3. Y oí una voz grande desde el trono que decía: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres y fijará su tabernáculo con ellos y ellos sus pueblos serán, y Él “el Dios con ellos” será
Concordancias:
ἤκουσα (oí): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIII, 9; XIV, 2.13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 1.6; XXII, 8.17-18. Ver Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 22-23.
Φωνῆς μεγάλης (voz grande): cfr. Apoc. I, 10; V, 2.12; VII, 2; VIII, 13; X, 3; XI, 12; XII, 10; XIV, 7.9.15.18; XVI, 1.17; XIX, 1.17. Ver Apoc. I, 12; IV, 1; XI, 15.
Θρόνου (trono): cfr. Mt. V, 34; XXIII, 22; Hech. VII, 49; Heb. IV, 16; VIII, 1; XII, 2; Apoc. I, 4; III, 21; IV, 2-6.9-10; V, 1.6-7.11.13; VI, 16; VII, 9-11.15.17; VIII, 3; XI, 16; XII, 5; XIV, 3; XVI, 17; XIX, 4-5; XX, 11-12; XXI, 5; XXII, 1.3. Ver Apoc. II, 13; XIII, 2; XVI, 10.
Σκηνώσει (fijará su tabernáculo): cfr. Jn. I, 14; Apoc. VII, 15; XII, 12; XIII, 6. Ver Apoc. XVIII, 20 donde los que tienden los tabernáculos en los cielos parecen identificarse con los Santos, Apóstoles y Profetas.
λαοὶ (pueblos): cfr. Mt. I, 21; II, 6; Lc. I, 17.68.77; Apoc. V, 9; VII, 9; X, 11; XI, 9; XIII, 7; XIV, 6; XVII, 4.15.
Citas
Bíblicas:
Jn. XVII, 24: “Quiero que estén conmigo en donde Yo esté, para que vean la gloria mía, que Tú me diste”.
Comentario:
Straubinger: “La morada de Dios entre los hombres: Algunos suponen a este respecto que la substancia de los elementos adquirirá nuevas cualidades convenientes y relativas a nuestros cuerpos inmortales. Otros observan que en esta consumación definitiva de los misterios de Dios seremos en realidad nosotros, y no las cosas eternas, los que nos transformaremos, como "nueva creación" (II Cor. V, 17; Gál. VI, 15) y asumiremos como tales esa vida divina. Desde ahora la poseemos por la gracia, pero entonces la disfrutaremos plenamente con lo que se ha llamado el lumen gloriæ. Porque esa vida eterna, sin fin, tampoco tuvo principio y nosotros fuimos, desde la eternidad, elegidos para poseerla gracias a Cristo (ver Ef. I, 1 ss y notas) y con Él y en Él como los sarmientos en la vid (Jn. XV, 1 ss.), como los miembros en la cabeza (Col. I, 19). ¿No es ésta la Jerusalén "nuestra madre" de que habla el Apóstol en Gál. IV, 26? ¿No es este el Tabernáculo "que hizo Dios y no el hombre" (Hebr. VIII, 2), "el mismo cielo" donde entró Jesús (Hebr. IX, 24), "la ciudad de fundamentos cuyo artífice y autor es Dios" a la cual aspiraba Abrahán (Hebr. XI, 10), "la ciudad del Dios vivo, Jerusalén celeste" a la cual convoca San Pablo a todos los hebreos (Hebr. XII, 22)? Ella viene aún como novia, no obstante haberse anunciado desde XIX, 6 ss las Bodas del Cordero. ¿Encierra esto tal vez un nuevo misterio de unidad total, en que habrán de fundirse las bodas de Cristo con la Iglesia y las bodas de Jehová con Israel? (Ver XIX, 9 y nota). He aquí ciertamente el punto más avanzado, donde se detiene toda investigación escatológica y que esconde la clave de los misterios quizá postapocalípticos del Cantar de los Cantares (ver nuestra introducción a ese Libro).
Allo: “El “Dios con ellos” será Él mismo su Dios. Cfr. Is. VII, 14, nombre del Mesías predicho”.
Allo: “Cfr. Ez. XXXVII, 27: “Mi habitación estará encima de ellos; Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”; id. Jer. XXXI, 33; Zac. VIII, 8; Gén. XVII, 8; Lev. XXVI, 11-12, citado libremente por II Cor. VI, 16”.
Allo: “La frescura y penetrante suavidad de los versículos 3-4 recuerdan la descripción de VII, 15-17. Dado que se habla de Dios en tercera persona, y creemos, también del “Emmanuel”, que será su Dios, la voz que pronuncia estas palabras debe ser angélica, la de un “Ángel del Rostro”. Ahora se ve claramente aquí, como en XIII, 6, que σκηνώσει no significa una habitación temporaria; cfr. Heb. supra”.
Gelin: “La lección “sus pueblos”, la mejor comprobada (A, S,) ha sido introducida sin dudas por influencia de los pronombres plurales precedentes”.
Gelin: “La voz que sale del trono es probablemente la de un kérub, y el trono no parece ser el mismo de XX, 11, que estaba simplemente puesto para el juicio, sino el de IV, 2. La palabra σκηνὴ, como en VII, 15, esconde sin dudas el hebreo Sékinah, que expresa la idea de presencia y actividad divinas. Lo que sigue es la fórmula de una alianza muy íntima (cfr. Ez. XXXVII, 27; Jer. XXXI, 33)”.
Wikenhauser: “En este momento una voz del cielo, probablemente uno de los cuatro vivientes, explica al vidente el sentido y el fin de cuanto ha visto, especialmente de la nueva Jerusalén. Aquí se hará realidad la íntima comunión de vida entre Dios y su pueblo escogido, anunciada por los antiguos profetas para el tiempo de salvación: “Estableceré mi morada en medio de vosotros y nunca os aborreceré; marcharé en medio de vosotros, seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (Lev. XXVI, 11); Jer. XXXI, 33; Ez. XXXVII, 27; Zac. VIII, 8. Solo que entonces la comunidad de Dios no estará ya constituida pro un solo pueblo, como en el pasado, sino por todas las naciones…”.
Bartina: “Dios acampará o plantará su tienda (σκηνώσει) con los hombres. Se significa una presencia especial de Dios entre los suyos. Pero, como Dios ya había plantado su tienda entre los hombres al encarnarse Jesucristo (Jn. I, 14), ha de tratarse aquí de otra presencia sin velos y definitiva, que no puede ser otra que la gloria eterna. El segundo portento es una constante bíblica. Según las profecías antiguas, Dios estará con su pueblo; éste será pueblo propio suyo y Jehová será su Dios, con lo cual le vendrá toda clase de felicidades y éxitos (Ex. VI, 7; Lev. XXVI, 11-12; Jer. XXXVIII, 33, griego; Ez. XXXVII, 27; Zac. VIII, 8). Cuando el pueblo no cumple los compromisos de la alianza, Dios se retira; cuando vuelve a ser fiel, Jehová regresa a su templo (Ez. XLIII, 1-9; XLVIII, 35). Aquí aparece una variación significativa. Mientras en el Antiguo Testamento se hablaba siempre de un solo pueblo, el judío, ahora se habla de muchos pueblos, de todos los pueblos (λαοὶ), porque en la alianza nueva han entrado participantes de todas las tribus, lenguas, razas y naciones (V, 10; VII, 15-17). De la intimidad beatificante de Dios con su pueblo definitivo habrá podido participar la universalidad de los hombres”.
Bartina: “La frase ὁ Θεὸς μετ’ αὐτῶν en su fondo hebreo equivale a 'Immanu'el, Manuel, “Dios con nosotros” (Is. VII, 7; VIII, 8; Mt. I, 23; Ex. III, 12; Ez. XLVIII, 35). De donde “el Dios con ellos” es un nombre propio de Dios o de Cristo. El sentido es, pues, que el mismo Emmanu-el será su Dios. En este momento tendrán su supremo cumplimiento las profecías de la presencia íntima y familiar de Dios con los hombres”.
Martindale: “La Sekinah se hace permanente: cf. Is. VII, 7; VIII, 8.10: “Dios con nosotros”, Emmanuel. La idea de la tierra santa y la ciudad santa como novia de Jehová era de tiempo inmemorial; cf. la misión mesiánica Mt. XX, 1; XXV, 1; Jn. III, 29, y la doctrina de San Pablo sobre la unión de la Iglesia y de cada alma con Cristo, p.e. II Cor. XI, 2; Ef. V, 25”.
Caballero Sánchez: “¡Bodas inefables! ¡Qué frescura y penetrante suavidad en unión tan íntima y familiar de Dios con los hombres! Dios volcándose en los Santos y haciéndose su Emmanuel para consolarlos y glorificarlos eternamente…
El cuadro pertenece al
“eón” futuro del cielo nuevo y de la tierra nueva. Expresa la juventud siempre
nueva y el eterno encantamiento del amor beatífico de la Iglesia Madre unida al
esposo celestial, gloriosa Arca de Alianza mediante la cual Dios se da a su
pueblo y el pueblo se da a su Dios. El antiguo tabernáculo con su Arca y
Propiciatorio sagrados, y con la presencia de Jehová sobre los Querubes de oro,
fueron sólo figuras de esta realidad nueva. El Tabernáculo eucarístico con la presencia sacramental del Cordero,
Medianero entre Dios y los hombres, fue en la economía de la gracia, prenda y
germen de esta gloriosa fábrica final. El Tabernáculo eterno no es hecho de
mano de hombre. Destruido el tabernáculo de su Cuerpo, Jesucristo lo reedificó
en tres días con su poder divino, levantándolo en gloria. Sobre esa Piedra
tetragonal ha edificado desde el principio del milenio y durante toda su
duración, la Ciudad Santa que ahora, después del juicio, se manifiesta en toda
su esplendidez al cielo y a la tierra renovados”.
Alápide: “De throno: no de Cristo en el valle de Josafat, del cual se trató hacia el final del capítulo anterior, sino del trono de Dios y del Cordero en la Jerusalén Celeste. Aquí describe este trono y a sus puertas, muros y fundamentos. De aquí que, de este trono, a saber, “de la sede de Dios y del Cordero” vio Juan en XXII, 1, “que salía un río de agua viva”; y en el v. 3 dice: “la sede de Dios y del Cordero estará en ella (en la Jerusalén Celeste)”.
Charles: “¿Cuál es aquí el significado de Σκηνὴ (tabernáculo)? El contexto ciertamente parece favorecer la interpretación sugerida por Dr. Taylor (Pirke Aboth, pag. 44). “San Juan trae ambas (“Shekinah” y “Memra” (palabra)… ὁ λόγος σὰρξ ἐγένετο καὶ ἐσκήνωσεν ἐν ἡμῖν (I, 14) (…)
Además,
en Lev. XXVI, 11 tenemos una confirmación de lo dicho arriba. Aquí el
Targum considera el Tabernáculo simplemente como la manifestación de la
presencia divina. El Targum de Jon. parafrasea el texto “estableceré mi
tabernáculo en medio de ellos” como “estableceré la Shekinah de Mi gloria en
medio de vosotros”. En el versículo siguiente tenemos “la gloria de mi
Shekinah”. La palabra Shekinah, que se usa como perífrasis del nombre divino
está muy relacionada con la concepción de la gloria divina como vemos de los
dos últimos pasajes y a través de los Targums. Cf. también Targ. Jon. En Gén.
XLIX, 1 “la gloria de la Shekinah de Jehová”, o simplemente “la
gloria de Dios” como en el Onk. sobre Gén. XVIII, 33. También es usado como
traducción de “rostro” al hablar de Dios; cfr. Deut. XXXI, 18 donde
“esconderé mi rostro” se traduce “Removeré mi Shekinah”, y de “nombre” en la
misma conexión: ver el Targum de Onk. y de Jon. En Ex. XX, 4.
En la Mishná y el Talmud,
la Shekinah es la mediadora de la presencia y actividad de Dios en el mundo. Donde sea que diez personas recen juntas, la
Shekinah está en medio de ellas (Pirke Aboth III, 9 (150-200 a. D); Berach 6°);
también donde tres se reúnen para administrar justicia o dos se juntan para
estudiar la Ley (Pirke Aboth III, 9). Donde un hombre y su mujer llevan una
vida piadosa, la Shekinah está presente. Antes que Israel pecara la Shekinah
habitaba en cada individuo (Sota, 3b); y esta relación fue luego posible; ver
Pirke Aboth III, 9.
De la Shekinah procede un
brillo o esplendor, de lo cual tendrán parte los benditos en el próximo mundo; cfr. Berach 17. “Se gozaron en el resplandor de
la Shekinah”. Sobre este “resplandor”, que aparentemente nuestro autor traduce
como δόξα (gloria), ver la nota a
XXI, 23”.
Charles: “Sus pueblos. Si esta lectura es original, la idea parece ser la misma que subyace en Jn. X, 16, donde si bien hay un solo rebaño (ποιμήν) y un Pastor, hay muchos apriscos (αὐλῆς). Cada λαὸς (pueblo) forma un aprisco en el rebaño, del cual Dios es el Pastor”.
Iglesias: “La morada: o la tienda, el tabernáculo. Dios había fijado su morada en la Tienda del Encuentro (Ex. XXXIII, 7-11), más tarde en el templo de Jerusalén (I Rey. VIII, 10-11); llegada “la plenitud de los tiempos” habitó entre nosotros de modo más perfecto por la encarnación de su Hijo; finalmente, en la Jerusalén celestial Dios convivirá con los suyos para siempre”.
Swete: “Esta voz es la de uno de los ángeles de la Presencia, como en XVI, 17 y XIX, 5”.
Bonsirven: “En el desierto, la tienda de la alianza era la señal eficaz de su presencia, de la Shekinah, residencia divina de gracia y gloria, pero que la nación indócil no ha sabido aprovechar; en adelante, la tienda divina (skené griego, que recuerda la Shekinah) estará, sobre ellos, en ellos, realizando así la profecía de Isaías (VII, 14; VIII, 8) sobre Emanuel (Dios con nosotros). Ez. XLVIII, 35 había profetizado que la futura ciudad ideal se llamaría: “El señor está ahí”. Entonces se verificará también la afirmación tan frecuentemente repetida: ellos serán su pueblo, Dios será su Dios; pero ya no “su pueblo” en un singular particularista, sino sus pueblos, porque vienen de toda tribu y lengua (V, 10)”.
Strack-Billerbeck: “R. Chama b. Chanina (c. 260) ha dicho: Cuando Dios (un día) deje reposar su Shekinah (sobre Israel), la dejará reposar sólo sobre las familias legítimas de Israel; pues está dicho: “En aquel tiempo, dice Jehová, seré Yo el Dios de todas las familias de Israel”, Jer. XXX, 25. No se dice aquí: "de todos los israelitas", sino: "de todas las familias". "Y ellos serán mi pueblo", Jer. XXX, 25. Rabbah bar Rab Huna (c. 300) ha dicho: esta es la gran ventaja de Israel sobre los prosélitos: mientras que se dice de los israelitas (incondicionalmente por su ascendencia natural de Abraham): “Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”, Jer. XXXI, 33, se dice de los prosélitos (condicionalmente sólo sobre la base de su conexión expresa con Dios): “¿Quién es el que osaría acercarse a Mí?, dice Jehová. Y vosotros seréis mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios”, (así se interpreta Jer. XXX, 21-22)”.