Primera Objeción:
En primer lugar, se objeta: No es seguro que los Hebreos hayan partido de Ramesés a la caída del sol, que en el pasaje que he citado del Deuteronomio se trata de la Pascua o del sacrificio del Cordero que se hace hacia la caída del sol.
Respuesta:
Lo que he dicho sobre estos dos artículos basta para hacer ver la debilidad de esta objeción. El texto es claro en lo que respecta al tiempo de la salida de Egipto:
“Inmolarás la Pascual al ponerse el sol, a la hora en que saliste de Egipto” (Deut. XVI, 6).
Por el hecho de que Moisés diga que se inmolará una víctima que llama Pascua, no hay que concluir que los Israelitas no salieron a la caída del Sol, porque el texto es claro más arriba, sino que hay que concluir de este texto formal solo, y más aún cuando se lo une con los del Éxodo y los Números que he citado, hay que concluir, digo, que se le da el nombre de Pascua a otro sacrificio distinto al del Cordero Pascual. Esta consecuencia es indudable, dado que la víctima de que se trata fue inmolada el día quince en el momento en que los Judíos salieron de Ramesés, y por lo tanto, un día después de la inmolación del Cordero. Así se ve en este capítulo la diferencia de los dos sacrificios, que se llaman Pascua. La víctima que se inmoló el catorce, y que lleva más comúnmente el nombre Pascua, era un Cordero o un Cabrito, el otro eran becerros, ovejas, etc.
“Inmolarás en la Pascua ovejas y bueyes al Señor Dios tuyo” (Deut. XVI, 2).
Segunda objeción:
La otra objeción tiene algo de engañoso y está sacado del capítulo XII del Éxodo, donde se dice:
“Comeréis, pues, panes ácimos en el mes primero desde el día catorce del mes por la tarde, hasta la tarde del día veintiuno del mes. No se halle levadura en vuestras casas por espacio de siete días” (vv. 18-19).
Si se cuenta, se dirá, esos siete días desde la primera noche del catorce, donde pretendo que se comió el Cordero, terminarán pues en la primera noche del veintiuno y así el veintiuno no estaría incluido en los días de la Pascua, y no sería una fiesta, lo cual es falso, y en contra de lo señalado en el Levítico, donde el día séptimo se empieza a contar desde el quince, y, por lo tanto, el veintiuno es un día de fiesta que cierra la solemnidad de la Pascua. Por lo tanto, es preciso contar los siete días desde la segunda noche del catorce, y por lo tanto poner allí la manducación del Cordero, pues es por ella que comienza el Ázimo.
Respuesta:
Respondo que mi opinión es tan apropiada para conciliar sobre este tema las diversas maneras de hablar de la Escritura del Antiguo Testamento, como he mostrado que lo era para conciliar a San Juan con los otros tres Evangelistas.
Moisés ordenó en el Éxodo que se comiera pan sin levadura durante siete días, y que desde el primero no se encontrase levadura en las casas:
“Por siete días comeréis panes ácimos, por lo cual desde el primer día apartaréis de vuestras casas la levadura” (Ex. XII, 15),
Y agrega que serán días de fiesta el primer y el último de estos días:
“El primer día tendréis asamblea santa; asimismo el día séptimo os reuniréis en asamblea santa” (v. 16).
Un par de líneas más adelante, agrega todavía estas palabras:
“Comeréis, pues, panes ácimos en el mes primero desde el día catorce del mes por la tarde, hasta la tarde del día veintiuno del mes” (v. 18).
Digo, pues, en primer lugar, que los siete días de los Ázimos se deben contar desde la segunda noche del día catorce, que era el comienzo del quince, y así, la última noche del veintiuno estará incluido en ella, y al mismo tiempo remarco que ésto confirma mi Sistema. Pues en Núm. XXVIII, Moisés distingue el día catorce, cuando se comía el Cordero Pascual, y que no era fiesta, del día quince que sí era.
“El día catorce del primer mes será la Pascua de Jehová. El día quince de este mes será día de fiesta” (vv. 16-17).
Pero, la segunda noche del catorce era fiesta, porque era el comienzo del día quince; por lo tanto, la noche del catorce, cuando se comía la víctima Pascual que difería del quince en que no era fiesta, no es la segunda noche sino la primera, y es exactamente mi opinión.
Agrego, en segundo lugar, que el comienzo de los Ázimos se puede entender de la primera noche del catorce, fecha en que pretendo que se comió el Cordero Pascual y es así que lo tomaron los tres primeros Evangelistas, San Mateo, San Marcos y San Lucas:
“El primer día de los Ázimos, dice San Mateo, los discípulos se acercaron a Jesús, y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” (Mt. XXVI, 17);
“El primer día de los Ázimos, dice San Marcos, cuando se inmolaba la Pascua, sus discípulos le dijeron, etc.” (Mc. XIV, 12);
“Llegó el día de los Ázimos, dice San Lucas, en que se debía inmolar la pascua, etc.” (Lc. XXII, 7).
La razón por la que se llamaba a ese día el primero de los Ázimos, es que se comenzaba a comer pan sin levadura desde entonces, a saber, desde el festín del Cordero Pascual:
“Comerán
la carne en aquella misma noche. La comerán asada al fuego, con panes ácimos y
con hierbas amargas” (Ex. XII, 8).
“No se halle levadura en vuestras casas por espacio de siete días” (Ex. XII, 19).
Y esta denominación no se extendía hasta el día catorce más que por el uso, fundado en el hecho de que se servían desde ese día panes ázimos en el festín del Cordero Pascual.
Así, pues, se dirá, habría ocho días de Ázimos. Respondo que, según las palabras de la Ley y hablando en rigor, no había más que siete, pero según la manera ordinaria de hablar, fundada sobre lo que acabo de decir, había ocho, y que no se trata de una conjetura de la que me valgo por la necesidad de sostener mi Sistema, sino que es del mismo Josefo que la tomo, el cual encerrando en la fiesta de Pascua todas las ceremonias que estaban relacionadas y que representaban a los israelitas todas las circunstancias de su liberación de la esclavitud de Egipto, cuenta expresamente ocho días.
“En recuerdo de aquella escasez, celebramos durante ocho días la fiesta que llamamos los Ázimos” (Libro II, cap. V de las Antigüedades Judaicas).
El P. Ruppert, sin tener en cuenta el testimonio de Josefo concluyó del pasaje del Éxodo que he citado varias veces, que había ocho días de Ázimos. Pues, dice, Moisés cuenta el primer día y además aún siete días de Ázimos.
“Comeréis, pues, panes ácimos en el mes primero desde el día catorce del mes por la tarde, hasta la tarde del día veintiuno del mes” (Ex. XII, 18).
Así, sin forzar nada,
coinciden perfectamente en mi Sistema el Antiguo y el Nuevo Testamento.