jueves, 17 de abril de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 8

 8. Mas a los tímidos e incrédulos y abominables y homicidas y fornicarios y hechiceros e idólatras, y todos los mentirosos, su parte en el lago, el que arde con fuego y azufre, que es la muerte, la segunda”.

 Concordancias:

 Δειλοῖς (tímidos): Hápax en el Apoc. Ver Mt. VIII, 26; Mc. IV, 40 (algo así como los opuestos al pusillus grex).

 Ἀπίστοις (incrédulos): Hápax en el Apoc. cfr. Mt. XVII, 17; Mc. IX, 19 y Lc. IX, 41 (esta generación); Lc. XII, 46 (cristianos incrédulos al momento de la Parusía. En Mt. XXV, 51 son llamados hipócritas). Ver Jn. XX, 27. 

Ἐβδελυγμένοις (abominables): cf. Mt. XXIV, 15; Mc. XIII, 14; Lc. XVI, 7; Apoc. XVII, 4-5; XXI, 27.

 Φονεῦσιν (homicidas): cfr. Apoc. XXII, 15. Ver Mt. XXII, 7; Apoc. IX, 21.

 Πόρνος (fornicarios): cfr. I Cor. VI, 9; Ef. V, 5; Heb. XIII, 14; Apoc. XXII, 15. Ver Apoc. II, 14.20; IX, 21; XIV, 8; XVII, 2.4; XVIII, 3.9; XIX, 3.

 Φαρμακοῖς (hechiceros): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. IX, 21; XXII, 15.

 Εἰδωλολάτραις (idólatras): cfr. I Cor. VI, 9; Ef. V, 5 (sinónimo de avaro); Apoc. XXII, 15.

 Ψευδέσιν (mentirosos): Ver Mt. V, 11; Apoc. II, 2; III, 9.

 Μέρος (parte): cfr. Mt. XXIV, 51; Lc. XII, 46 (gehenna con los hipócritas – incrédulos); Jn. XIII, 8 (a San Pedro); Apoc. XX, 6 (Primera resurrección); XXII, 19 (Árbol de la vida y Ciudad santa). Ver Apoc. XVI, 19.

 λίμνῃ (lago): cfr. Lc. VIII, 33; Apoc. XIX, 20; XX, 10.14-15.

 πυρὶ καὶ θείῳ (con fuego y azufre): Cfr. Apoc. IX, 17-18; XIV, 10; XIX, 20; XX, 10.

  θάνατος δεύτερος (la muerte, la segunda): cfr. Apoc. II, 11; XX, 6.14; (Lago de fuego y azufre). Ver Apoc. I, 18; (II, 23); VI, 8; (IX, 6); XX, 13-14 (Primera Muerte - Hades).

  

Comentario:

 Straubinger: “En contraste diametral con lo del v. 7, y ya sin ningún término medio, muestra este versículo la segunda muerte, o sea, el lago de fuego y azufre, el mismo infernal destino que la Bestia y el Falso Profeta inauguraron según XIX, 20 y adonde Satanás acaba de ser arrojado (XX, 9 s.), cf. XXI, 6. Llama la atención ver allí a los tímidos. Ni es esto lo que Israel llamaba santo temor de Dios (la reverencia con que lo honramos), ni tampoco es lo que el mundo suele llamar cobardía, en los que no hacen alarde de arrojo y estoicismo, pues la suavidad de las virtudes evangélicas no lleva por ese rumbo sino por el de la pequeñez infantil (Mt. V, 3; XVIII, 3; Sal. LXVIII, 15 y 21 y notas). Los tímidos que no llegarán a este cielo maravilloso son los que fluctúan entre Cristo y el mundo (Mt. VI, 24 y nota); los que se escandalizan de las paradojas de Jesús (Mt. XI, 6; Lc. VII, 23 y notas); los de ánimo doble, que dan a Dios todo, menos el corazón, lo único que a Él le interesa, y no se deciden a pedirle la sabiduría que Él ofrece porque temen que el divino Padre les juegue una mala partida (Sant. I, 5-8 y notas); los que se dejan llevar "a todo viento de doctrina" (Ef. IV, 14; I Cor. XII, 2; Mat. VII, 15) y, por falta de amor a la verdad concluyen siempre seducidos por la operación del error para perderse (II Tes. II, 10 y nota)”.

 Biblia de Jerusalén: “El fuego devorador se opone al agua del v. 6”.

 Ribera: “Tímidos: se refiere a aquello de que había hablado (v. 7) cuando dijo: “El que venciere, etc.”. Llama tímidos a los que defeccionan en las persecuciones a causa del temor y ceden al no mantenerse en los tormentos”.

 Ribera: “Incrédulos: son los que no tienen fe en las promesas divinas, sino que inmediatamente que surgen las persecuciones, pierden el ánimo y no creen que Dios los va a ayudar y dar fuerzas. Lo cual concuerda perfectamente con lo que antecede, pues sobre los infieles y los que adoran ídolos, habla luego: e idólatras, etc.

 Ribera: “Homicidas y fornicarios: todas estas cosas se refieren principalmente a los tiempos del Anticristo, donde los impíos van a matar a los justos y se entregarán a sus pasiones y adorarán al Anticristo y a su imagen. Al mismo tiempo pertenecen, como quedó dicho, los tímidos, los incrédulos y los abominables”.

 Comblin: “Los que no entran forman, a su vez, dos categorías. En efecto, la entrada se niega, por una parte, a los pecadores, como aquí, pero por la otra, se dice que los reprobados son los que adoran a la Bestia (XIII, 8; XVII, 8). Seguramente son todos los mismos. Los pecados enumerados en las listas de maldiciones son probablemente los que resultan de la adoración de la Bestia”.