domingo, 6 de junio de 2021

Algunas notas a Apocalipsis XII, 4-5

   4. Y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. Y el Dragón se puso de pie ante la Mujer, la que va a dar a luz, a fin de que, cuando dé a luz, a su hijo devore. 

Concordancias: 

οὐρὰ (cola): Sólo en el Apoc. IX, 10.19. 

στέρων (estrellas): cfr. Mt. XXIV, 29; Mc. XIII, 25; Apoc. I, 16.20; II, 1.28; III, 1; VI, 13; VIII, 10-12; IX, 1; XII, 1; XXII, 16. 

δράκων (Dragón): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. 3.7.9.13.16-17; XIII, 2.4.11; XVI, 13; XX, 2. 

γυναικὸς (mujer): cfr. Is. LIV, 6; Jer. III, 6-10; Ez. XVI, 8; Os. II, 19-20; Apoc. II, 20; IX, 8; XII, 1.6.13-17; XIV, 4; XVII, 3.4.6-7.9.18; XIX, 7; XXI, 9. 

Μελλούσης (va a): cfr. Apoc. I, 19; II, 10; III, 2.10.16; VI, 11; VIII, 13; X, 4.7; XII, 5; XVII, 8. 

τεκεῖν (dar a luz): cfr. Mt. I, 21.23.25; II, 2; Lc. I, 31.57; II, 6-7.11; Jn. XVI, 21; Gal. IV, 27; Apoc. XII, 2.5.13. 

τέκνον (hijo): Apoc. II, 23; XII, 5. 

κατάφαγε (devore): cfr. Apoc. X, 9-10; XI, 5; XX, 9. 

 

Comentario: 

San Victorino: “… más acertadamente, se debe entender de los ángeles a él sometidos cuando, siendo aún su rey, cayera de su morada”. 

Drach: “El verbo “se puso” está en pasado, únicamente porque San Juan da cuenta de una visión que tuvo. Esta visión es un hecho pasado, pero lo que significa es futuro y está indicado en los versículos siguientes”. 

Bonsirven: “Estas estrellas, probablemente, como en Enoc (XVIII, 13-16), son ángeles caídos, seducidos por su jefe y atraídos a su rebelión; su número considerable atestigua el poder de Satanás”. 

 

5. Y dio a luz un hijo varón, que va a destruir todas las naciones con vara férrea y fue arrebatado su hijo hacia Dios y hacia su trono. 

Concordancias: 

ἔτεκεν (dio a luz): cfr. Mt. I, 21.23.25; II, 2; Lc. I, 31.57; II, 6-7.11; Jn. XVI, 21; Gal. IV, 27; Apoc. XII, 2.4.13. 

ἄρσεν (varón): cfr. Apoc. XII, 13. 

Ποιμαίνειν (destruir): cfr. Apoc. II, 27; XIX, 15. En Mt. II, 6 y Apoc. VII, 17 significa “apacentar”. Ver Sal. II. 

ἔθνη (naciones): cfr. Apoc. II, 26; V, 9; VII, 9; X, 11; XI, 2.9.18; XIII, 7; XIV, 6.8; XV, 3-4; XVI, 19; XVII, 15; XVIII, 3.23; XIX, 15; XX, 3.8; XXI, 24.26; XXII, 2. 

Ῥάβδῳ σιδηρᾷ (vara férrea): cfr. Apoc. II, 27; XIX, 15. Ver Num. XXIV, 17-19; Heb. I, 8; Apoc. IX, 9; XI, 1. 

ἡρπάσθη (arrebatado): cfr. Hapax en el Apoc. cfr. Hech. VIII, 39; II Cor. XII, 2.4; I Tes. IV, 17. Ver Mt. XI, 12; XII, 29; XII, 19; Jn. VI, 15; X, 12.28-29; Hech. XXIII, 10; Jud. I, 23. 

τέκνον (hijo): Apoc. II, 23; XII, 4. 

 

Notas Lingüísticas: 

Ἄρσεν: “Neutro. Varón; aposición (no atributo) a υἱόν (hijo)”, masculino. 

Allo: “ἄρσεν, neutro... (Charles) ve aquí un hebraísmo; es una aposición enfática de υἱόν: “un hijo, un ser masculino”. Cfr. Is. LXVI, 7 (LXX)”. 

Allo: “ἐν (con), instrumental, como en Sal. II, 9 (LXX), cuyas palabras son ciertamente una cita: ποιμανεῖς αὐτοὺς ἐν ῥάβδῳ σιδηρᾷ”.

  

Citas Bíblicas: 

El hijo varón es el mismo de Is. LXVI, 7 s: 

“Antes de estar de parto

ella ha dado a luz;

antes que le sobreviniesen dolores

ha dado a luz a un hijo varón.

¿Quién oyó jamás cosa tal?

¿Quién vio cosa semejante?

¿Un país se hace acaso en un día?

¿O nace una nación de una vez?

Pues antes de sentir los dolores

Sión dio a luz a sus hijos”. 

 

Comentario: 

La destrucción de la que aquí se habla recién se llevará a cabo en el Juicio de las Naciones. 

Straubinger: “Fillion, recordando a Primasio, explica que se trata de un nacimiento espiritual y señala que la mención del cetro de hierro alude a II, 27; XIX, 15; Sal. II, 9, por lo cual “el recién nacido no es el Cristo en su humillación tal como apareció en Belén, sino el Mesías omnipotente y rey del mundo entero” (XI, 15 ss). Su arrebato “para Dios y para el trono suyo”, parece encerrar los misterios que se describen en Sal. CIX, 1 ss; Dan. VII, 13 ss, o sea, los de la glorificación de Cristo, tanto a la diestra del Padre cuanto en su triunfo final a la vista de las naciones (cfr. V, 7 y nota; Sal. XLIV, LXXI, XCV-XCVIII, etc.). Los que ven en la Mujer a Israel, como esposa y repudiada de Yahvé (Is. LIV, 1 ss), sostienen que ella dará a luz espiritualmente a Cristo el día de su conversión (cfr. XI, 13) después de haberlo dado a luz prematuramente, sin estar preparada para recibirlo, cuando “Él vino a su propia casa y los suyos no lo recibieron” (Jn. I, 11). Cfr. Is. LXVI, 7 s; Miq. V, 2”. 

Dos cosas para observar en esta importante nota: 

1) La última parte (“Los que ven a la Mujer…”) es una clara alusión a Lacunza. 

2) La correcta traducción que da aquí de Jn. I, 11, a diferencia de lo que traduce en el evangelio mismo. 

San Victorino: “Ha de regir a todas las gentes con vara de hierro: la vara de hierro es la espada, pues todas las gentes han de estar bajo las armas del Anticristo contra los santos: ambos (las gentes y el Anticristo), dice, caerán a espada”. 

Boismard: “1) El niño engendrado por la mujer representa ciertamente al Mesías anunciado por el Sal. II, 9 (cf. XII, 5). Es más difícil comprender por qué este Mesías es trasladado desde su nacimiento cerca del trono de Dios. Quizá haya que ver en XII, 3 una alusión, no ya al nacimiento terrestre del Mesías, sino al parto doloroso en que se engendra al nuevo pueblo de Dios, en la línea de las profecías del Antiguo Testamento y de las tradiciones judías (cf. Jn. XVI, 21). 

2) Algunos rasgos de la descripción de la mujer se aplican al pueblo de Dios y no a María. Así la mujer, después de haber dado al mundo al Mesías, debe huir al desierto para esquivar los ataques del Dragón (XII, 6.14); el tiempo que ha de durar la persecución del Dragón contra la mujer (1260 días, un tiempo, más tiempos, más medio tiempo) corresponde al tiempo de la persecución contra el pueblo de Dios, sea según la profecía de Daniel (VII, 25; XII, 7), sea según el Apocalipsis (XI, 2-3; XIII, ,5). Asimismo, la alusión al “resto de los hijos” de la mujer (XII, 17) parece favorecer la interpretación colectiva más que la individual. Hay que rechazar pues la opinión de los que sostienen que la mujer representa, ya exclusivamente, ya en sentido primario, a María, la madre personal de Cristo. Según una concepción atestiguada en el Antiguo Testamento, en el judaismo y en Qumrán, la mujer simboliza en sentido primario al pueblo de Dios que engendra al Mesías y al pueblo mesiánico. 

Con todo, hay que preguntarse si en sentido secundario la mujer no simbolizará también a María, la madre personal de Cristo. Para responder afirmativamente no basta decir que, a los ojos de un cristiano, la “mujer que engendra al Mesías” debía necesariamente evocar a María, madre de Jesús. Habría, en efecto, que probar que el autor del Apocalipsis quiso dar una importancia especial a María en cuanto madre personal de Cristo. Más serio es el argumento tomado de Gen. III, 15. En efecto, es cierto que la mujer del Apocalipsis (cap. XII) está descrita con referencia a Eva: ésta fue tentada por Satán, “la antigua serpiente” (XII, 9; cf. Gen. III, 1 ss), ésta engendró con dolor (XII, 2; cf. Gen. III, 16), ésta es el blanco de las persecuciones de Satán (XII, 6.14; cf. Gen. III, 15), ella y toda su descendencia (XII, 17; cf. Gen. III, 15). Pero para el autor del Apocalipsis, la Eva de Gen. III, 15 ¿anunciaba a María o sencillamente al pueblo de Dios, llamado a vengarse de la serpiente que le había seducido? 

En definitiva, la Mujer de Apoc. XII representa ciertamente, en sentido primario, al pueblo de Dios que engendra al Mesías y los tiempos mesiánicos. ¿Quiso el autor del Apocalipsis representar también a María, la madre personal del Mesías? Es posible, pero los argumentos que se hacen valer en este sentido no son quizá suficientes para imponer la convicción”. 

Biblia de Vence: “Este hijo varón que debe regir a las naciones con un cetro de hierro es evidentemente Jesucristo, según lo testifica san Juan más adelante cuando, hablando de Jesucristo, dice: “Él destruirá las naciones con vara férrea” (XIX, 15)”.