jueves, 7 de noviembre de 2019

¿El Salmo CIX, clave del Apocalipsis? (V de VII)


4 Objeción:

Jesús es visto de pie por san Esteban y, por lo tanto, o el cap. IV del Apocalipsis comenzó a cumplirse ya en época de los Apóstoles o la imagen de Jesús sentado o de pie no sirve para nada a la hora de interpretar el Apocalipsis. En cualquier caso, la tesis central del artículo es errónea.

Prueba de lo dicho.

Hech. VII, 54-56: “Como oyesen esto, se enfurecieron en sus corazones y crujían los dientes contra él. Mas, lleno del Espíritu Santo y clavando los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios, y exclamó: “He aquí que veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios”.

Esta objeción va de la mano con otra no menos clara.

Mt. XXVI, 62-64: “Entonces, el sumo sacerdote se levantó y le dijo: “¿Nada respondes? ¿Qué es eso que éstos atestiguan contra Ti?” Pero Jesús callaba. Le dijo el sumo sacerdote: “Yo te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho. Y Yo os digo: desde este momento veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo”.

Lc. XXIII, 69: “Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios”.

Donde vemos que el Hijo del hombre se iba a sentar inmediatamente en el trono de gloria, con lo cual, tenemos que ambos tronos significan lo mismo.

Respuesta:

Esta objeción parece ser concluyente contra nuestra tesis, con lo cual, debemos ir de a poco.

Tal vez será mejor comenzar por la segunda.

Famosa escena que le valió la condena a muerte a Nuestro Señor y que presenta algunos rasgos difíciles: la partícula “desde ahora” ha dado mucho que hablar y hay dos escuelas divididas: la de quienes ven en esta escena una visión escatológica y los que creen se trata de un tiempo mucho más largo[1]. La primera es básicamente la de los Padres y exégetas hasta el siglo XIX, mientras la segunda cobró fuerza en el siglo XIX y se hizo bastante general en el XX.

El P. Segarra combate esta última y con razón.


El texto claramente presenta sus dificultades, pues, ¿cómo es que desde ahora los jueces inicuos de Nuestro Señor lo iban a ver sentado a la diestra de Dios?

Afirma y prueba el P. Segarra que el sentido de la frase es:

“Desde entonces ya nunca jamás le habían de ver en estado de humillación, sino que, cuando le verían, como certísimamente le habían de ver, le verían entre los esplendores de la gloria más excelsa y soberana”[2].

Es decir, es como si les dijera (paráfrasis nuestra): “la próxima vez que me veáis ya no será en humillación y sometido a vosotros como sucede ahora, sino en gloria y poder y soy Yo quien os juzgará a vosotros”.

En una palabra, quienes juzgaron a Jesús lo verán venir en Gloria y Majestad para ser juzgados por Él[3].

Otro argumento terminará de convencernos que se habla aquí exclusivamente de la Parusía:

San Lucas dice:

“Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios”.

Es curioso que en ninguna de las citas que dimos más arriba al hablar de Jesús “sentado a la diestra de Dios”, se dice que lo está del poder de Dios, sino que, por el contrario, este término es usado inequívocamente en varios pasajes exclusivamente parusíacos:

Mt. XXIV, 30: “Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande”. Ver Mc. XIII, 26 y Lc. XXI, 27.

Mc. IX, 1: “Y les dijo: “En verdad, os digo, entre los que están aquí, algunos no gustarán la muerte sin que hayan visto el reino de Dios venido con poder…”[4].

II Tes. I, 5-8: “Esta es una señal del justo juicio de Dios, para que seáis hechos dignos del reino de Dios por el cual, padecéis, si es que Dios encuentra justo dar en retorno tribulación a los que os atribulan, y a vosotros, los atribulados, descanso, juntamente con nosotros, en la revelación del Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder en llamas de fuego, tomando venganza en los que no conocen a Dios y en los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo…”.

II Ped. I, 16-18: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la Parusía[5] de nuestro Señor Jesucristo según fábulas inventadas, sino como testigos oculares que fuimos de su majestad. Pues Él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando de la Gloria majestuosísima le fue enviada aquella voz: “Éste es mi Hijo amado en quien Yo me complazco”; y esta voz enviada del cielo la oímos nosotros, estando con Él en el monte santo”.

A lo cual pueden sumarse aquellos pasajes del Apocalipsis donde el Cordero recibe el poder:

Apoc. IV, 11: “Digno eres Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad eran y fueron creadas”.

Apoc. V, 12: “Digno es el Cordero, el degollado, de recibir el poder y riqueza y sabiduría y fuerza y honor y gloria y bendición”.

Apoc. VII, 12: “La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén”.

Apoc. XI, 17: “Te agradecemos, Yahvé Dios, el Todopoderoso, el que es y el que era, porque has tomado tu poder, el grande y has reinado”.

Apoc. XII, 10: “Ahora hecha ha sido la salud y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa ante nuestro Dios día y noche”.

Apoc. XIX, 1-2: “¡Aleluya! La salud y la gloria y el poder de nuestro Dios; porque verdaderos y justos (son) sus juicios…”.

Pasemos ahora al primer texto, acaso el más difícil de todos.

La objeción es clara: San Esteban ve a Jesús de pie al momento en que va a sufrir el martirio, con lo cual o ya estaba de pie, o era indistinto estar de pie o sentado y esas no son más que meras imágenes sin ningún significado preciso, o al menos, de nada sirve a la hora de interpretar el Apocalipsis.

Contra esto hay varias cosas para decir:

Lo primero es, ¿de dónde se saca que la visión que tuvo san Esteban indicaba lo que estaba sucediendo en ese momento? O dicho de otra manera ¿qué impide ver en esa visión, una visión de los últimos tiempos?

Notemos que el Protomártir ve dos cosas: la gloria de Dios y al Hijo del Hombre de pie.

Ambas características las vemos retratadas en dos famosas visiones del Antiguo Testamento:

Is. VI: “En el año en que murió el rey Ocias, vi al Señor sentado en un trono alto y excelso y las faldas de su vestido llenaban el Templo. Encima de Él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos los pies, y con dos volaban. Y clamaban unos a otros, diciendo: “Santo, santo, santo es Yahvé de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria.” Y los fundamentos de los umbrales se conmovieron a la voz del que clamaba; y la Casa se llenó de humo. Entonces dije: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Pues soy hombre de labios impuros, y habito en un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, Señor de los ejércitos.” Y voló hacia mí uno de los serafines, que tenía en su mano una brasa ardiente, la cual con las tenazas había tomado de encima del altar. Con ella tocó mi boca y dijo: “Mira, esto ha tocado tus labios; quitada está tu iniquidad, y expiado tu pecado.” Y oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Respondí: “Heme aquí; envíame a mí.” Y dijo Él: “Ve y di a este pueblo: Oíd, y no entendáis; ved, y no conozcáis. Embota el corazón de este pueblo, y haz que sean sordos sus oídos y ciegos sus ojos; no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y con su corazón entienda, y se convierta y encuentre salud.” Yo pregunté: “¿Hasta cuándo, Señor?”. Y respondió: “Hasta que las ciudades queden devastadas y sin moradores, y las casas sin habitantes, y la tierra convertida en ruina completa; hasta que Yahvé arroje lejos a los hombres, y la desolación abunde en medio de la tierra. Y si quedare de ellos sólo la décima parte, volverán a ser destruidos. Mas como del terebinto y de la encina, aun talados, queda el tronco, así el tronco de (Israel) será semilla santa”.

Magnífico capítulo del más grande de los profetas hebreos interpretado por el mismo San Juan:

Jn. XII, 37-41: “Pero a pesar de los milagros tan grandes que Él había hecho delante de ellos, no creían en Él. Para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: “Señor, ¿quién ha creído a lo que oímos (de Ti) y el brazo del Señor, ¿a quién ha sido manifestado?” Ellos no podían creer, porque Isaías también dijo: “Él ha cegado sus ojos y endurecido sus corazones, para que no vean con sus ojos, ni entiendan con su corazón, ni se conviertan, ni Yo los sane.” Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y de Él habló”.

La relación de todo este pasaje de Isaías con los últimos tiempos salta a la vista con sólo considerar que se habla allí claramente de la conversión de los judíos después de un gran castigo.

Hasta aquí la gloria.

Por su parte Daniel, el profeta amado, nos hablará a su vez del Hijo del hombre en una muy famosa visión:

Dan. VII, 13-14: “Seguía yo mirando en la visión nocturna, y he aquí que vino sobre las nubes del cielo Uno parecido a un hijo de hombre, el cual llegó al Anciano de días, y le presentaron delante de Él. Y le fue dado el señorío, la gloria y el reino y todos los pueblos y naciones y lenguas le sirvieron. Su señorío es un señorío eterno que jamás acabará, y su reino nunca será destruido”.

El Hijo del hombre[6], a quien se le da la gloria. Ambos profetas ven lo relativo a los últimos tiempos.

Por otra parte ¿por qué no podemos creer que Jesús quiso recompensar a su primer Mártir, en el momento supremo, con una visión relativa a su reyecía, a su segunda Venida?

Last but not least, si Jesús había amenazado a sus jueces y verdugos con juzgarlos, ¿por qué no pensar que la visión de san Esteban se trata de un recordatorio de la antigua amenaza?

Instabis:

Las dos imágenes son contradictorias: en un caso Jesús está sentado y en el otro está de pie; por lo tanto, se trata de meras imágenes sin un significado preciso.

Respuesta:

Se trataría de una contradicción si ambas imágenes miraran los mismos tiempos, pero no es el caso. La visión de San Esteban mira a Jesús de pie durante los tiempos que narra el Apocalipsis, es decir, durante la septuagésima Semana de Daniel, mientras las palabras de Jesús a sus jueces hablan directamente de la Parusía, y por eso es que en un caso está de pie y en el otro sentado (en el trono de gloria, como ya queda dicho).



[1] El que quiera profundizar esta exégesis puede consultar con fruto el excelente estudio del P. Segarra: “Algunas observaciones sobre los principales textos escatológicos de Nuestro Señor”, Estudios Eclesiásticos, 14 (1935), pp. 464-504 y 15 (1936), pp. 47-66.

[2] E.E.: 15 (1936), p. 62

[3] Algo habíamos hablado ya de este tema en otra oportunidad: ver las “notas” al final AQUI.

[4] Se ve por el contexto que Jesús está hablando de lo que sigue en la narración: la Transfiguración, que traen inmediatamente después los tres Sinópticos. San Pedro nos dirá luego que aquí vieron la Parusía, tal como citamos a continuación, y a ella parece aludir inequívocamente también san Juan en I, 14.

Una vez más, Segarra nos trae un completísimo análisis de este texto: op. cit., 10 (1931), pp. 475-499, 11 (1932), pp. 83-94 y 12 (1932), pp. 345-367.

[5] Como se vé, ambos términos van juntos: poder y Parusía.

[6] Mucho se ha hablado sobre el tan misterioso significado del título “el Hijo del hombre” tantas veces usado por Nuestro Señor, pero queremos llamar la atención sobre una interpretación que se ajusta perfectamente con la tesis central de este estudio.

Gianfranco Nolli, en su minucioso análisis gramatical de los cuatro Evangelios, al desarrollar el término “hijo del hombre”, dice:

Hijo del hombre: esta expresión griega traduce dos expresiones hebreo-arameas, diversas en significado entre sí: la primera (bar adam) indica al hombre en cuanto creatura, débil; la segunda (bar nash) indica al príncipe heredero y a aquel que es ciudadano de pleno derecho, libre (en oposición al esclavo). Esta última expresión (bar nash) pasó a indicar con Daniel al jefe del pueblo de Dios, pasando a ser así un título específico mesiánico. La expresión griega puede pues, asumir un significado que va desde aquel altísimo de príncipe heredero a aquel humilde y familiar que sirve para designar quien habla en primera persona, ocupando el lugar del pronombre personal de primera persona: yo”.

Ver Evangelo secondo Matteo, 1988, Libreria editrice Vaticana, in Mt. XXIV, 27.