jueves, 2 de febrero de 2023

Explicación del Apocalipsis, por San Beda el Venerable (Recensión)

  San Beda el Venerable: Explicación del Apocalipsis. Ed. Athanasius, Córdoba, Argentina, pag. 280. Contacto: Tel. +5493516576114. Email: librerialectio@arnet.com.ar

Disponible en Amazon



Desde el centro de la República Argentina siguen apareciendo los buenos libros; en esta ocasión, la editorial Athanasius presenta una traducción inédita del Comentario al Apocalipsis de San Beda el Venerable, considerado uno de los mayores exégetas de la Iglesia. 

La traducción, introducción y notas son debidas a la pluma del Lic. Francisco Cornavaca. 

Si bien la exégesis de San Beda al Apocalipsis no es la misma que propugnamos en este Blog, creemos que no por ello se debe despreciar o dejar de lado, pues, además del valor intrínseco que tiene de por sí el comentario bíblico de un Padre de la Iglesia, creemos que siempre es posible sacar cosas buenas de todos los autores. 

Para tener una idea general de la exégesis seguida por San Beda, dejemos hablar al erudito y famoso Allo, quien reseña las cualidades de este comentario con las siguientes palabras[1]: 

“Divide el Apocalipsis en siete libros, lo que termina siendo ley para muchos de sus sucesores. Cita a Ticonio, al cual sigue mucho y cuyas siete reglas aplica, y a Primasio, a quien sigue con preferencia, dando también la opinión de otros Padres de la Iglesia. – 

Recapitulación. Los sellos, así como las Trompetas, llegan hasta el fin del mundo. La séptima trompeta trae el día del juicio, el séptimo sello “el inicio del descanso eterno”. Los septenarios expresan los diversos aspectos de la vida de la Iglesia, con una relación especial al tiempo del Anticristo, sobre todo en lo que atañe a las Copas. Los siete libros son: I-III; IV-VI; VII-XI; XII-XIV; XV-XVI; XVII-XX; XX-XXIII”.

Decíamos más arriba que de todos los autores se puede encontrar cosas buenas y será oportuno traer, aunque más no sea, un par de ejemplos al respecto. 

En primer lugar, relaciona la Iglesia de Esmirna con la persecución y nota que hay quienes ven en esta Iglesia las diez persecuciones romanas, coincidiendo, o al menos ciertamente aceptando como posible, una interpretación simbólica de las siete Iglesias. 

Por otra parte, al comentar el silencio de media hora del comienzo del capítulo VIII, dice: 

Después de la muerte del Anticristo, se cree que va a haber en la Iglesia un poco de descanso, acerca de lo cual Daniel predijo de este modo: “Bienaventurado el que espera y llega al día 1335” (Dan. XII, 12)…”.

Y sobre la Ciudad puesta sobre una montaña, dirá (XXI, 10): 

Después de la ruina de Babilonia, se ve la ciudad santa, la esposa del Cordero, puesta sobre un monte. La piedra que se desprendió del monte sin mano, destrozó el simulacro de la gloria mundana, y creció hasta ser un monte grande, y llenó todo el universo (Dan. II, 35.45)”.

Palabras que podrían dar a entender no sólo un tiempo después del Anticristo sino también un reinado de Cristo tras la destrucción del Anticristo y Babilonia. 

No obstante estas afirmaciones, sigue siendo cierto que, en líneas generales, San Beda mantiene una interpretación más bien alegórica del Apocalipsis, viendo en este hermoso libro una historia de la Iglesia. 

Dicho lo cual, insistimos que no es poca cosa hoy en día traducir y publicar una obra como ésta (y lo sabemos por propia experiencia), y es por eso que no podemos menos que esperar y augurar que la aceptación entre los lectores corra pareja con el esfuerzo realizado y esperemos que algún día puedan verse nuevas traducciones inéditas como la presente.


 [1] L`Apocalypse, Gabalda, 1921 (2 ed.), pag. CCXXVI sig,