miércoles, 9 de junio de 2021

La designación Neotestamentaria de la verdadera Iglesia como Templo de Dios, por Mons. Fenton (I de V)

Nota del Blog: El siguiente texto está traducido del American Ecclesiastical Review, CXL (1959), pag. 103-117. 

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La función fundamental del tratado teológico de ecclesia Christi es la de explicar el significado del término “la verdadera Iglesia de Jesucristo” en la sentencia “la Iglesia Católica es la verdadera Iglesia de Jesucristo”. Esto debería ser bastante obvio. Todo lo que la scientia divina tiene que decir sobre la fundación divina de la Iglesia, sobre sus notas, cualidad, poderes y relaciones con otras sociedades, no tienen sino poco sentido para quien no está equipado con al menos una comprensión relativamente adecuada y completamente precisa de lo que Dios ha revelado sobre la naturaleza íntima de su Iglesia. Una concepción deficiente de las verdades fundamentales sobre la Iglesia necesariamente debe viciar cualesquiera o todas las otras enseñanzas establecidas en el tratado teológico de ecclesia. 

Tradicionalmente, uno de los métodos más efectivos para agrupar y proponer lo que la revelación pública divina tiene para decir sobre la constitución íntima de la Iglesia, incluye el uso de los diversos nombres o designaciones aplicados a la Iglesia y a sus miembros a través de los libros inspirados del Nuevo Testamento. Cada uno de estos nombres o figuras pone de relieve con claridad alguna sección de la verdad que Dios reveló sobre la naturaleza de la Iglesia[1]. Una de las designaciones más interesantes y significativas es la expresión “templo de Dios” o “templo del Espíritu Santo” que empleó San Pablo como nombre metafórico de la Iglesia Católica. 

Bajo este título se esconden algunas lecciones sobre la Iglesia que son necesarias urgentemente en nuestro tiempo. Estas lecciones se pueden entender solamente cuando se describe con claridad el significado envuelto en el nombre metafórico con una terminología propia o no-metafórica. Tanto la meditación como la predicación de nuestros sacerdotes deberían aprovechar considerablemente una consideración teológica de esas lecciones. 

Para apreciar esta enseñanza, debemos considerar con cuidado tres pasajes de las epístolas de San Pablo en los cuales el Apóstol de los gentiles designa a los miembros de la Iglesia como formando parte del templo de Dios. Primero debemos describir las lecciones o enseñanzas descritas explícitamente en estos pasajes y luego las consecuencias de la designación metafórica “templo de Dios” usada para designar a la Iglesia, la congregatio fidelium (congregación de los fieles). 

San Pablo aplica la metáfora “templo de Dios” a la colectividad de sus lectores, los miembros de la verdadera Iglesia de Jesucristo, tanto en su epístola a los Corintios como a los Efesios. En la I a los Corintios escribe: 

“¿No sabéis acaso que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, le destruirá Dios a él; porque santo es el templo de Dios, que sois vosotros” (I Cor. III, 16-17). 

En este pasaje encontramos tres afirmaciones sobre la Iglesia que son propuestas como verdad de Dios y pertinentes a ese aspecto de la enseñanza revelada sobre la Iglesia que se saca del uso del nombre metafórico “templo de Dios” como designación o título de la Iglesia. Son: 

1) El Espíritu Santo habita dentro de la sociedad de los fieles, que es la Iglesia Católica. 

2) La Iglesia, considerada bajo la metáfora “templo de Dios”, posee una santidad especial. 

3) El que destruye la Iglesia comete una ofensa muy grave contra Dios y va a ser severamente castigado por Él. 

Es obvio que la primera de estas verdades es la clave de la Iglesia que está enfatizada por el uso del término “templo de Dios” como metáfora o designación de la Iglesia. Debemos entender esta verdad si es que hemos de tener un concepto adecuado de la verdadera dignidad que Dios ha dado a la sociedad de los discípulos de su Hijo. Y solamente puede ser entendida cuando la verdad, expresada en lenguaje metafórico o figurado en este documento inspirado, se expresa en términos propios o no-metafóricos. En realidad, la afirmación no-figurada y la explicación de esta verdad es fácilmente accesible a nosotros en la literatura tradicional de la sagrada teología.


 [1] Cf. Fenton, “New Testament Designations of the Catholic Church and of Its Members”, en The Catholic Biblical Quarterly, IX, 1, 2 (Enero, Abril, 1947), 127-146; 275-306.