viernes, 3 de julio de 2020

La Disputa de Tortosa (III de XXXVIII)


IV. Breve resumen de las Sesiones.

Sesión 1 a 9

El 7 de febrero comenzó la Disputa con una gran solemnidad y muchedumbre (en promedio, había entre mil y dos mil personas por sesión), no sólo de parte de los católicos sino también de muchos judíos que venían de todas partes del reino y que luego habían de esparcir todo lo sucedido al volver a sus casas. Sin dudas, como lo nota el P. Pacios, esta situación ayudó mucho a las conversiones por todo el reino que no dejaron de multiplicarse con el correr de los meses.

Por expreso mandato de Benedicto XIII, de parte de los judíos debían asistir los Rabinos más sabios de cada región del reino[1] y, de hecho, presenciaron la disputa más de veinte.

La Disputa comenzó, como queda dicho, el 7 de febrero, pero al principio se llevó a cabo únicamente por vía oral.

Jerónimo comenzó aduciendo las razones por las cuales el Mesías ya había venido, pero los Rabinos, que no tenían un frente común, daban diversas y aun contrarias respuestas, dificultando un tanto la discusión.

La sesión 5 marcó un cambio muy importante porque los Rabinos concedieron, sin ninguna condición, que el Mesías ya había nacido antes de la destrucción del Templo, sólo que no se había manifestado. Tan importante fue esta inesperada concesión que Jerónimo pidió quedara asentada por escrito. Allí leemos lo siguiente:

“Entonces el Rabí Matías, confirmando la conclusión del día anterior, confesó abiertamente que el Mesías nació y que estaba o en Roma o en el Paraíso terrestre y que la causa de su ocultamiento fueron los pecados del pueblo, que aunque nació sin embargo, no lo hizo público, y que nació el día de la destrucción del Templo y que fue necesario que naciera aquel día dado que el herido tiene inmediata necesidad del médico[2].


A lo cual contestó Benedicto XIII, en una de sus pocas intervenciones, que el Rabino había dicho la verdad, porque el Mesías estaba en Roma por la autoridad (del Papa) y en el Paraíso por su esencia.

Pronto se dieron cuanta los Rabinos que habían ido demasiado lejos en su concesión y trataron de volver atrás, al principio en forma velada, hasta que al final, en la sesión 9 negaron rotundamente todo cuanto habían concedido, con lo cual Benedicto XIII tuvo que empezar todo de nuevo.

Esto sirvió para introducir dos modificaciones: por un lado, todas las sesiones debían transcribirse y por el otro, los judíos tenían que unificar sus respuestas.

Sesión 10 a 14

En estas cinco sesiones se discutió el argumento de los 6000 años de los que habla el Talmud; años que se dividen en tres partes iguales: 2000 años de la ley natural, 2000 de la ley de Moisés y otros tantos del Mesías.

Tras la sesión 12 tuvieron lugar las primeras conversiones: “Diez judíos notables” que luego lograron convertir a sus familiares, que sumaban unas treinta personas más.

¿El motivo? Lo dicen ellos mismos:

Vemos evidentemente y conocemos con claridad que las razones del maestro Jerónimo son verdaderas, mientras que las respuestas de los rabinos no tienen absolutamente ningún valor[3].

Esto no fue un hecho aislado. Inmediatamente a continuación, el P. Pacios agrega:

“Los rabinos judíos aún insistieron en la sesión siguiente (sesión 13) acerca de la misma autoridad, replicándoles nuevamente Jerónimo en ese mismo día. Pero en la sesión 14 (15 de marzo) renunciaron a la discusión. No hicieron ninguna concesión; se limitaron a decir que creían haber respondido bien, que permanecían en su fe, pero que tras haber deliberado sobre la última réplica de Jerónimo no sabían al presente qué decir, y aun lo que habían dicho lo habían hecho por obedecer al Papa. Este les ofreció más tiempo para deliberar, cosa que ellos no quisieron. En realidad, habían hecho cuanto pudieron para desvirtuar la argumentación de Jerónimo, y al no lograrlo lo achacaron a su poco saber, no a la falsedad de la causa que defendían.

Entre tanto la fama de lo que acontecía en Tortosa se iba extendiendo, y el crédito de los rabinos iba decreciendo entre los judíos a la vista de su argumentación deficiente…”[4].

Y luego de relatar la conversión de trece personas más que habían venido de lejos a presenciar la Disputa, agrega estas importantes palabras:

“No nos ha de extrañar la insistencia con que se advierte que son hombres notables los conversos. Que lo fueran en realidad lo prueba el solo hecho de que se desplazaran desde tan lejos para ir a Tortosa: sólo hombres al menos medianamente pudientes podían hacerlo. Y este fué el gran fruto de la Controversia. San Vicente Ferrer había hecho muchas más conversiones, pero de ordinario entre el pueblo bajo. En cambio, la Controversia provocó esas conversiones en las clases influyentes, y así debilitó sobre manera al judaísmo español[5].

Sesión 15-22

A través de todas estas sesiones Jerónimo continuó alegando diversas razones para probar el punto en discusión: que el Mesías ya había venido, y que las razones parecían convincentes a los oyentes se prueba porque las conversiones continuaron: al final de la sesión 22 pidieron el bautismo 250 judíos, y la razón alegada era la respuesta tan débil de parte de los Rabinos.

Sesión 23-45

En estas sesiones, se pasó a discutir las condiciones del Mesías, tanto según los cristianos, como según los judíos.

Los Rabinos dieron seis condiciones:

1. Que los sacaría de la cautividad, los llevaría a todos a la tierra de promisión y allí los establecería.

2. Que al tiempo de sacarlos de esa cautividad se habían de hacer milagros como se hicieron a la salida de Egipto.

3. Que habían de ser materialmente reedificados Jerusalén y su templo.

4. Que en tiempo del Mesías guardaría Israel la Ley, con todas sus ceremonias y sacrificios, cual se había hecho antiguamente.

5. Que el Mesías había de dominar en paz a todo el universo.

6. Que en tiempo del Mesías había de acaecer la guerra de Gog y Magog.



[1] I.52. Ver la I sesión.

[2] I. 60.

[3] I.63.

[4] Ibid.

[5] I.64.