para no salirnos de San Mateo, veamos algunos lugares paralelos:
Mt. XIII, 41.49: “El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino todos los escándalos, y a los que cometen la iniquidad… Así será en la consumación del siglo. Saldrán los ángeles y separarán a los malos de en medio de los justos…”.
Mt. XXIV, 31: “Y enviará sus ángeles con trompeta grande y congregarán a sus elegidos de los cuatro vientos, de extremos del cielo a extremos de ellos”.
Ver, una vez más, Mt. XVI, 27.
d) “Entonces se sentará sobre su trono de gloria”:
Mt. XIX, 28: “En verdad os digo, vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, os sentaréis, vosotros también, sobre doce tronos, y juzgaréis a las doce tribus de Israel”.
Sobre el trono de gloria y su diferencia con el trono de misericordia del que trata San Pablo a los Hebreos, ya habíamos hablado con más detenimiento en otra oportunidad y allí nos remitimos (ver AQUI).