lunes, 10 de noviembre de 2014

La Iglesia Católica y la Salvación, II Parte. Cap. II: La Salvación y el Concepto Fundamental de la Iglesia (I Parte)

II

La Salvación y el Concepto Fundamental de la Iglesia

En el capítulo previo estudiamos lo que el mensaje revelado de Dios tiene para decir sobre la natura de la salvación. Hemos visto que este concepto, como Dios mismo lo describió, es el de un traslado efectuado por la gracia que Dios da a los hombres en razón de la muerte expiatoria de Nuestro Señor, del traslado de muerte espiritual al de la vida espiritual de la gracia santificante. Hemos visto que en última instancia termina en la posesión eterna de la vida de la gracia en el cielo.
También es manifiesto, sin embargo, que, en el mensaje divino, la salvación es representada como algo que tiene tanto un aspecto social como uno individual. No es sólo un paso del estado de pecado a la vida de la gracia en su eterna perfección; se trata también, y esencialmente, de un transitus de una unidad social descrita como el reino de Satán al vero y sobrenatural reino de Dios.
La unidad social llamada propiamente el vero y sobrenatural reino de Dios está en su lugar, en su ambiente propio y eterno, solamente en la gloria del cielo. También vive, en un estado transitorio y preparatorio, en este mundo. Es parte esencial de la doctrina divinamente revelada sobre la salvación que nadie entra a la Iglesia triunfante, el reino de Dios en el cielo, a menos que haya salido de esta vida "dentro" del reino de Dios sobre la tierra. En la dispensación del Nuevo Testamento, que durará hasta el fin del tiempo, la Iglesia Católica Romana se identifica completamente con el reino sobrenatural de Dios sobre la tierra. De aquí que nadie va a alcanzar la Visión Beatífica a menos que muera "dentro" de la Iglesia Católica.
Esta lección es un elemento de la prueba teológica fundamental de la necesidad de la Iglesia para la salvación. El otro elemento está basado obviamente en el examen de la forma en la que la Iglesia se describe como el reino de Dios en el contenido de la revelación pública. Esta es la temática del presente capítulo.

Un mensaje adecuado de lo que nos dice el mensaje revelado de Dios sobre la Iglesia Católica en su capacidad como Su reino sobrenatural en este mundo nos mostrará claramente que esta sociedad ha sido instituida por Dios mismo como la unidad social a la que uno debe entrar y "dentro" de la cual uno debe morir para obtener la Visión Beatífica. Pero, para adquirir este objetivo, el examen debe ser veramente adecuado. Deben tenerse en cuenta todos los elementos de la descripción de la Iglesia que se encuentran en el depósito de la revelación pública.
Dicho sea de paso, sería muy imprudente e irreal dar como un hecho que todo los Católicos educados tienen un conocimiento explícito de todos los elementos que entran en el concepto de la Iglesia contenidos en el mensaje sobrenatural revelado por Dios. Como resultado de eventos claramente verificables en la historia de la sagrada teología, ha habido una especie de empobrecimiento de la noción de la ecclesia en la literatura teológica reciente y en el común de la gente. El efecto neto deste empobrecimiento ha sido la tendencia a concebir de una manera oscura e imperfecta algunos de los componentes reales de la noción del reino sobrenatural de Dios sobre la tierra.
Un índice un tanto crudo pero genuinamente esclarecedor deste empobrecimiento puede encontrarse en la explicación Católica común de la frase: "La Iglesia Católica Romana es la verdadera Iglesia de Jesucristo".
Esta oración es una verdad, un dogma de la fe Católica. Contiene dentro de sí la plenitud de la verdad divinamente revelada sobre el status y dignidad de la sociedad religiosa sobre la cual preside el Obispo de Roma. Pero cuando se le pregunta a la mayoría de los Católicos qué significa, parecen restringirse a los hechos, de que esta es la Iglesia de hecho establecida por Nuestro Señor y la sociedad de la cual es la Cabeza. En realidad hay otros elementos esenciales para una concepción precisa de "la vera Iglesia de Jesucristo" o "el reino sobrenatural de Dios".
Los antiguos eclesiologistas, como el Cardenal dominico Juan de Torquemada, mostraron todos los elementos incluidos en la descripción revelada de la vera Iglesia cuando explicaron los diversos nombres aplicados a esta sociedad y a sus miembros en la Escritura y en la tradición. Así mostraron lo que Dios nos ha enseñado sobre la Iglesia cuando se le aplica el término ἐκκλησίᾳ, el nombre griego traducido al español por Iglesia. De la misma manera señalaron lo que fue enseñado sobre la natura de esta sociedad en razón del hecho de haber sido indicada como el reino de Dios, el reino del Padre, como el reino de Cristo, como la ciudad de Dios y como la casa de la fe. Mostraron que lo que se contiene bajo los nombres metafóricos de templo de Dios y Cuerpo de Cristo se le aplica con justicia a la Iglesia Católica. Además sacaron las implicancias de los títulos "los llamados", "los elegidos" y "los discípulos" aplicados a los miembros de la Iglesia[1].
Cuando todos estos nombres y títulos habían sido explicados, la Iglesia fue claramente mostrada como la unidad social fuera de la cual absolutamente nadie puede salvarse. El mensaje divino resumido bajo estas diversas designaciones hizo completamente evidente que, en razón de la institución del mismo Dios, no hay salvación alguna fuera de la Iglesia Católica visible. Ha sido tremendamente desafortunado que la eclesiología contemporánea no le haya dado un trato explícito y claro al contenido de todos estos nombres de la Iglesia y de sus miembros.
Así, en nuestros tiempos nos hemos acostumbrado a aplicar la palabra "Iglesia" a cualquier sociedad religiosa, o por lo menos a toda aquella que clama estar compuesta de los seguidores de Nuestro Señor. Por otra parte, en los escritos de hombres como Juan de Torquemada se precisa que la palabra griega ἐκκλησίᾳ (latinizada como ecclesia) se usa en las Sagradas Escrituras y particularmente en el Nuevo Testamento, para designar al pueblo elegido de Dios, la sociedad de su testamento. Fue el nombre dado en el tiempo del ministerio público de Nuestro Señor al pueblo de Israel considerado precisamente como el pueblo de Dios. De aquí, de hecho, que el nombre "Iglesia" sea propiamente aplicable ahora solamente al pueblo elegido del Nuevo Testamento, a la sociedad religiosa sobre la cual preside el Obispo de Roma como la cabeza suprema visible. Esta es la comunidad dentro de la cual Dios mismo es el supremo Gobernador y Maestro[2]. Es la única sociedad dentro de la cual se ofrece el sacrificio autorizado del Nuevo Testamento.
El reino sobrenatural de Dios es la sociedad de los hombres y mujeres que profesan aceptar la ley divina por la cual Dios nos dirige para la obtención de la Visión Beatífica. Dios, por supuesto, es el supremo gobernador del universo. Por lo tanto, en cierto sentido, todo el universo creado, con todas las creaturas racionales e irracionales dentro de él, puede decirse que constituyen su reino. Sin embargo, hablando con propiedad, el término "reino de Dios" se aplica a la unidad social dentro de la cual Dios mismo es el Supremo Legislador.
Entendido en su propio sentido, el reino es la unidad social de los hombres y mujeres que se someten a la dirección que Dios les da a fin de llevarlos a la obtención de su fin último y eterno. Ahora bien, la única felicidad última y eterna para el hombre se encuentra, de hecho, en la posesión del Dios Trino en la claridad de la Visión Beatífica. La ley que dirige a los hombres a la obtención de este último fin debe ser algo sobrenatural puesto que el mismo fin lo es. Debido a que la ley es sobrenatural, se sigue que no es algo que el hombre pueda observar a través del uso de sus facultades meramente naturales de conocimiento. Es algo que solamente puede ser conocido a través del proceso de la revelación divina aquí en la tierra.
De aquí los que componen el reino de Dios sobre la tierra sean aquellos que aceptan como cierto, basados en la autoridad de Dios revelante, el mensaje en el cual está incorporada la ley sobrenatural de Dios. Son la congregación de los fieles o de los creyentes. La unidad social a la cual han pertenecido estas personas ha sido siempre la única y vera ecclesia.
Este reino sobrenatural de Dios sobre la tierra pasó por varias etapas durante los tiempos del Antiguo Testamento. En el momento de la Encarnación, era prácticamente idéntico a la comunidad religiosa israelita. Esta situación continuó hasta el momento de la muerte de Nuestro Señor sobre la Cruz.
En ese momento, la antigua comunidad israelita, la nación judía, rechazó definitivamente a nuestro Señor y a su doctrina. En razón de ese rechazo, perdió automática y completamente su status como congregación de los fieles. Dejó de ser el reino de Dios sobre la tierra, la ecclesia de Dios.
Pero, al mismo momento, la sociedad de los discípulos que Nuestro Señor había reunido y organizado a Su alrededor durante el curso de Su vida pública sobre la tierra comenzó a existir como la vera ecclesia. Esta nueva sociedad, que Nuestro Señor había formado originalmente dentro de la antigua comunidad judía, vino a identificarse completamente con el reino sobrenatural de Dios sobre la tierra. Era el vero Israel, el Israel de Dios. Sus miembros eran el pueblo del nuevo testamento. Era, y permanecerá hasta el fin de los tiempos, la congregación de los fieles en este mundo.



[1] Para una breve explicación de estos títulos, ver Fenton, "New Testament Designations of the Catholic Church and Its members", in Catholic Biblical Quarterly (Ene-Abr. 1947), 127-46; 275-306.

[2] Cf. Fenton, "The Meaning of the Name "Church", in AER, CXXXI, 4 (Oct. 1954), 268-276.