11. Y ellos lo vencieron a causa de la sangre del Cordero y a causa de la palabra de su testimonio; y no amaron sus almas hasta la muerte”.
Concordancias:
ἐνίκησαν (vencieron): cfr. Apoc. II, 7.11.17.26; III, 5.12.21; V, 5; VI, 2; XI, 7; XIII, 7; XV, 2; XVII, 14; XXI, 7.
Αἵμα (sangre): cfr. Apoc. I, 5; V, 9; VI, 10.12; VII, 14; VIII, 7-8; XI, 6; XIV, 20; XVI, 3-4.6; XVII, 6; XVIII, 24; XIX, 2.13.
ἀρνίου (Cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XIII, 8.11; XIV, 1.4.10; XV, 3; XVII 14; XIX, 7.9; XXI, 9.14.22-23.27; XXII, 1.3.
Λόγον (palabra): cfr. Mt. VII, 24.26; X, 14; XIII, 19-23; Mc. II, 2; IV, 14-20.33; VIII, 38; XVI, 20; Lc. VI, 47; V, 1; VIII, 11-13.15.21; IX, 26; XI, 28; Jn. V, 24.38; VIII, 31.37.43.51-52.55; XII, 48; XIV, 23-24; XV, 3.20; XVII, 6.14.17.20; Hech. II, 41; IV, 4.29.31; VI, 2; VIII, 4.14.25.36; XI, 1.19; XIII, 5.7.44.46.48; XIV, 25; XV, 7.35-36; XVI, 6.32; XVII, 11; XVIII, 11; XIX, 10; XX, 32; Fil. I, 14; II, 16; Col. I, 5.25; IV, 3; I Tes. I, 6; II, 13; II Tim. II, 11.15; IV, 2; Tito I, 3; Heb. II, 2; IV, 2; XIII, 7; Sant. I, 18.21-23; I Ped. II, 8; II Ped. I, 19; I Jn. I, 10; II, 5.7.14; Apoc. I, 2-3.9; III, 8.10; VI, 9; XVII, 17; XIX, 9.13; XX, 4; XXI, 5; XXII, 6-7.9-10.18-19.
μαρτυρίαν (testimonio): cfr. Apoc. I, 2; XII, 17; XIX, 10; XX, 4 (Mártires del Anticristo); I, 9 (San Juan); VI, 9 (Mártires del quinto Sello); XI, 7 (2 Testigos). Ver μάρτυς (Testigo) en el Apocalipsis siempre se refiere a personas individuales, Apoc. I, 2.5; II, 13; III, 14; XI, 3; XVII, 16 y Ἐμαρτύρησεν (testificó): Apoc. XXII, 17-18.20. Ver Mt. X, 18; XXIV, 14; Mc. VI, 11; XIII, 9; Lc. IX, 5; XXI, 13; Hech. IV, 33; VII, 44; I Cor. I, 6; II Tes. I, 10; I Tim. II, 6; II Tim. I, 8; Heb. III, 5; Apoc. XV, 5.
Ἀἠγάπησαν (amaron): cfr. Apoc. I, 5; III, 9. Ver. Apoc. XX, 9.
ψυχὴν (alma): cfr. Apoc. VI, 9; VIII, 9; XVI, 3; XVIII, 13-14; XX, 4.
θανάτου (muerte): cfr. Apoc. I, 18;
IX, 6 (?); XX, 13.14 (muerte y hades); II, 11; XX, 6; XXI, 8
(segunda muerte); II, 23; VI, 8; XVIII, 8 (?) (peste); II, 10; XIII,
3.12; XXI, 4 (muerte).
Καὶ οὐκ ἠγάπησαν τὴν ψυχὴν αὐτῶν ἄχρι θανάτου: en el sentido de “y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”. Cfr. Lc. XIV, 26 y Jn. XII, 25.
Notas Lingüísticas:
Notar el énfasis de αὐτοὶ: ellos. Es la Mujer la que vence al Dragón.
Zerwick: “διὰ con acusativo: a causa, sobre una causa remota”.
Zerwick: “λόγον τῆς μαρτυρίας: palabra del testimonio (que dieron por Cristo)”.
Zerwick: “ψυχὴν: en hebreo vida”.
Allo: “Si hay que leer αὐτῶν (su testimonio), como así parece, nos llevaría a creer que, en la expresión “la sangre de Jesús”, Jesús es un genitivo de objeto (ver supra en I, 9). Cfr. I, 2.9; VI, 9; XI, 7; XII, 17; XIX, 10; XX, 4”.
Comentario:
En VI, 9 se habla de los muertos a causa de "la Palabra de Dios" y a causa de "el testimonio que tenían". Aquí no se habla de muerte.
Τῆς μαρτυρίας αὐτῶν (la palabra de su testimonio) ¿Estará relacionado con la predicación de la Mujer a “los habitantes de la tierra”, la cual forma parte de la prédica del Evangelio en todo el orbe del que habla Nuestro Señor en el Discurso Parusíaco?
Este himno se refiere siempre a la Mujer; es como si ella hubiera vencido al demonio en el juicio contra las acusaciones, por medio de la confesión pública de Jesucristo, el cual en virtud de Su Sangre les ha obtenido el perdón de todas sus culpas (I, 5). No se habla en ningún momento de martirio en el sentido de muerte sufrida por Jesucristo.
Drach: “Creemos que (…) se trata de los nuevos hermanos, cuya conversión y victoria, después de haber sido el objeto de una gran lucha entre los ángeles buenos y malos, excita ahora grandes transportes de alegría entre los ángeles y santos del cielo. ¡Pues si por un pecado hay una alegría tan grande en el cielo (Lc. XV, 7-10), cuán grande será la alegría que dará a los ángeles y santos del Antiguo y Nuevo Testamento, la conversión y retorno del pueblo judío! Ver Rom. XI, 12”.
Ribera: “Lo vencieron usando la sangre del Cordero y recibiendo fuerza de él, y dando testimonio de él, incluso si se lo prohíben los enemigos de la verdad”.
12. A causa de esto ¡alegráos cielos y (¿esto es?) los que en ellos tendéis los tabernáculos! ¡Ay de la tierra y del mar porque descendió el diablo (el Calumniador) a vosotros, teniendo furor grande, sabiendo que poco tiempo tiene!”.
Concordancias:
εὐφραίνεσθε (alegráos): cfr. Lc. XII, 19; XVI, 19; Hech. VII, 41; Apoc. XI, 10 (los que habitan sobre la tierra); XVIII, 20 (cielos sobre la destrucción de Babilonia).
οὐρανοὶ (cielos): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 21-22; Hech. VII, 49; Apoc. III, 12; IV, 2; V, 3.13; VIII, 1; X, 1.4-6.8; XI, 12-13.15.19; XII, 1.3.7.8.10; XIII, 6; XIV, 2.13.17; XV, 1.5; XVI, 11.21; XVIII, 1.4-5.20; XIX, 1.14; XX, 1.9.11; XXI, 2.10.
Σκηνοῦντες (tendéis los tabernáculos): cfr. Jn. I, 14; Apoc. VII, 15; XIII, 6; XXI, 3. Ver Apoc. XVIII, 20 donde los que tienden los tabernáculos en los cielos parecen identificarse con los Santos, Apóstoles y Profetas.
Κατέβη (descendió): cfr. Apoc. III, 12; (Jerusalén Celeste); XIII, 13 (fuego); XVI, 21 (granizo); X, 1; XVIII, 1 (San Gabriel); XX, 1 (San Miguel); XX, 9 (fuego); XXI, 2.10 (Jerusalén Celeste). En Lc. X, 18 se usa el verbo πεσόντα (caer).
Διάβολος (diablo): cfr. I Par. XXI, 1 y Sal. CVIII, 6; Mt. IV, 1.5.8.11; XIII, 39; XXV, 41; Lc. IV, 2-3.5-6.13; VIII, 12; Jn. VIII, 44; XIII, 2; Hech. X, 38; Ef. IV, 27; VI, 11; I Tim. III, 6-7; II Tim. II, 26; Heb. II, 14; Sant. IV, 7; I Ped. V, 8; I Jn. III, 8.10; Jud. I, 9; Apoc. II, 10; XII, 9; XX, 2.10.
θυμὸν (furor): cfr. Apoc. XIV, 8.10.19; XV, 1.7; XVI, 1.19; XVIII, 3; XIX, 15.
ὀλίγον (poco): cfr. Apoc. II, 14; III, 4; XVII, 10.
Καιρὸν (tiempo): cfr. Apoc. I, 3; XI, 18; XII, 14; XX, 10.
Notas Lingüísticas:
Zerwick (Graecitas num. 33): “… en los segundos miembros y en las aposiciones al vocativo, siempre se pone el nominativo con artículo, e.g. Apoc. XVIII, 20”.
Citas Bíblicas:
Is. XLIV, 23: “Cantad, cielos, porque Yahvé ha hecho esto, exultad, profundidades de la tierra, prorrumpid en júbilo, oh montañas, tú, selva y todo árbol que hay en ella; porque Yahvé ha rescatado a Jacob, y manifestado su gloria en Israel”.
Apoc. XII, 12: “A causa de esto ¡alegráos cielos y (¿esto es?) los que en ellos tendéis los tabernáculos! ¡Ay de la tierra y del mar porque descendió el diablo (el Calumniador) a vosotros, teniendo furor grande, sabiendo que poco tiempo tiene!”.
Apoc. XIII, 6: “Y abrió su boca para blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Tabernáculo: los que en el cielo tienden sus tabernáculos”.
Apoc. XVIII, 20: “¡Alégrate sobre ella, cielo y (¿esto es?) los santos y los apóstoles y los profetas, pues ha juzgado Dios vuestro juicio contra ella!”.
Comentario:
Sobre el furor:
Apoc. XIV, 8; XVIII, 3: Furor de Babilonia y beben las naciones.
Apoc. XIV, 10: Furor de Dios y beben los que adoran a la Bestia con latría (Harmagedón).
Apoc. XV, 1.7; XVI, 1.19: Furor de Dios y corresponde a las 7 Copas que caen sobre Babilonia (Caída de Babilonia).
Apoc. XIV, 19; XIX, 15: Furor de Dios y Vendimia de la viña (¿Juicio a las Naciones o a Israel?).
Los “cielos” se alegran por la expulsión de Satanás y por la destrucción de Babilonia. Ver Apoc. XI, 15.
“Los que tienden los
tabernáculos en el cielo” se contrapone a “los habitantes de la tierra”.
Los que tienden sus tabernáculos en el cielo o son los santos, es decir, los vencedores de las siete Iglesias, o bien los mártires del quinto sello a los cuales se les sumarían los mártires del Anticristo.
El motivo de la alegría es justamente porque queda poco tiempo para que ellos comiencen a reinar con Cristo.
La Tierra y el Mar serían Babilonia y el Éufrates. El diablo desciende a ellos porque allí está la mujer.
Straubinger: “Las asechanzas de los poderes infernales crecerán, pues, y este lamento final recuerda la advertencia de VIII, 13. La esencia de la historia se sintetiza durante todos los siglos en el combate que el Dragón desencadena para destruir la obra de Cristo, pues desde antiguo está obrando el misterio de la iniquidad (II Tes. II, 7). Pero ahora es arrojado a la tierra (v. 9) y multiplicará su furor porque queda poco tiempo antes de su encierro (XX, 2 s.), preludio de su derrota final también decidida (XX, 9). Nos lo muestra el himno triunfal que aquí entonan los moradores del cielo (cf. IV, 8-11), en primer lugar sin duda las almas que allí clamaban en VI, 10. Dedúcese de aquí una verdad que nuestra pobre carne nos hace olvidar cada día: si el incremento del mal en la tierra es condición indispensable y preanuncio de que se acerca la venida del Señor (II Tes. II, 3; Mt. XXIV, 24; Lc. XVII, 26-30; XVIII, 8, etc.), el espíritu, lejos de turbarse y dejarse engañar (Mt. XXIV, 5-6), debe alegrarse ante la dichosa esperanza que se acerca (Tito II, 13)”.
Swete: “οἱ σκηνοῦντες (los que tendéis los tabernáculos) aquí y en XIII, 6 parece ser equivalente a κατοικοῦντες (los que habitan) y no para indicar una residencia corta o temporaria, como en II Cor. V, 1, donde “mansión terrestre” se opone a “mansión enterna”. Tal vez se evita κατοικεῖν porque en el resto del Apocalipsis se usa para referirse al mundo pagano y en σκηνοῦντες puede haber una referencia a los tabernáculos divinos mencionados en VII, 15 y XXI, 3”.
Drach: “Sabiendo que poco tiempo tiene: Estas palabras prueban, una vez más que, en toda esta visión sobre la lucha de los ángeles se alude, no al hecho pasado de la caída de los ángeles malos, sino a sucesos que se relacionan con el fin de los tiempos”.
Bonsirven: “Morar
traduce el verbo griego skenoun (habitar en una tienda), no para indicar
una habitación pasajera, sino para recordar la Shekinah, residencia de
gloria y misericordia de Dios en medio de los suyos y también la idea
expresada en VII, 15 y XXI, 3: Dios establece su tienda sobre los
bienaventurados como en otro tiempo en el desierto en el tabernáculo de la
alianza”.