miércoles, 30 de junio de 2021

Algunas notas a Apocalipsis XII, 10

   10. Y oí una voz grande en el cielo diciendo: “Ahora hecha ha sido la salud y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa ante nuestro Dios día y noche. 

Concordancias: 

φωνὴν μεγάλην (voz grande): cfr. Apoc. I, 10; V, 2.12; VII, 2; VIII, 13; X, 3; XI, 12; XIV, 7.9.15.18; XVI, 1.17; XIX, 1.17; XXI, 3. Ver Apoc. I, 12; IV, 1; XI, 15. 

Ἄρτι (ahora): cfr. Apoc. XIV, 13. 

Ἡ σωτηρία (la salud): cfr. Lc. I, 69.71; XIX, 9; Jn. IV, 22; Hech. IV, 22; XIII, 26.47; Rom. XIII, 11; Ef. I, 13; Fil. I, 28; I Tes. V, 9; II Tim. II,10; III, 15; Heb. I, 14; VI, 9; I Ped. I, 5.10; II, 2; II Ped. III, 15; Jud. I, 3; Apoc. VII, 10; XIX, 1 (en el Apoc. siempre se habla del Padre). 

Ἡ δύναμις (el poder): cfr. Mt. XXIV, 30; XXVI, 64; Mc. IX, 1; XIII, 26; XIV, 62; Lc. XXI, 27; XXII, 69; II Tes. I, 7; Apoc. IV, 11 (Padre); V, 12 (Cordero); VII, 12 (Padre); XI, 17 (Padre); XV, 8 (Padre); XIX, 1 (Padre). Ver II Tes. II, 9; Apoc. I, 16; III, 8; XIII, 2; XVII, 13; XVIII, 3. 

Βασιλεία (reino): cfr. Mt. III, 2; IV, 8.17.23; V, 3.10.19-20; VI, 10.33; VII, 21; VIII, 11-12; IX, 35; X, 7; XI, 11-12; XII, 28; XIII, 11.19.24.31.33.38.41.43-45.47.52; XVI, 19,28; XVIII, 1.3-4.23; XIX, 12.14.23-24; XX, 1.21; XXI, 31.43; XXII, 2; XXIV, 14; XXV, 1.34; XXVI, 29; Mc. I, 15; IV, 11.26.30; IX, 1.47; X, 14-15.23-25; XI, 10; XII, 34; XIV, 25; XV, 43; Lc. I, 33; IV, 5.43; VI, 20; VII, 28; VIII, 1.10; IX, 2.11.27.60.62; X, 9.11; XI, 2.20; XII, 31-32; XIII, 18.20.28-29; XIV, 15; XVI, 16; XVII, 20-21; XVIII, 16-17.24-25.29; XIX, 11-12.15; XXI, 31; XXII, 16.18.29-30; XXIII, 43.51; Jn. III, 3.5; XVIII, 36; Hech. I, 3.6; VIII, 12; XIV, 22; XIX, 8; XX, 25; XXVIII, 23.31; Rom. XIV, 17; I Cor. IV, 20; VI, 9-10; XV, 24.50; Gal. V, 21; Ef. V, 5; Col. I, 13; IV, 11; I Tes. II, 12; II Tes. I, 5; II Tim. IV, 1.18; Heb. I, 8; XII, 28; Sant. II, 5; II Ped. I, 11; Apoc. I, 6.9; V, 10; XI, 15. Ver Apoc. XVI, 10; XVII, 12.17-18 (Babilonia). 

ἐξουσία (autoridad): cfr. Apoc. II, 26; VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XIII, 2.4-5.7.12; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1; XX, 6; XXII, 14. 

Χριστοῦ (Cristo): cfr. Apoc. XI, 15; XX, 4.6. 

ἐβλήθη (arrojado): cfr. Apoc. II, 1014.22.24; IV, 10; VI, 13; VIII, 5.7-8; XII, 4.9.13.15-16; XIV, 16.19; XVIII, 19.21; XIX, 20; XX, 3.10.14-15. 

Ἀδελφῶν (hermanos): cfr. Mt. V, 22-24 (¿paralelo a Mt. XVIII, 21-35?); XII, 46-50; XXV, 40 (¿Mártires del Anticristo?); Mc. III, 31-35; Lc. VIII, 19-21; Apoc. I, 9 (San Juan) VI, 11 (Mártires del quinto Sello); XXII, 9-10 (Mártires del quinto Sello). 

ὁ κατηγορῶν (el acusador): cfr. Hapax en el Apoc. Mt. XII, 10; XXVII, 12; Mc. III, 2; XV, 3-4; Lc. VI, 7; XXIII, 2.10.14; Jn. V, 45; VIII, 6. 

ἡμέρας καὶ νυκτὸς (día y noche): cfr. Lc. II, 37; XVIII, 7; Hech. IX, 24; XX, 31; I Tes. II, 9; II Tes. III, 8; I Tim. V, 5; II Tim. I, 3; Apoc. IV, 8; VII, 15; XIV, 11; XX, 10. 

 

Comentario: 

En Apoc. XI, 15.17 se habla del Padre y el Cordero y lo mismo aquí, al hablar de “nuestro Dios y su Cristo”. Ver Sal. II, 2. 

La autoridad que aquí se alaba parece ser la que vemos en XVI, 9. 

Straubinger: “Ha llegado la salvación: En el N.T., como en el Antiguo, se entiende por salvación no el día de la muerte de cada uno, sino el día de la glorificación que recibirá Cristo ante las naciones y ante Israel (Lc. XXI, 28; Rom. VIII, 23). Lo mismo se dice aquí de su poderío (como en XI, 17; XIX, 6, etc.) en que se cumplirá la promesa del Sal. CIX, 3, pues Él está ahora como Sacerdote del Santuario celestial intercediendo por nosotros (Rom. VIII, 34; Heb. VII, 24 s.; VIII, 1 ss.) “aguardando lo que resta” para el momento que aquí describe S. Juan (Heb. X, 12 s.; II, 8)”. 

Straubinger: “Acusador: Satán significa, en hebreo, acusador o calumniador. Lo mismo significa en griego la voz diablo. De nuestros hermanos: (Miq. V, 3; cf. Mt. XXV, 40). Fillion hace notar que el ejemplo del indicativo presente en el griego señala un hecho perpetuo. Sobre este hecho véase I Par. XXI, 1-2; Job I, 6 ss.; II, 1 ss.; Zac. III, 1 s., etc.”. Es notable que el espíritu del mal no tenga en ningún idioma nombre sustantivo sino adjetivo, a la inversa de Dios, cuyo nombre es Yahvé, el sustantivo por antonomasia, o sea “El que es” (Ex. III, 14). Es que el espíritu maligno es “el que no es”; quiere decir que no es un principio del mal que exista por sí mismo y que pueda hacer frente a Dios (como Ahrimán a Ormuzd en la religión persa de Zoroastro), sino una simple creatura rebelde a su creador. Cf. Jud. 9; Zac. III, 2; Ez. XXVIII, 11 ss. y notas). El misterio del gran poder de Satanás está en que el hombre se le entregó voluntariamente, prefiriendo pertenecer a él antes que a Dios (cf. Sab. II, 24 y nota)”. 

Allo: “La forma κατήγωρ (acusador)... es análoga a συνῆγορος (defensor), cualidad de Miguel que se opone al acusador Satán en los Midrashim”. 

Wikenhauser: “Según el AT y el judaísmo contemporáneo de Cristo, Satán no es un ángel caído, sino un miembro de la corte divina, donde tiene la función de “fiscal” o acusador de los hombres ante Dios. Tal aparece en el libro de Job (I, 1 ss) y sobre todo en el de Zacarías (III, 1 ss), donde acusa al sumo sacerdote Josué. También para el apocalipsis, Satán ocupa un puesto en el cielo (XII, 8. Cfr. Lc. X, 18), donde actúa como censor, acusando ininterrumpidamente a los hermanos (los justos) de infidelidad ante Dios y sometiéndolos a duras pruebas (Lc. XXII, 31). Pero en el NT en general, Satán es un personaje esencialmente hostil a Dios; es exactamente el polo opuesto a Dios (Jn. XII, 31; II Cor. IV, 4)”. 

Fillion: “Qui accusabat: El empleo del indicativo presente en el griego denota un hecho perpetuo”. 

Swete: “Comparar el estallido de voces al sonido de la séptima Trompeta (XI, 15)”. 

Swete: “El reino: no está calificado por del mundo como en XI, 15; es la soberanía, el imperio en abstracto lo que está en vista aquí. Se le atribuye a “nuestro Dios”, es decir, al Padre; al Hijo como a su Ungido (Sal. II, 2) pertenece “la autoridad”, que ejercita como don del Padre (Sal. II, 8; Mt. XXVIII, 18; Jn. XVII, 2)”. 

Swete: “En los escritos Rabínicos Satanás o Samael es el acusador de Israel, mientras que Miguel aparece como su defensor; cf. Shemoth Raba, f. 121, 2: “Cuando los israelitas salieron de Egipto, estaba el ángel Samael acusándolos”; ib. 129, 2: “Si el hombre observa los preceptos… entonces Satanás está ahí para acusarlo, pero también está su abogado”; Vayyikra Rabba, f. 164, 3: “Satanás acusa a los hombres todos los días del año, excepto el día de la expiación”; Shemoth Raba, f. 117, 3: “R. José dijo que Miguel y Samael son parecidos… Satanás acusa mientras que Miguel propone los méritos de los Israelitas”. 

Ecumenio: “¡Qué gran modestia la de los santos ángeles! ¡Cómo se han convertido en imitadores de su propio Señor! Llaman “hermanos” a los hombres. ¿Y qué hay de extraño en ésto, cuando nuestro común Señor no juzgó indigno llamarles igual diciendo: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos; te cantaré en medio de la Iglesia?”. 

Drach: “Ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos: nos parece que todo esto se relaciona muy particularmente con los judíos. Se trata de hermanos que el demonio acusaba de una manera y con una insistenacia muy particular, para impedir las misericordias de Dios para con ellos”. 

Ribera: “El acusador de nuestros hermanos: Aretas, Ansberto, Haymo y otros dicen que no sólo se refiere a los hombres, sino también a los ángeles que, aunque son de distinta naturaleza que nosotros, sin embargo, no menosprecian llamarse nuestros hermanos, ya que Cristo nos llamó hermanos y porque hemos de participar en la misma gloria que ellos”. 

Ford: “El himno de Apoc. XII desarrolla los temas de XI, 15b, Cristo reinará, y de XI, 17-18, la presencia de Cristo que trae consigo el juicio. Su trasfondo judío es claro. La madre del Ungido es la comunidad judía”. 

Ford: “La autoridad: El cuarto sustantivo del material hímnico del v. 10, "autoridad", se asocia únicamente con el Ungido. Es importante que no sea indefinido. No se trata de la autoridad en general, sino de la autoridad ganada con su sangre y que inspira a los mártires (v. 11). La autoridad de Cristo y la caída de Satanás están estrechamente relacionadas. Complementan la visión del vidente de V, 5 (la victoria del Cordero; cf. VII, 14), pero de estos textos se desprende que la victoria y la autoridad del Ungido no se limitan a la victoria sobre Satanás, sino que son también una victoria sobre la primera y la segunda muerte. Lo más importante es que este himno muestra esa estrecha unión de los mártires, la iglesia, con Cristo: Su victoria debe ser celebrada por todo el universo”.