lunes, 8 de abril de 2019

El Cielo, la Tierra y el Mar en el Apocalipsis (VII de XIV)


d) A lo cual debemos agregar “los Reyes de la tierra”, pues como podemos ver por este pasaje, se refiere a todas las naciones:

Apoc. XVIII, 1-3: “Después de esto vi otro ángel descendiendo del cielo, teniendo autoridad grande y la tierra se iluminó con su gloria. Y clamó con fuerte voz, diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande y se hizo habitación de demonios y prisión de todo espíritu impuro y prisión de toda ave impura y odiada. Porque del vino del furor de su fornicación bebieron todas las naciones y (¿esto es?) los reyes de la tierra con ella fornicaron y los mercaderes de la tierra con el poder de su lujo se enriquecieron[1].

Apoc. VI, 13-15: “Y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como una higuera arroja sus brevas, por un viento grande sacudida. Y el cielo fue retirado como un libro que se arrolla y todo monte e isla de sus lugares se movieron. Y los reyes de la tierra y los magnates y los tribunos y los ricos y los fuertes y todo siervo y libre se escondieron en las cuevas y en las peñas de los montes”.

Apoc. XVII, 2.5: “Con la cual fornicaron los reyes de la tierra y se embriagaron los que habitan la tierra, con el vino de su fornicación”… Y sobre su frente un nombre escrito, un misterio: “Babilonia la grande, la madre de las fornicaciones y de las abominaciones de la tierra”… La Bestia que has visto, era y no es y va a subir del abismo y a perdición ir; y se maravillarán los que habitan sobre la tierra (de los que no está escrito el nombre en el libro de la vida, desde la fundación del mundo), viendo la Bestia, que era y no es y estará presente”.

Apoc. XVII, 18: “Y la Mujer que has visto es la ciudad, la grande, la que tiene reino sobre los reyes de la tierra”.

Apoc. XVIII, 9.11: Y llorarán y harán luto por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y (¿esto es?) vivieron en el lujo, cuando vean el humo de su incendio. Desde lejos, estando de pie a causa del temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la ciudad, la fuerte, porque (en) una hora vino tu juicio”. Y los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque su cargamento nadie compra ya”.

Apoc. XIX, 19: “Y vi a la Bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos congregados, hacer la guerra contra el sentado sobre el caballo y contra su ejército”[2].

Y lo mismo aquí:

Apoc. XIX, 2: “… porque verdaderos y justos (son) sus juicios, porque ha juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra con su fornicación y ha vengado la sangre de sus siervos, de su mano”.

Esos reyes de la tierra aparecen de nuevo durante el milenio, pero convertidos ya:

Apoc. I, 5-6: “Y de Jesucristo, el Testigo, el fiel, el Primogénito de los muertos y el Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libró de nuestros pecados en su sangre e hízonos reino, sacerdotes para Dios y su Padre; a Él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos; amén.

Apoc. XXI, 24: “Y caminarán las naciones a su luz y los reyes de la tierra traen su gloria a ella”[3].

e) En un solo lugar, el término parece estar relacionado con el suelo:

Apoc. XII, 16: Y ayudó la tierra a la mujer y abrió la tierra su boca y devoró el río que había arrojado el Dragón de su boca”.




[1] Ver el pasaje paralelo:

Apoc. XIV, 8: “Y otro, un segundo ángel, siguió diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, que del vino del furor de su fornicación abrevó a todas las naciones”.

[2] De nuevo, el pasaje paralelo habla de todo el orbe:

Apoc. XVI, 13-16: “Y ví de la boca del Dragón y de la boca de la Bestia y de la boca del Falso Profeta (salir) espíritus tres, impuros, como ranas. Son, en efecto, espíritus de demonios que hacen signos, los que salen a los reyes de todo el mundo habitado, para congregarlos para la guerra del día, el grande, de Dios, el Todopoderoso. He aquí que vengo como ladrón: bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos, para que no ande desnudo ni vean su vergüenza. Y los congregó en el lugar, el que se llama en hebreo “Harmagedón”.

[3] A estos reyes de la tierra se los llamará naciones en el v. 26:

“Y traerán la gloria y el honor de las naciones a ella”.