sábado, 10 de octubre de 2020

Las dos Genealogías de Cristo, por P. Drach

 Las dos Genealogías de Cristo, por P. Drach

 Nota del Blog: El siguiente texto está traducido de un libro monumental escrito por Paul Drach, Rabino converso, llamado “De l`Harmonie entre l'Église et la Synagogue”, (1844) tomo 1, pag. 244-249.

Paul Drach


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 La genealogía de Nuestro Señor está elaborada de dos maneras diversas en san Mateo y en san Lucas. Los evangelistas, pues, no se pusieron de acuerdo para engañarnos; y, por otra parte, ¿cómo podrían haberlo intentado en medio de una nación donde todas las familias conservaban todavía con cuidado sus tablas genealógicas, de las que se guardaba un doble en los archivos públicos? Nos parece que unas palabras serán suficientes para explicar las dos genealogías que de ninguna manera se contradicen, pero que fueron escritas desde el punto de vista de los lectores para los cuales el escritor sagrado cogió la pluma. 

El publicano Leví, devenido apóstol san Mateo, escribió su evangelio para instrucción de los judíos y en la lengua siro-jerosolimitana que hablaban, debía probarles, según sus costumbres y leyes, que Jesucristo era el descendiente de David, el hijo de David que la nación esperaba desde hace tanto tiempo. Ahora bien, se admitía entre los hebreos que nombrar la familia de un hombre, era designar al mismo tiempo la de su mujer, dado que, por regla general, las mujeres estaban obligadas a desposarse con un hombre de su tribu y de su familia[1], sobre todo cuando, en ausencia de hermanos, debían heredar las tierras de sus padres, las cuales no debían salir nunca de la tribu[2]. Según la ley de Moisés, el marido pasa a ser el heredero de su esposa y los hijos siguen siempre a la tribu de su padre, pues podía darse el caso, aunque muy raro, de que los esposos fueran de tribus diferentes. La mujer se fundía en la familia de su marido, como en nuestra legislación un hijo adoptivo, y ya no era nada de aquella de la cual salía. La regla era: la familia de la madre no es una familia. Es así que Isabel, mujer del sumo Sacerdote Zacarías y por lo tanto de la tribu de Leví, era prima de la Santísima Virgen que pertenecía, por su nacimiento, a la tribu de Judá. 

Aquí hay algo para considerar y nos sorprende que no hemos encontrado en ninguna parte una reflexión tan simple. Es sabido que, en los últimos tiempos de la existencia política de los judíos, el poder temporal estaba a menudo en manos de la familia sacerdotal. Los sumos sacerdotes, sobre todo, buscaban alianzas en la casa de David a fin de tener más consideración ante el pueblo[3]: de ahí viene que el Talmud se ocupe, muy a menudo, sobre las cosas consagradas cuyo uso se debe permitir o prohibir a las simple israelitas, casadas con levitas-sacerdotes, los cuales son los únicos que pueden comer, con su familia, determinadas ofrendas y partes de los sacrificios. No había ningún inconveniente con esas alianzas, en cierto sentido mixtas, porque era una sangre que se perdía en una familia adoptiva, y porque los hijos, como acabamos de decir, seguían invariablemente la condición del padre. Pero no hubiera sido lo mismo si un hombre de la casa de David hubiera querido casarse fuera de su familia. La nación, celosa de conservar en toda su pureza la sangre real de David, de esta dinastía que era su gloria, sobre la cual pide todos los días en sus oraciones, varias veces por día, el pronto restablecimiento y del cual esperaba y todavía espera a su Mesías, la nación, decimos, se hubiera opuesto a que otra sangre viniera a mezclarse en ella[4]. 

San Mateo, pues, para dar la genealogía de Jesucristo, les pone ante los ojos la descendencia de san José, tras la cual podía contentarse con agregar que era esposo de María, de la cual nació Jesús; pues se sigue naturalmente que Nuestro Señor, según su santa humanidad, era hijo de David, por la línea de Salomón e hijo de Abraham, padre común de todos los hebreos, a quien Jehová había prometido, precisamente con ocasión del sacrificio de su Hijo unigénito, que el Salvador sería de su raza: 

Gen. XXII, 18: “Y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra”. 

Mat. I, 1: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán”. 

San Lucas, al escribir a los gentiles, lo que lo hizo preferir el griego, no debía darles el árbol genealógico de san José, esposo de la intacta Madre de Jesús. Esta genealogía, a primera vista, no hubiera hecho palpable el origen del Salvador a hombres desconocedores de las leyes y usos de la Judea, el cual no era hijo de José sino por una ficción legal y de ninguna manera según la naturaleza. Era preciso que para ellos se trazara la genealogía de la gloriosa Virgen de Belén. Es lo que hizo, al hacerla remontar hasta Adán, padre común de todos los hombres, que fue el primero al que se le hizo la promesa de un Salvador. 

Señalemos, en primer lugar, en qué ocasión da san Lucas la genealogía de Jesucristo; inmediatamente después de haber consignado en su Evangelio estas palabras que sonaron desde el cielo: Tú eres mi Hijo, el Amado; los gentiles podían decir a David: No os conozco y Abraham: No sé quién eres (Deut. XXXIII, 9). Es por eso que san Lucas no presenta a Jesús como hijo de David, hijo de Abraham, como lo hizo san Mateo; pero tiene cuidado en mostrarles que el divino Salvador era en el tiempo, según la carne, el hijo de la mujer, el “semen mulieris” prometido al padre de todos los hombres, permaneciendo Hijo de Dios en la eternidad. 

Sigamos ahora las palabras del santo evangelista según el único y verdadero sentido que creemos que hay que darles. Necesitamos el sentido original. 

Cap. III, v. 23.37: Καὶ αὐτὸς ἦν Ἰησοῦς ἀρχόμενος ὡσεὶ ἐτῶν τριάκοντα, (ὢν υἱός, ὡς ἐνομίζετο, Ἰωσὴφ), τοῦ Ἡλεὶ τοῦ Ματθὰτ τοῦ Λευεὶ, etc. τοῦ Ἐνὼς τοῦ Σὴθ τοῦ Ἀδὰμ τοῦ Θεοῦ. 

Es decir: “Considerado como hijo de José, él (Jesús) era de Helí (su abuelo materno), de Matat, de Leví (y así hasta el versículo 38), de Set, de Adán, de Dios”. 

Observemos: 

1) En hebreo se es hijo de su ancestro en cualquier grado que sea. Es así que san Mateo dice que Jesús era hijo de David, hijo de Abraham. 

2) Que toda esta serie de genitivos τοῦ (de), en número de setenta y cinco, se refieren a Jesucristo y no a sus ancestros, dado que termina con τοῦ Θεοῦ (hijo de Dios). Pues si cada uno de los nombrados aquí era hijo del siguiente en el texto, se seguiría que el τοῦ que sigue después de Adán, lo calificaría como hijo de Dios. Pero ¿dónde vemos que la Escritura lo llame así alguna vez? Además, encontramos más de un ejemplo en la Escritura santa, que el término hebreo hijo de, en las líneas genealógicas, se refiere, siempre que se repite, a la persona del cual se trata de establecer el origen. Así, (Gen. XXXVI, 2.14) Oholibamá es llamado hija de Aná, hija de Sibeón. El segundo hija se refiere aun a Oholibamá, y no a Aná, que era un hombre, como lo vemos en el v. 24 del mismo capítulo. Y cuando san Mateo dice: Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham, ¿quién jamás pensó que el segundo hijo se refiera a David y no a Jesucristo? 

Las palabras ὢν υἱός, ὡς ἐνομίζετο, Ἰωσὴφ forman un paréntesis. Además, creemos que ὡς no es aquí un adverbio de similitud, como, sino de tiempo, cuando, mientras que, “mientras era considerado como hijo de José”. 

El Talmud termina de confirmar que la genealogía de san Lucas es la de Jesucristo por medio de su Madre Inmaculada, pues en las blasfemias que osa proferir contra la Reina del cielo, la llama María hija de Helí. Ver el Talmud de Jerusalén, tratado Sanedrín, fol. 23, col. 3, tratado Hhaghiga, fol. 77, col. 4, ed. de Venecia. Si los judíos sabían por sí mismos que María era hijo de Helí era, pues, un hecho notorio entre ellos. Si lo supieron por los cristianos, puesto que el Talmud de Jerusalén data del siglo IV de nuestra era, tenemos una prueba que, desde entonces, en una época muy cercana a los tiempos apostólicos, se consideraba a la genealogía de san Lucas como la de María y no la de José. Además, el Talmud de Babilonia nos dice que Jesús había salido de la familia real de David (tratado Sanedrín, fol. 43 verso). En efecto, cuando un decreto del emperador obligó a todo el mundo a inscribirse en su ciudad de origen, José y María se transportaron a la ciudad de David, Belén”. 

En resumen, la genealogía de san Lucas es la de María, la Madre de Dios, que descendía de David por Natán; la genealogía de san Mateo es la de san José, el casto esposo de la más pura de las vírgenes, que descendía también de David por la línea de Salomón. Pero uno y otro tienen por objeto mostrar que Jesucristo, en cuanto hombre, descendía de David por medio de su madre, virgen antes y después de su maternidad. 

Cerramos esta nota advirtiendo que no es necesario, como hacen algunos comentadores, detenerse en la semejanza de nombres que eran comunes a varios miembros de las dos ramas de Salomón y Natán.


 [1] Ver Num. XXXVI, 8 y la nota sobre este versículo en nuestra edición de la Biblia. 

[2] Nota del Blog: Este es el caso de la Virgen, que no tenía hermanos varones y es la primera prueba de que pertenecía a la misma tribu que su esposo. 

[3] Nota del Blog: Este es el caso de Zacarías, padre del Bautista, como quedó dicho más arriba. 

[4] Nota del Blog: Segunda prueba por la cual se vé claro que la Virgen pertenecía a la tribu de Judá, al igual que su esposo: los varones de la tribu de Judá debían casarse con los de su misma tribu.