9. Y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas, las llenas de las siete plagas, las postreras, y habló conmigo diciendo: “(Ven) aquí, te mostraré la Esposa, la Mujer del Cordero”.
Concordancias:
Καὶ ἦλθεν εἷς ἐκ τῶν ἑπτὰ ἀγγέλων τῶν ἐχόντων τὰς ἑπτὰ φιάλας… καὶ ἐλάλησεν μετ’ ἐμοῦ λέγων Δεῦρο, δείξω σοι… (y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas… y habló conmigo diciendo: “(Ven) aquí, te mostraré…”.) = Apoc. XVII, 1.
Ἀγγέλων (ángel): cfr. Mt. XI, 10; Mc. I, 2; Lc. VII, 27 (San Juan Bautista); Lc. VII, 24; IX, 52 (mensajeros); Sant. II, 25 (dos mensajeros de Josué); Apoc. I, 1; V, 2; VII, 2; VIII, 3-5; X, 1.5.8-10; XIV, 6.8-9.15.18; XVIII, 1.21; XIX, 17; XXII, 16 (San Gabriel); VIII, 2.6.8.10.12-13; IX, 1.13-14; X, 7; XI, 15 (7 Arcángeles que tocan las siete trompetas); I, 20; II, 1.8.12.18; III, 1.7.14 (Jerarquía); III, 5; V, 11; VII, 1.2.11; XIV, 10 (ángeles); IX, 11 (ángel del abismo); IX, 14-15 (ángeles malos de la sexta Trompeta); XII, 7 (ángeles de San Miguel); XII, 7.9 (ángeles de Satanás); XIV, 17.19 (un ángel con la hoz afilada); XV, 1.6-8; XVI, 1; XVII, 1.7; XXII, 8 (ángeles de las siete Copas); XVI, 5 (ángel de las aguas); XX, 1 (San Miguel); XXI, 12 (12 Apóstoles); XXII, 6 (¿Cristo?).
Φιάλας (copa): cfr. Apoc. V, 8; XV, 7; XVI, 1-4.8.10.12.17; XVII, 1.
Γεμόντων (llenas): cfr. Apoc. IV, 6.8; V, 8; XV, 7; XVII, 3-4.
πληγῶν (plagas): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 18.20; XI, 6; XIII, 3.12.14; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXII, 18.
ἐσχάτων (postreras): cfr. Apoc. II, 19; XV, 1.
Λέγων (habló): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4; XVII, 1; XXI, 15 (siempre San Gabriel excepto X, 8). Ver Apoc. XIII, 5.11.15.
Δεῦρο (ven aquí): cfr. Mt. XIX, 21; Mc. X, 21; Lc. XVIII, 22; Jn. XI, 43; Hech. VII, 3.34; Apoc. XVII, 1.
Δείξω (mostraré): cfr. Apoc. I, 1; IV, 1; XVII, 1; XXI, 10; XXII, 1.6.8.
Νύμφην (esposa): cfr. Jn. III, 29; Apoc. XXI, 2; XXII, 17. Ver Apoc. XVIII, 23.
Γυνὴ (Mujer): cfr. Is. LIV, 6; Jer. III, 6-10; Ez. XVI, 8; Os. II, 19-20; Apoc. II, 20; IX, 8; XII, 1.4.6-7.14-16; XIV, 4; XVII, 3.4.6-7.9.18; XIX, 7.
Ἀρνίου (Cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XII, 11; XIII, 8.11; XIV, 1.4.10; XV, 3; XVII, 14; XIX, 7.9; XXI, 14.22-23.27; XXII, 1.3.
Notas
Lingüísticas:
Zerwick: “γεμόντων (llenas): genitivo que coincide con ἀγγέλων (ángeles), cuando debería referirse a φιάλας (copas) (que está en acusativo).
Comentario:
Straubinger: “El mismo ángel que antes le presentó la ramera (XVII, 3), le muestra ahora la novia. Cfr. IV Esd. X, 25 ss”.
Allo: “… en este caso, como en la visión del cap. VII, 9-17, la diferencia de tiempos verbales, sea presente, sea futuro, se observa muy claramente” (Introducción).
Allo: “Este versículo corresponde completamente con XVII, 1 en cuanto a la puesta en escena y las palabras mismas. Es posible que sea el mismo ángel que, en XIX, 9, después de haber mostrado la ruina de Babilonia, hacía alusión a las nupcias del Cordero. La “Novia” es la antítesis de la Cortesana…”.
Wikenhauser: “En un episodio anterior (XVII, 1 ss), uno de los ángeles de las copas dio a conocer a Juan la ciudad de Babilonia, la ciudad mundana, presentándosela bajo los rasgos de una meretriz lujosamente vestida; otro de los mismos ángeles le hace contemplar ahora la magnificencia de la ciudad de Dios, bajada del cielo a la tierra. La nueva Jerusalén constituye, en efecto, el polo opuesto de Babilonia; de ahí la descripción tan minuciosa, que pone de relieve los aspectos en que contrasta el esplendor de ambas ciudades. El título de esposa de Cristo, que se da siempre a los elegidos o a la Iglesia, se aplica aquí a la ciudad de Jerusalén y no sin razón, siendo Jerusalén la morada de la comunidad de los elegidos, unida para siempre al Cordero”.
Caballero Sánchez: “La visión está en perfecto contraste con la de la Ramera. La introduce un prólogo análogo y la clausura un epílogo idéntico (…) La escena es paralela a la del cap. XVII, 1 ss. en que se presenta el mismo “ángel” (…) La intención del texto es notoria al identificar este mensajero que revela el misterio de la Reina entronizada con aquel que reveló el misterio de la Reina destronada (…) A la estatua de los metales pulverizados sucede el “monte que hincha toda la tierra”, sobre el cual reina la Ciudad-santa de los bienaventurados de la primera resurrección”.
Fillion: “Unus de septem. Con respecto a estos ángeles y sus copas ver XV, 1.6; XVII, 1. La fórmula es la misma que en el último pasaje, lo que prueba que el mismo mensajero celeste fue encargado de revelar una después de otra a Juan la ruina de la prostituta y la gloria de la esposa”.
Fillion: “Ostendam tibi. Según el v. 2, el narrador venía de percibir esta esposa mística, pero solamente de una manera rápida; la revelación actual se la va a manifestar completamente”.
Primasio: “(Ven) aquí, te mostraré la Esposa, la Mujer del Cordero, es decir, la Iglesia. Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la ciudad, la santa Jerusalén, descendiendo del cielo desde Dios. Esta es, según el testimonio de la Verdad, la ciudad puesta sobre el monte (Mt. V; Is. II; XLI)”.