Supongo, según el sentimiento casi general de todos los fieles, de todos los Padres, y de todos los Teólogos, que Nuestro Señor Jesucristo hizo la Pascua con las ceremonias ordinarias la noche que precedió a su muerte. Lo que pregunto es si lo hizo el día estipulado por la Ley o si adelantó el día, tal como lo pretenden los Griegos y algunos Doctores Católicos. La autoridad de los Evangelios es tan formal para mostrar que no lo adelantó que, sin entrar más en materia, creo tener el derecho de suponer por un momento ese sentimiento como verdadero en virtud de las solas palabras de los tres Evangelistas.
“El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús, y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” (Mt. XXVI, 17);
“El primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la Pascua, sus discípulos le dijeron, etc.” (Mc. XIV, 12);
“Llegó el día de los Ázimos, en que se debía inmolar la pascua, etc.” (Lc. XXII, 7).
¿Se pueden leer estas palabras sin comprender que ese día era el primer día de los Ázimos en Jerusalén, que era el día que los Judíos inmolaban y que estaban obligados a inmolar la Pascua?
Sobre estas palabras tan expresivas como aquellas, supongo que Nuestro Señor Jesucristo no adelantó el día marcado por la Ley para hacer la Pascua. Pero, en esta suposición mantengo que, habiendo hecho la Pascua el día catorce del mes, la hizo la noche que era el comienzo de ese día catorce. Pues si no la hizo la noche que era el comienzo del día catorce, la hizo la noche después, es decir al comienzo del día quince y como fue capturado por los Judíos algunas horas más tarde, y la mañana siguiente crucificado, se seguiría que fue arrestado, conducido al Tribunal del Presidente Romano, condenado, flagelado, crucificado y sepultado el día quince del mes, lo cual no se puede sostener de ninguna manera, y he aquí las razones:
El día quince era el día de la fiesta de la Pascua, la más célebre de las fiestas, pero los procedimientos judiciales y los juicios estaban prohibidos entre los judíos los días de fiesta como así también la sepultura de los muertos y especialmente en este día:
“Ningún trabajo servil haréis (en él)” (Lev. XXIII, 7).
En segundo lugar, según San Juan, el día que Nuestro Señor Jesucristo fue crucificado era la preparación de la Pascua (Jn. XIX, 14), es decir, según el significado de la palabra preparación, era el día en el que se preparaban para la fiesta de la Pascua. Ese día, pues, no era la fiesta misma de la Pascua, y por lo tanto no era tampoco el día quince del mes.
Por lo tanto, es cierto que Nuestro Señor hizo la Pascua la primera noche del día catorce; si la hizo, pues, en el tiempo ordenado por la Ley, como lo señalan los tres Evangelistas, se sigue que el tiempo de inmolar el Cordero el catorce del mes, era el comienzo y no el fin del catorce.
Pero se puede dudar que el Cordero no se inmolase hacia la misma hora en la que los Hebreos lo inmolaron cuando estaban por salir de Egipto, dado que esta ceremonia no fue hecha sino para representar esta misma circunstancia y para que los Israelitas la recordaran todos los años. Examinemos, pues, este punto y veremos claramente que los Hebreos inmolaron entonces el Cordero la noche que era el comienzo del día catorce.
Es lo que nos enseña Josefo, cuya autoridad es de gran peso en esta materia. He aquí lo que dice en el Libro II, cap. V de las Antigüedades Judaicas:
“Habiendo declarado Dios que con una plaga más obligaría a los egipcios a dejar salir a los hebreos, mandó a Moisés a decir al pueblo que tuviera listo un sacrificio, preparando el décimo día del mes de Xántico, para el día catorce (mes que los egipcios llaman Farmuti y los hebreos Nisán y los macedonios le dicen Xántico), y que él mismo condujera a los hebreos con todas sus pertenencias. Habiéndolos reunido Moisés en un mismo lugar, los dividió por familias y los tuvo listos para la marcha. No habiendo llegado todavía el día décimo cuarto (ἐνστάσης δὲ τῆς τεσσαρεσκαιδεκάτης) cuando todos hicieron el sacrificio para salir, purificaron sus casas con la sangre del Cordero, por medio de hisopos. Después de cenar, quemaron el resto de la carne del Cordero como estando listos para partir; de ahí viene la costumbre de hacer esta inmolación todos los años. La fiesta se llama Pascua”.
¿Se puede señalar más expresamente que Josefo que la inmolación se hace al comienzo del día catorce? Pero tenemos además otro testigo de este hecho mucho más irreprochable que Josefo: es el mismo escritor sagrado Moisés, del que voy a citar algunos pasajes que nos conducirán como por grados al conocimiento de la verdad.
En primer lugar, es constante en las Sagradas Letras que los Hebreos, para salir de Egipto, comenzaron su marcha en Ramesés, ciudad en la cual y alrededor de la cual se habían reunido todos por orden de Moisés, y de donde salieron todos juntos apurados por los Egipcios para que se fueran cuanto antes.
“Partieron, pues, los hijos de Israel de Ramesés para Sucot, unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. Salió con ellos también mucha gente de toda clase, y ganado menor y mayor, muchísimos animales” (Ex. XII, 37-38).
Es también cierto por la Escritura que los Israelitas hicieron su primera marcha de noche, y que partieron de Ramesés al caer el sol.
“Noche de vela fue ésta, dice el Escritor sacro en el mismo capítulo, para Jehová cuando los sacó de la tierra de Egipto. Esa misma noche será noche de vela en honor de Jehová para todos los hijos de Israel de generación en generación” (Ex. XII, 42).
Y en Deut. XVI:
“En el mes de Abib Jehová, tu Dios, te sacó de Egipto, durante la noche. Inmolarás como pascua a Jehová, tu Dios, ganado menor y mayor en el lugar que Jehová haya elegido para morada de su nombre. No comerás con ella pan fermentado: por siete días comerás con ella panes ácimos, el pan de la aflicción —porque de prisa saliste de la tierra de Egipto— para que te acuerdes del día de tu salida del país de Egipto, todos los días de tu vida. Durante siete días no se verá levadura contigo en todos tus términos, y de la víctima inmolada a la tarde del día primero, no quedará nada hasta el día siguiente. No podrás sacrificar la pascua en cualquiera de las ciudades que Jehová, tu Dios, te dará; sólo en el lugar que Jehová, tu Dios, escogiere para morada de su nombre, allí has de sacrificar la pascua por la tarde, al ponerse el sol, a la hora en que saliste de Egipto. La cocerás y la comerás en el lugar escogido por Jehová, tu Dios” (vv. 1-7).
Es preciso señalar sobre la palabra Phase o Pascua que está al fin de la cita, que esta Phase o la víctima que Dios ordenó inmolar a la caída del sol a la hora en que los Hebreos salieron de Egipto, no es el Cordero que se llamaba también Phase o Pascua, y que debía ser inmolado el catorce del mes a la noche, sino que era otra víctima de un sacrificio Eucarístico o de acción de gracias en memoria de que habían pasado de la esclavitud a la libertad, y que fue, incluso a causa de esto, llamado también Phase o Pascua, es decir, Pasaje. Debían también hacer ese sacrificio todos los años, al mismo tiempo que recobraron la libertad. Y enseguida mostraré en el libro de los Números la ley que lo prescribe. Mientras tanto, razonemos un poco sobre estos pasajes que acabo de recoger.
Según esos textos de la Escritura, es cierto que los Hebreos salieron de Ramesés al comienzo de la noche, al caer el sol: ad solis occasum (Deut. XVI, 7). Es cierto que partieron de esa ciudad el día quince del primer mes, lo cual está señalado en términos expresos en Num. XXXIII:
“Partieron de Ramesés, el primer mes el día quince del mes primero. Al día siguiente a la Pascua” (v. 3).
Sobre lo cual este es mi razonamiento:
Cuando la Escritura dice que los Hebreos salieron de Ramesés el quince del primer mes, no se puede entender de la mañana del quince, porque está escrito en el Deuteronomio (XVI, 6) que salieron a la caída del sol:
“Has de sacrificar la pascua por la tarde, al ponerse el sol, a la hora en que saliste de Egipto”.
Tampoco se puede decir que salieron a la caída del sol o la noche que sigue a la mañana del quince, porque esa noche sería el comienzo del día dieciséis, y la Escritura en ese caso hubiera dicho que partieron después del quince, o al comienzo del dieciséis. Resta, pues, decir que partieron la primera noche del quince y a la caída del sol que hacía el comienzo del quince. Es preciso tener en cuenta esta proposición.
Por último, se ve
evidentemente por las mismas Escrituras, cuando se las estudia con atención,
que los Hebreos no salieron de Egipto la misma noche que inmolaron el Cordero
cada uno en su casa, pues esta inmolación se hizo muy tarde, y no fue sino a
medianoche que el Ángel exterminador mató los primogénitos de las casas cuyas puertas
no estaban teñidas con la sangre del Cordero:
Siguió el miedo que se extendió por todas partes, y el grito de todo el pueblo a la vista de esa masacre universal. Luego el Faraón mandó a llamar a Moisés y a Aarón, y les concedió todo lo que le habían pedido antes: el resto de la noche transcurrió de esta manera.
Por último, los Israelitas tenían orden expresa de Moisés de no poner el pie fuera de sus casas hasta la mañana:
“Nadie de vosotros salga de la puerta de su casa hasta la mañana” (Ex. XII, 22).
De todo esto se sigue que los Hebreos inmolaron el Cordero la primera noche del catorce, es decir, al comienzo de ese día, que comenzaba a la noche. Puesto que los Hebreos no salieron la noche que inmolaron el Cordero Pascual, sino únicamente el día siguiente a la caída del sol o al comienzo de la noche siguiente: Al día siguiente a la Pascua (Num. XXXIII, 3), que era el comienzo del día quince, como lo he mostrado, se sigue que el tiempo en que inmolaron el Cordero, a saber, veinticuatro horas antes, era el comienzo del día catorce. Es cierto que los Hebreos inmolaron el Cordero por la noche, que era el comienzo del día catorce, y no el fin:
“El
día catorce del mes, a la noche es la Pascua de Jehová” (Lev. XXIII, 5).