domingo, 18 de noviembre de 2018

El Evangelio y los Últimos Tiempos (II de II)


   Demos el texto ya no sólo de San Mateo sino también de los otros sinópticos, concordantes con el primer Evangelio.
  

Mateo XII

   24 Pero los fariseos, oyendo, dijeron: «Este no lanza los demonios sino en Beelzebub, príncipe de los demonios». 25 Y conociendo los sentimientos de ellos, díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no estará de pie. 26 Si Satanás a Satanás lanza, contra sí mismo está dividido: ¿Cómo, pues, estará de pie su reino? 27 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios, vuestros hijos ¿en quién le lanzan? Por esto ellos jueces serán vuestros. 28 Pero si en el Espíritu de Dios yo lanzo los demonios, por cierto, ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 ¿O cómo puede alguno entrar en la casa del fuerte, y arrebatar sus enseres si primero no atare al fuerte; y entonces saqueará su casa? 30 El que no es conmigo, contra mí es, y el que no recoge conmigo, desparrama. 43 «Y cuando el inmundo espíritu ha salido del hombre, va al través de inacuosos lugares buscando reposo, y no halla. 44 Entonces dice: «A mi casa volveré de donde salí»; y, viniendo, hállala reposando y barrida y adornada: 45 Entonces va y toma consigo siete otros espíritus peores que él y entrando habitan allí; y se hace lo postrero de aquel hombre peor que lo primero. Así sucederá también a esta generación, la mala.»


Marcos III

   22 Y los escribas, los de Jerusalén descendidos, decían: que «a Beelzebub tiene»; y que, «en el príncipe de los demonios lanza los demonios». 23 Y llamándoles a sí, en parábolas hablóles: «¿Cómo puede satanás a satanás lanzar? 24 Y, si un reino contra sí mismo se dividiere; no podrá estar de pie aquel reino. 25 Y, si una casa contra sí misma se dividiere, no podrá aquella casa estar de pie. 26 Y si Satanás se alzare contra sí mismo y se dividiere, no puede estar de pie, sino que fin tiene. 27 Empero, no puede nadie, en la casa del fuerte entrando, sus enseres saquear, si primero al fuerte no atare; y entonces su casa saqueará.



Lucas XI

   15 Mas algunos de entre ellos dijeron: «En Beelzebub, el príncipe de los demonios, lanza los demonios»; 16 y otros, tentando, señal desde cielo buscaban de él. 17 Y él, sabiendo sus pensamientos, díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado, y casa sobre casa cae. 18 Y si también Satanás contra sí mismo está dividido ¿cómo estará de pie su reino? porque decís que en Beelzebub lanzo yo los demonios. 19 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios, vuestros hijos ¿en quién lanzan? Por esto ellos vuestros jueces serán. 20 Pero, si, en dedo de Dios, lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el reino de Dios. 21 Cuando el fuerte armado guardare su atrio, en paz está, lo que posee; 22 pero, tan pronto como uno más poderoso que él, sobreviniendo, le venciere, toda su armadura alza, en la que fiado estaba, y sus despojos reparte. 23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que no recoge conmigo, desparrama. 24 Cuando el inmundo espíritu saliere del hombre, atraviesa, por inacuosos lugares, buscando reposo, y no hallando dice: «Retornaré a mi casa de donde salí»; 25 y viniendo, halla barrida y adornada. 26 Entonces va y toma consigo otros espíritus peores que él: siete, y entrando, establécense allí; y hácese lo postrero de aquel hombre peor que lo primero».


   El Reino que Satanás le promete a Cristo lo aceptará, sin dudas, el Anticristo.


Mt. IV, 8-9: “De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le dijo: “Yo te daré todo esto si postrándote me adoras”.

   Después de la 7º Trompeta vemos que el reino del mundo pasa a Cristo:

Apoc. XI, 15: “Y el séptimo ángel trompeteó y se hicieron voces grandes en el cielo, diciendo: “Se hizo el reino del mundo de nuestro Señor y de su Cristo y reinará por los siglos de los siglos”.

   Por su parte, la quinta Copa hace que el reino de la Bestia se oscurezca:

Apoc. XVI, 10: “Y el quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia y fue su reino oscurecido…”.

   El reino del Anticristo estará formado por diez Reyes:

Apoc. XVII, 12: “Y los diez cuernos que viste, diez reyes son, los que reino aún no han recibido, mas autoridad, como reyes, (por) una hora reciben con la Bestia”.

   Y estos diez Reyes son los que destruirán Babilonia:

Apoc. XVII, 16-17: “Y los diez cuernos que viste y la Bestia, éstos odiarán a la ramera y desierta la harán y desnuda; y sus carnes comerán y a ella incendiarán con fuego. En efecto, Dios ha dado en sus corazones hacer Su propósito y hacer un propósito y dar su reino a la Bestia, hasta que sean consumadas las palabras de Dios”.

   Ver también Mt. XXIV, 7 y Mc. XIII, 8.

   El reino del Anticristo estará dividido porque es lo contrario del Cuerpo Místico de Cristo que se caracteriza por su unidad interna en la fe y en la caridad y por su triple unidad externa de fe, régimen y comunión y que ya estaba simbolizada en la túnica inconsútil (Mt. XXVII, 35; Mc. XV, 24; Lc. XXIII, 34; Jn. XIX, 24; I Cor. I, 13).

   Además, este reino ha de quedar desolado y desierto.

Apoc. XVII, 16: “Y los diez cuernos que viste y la Bestia, éstos odiarán a la ramera y desierta la harán y desnuda; y sus carnes comerán y a ella incendiarán con fuego”.

Apoc. XVIII, 17-19: “Porque en una hora fue desierta tanta riqueza!”. Y todo piloto y todo el que a lugar navega y marineros y cuantos el mar trabajan, desde lejos, se pusieron de pie, y clamaban viendo el humo de su incendio, diciendo: “¿Quién semejante a la ciudad, la grande?”. Y arrojaron polvo sobre sus cabezas y clamaban, llorando y lamentándose, diciendo: “¡Ay, ay, la ciudad, la grande, en la cual se enriquecieron todos los que tienen las naves en el mar a causa de su opulencia, porque en una hora fue desierta!”.

   Ni puede maravillar tampoco que uno de los nombres del Anticristo sea la abominación de la desolación.

Mt. XXIV, 15 – Mc. XIII, 14: "Cuando, pues, viereis “la abominación de la desolación”, de la que habló Daniel, el profeta, estando de pie en lugar santo”.

   Babilonia es, además, una ciudad.

Apoc. XVII, 18: “Y la Mujer que has visto es la ciudad, la grande, la que tiene reino sobre los reyes de la tierra”.

Apoc. XVIII, 10: “Desde lejos, estando de pie a causa del temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la ciudad, la fuerte, porque (en) una hora vino tu juicio”.

Apoc. XVIII, 16: “¡Ay, ay la ciudad, la grande, la vestida de lino fino y púrpura y escarlata y dorada en oro y piedra preciosa y perla porque en una hora fue desierta tanta riqueza!”. Y todo piloto y todo el que a lugar navega y marineros y cuantos el mar trabajan, desde lejos, se pusieron de pie, y clamaban viendo el humo de su incendio, diciendo: “¿Quién semejante a la ciudad, la grande?”. Y arrojaron polvo sobre sus cabezas y clamaban, llorando y lamentándose, diciendo: “¡Ay, ay, la ciudad, la grande, en la cual se enriquecieron todos los que tienen las naves en el mar a causa de su opulencia, porque en una hora fue desierta!”. ¡Alégrate sobre ella, cielo y los santos y los apóstoles y los profetas, pues ha juzgado Dios vuestro juicio contra ella! Y alzó un ángel fuerte una piedra como un molino grande, y (la) arrojó al mar, diciendo: “Así con ímpetu será arrojada Babilonia, la gran ciudad y no será hallada ya”.

   Y una casa, la cual corresponde a la que será edificada sobre la arena:

Mt. VII, 24-27: “Así, pues, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, se asemejará a un varón sensato que ha edificado su casa sobre la roca: Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, pero ella no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, se asemejará a un varón insensato que ha edificado su casa sobre la arena: Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, y cayó, y su ruina fue grande”.

   Ver Lc. VI, 48-49.

   El reino de Satanás no puede mantenerse en pie:

Apoc. XIV, 8: “Y otro, un segundo ángel, siguió diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande, que del vino del furor de su fornicación abrevó a todas las naciones”.

Apoc. XVIII, 2: “Y clamó con fuerte voz, diciendo: “Ha caído, ha caído Babilonia la grande y se hizo habitación de demonios y prisión de todo espíritu impuro y prisión de toda ave impura y odiada”.

   La casa del fuerte será destruida por otro más fuerte:

Apoc. XVIII, 8-10: “A causa de esto, en un día vendrán sus plagas: muerte y luto y hambre y con fuego será incendiada, porque fuerte (es) Yahvé Dios, el que la ha juzgado. Y llorarán y harán luto por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y vivieron en el lujo, cuando vean el humo de su incendio. Desde lejos, estando de pie a causa del temor de su tormento, diciendo: “Ay, ay, la ciudad, la grande, Babilonia, la ciudad, la fuerte, porque (en) una hora vino tu juicio”.

   Y luego, el enemigo será atado:

Mt. XIII, 30: “Dejadlos crecer juntamente hasta la siega. Y al momento de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y al trigo juntadlo en mi granero”.

Apoc. XX, 1-3: “Y ví un ángel descendiendo del cielo, teniendo la llave del abismo y una cadena grande sobre su mano. Y se apoderó del Dragón, la serpiente, la antigua, que es Diablo (Calumniador) y el Satanás (Adversario) y lo ató por mil años y lo arrojó en el abismo y cerró y selló sobre él para que no engañe ya a las naciones, hasta que se hayan consumado los mil años; después de esto debe ser liberado poco tiempo.

   Ver Mt. XXII, 13 y Apoc. IX, 14.

   Y recién entonces podrá arrebatarle sus cosas, como antes habían hecho los enemigos de Dios:

Mt. XI, 12: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza, y los que usan la fuerza lo arrebatan”.

Mt. XIII, 19: “Sucede a todo el que oye la palabra del reino y no la comprende, que viene el maligno y arrebata lo que ha sido sembrado en su corazón: éste es el sembrado a lo largo del camino”.

Jn. X, 12: “Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas”.

   Ver Jn. X, 28-29.

   El final de la parábola es un tanto enigmática: a la generación perversa le sucede lo mismo que al poseso; teniendo esto en cuenta, ¿será que la generación perversa (ver ACA) de los últimos tiempos va a ser siete veces peor que la de la época de Cristo? Los otros siete espíritus ¿son una alusión a las otras siete cabezas de la Bestia?

   Dejamos planteadas estas dudas.

   Lo que sí parece claro es que los últimos tiempos pueden alumbrar muchos pasajes bíblicos, de los cuales hemos dado nada más que un ejemplo.

   No es difícil encontrar otros casos como este en los Evangelios.