martes, 26 de septiembre de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XV, 3

 3. Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios y el cántico del Cordero, diciendo: “¡Grandes y sorprendentes tus obras, Jehová Dios, el Todopoderoso!; ¡justos y verdaderos tus caminos, Rey de las naciones!”. 

Concordancias: 

ᾄδουσιν ᾠδὴν (cantan un cántico): cfr. Ef. V, 19; Col. III, 16; Apoc. V, 9; XIV, 3. Ver Ex. XV y Deut. XXXII. 

Μωυσέως (Moisés): Hapax en el Apoc. Mt. XVII, 3-4; Mc. IX, 4-5; Lc. IX, 30.33; Jud. I, 9. 

Δούλου (siervos): cfr. Mt. X, 24-25; XIII, 27-28; XVIII, 23.26-28.32; XXII, 8.10; XXIV, 45-46.48.50; XXV, 14.19.21.23.26.30; Mc. XIII, 34; Lc. XII, 37.43.45-47; XIV, 17.21-23; XIX, 13.15.17.22; Jn. VIII, 34.35; XV, 20; Apoc. I, 1; II, 20; VI, 15; VII, 3; X, 7; XI, 18; XIII, 16; XIX, 2.5.18; XXII, 3.6. 

ἀρνίου (Cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XII, 11; XIII, 8.11; XIV, 1.4.10; XVII 14; XIX, 7.9; XXI, 9.14.22-23.27; XXII, 1.3. 

Θαυμαστὰ (sorprendente): cfr. Mt. XXI, 42; Mc. XII, 11; Jn. IX, 30; I Ped. II, 9; Apoc. XV, 1. 

Μεγάλα καὶ θαυμαστὰ (grandes y sorprendentes): cfr. Sal. LXV, 3; CX, 1-4; CXXXVIII, 4; Apoc. XV, 1. 

ργα (obras): cfr. Mc. XIII, 34; Apoc. II, 2.5-6.19.22-23.26; III, 1.2, 8.15; IX, 20; XIV, 13; XVI, 11; XVIII, 6; XX, 12-13. Ver Apoc. XXII, 12. 

Κύριος Θεός Παντοκράτωρ (Jehová Dios, el Todopoderoso): cfr. Apoc. I, 8; IV, 8; XI, 17; XVI, 7; XIX, 6; XXI, 22. Ver Apoc. IV, 11; XVI, 14; XVIII, 8; XIX, 15; XXII, 5-6. Cfr. Zerwick, Graecitas, n. 33. 

δίκαιαι (justos): cfr. Mt. V, 45; X, 41; XIII, 17.43.49; XXIII, 29.35; XXV, 37.46; Lc. I, 17; XIV, 14; Heb. XII, 23; I Ped. III, 12; Apoc. XVI, 5.7; XIX, 2; XXII, 11. 

ληθιναὶ (verdaderos): cfr. Lc. XVI, 11; Jn. I, 9; VI, 32; VII, 28; VIII, 16; XV, 1; XVII, 3; XIX, 35; I Tes. I, 9; I Jn. II, 28; V, 20; Apoc. III, 7; VI 10 (Mártires del quinto Sello); III, 14 (Laodicea); XVI, 7 (tercera Copa); XIX, 2 (juicio a Babilonia); XIX, 9 (Bienaventuranza); XIX, 11 (Jesucristo en la batalla del Harmagedón); XXI, 5 y XXII, 6 (ratificación de las promesas de Dios). 

δίκαιαι καὶ ἀληθιναὶ (justos y verdaderos): cfr. Apoc. XVI, 7; XIX, 2. 

ὁδοί (caminos): cfr. Mt. III, 3; XI, 10; Mc. I, 2-3; Lc. I, 76.79; III, 4-5; VII, 27; Jn. I, 23; XIV, 6; Hech. IX, 2; XIII, 10; XVI, 17; XVIII, 25-26; XIX, 9.23; XXII, 4; XXIV, 14.22; Rom. XI, 33; Heb. III, 10; IX, 8; X, 20; II Ped. II, 2.15.21; Jud. I, 11; Apoc. XVI, 12. 

βασιλεὺς (rey): cfr. Apoc. I, 5; VI, 15; IX, 11; X, 11; XVI, 12.14; XVII, 2.10.12.14.18; XVIII, 3.9; XIX, 16.18-19; XXI, 24. 

Ἐθνῶν (naciones): cfr. Mt. IV, 16; X, 18; XII, 18; XXIV, 9.14; XXV, 32; Mc. XIII, 10; Lc. II, 32; XXI, 24.25; Apoc. II, 26; X, 11; XI, 2.18; XII, 5; XIV, 8; XV, 4; XVI, 19; XVIII, 3.23; XIX, 15; XX, 3.8; XXI, 24.26; XXII, 2. Ver. Apoc. V, 9; VII, 9; XI, 9; XIII, 7; XIV, 6; XVII, 15. 

 

Notas Lingüísticas: 

Iglesias: “En el texto griego todos los títulos divinos del v. 3 van en nominativo con valor de vocativo semítico”. 

Zerwick: “ἀληθιναὶ: verdadero, hebraísmo que significa fiel”. 


Comentario: 

El Señor Dios todopoderoso es el Padre ya que este es el canto del Cordero, y además en XXI, 22 se distinguen ambos. 

Camino sólo aquí y en XVI, 12 donde habla del camino de los reyes del oriente, contrastando ambos. 

Notar que cuando aquí se dice “caminos”, en XVI, 7 dice “juicios”. 

Si estos son los mártires del Anticristo, se entiende la alusión a Moisés, pues Jsucristo es presentado como el verdadero Libertador. Ver en VII, 17. 

Straubinger: “Cfr. XIV, 7; Sal. LXIV, 3; LXXXV, 9. Como observamos en la introducción, el Apocalipsis tiene, en sus 404 versículos, 518 citas del Antiguo Testamento, y llama la atención de los expositores el hecho de que, no obstante la coincidencia de la escatología apocalíptica con la del Evangelio y la de las Epístolas, y haber escrito Juan 30 años más tarde, no haya referencias expresas al Nuevo Testamento ni a los presbíteros, obispos o diáconos de la Iglesia, cosa que confirma sin duda su carácter estrictamente escatológico”. 

Allo: “El cántico del Cordero: cfr. sin dudas V, 9-13 (Holtzm., Völter) y el “cántico nuevo” de XIV, 3; el “cántico de Moisés”: Ex. XV, 1-21. El cántico entero es una composición libre hecha sobre todo según los Salmos CXLV, 17 y LXXXI, 9”.      

Allo: “δίκαιαι καὶ ἀληθιναὶ (justos y verdaderos): unión familiar al Apoc. (XVI, 7 y XIX, 2). Cfr. Deut. XXXII, 4; Sal. CXLV, 17”.      

Allo: “ὁ βασιλεὺς τῶν ἐθνῶν (Rey de las naciones), cfr. Zac. XIV, 9”. 

Allo: “La alusión al canto que Moisés, el “siervo de Dios”, como lo llama el A.T., entona después del pasaje por el mar Rojo, se armoniza bien con el “mar de cristal”, sobre el cual han logrado subir los Vencedores, pasando por el fuego (…) hay dos cánticos, el del Cordero (que es probablemente el que los seres celestes han entonado en su entronización, cap. V), y el de Moisés…”.

 Wikenhauser: “Los vencedores entonan “el cántico de Moisés” y “el cántico del Cordero”. Algunos exégetas piensan en dos cánticos diferentes: aquel con que Moisés y los israelitas celebraron el paso del mar Rojo (Ex. XV, 1-19), y el cántico en honor del Cordero, que se menciona en Apoc. V, 9-13 (cfr. Apoc. XIV, 3), o en XV, 3 s. Pero es preferible referir las dos expresiones a un único canto, que sería precisamente el de XV, 3-4. Si el vidente lo designa con dos expresiones diversas, se debe a que este canto, en el cual los vencedores de la Bestia agradecen a Dios su redención y su victoria, conseguida en virtud de la sangre del Cordero (Apoc. VII, 14; XII, 11), se inspira en el himno con que los israelitas expresaron su gratitud por la liberación de Egipto, guiados por Moisés. Para los judíos del tiempo de Cristo, en efecto, el paso por el mar Rojo era tipo y prefiguración de la redención mesiánica; Moisés era tenido por el primer libertador, el Mesías, por el segundo”. 

Gelin: “Así habían hecho los israelitas al cantar el éxito de su salida (Ex. XV, 2-19); el nuevo cántico celebra también una liberación; casi se diría que el mar cristalino es similar al mar Rojo, y que Moisés, el liberador, es el tipo de Cristo, que libra del pecado y la muerte. (Gal. IV, 31; Rom. VIII, 2). El himno es un centón de reminiscencias bíblicas… el v. 3 se inspira en Sal. XCVII, 2; CX, 2; CXXXIX, 14; I Par. XVI, 9; Zac. XIV, 9”. 

Fillion: “Canticum Moysi: Es un cántico de liberación parecido al que Moisés cantó después de pasar el mar Rojo (Ex. XV, 1 ss). La alusión nos puede llevar también sobre el otro cántico, igualmente admirable, que Moisés compuso poco tiempo antes de su muerte, y en el cual celebró la bondad de Dios sobre Israel. Cfr. Deut. XXXII, 1 ss. Este poema va a ser citado”. 

Fillion: “Canticum Agni: el cántico de los bienaventurados, vv. 3b y 4, se llama, al mismo tiempo, cántico de Moisés y cántico del Cordero, porque va a proclamar la redención obrada por Cristo, al igual que los de Moisés habían proclamado la salvación de los hebreos”. 

Ford (citado por Garland): “La canción del Deuteronomio presenta alguna relación con los sucesos de las últimas siete plagas, en cuanto las palabras “justo y verdadero” en Apoc. XV, 3 son parte del tema central de la canción (cf. Deut. XXXII, 3-4). También predice la última sumisión de todas las naciones a Dios (Deut. XXXI, 1-8; XXXII, 44-XXXIII, 29), que es también la esperanza de esta canción. Puntos de semejanza específicos a la canción del Deuteronomio incluyen Apoc. XV, 4a con Deut. XXXII, 3; Apoc. XV, 3b con Deut. XXXII, 4; Apoc. XV, 4b con Deut. XXXII, 4b; el fuego de la ira de Dios con Deut. XXXII, 33; y las plagas de hambre, calor abrasador, pestes, bestias salvajes, plaga de animales, espada con Deut. XXXII, 23-27”. 

Philips (citado por Garland): “El cántico de Moisés fue cantado en el Mar Rojo, el del Cordero, en el Mar de Cristal; el de Moisés fue un cántico triunfante sobre Egipto, el del Cordero, sobre Babilonia; el de Moisés nos dice cómo los sacó de Egipto, el del Cordero nos dice cómo Dios introdujo a su pueblo; el de Moisés es el primer canto de las Escrituras, el del Cordero es el último; el cántico de Moisés conmemoró la ejecución de los enemigos, la expectación de los santos y la exaltación del Señor; el del Cordero trata de las mismas cosas”. 

Garland: “La ley dada a través de Moisés forma el testimonio al cual se refiere en el “tabernáculo del testimonio” que sigue (v. 5)”. 

Vander Heeren: “Celebran con un cántico de acción de gracias su liberación de la persecución del Anticristo, así como antiguamente Moisés cantó un cántico de acción de gracias después del paso por el mar Rojo y la liberación de su pueblo de las manos de los egipcios”. 

Boismard: “Los que han triunfado de la Bestia aparecen al borde de un mar de cristal y cantan el cántico de Moisés. La alusión a Ex. XIV-XV es palmaria y el vidente quiere mostrar con esta simple evocación que la liberación de los fieles del cordero es el nuevo y último éxodo del pueblo de Dios”. 

Ribera: “Con razón cantan este cántico los vencedores del Anticristo pues, así como los hijos de Israel cantaron porque no fueron cogidos por el Faraón ni sumergidos por las aguas con las que estaban rodeados, así también los justos cantarán porque no serán vencidos por el Anticristo, cuya figura era el Faraón, rey de los que afligían a los hijos de Dios y contados entre los impíos, como en un mar lleno de olas; de ninguna manera fueron éstos (los mártires del Anticristo) absorbidos por las olas, es decir, por los pecados de los hombres. Y de la misma manera que los hijos de Israel cantaron a la orilla del mar Rojo, así los justos cantarán a la orilla del mar de cristal”. 

Calmet: “Este mar de agua y fuego representaba el mar que Moisés cruzó con los israelitas al salir de Egipto; y la memoria de este suceso famoso, comparado con el de la liberación de la persecución y de la muerte, les dio ocasión de cantar el cántico que Moisés compuso entonces: “Cantaré a Jehová por su altísima gloria; arrojó al mar al caballo y a su jinete. Jehová es mi fortaleza y (el objeto) de mi canción, etc” (Ex. XV, 1-2). 

Comblin: “Que en el Apocalipsis se superponga al cordero Pascual el cordero de Is. LIII, 7, es cosa que no debe sorprendernos. El recuerdo del éxodo domina en el Deutero-Isaías. El retorno de Israel se anuncia como un nuevo éxodo más brillante que el primero.

También en el Apocalipsis se presentan los acontecimientos escatológicos como un nuevo éxodo más maravilloso que el primero. Por lo demás, este tema era un lugar común en la escatología judía. En la revelación de San Juan no hay ya necesidad de demostrarlo, una vez que San Ireneo atrajo la atención hacia esta clave para la interpretación del libro misterioso[1]. Los azotes que afligen al mundo son la repetición de las plagas de Egipto y la reunión del pueblo de Israel en el reino de Dios es la renovación de la alianza y de la permanencia del pueblo en el desierto.

En forma más particular se puede observar que el Apocalipsis emplea a veces ciertas realidades del Éxodo a través de las profecías del nuevo éxodo de Isaías. Esto significa que el autor presta particular atención a las profecías de Isaías que utiliza la tipología del Éxodo. Apoc. VII, 16-17a es una cita de Is. XLIX, 10: “No tendrán hambre ni sed, no les molestará viento solano ni sol; porque los conducirá Aquel que de ellos se ha apiadado, y a manantiales de agua los llevará”. Se trata de la repetición de los milagros con los que Dios guió y fortaleció a su pueblo por el desierto. El milagro del agua cobra en Isaías una amplitud particular, como también las aguas vivas sugeridas por Isaías son por las que más se interesa el autor del Apocalipsis”. 

Comblin: “Podemos añadir todavía a esta lista un elemento de comparación. En Apoc. XV, 2-3 es presentado el Cordero como un nuevo Moisés, que conduce a su pueblo hacia la tierra de Dios, la nueva Jerusalén, atravesando un Mar de Cristal que es el cielo en una travesía que durará hasta el día de la segunda resurrección. Ahora bien, más de una vez se ha hecho notar el aire “deuteronómico” del Siervo de Isaías. Sobre todo, en los dos primeros cánticos del Siervo, XLII, 1-4 y XLIX, 16, bajo los rasgos del personaje enigmático se transparenta la figura de un profeta, nuevo Moisés. Esto no excluye en modo alguno el carácter real, ya que Moisés es el conductor, el guía del pueblo. Así lo considera San Juan y bajo este aspecto hace de él el tipo de Jesús”. 

Comblin: “Las almas de los mártires siguen al nuevo Moisés, atraviesan el mar (XV, 2) y cantan el cántico que compuso Moisés al salir del mar Rojo (cf. V, 9 y XIV, 3). Siguen al pastor (VII, 17; XIV, 1), que las conduce a las fuentes (VII, 17. Cf. Ex. XV, 22-27; XVII, 1-7; Num. XX, 2-13)”.



 [1] Adv. Haer. IV, 30, 4-31.