ARTÍCULO XI
Cuáles fueron las causas y consecuencias de los falsos prejuicios que existieron hasta el presente sobre esta materia
Creo que las causas se pueden
reducir al poco cuidado que se ha tenido hasta el presente en esclarecer este
punto de la historia eclesiástica y a la manera de expresarse en forma equívoca
que tenían los antiguos al tratar este tema.
Desde el Concilio de Nicea, el error de los cuartodecimanos no hizo mucho ruido en la iglesia y el cisma de los que lo continuaron no fue muy extendido. Muchos siglos después de ese gran Concilio se vieron todavía algunos vestigios, sobre todo en Escocia, tal como lo narra el Venerable Beda; pero llegaron a un acuerdo y el grupo de los que permanecieron obstinados se disipó. De esta forma, nada obligó a los sabios a prestar extraordinaria atención al tema de estas antiguas disputas.
Pero el origen principal de los falsos prejuicios al que hemos llegado hasta ahora, ha sido el equívoco del nombre Pascua, del que los historiadores que han hablado sobre los cuartodecimanos han usado sin explicar, dado que en su tiempo se lo entendía en el sentido que se le daba.
El nombre fiesta de Pascua significaba en los primeros cristianos lo que hoy llamamos día de la Pasión; creo haber dado al respecto pruebas indudables. Así como los cristianos inmolaban el Cordero místico en los sagrados misterios la noche del sábado al domingo de Resurrección, e incluso hacían un festín que tenía cierta similitud con la Pascua de los judíos, le daban también el nombre de Pascua a esta solemnidad. Y desde entonces el nombre Pascua tuvo diferentes significados: los cuartodecimanos no lo daban más que para el día de la Pasión y los otros al domingo de Resurrección; o más bien, estos, sin dejar de usarlo para el día de la Pasión, lo entendieron y se lo dieron también al día de la Resurrección, pues Tertuliano, entre otros, lo toman a veces con un significado y a veces con otro. El autor de la Crónica de Alejandría habla de ciertas personas (sin dudas eran los cuartodecimanos) que se escandalizaban que la Iglesia diera el nombre de Pascua al santo día de Resurrección. Ignoran, agrega, el significado de esta palabra. Lo que en griego se dice diabasis, exbasis, hyperbasis, passage, salida, en hebreo se llama Phase o Pascua. La Iglesia llama, pues, con el nombre Pascua no sólo la muerte de Nuestro Señor sino también su vuelta a la vida, pues la muerte y Resurrección ha sido, para el género humano un paso, una liberación, una salida, etc.
Hemos visto por los pasajes de San Agustín y San Ambrosio, que se le daba el nombre de Pascua al espacio de los tres días en los que Nuestro Señor fue crucificado, permaneció en el sepulcro y resucitó. San Epifanio lo aplica incluso a toda la Semana Santa. Pero como el Concilio de Nicea hablaba sobre los cuartodecimanos, tomó esa palabra como el día de la Pasión, tal como lo he probado por la carta de Constantino a las iglesias sobre las decisiones del Concilio; sin embargo, siempre había alguna relación con la fiesta de la Resurrección sobre la que dependía.
Finalmente, al ser abolidas casi por todas partes las costumbres de los cuartodecimanos, el nombre Pascua pasó a ser en muy poco tiempo casi exclusivo solamente del día de la Resurrección y hace varios siglos que no se le da sino a ese día; este uso, pues, tan antiguo es el que ocasionó el error de muchos sabios, que, al leer en los historiadores de los primeros siglos que los cuartodecimanos hacían la Pascua el catorce de la luna, creyeron que ese día hacían la fiesta de la Resurrección, si bien hacían la de la Pasión.
Lo que también causó el malentendido e hizo creer que los cuartodecimanos hacían la fiesta el día de la Resurrección el catorce de la luna, es que Eusebio, hablando de la costumbre de los cuartodecimanos, les opuso el decreto de los Concilios que se reunieron en tiempo del Papa Víctor, por el cual se ordenó que no se haga la fiesta de la Resurrección sino en domingo; pero sin embargo, este decreto no se hizo porque los cuartodecimanos hacían esta fiesta el catorce, sino porque hacían su Pascua el catorce sin importar qué día de la semana cayera, y, por lo tanto, hacían la Resurrección tres días después, y de esta manera ese catorce que tomaban como su única regla, era la causa que hacían a menudo la fiesta de la Resurrección un día distinto al domingo, y esa es la razón del decreto que ordenó no hacer la Resurrección sino el domingo, como lo he explicado antes.
Lo que se puede concluir de la tradición de los
cuartodecimanos a favor del Sistema del teólogo español y en contra de los
otros Sistemas
1. Supongo, después de haberlo probado claramente, que la tradición de los cuartodecimanos era una verdadera tradición, es decir, que seguían para la Pascua, la práctica de San Juan y San Felipe.
2. Esta tradición supone o encierra tres cosas: la primera, que Nuestro Señor hizo la Pascua legal, y es por eso que los cuartodecimanos tenían tanto apego a esta observancia; la segunda, que celebraban la fiesta de la Pascua el catorce de la luna; la tercera, que esta fiesta de Pascua era la fiesta de la Pasión de Nuestro Señor.
El primer artículo destruye el Sistema del R.P. Lami, del Oratorio, el cual pretende que Nuestro Señor no hizo la Pascua Legal el año de su muerte.
Ese artículo, así como el segundo, suponen claramente que Nuestro Señor fue muerto el catorce de la luna, dado que los asiáticos celebraban ese día la fiesta de la Pasión.
Por el mismo principio, parece claro que hacían el festín Pascual la noche que comenzaba el catorce antes de celebrar la fiesta de Pascua, es decir, de la Pasión, y puesto que no obraban así sino porque su tradición les había enseñado que Nuestro Señor había hecho lo mismo al seguir la ley, se sigue que Nuestro Señor había hecho el festín Pascual la primera noche del catorce, y que los judíos hacían lo mismo según la ley, y esta es la proposición del doctor español.
Ahora bien, ¿se puede dudar que esa fue la práctica de los cuartodecimanos? ¿No lo indica el mismo nombre? Si no hubieran hecho el festín Pascual más que la noche que seguía al catorce de la luna y celebrado la fiesta de Pascua, es decir, la de la Pasión, el día quince, se los hubiera llamado quintodecimanos y no cuartodecimanos. No la hubieran festejado sino el quince de la luna y no el catorce.
¿No es decisiva la manera en que el Obispo Policarpo se expresa sobre este punto? Dice que él y sus cofrades, los obispos de Asia, y sus santos predecesores celebraban la fiesta de la Pascua cuando los judíos purgaban sus casas de levadura: celebran la Pascua cuando los judíos arrojaban la levadura de sus casas. Pero no arrojaban la levadura de sus casas el quince de la luna, debiendo estar completamente purgadas al comienzo de ese día según la ley, es decir, desde la primera noche del quince en que empezaba la fiesta de Pascua y los siete días de los Ázimos; se ocupaban de esto el catorce de la luna. Por lo tanto, el catorce de la luna los cuartodecimanos celebraban la Pasión de Jesucristo, que había sido precedida la noche anterior por el festín Pascual y por la celebración de los sagrados misterios.
Por último, siempre se ha tenido en la Iglesia Católica la idea, fundada sobre el testimonio de los antiguos, de que el Concilio de Nicea pretendió no sólo que los Cristianos no se ajustaran ni sobre la costumbre ni sobre el calendario de los Judíos con respecto a la fiesta de la Pascua, sino también que no se coincidiera nunca con ellos en esa fecha; esto no se puede entender en el sentido que los Cristianos no hacían nunca la fiesta de la Resurrección ni de la Pasión en el mismo día que los judíos hacían su fiesta de Pascua. Pues ellos hacen esta fiesta el quince de la luna según la ley:
“El día catorce del primer mes será la Pascua de Jehová. El día quince de este mes será día de fiesta” (Num. XXVIII, 16).
Y supuesto que la hacen después del equinoccio, como la hacen y la hicieron a veces en los primeros siglos de la Iglesia, es imposible que los Cristianos no concuerden con ellos, puesto que cuando el catorce de la luna cae en jueves, hacemos la fiesta de la Pasión el viernes siguiente y por lo tanto, el día de la fiesta de la Pascua de los Judíos. Cuando el catorce es sábado, hacemos la fiesta de la Resurrección el día siguiente, y por lo tanto, el día de la fiesta de la Pascua de los Judíos, como lo he dicho antes.
¿Cuál puede haber sido, pues,
el sentido y la intención que se le atribuye al Concilio? Es que los
Cristianos no hacen la Pascua cristiana al mismo tiempo que los Judíos hacían
la Pascua legal; que la misma noche que los Judíos comían el Cordero Pascual
los Cristianos no inmolaban ni comían el Cordero Místico y no celebraban los
santos Misterios de la Pascua cristiana. Pero, al suponer que los Judíos
comían entonces el Cordero Pascual la segunda noche del catorce, es decir, al
comienzo del quince, los Cristianos del tiempo de Nicea podían concurrir y
concurrían en efecto con ellos en las circunstancias que he señalado. Por el
contrario, supuesto que los judíos comían el Cordero la primera noche del
catorce, los Cristianos nunca podían concurrir con ellos, porque según el
Concilio era preciso que el catorce haya pasado a fin de celebrar el misterio
de la Resurrección. Para concordar, pues, el decreto del Concilio con la
práctica de la Iglesia, hay que concluir que el Concilio creyó que, según la
Ley, los Judíos comían el Cordero Pascual al comienzo del catorce o en la
primera noche de ese día, y no al fin o en la segunda noche. Dejo a los sabios
decidir sobre la solidez de mis conjeturas y razonamientos, como así también
sobre la del Sistema del Teólogo español.