Como siempre, nos están quedando algunos casos
un tanto más difíciles por resolver:
a) Apoc. XI, 18: “Y las naciones se airaron y vino tu ira y el tiempo
para que los muertos sean juzgados; y para dar la recompensa a tus siervos: los
profetas y los santos; y a los que temen tu Nombre: los pequeños y los grandes;
y para destruir a los que destruyen la tierra”.
Si la tierra
es Babilonia, entonces los que la destruyen son los diez cuernos (XVII, 16-17), pero como este versículo
habla de la ira de Nuestro Señor, el cual parece referirse a la batalla del
Harmagedón, entonces la tierra tal
vez se referiría a todo el orbe.
b) Apoc. XIV,
3: “Y cantan un cántico nuevo
delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos; y nadie
podía aprender el cántico sino los ciento cuarenta y cuatro mil, los comprados
de la tierra…”.
Sobre este grupo de personas algo hemos hablado
en otra oportunidad, sobre todo en el artículo sobre las 7 Bienaventuranzas
(ver AQUI)
y parece estar muy relacionado con lo que leemos en XV, 3 y V, 9-10, pues
allí vemos también un cántico nuevo y
se habla de los comprados por el
Cordero:
“Y cantan un cántico
nuevo diciendo: “Digno eres de recibir el libro y abrir sus sellos porque
fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre (hombres)
de toda tribu y lengua y pueblo y nación”.
Ambas coincidencias no pueden ser casuales, y
si en lugar de leer tierra como en el
cap. XIV, leemos “toda tribu y lengua y pueblo y nación” como en el cap. V, entonces
la referencia a todo el mundo parece
imponerse.
c) Apoc. XIV,
15-20: “Y otro ángel salió del
santuario, clamando con voz grande al sentado sobre la nube: “Envía tu hoz y
siega, que ha llegado la hora de segar, que se ha secado la siega de la
tierra”. Y arrojó el sentado sobre la nube su hoz sobre la tierra y fue segada
la tierra. Y otro ángel salió del santuario, del que (está) en el cielo, teniendo también él una hoz afilada. Y otro
ángel salió del altar, el que tiene autoridad sobre el fuego y voceó con voz
grande al que tenía la hoz, la afilada, diciendo: “Envía tu hoz, la afilada
y vendimia los racimos de la vid de la tierra, que han madurado sus uvas”. Y
arrojó el ángel su hoz sobre la tierra y vendimió la vid de la tierra, y (la) arrojó en el lagar del furor de
Dios, el grande”. Y
fue pisoteado el lagar, afuera de la ciudad y salió sangre del lagar hasta los
frenos de los caballos, por estadios mil seiscientos”.
Si bien este es, a nuestro entender, uno de los pasajes
más oscuros del Apocalipsis, y no sabemos si aplicarlo al Juicio de las
Naciones del cual hablará en el cap. XIX, o del Juicio a la Iglesia de Mt. XXV,
teniendo razones en pro y en contra para ambos, una cosa parece ser cierta y es
más que suficiente para nuestro estudio: este suceso es posterior a la
destrucción de Babilonia, con lo cual la tierra
debería significar todo el orbe.
d) Apoc. XVI, 18: “Y hubo relámpagos y voces y
truenos y terremoto hubo grande cual no hubo desde que hombres hubo sobre la
tierra, tamaño terremoto, tan grande”.
Este pasaje puede aplicarse o a Babilonia o al planeta y
tampoco es fácil decidirse, aunque nos inclinamos por esta última opción por
parecer que la expresión tiene un carácter más bien universal.
e) Apoc. XVIII, 1: “Después de esto vi otro ángel descendiendo del
cielo, teniendo autoridad grande y la
tierra se iluminó con su gloria”.
Por último, este versículo parecería aplicarse
a Babilonia, de cuya destrucción va a hablar enseguida y sobre todo si tenemos
en cuenta los lugares paralelos: Is. caps. XIII-XIV; XXI, 9; Jer. caps. L-LI.
Además, como dice Bartina, en su comentario:
“Este ángel iluminó toda la tierra que veía Juan. Estaba en el negro
escenario del capítulo precedente, en que había visto en el desierto, a escala
de perspectivas cósmicas, a la bestia
escarlata y a la mujer que sobre ella cabalgaba”.
Aquí terminamos el repaso de los textos del
Apocalipsis que hablan de la tierra.
Es posible que la identidad entre la tierra y Babilonia no se imponga a primera
vista, pero creemos que lo que sigue será de gran ayuda para situar
geográficamente la tierra.