III) OBJECION
Habiendo mostrado las
principales diferencias será bueno analizar la principal objeción contra
nuestra opinión:
San Pablo, en su II a los Tesalonicenses parece contradecir cuanto acabamos de
afirmar ya que enseña:
v. 8: “Y entonces se revelará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con
el aliento de su boca y reducirá a la inactividad por la manifestación de su Parusía”.
Con lo cual, se
argumenta, tenemos por un lado que este pasaje se refiere a la destrucción del
Anticristo, y por lo tanto coincide con la batalla de Apoc. XIX, y por el otro
se dice que tendrá lugar por medio de la Parusía.
Respuesta:
En primer lugar, y a
fin de delimitar la respuesta, debemos comenzar por decir que no ponemos en
duda la identidad de batallas en II Tes.
y Apoc. XIX con lo cual lo que nos
resta por analizar es la frase “y reducirá a
la inactividad por la manifestación de su Parusía”.
La objeción, sin ningún
lugar a dudas, tiene su peso pero creemos que la dificultad es más aparente que
real.
A) Primero y principal, esta interpretación contradice todos los
otros pasajes que hemos citado en la primera parte, y notemos que no se
trata de uno o dos versículos factibles de otra interpretación sino de varias
citas, todas concordantes entre sí. En buena exégesis lo más lógico es creer siempre
que el pasaje aislado es el que debe adaptarse a todos los otros y no al revés.
Y más aún si tenemos
en cuenta que este versículo no es tan claro como parece y si además, como
veremos enseguida, ha sido interpretado en nuestro sentido por diversos
autores.
Pasando directamente al
texto podemos notar lo siguiente:
B) El término Parusía tiene, en su primera acepción,
un sentido genérico que significa presencia
(opuesto a ausencia) como en Fil. II, 12; I Cor. XVI, 17 y II Cor. X, 10, y en su sentido más
preciso quiere decir venida.
Notemos dos cosas de
este pasaje:
a) En primer lugar, San Pablo contrapone la “parusía” de Nuestro Señor con
la “parusía” del Anticristo, como lo dice claramente en el versículo 9, según la traducción
literal de Jünemann:
“Cuya parusía es, según
operación de satanás en toda virtud, y señales y prodigios mentidos”.
Así, pues, según San
Pablo la parusía del Anticristo será
destruída por la parusía de Nuestro
Señor.
b) En el v. 1 san Pablo habla claramente de la segunda Venida de Nuestro
Señor cuando dice:
“Y os rogamos, hermanos, por la
parusía de nuestro Señor Jesucristo y la reunión nuestra a él: que no
pronto os mováis del entender, ni os intimidéis, ni por espíritu, ni por
palabra, ni por epístola, como nuestra: como que próximo esté el día del Señor”.
Y esto, lejos de
oponerse a nuestra posición, no hace más que favorecerla ya que nos lleva a la
misma diferencia que habíamos visto en el punto 2 sobre los diversos motivos existentes tanto en la batalla
del Harmagedón como en la Segunda Venida, que aquí vuelven a aparecer claramente:
En el v. 1 la Parusía tiene por finalidad nuestra unión con Jesús viniendo en las nubes, de lo cual habla San Pablo
en la I Cor. XV; 50-53; I Tes. IV, 13-18
y Nuestro Señor mismo en el Discurso Parusíaco en Mc. XIII, 27.
Por otra parte, en el v. 8, la Parusía tiene la finalidad exclusiva matar y destruir al Anticristo, tal cual vemos que sucede en el
cap. XIX del Apocalipsis.
Aquí quedan nada más
que dos opciones: o se diferencia el sentido
de la palabra Parusía en los vv. 1 y 8-9 y por lo tanto se distinguen los
tiempos, o por el contrario se identifican los términos y, como corolario, se deben
unir los sucesos.
Pero he aquí que la
simultaneidad de los sucesos es claramente contraria a otros textos explícitos
de la Escritura (además del hecho que sería bastante difícil unirlos coherentemente),
y por lo tanto no quedaría más opción que distinguir los tiempos y el uso del vocablo
“parusía”.