sábado, 7 de junio de 2014

El Discurso Parusíaco XIII: Respuesta de Jesucristo, VIII. Tiempos y Momentos: un poco de Cronología

Tiempos y Momentos: un poco de Cronología


Mateo XXIV

16 entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas;
17 quien se encuentre en la azotea, no baje a recoger las cosas de la casa;
18 quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.
19 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo!
20 Rogad, pues para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado.


Marcos XIII

14b entonces, los que estén en la Judea, huyan a las montañas;
15 quien se encuentre en la azotea, no baje ni entre para tomar nada de su casa;
16 quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto.
17 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen por aquellos días!
18 Rogad, pues para que no acontezca en invierno.”


¿A qué momento histórico se refiere esta profecía y a quién va dirigida?

Como queda dicho, la abominación de la desolación es el Anticristo estando (de pie) en el Templo, y si se recuerda que la última semana de la profecía de Daniel está formada por la prédica de Enoch y Elías por un lado, más el reinado del Anticristo por el otro, y además lo que dice el Apocalipsis en su cap. XI, entonces vamos a tener una clara alusión al lugar y tiempo en que esto tiene lugar:

“1. Fuéme dada una caña, semejante a una vara, y se me dijo: “levántate y mide el Templo de Dios, y el altar y los que adoran allí.” 2. Mas el atrio exterior del Templo déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales hollarán la Ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 3. Y daré a mis dos testigos que, vestidos de sacos, profeticen durante mil doscientos sesenta días. 4. Estos son los dos olivos y los dos candelabros que están en pie ante el Señor de la tierra. 5. Y si alguno quisiere hacerles daño, sale de la boca de ellos fuego que devora a sus enemigos. Y el que pretenda hacerles mal, ha de morir de esta manera. 6. Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva durante los días que ellos profeticen; tienen también potestad sobre las aguas, para convertirlas en sangre, y herir a la tierra con toda suerte de plagas cuantas veces quisieren. 7. Y cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y les quitará la vida.

Con lo cual comenzada la Septuagésima Semana con la prédica de los dos Testigos, tenemos durante tres años y medio, por lo menos dos sucesos de capital importancia: la reconstrucción del Templo y la conversión parcial de los judíos, al cabo de los cuales surgirá el Anticristo, matará a los dos Testigos y profanará el Templo haciéndose adorar como dios.
La admonición va dirigida, como en el discurso de S. Lucas, a “los que están en la Judea” es decir no sólo a los habitantes de Jerusalén. Podrá acaso preguntarse cómo harán los habitantes de toda la región de la Judea para conocer el momento de la profanación pero la respuesta es, hoy por hoy, sumamente sencilla: por medio de la TV e Internet[1].
Por último, no debe olvidarse que esta advertencia no va dirigida a la Mujer del capítulo XII del Apocalipsis, puesto que ella se encuentra ya en el desierto desde antes de la aparición del Anticristo.


¿Qué decir de la alusión al invierno y al sábado?

Generalmente se da como razón en todas las teorías, ya sea las que refieren toda esta perícopa al sitio a Jerusalén, como así también las que ven aquí una profecía del fin de los tiempos, el hecho de la dificultad que trae el huir en invierno por las inclemencias del tiempo (frío, nieve, lluvias, etc.), mientras que el sábado se explicaría porque al ser el día de descanso para los judíos, entonces la huida no podrá pasar muy desapercibida, etc. Todo lo cual es muy cierto, pero ¿es posible que aquí Jesús nos esté dando una señal más precisa de los tiempos en que esto tendrá lugar?
Como es sabido en Israel existen básicamente dos estaciones: invierno y verano[2], con lo cual tenemos que el invierno comienza el 21 de Septiembre y el verano el 21 de Marzo, por lo cual si Nuestro Señor nos dice que los que estén en la Judea huyan inmediatamente después que vean la Abominación de la desolación en el Lugar Santo, y esto tiene lugar al comienzo del reinado del Anticristo, entonces tal vez tenemos aquí un dato importante: el Anticristo tomará Jerusalén, matará los dos Testigos y profanará el Templo un par de días antes del 21 de Septiembre.

Esta teoría podría confirmarse por otros pasajes de las Escrituras:

1) Las palabras del Esposo en el Cantar[3]:

“Levántate amiga mía; hermosa mía, ven. Porque, mira, ha pasado ya el invierno, la lluvia ha cesado y se ha ido; aparecen ya las flores en la tierra; llega el tiempo de la poda, y se oye en nuestra tierra la voz de la tórtola. Ya hecha sus brotes la higuera, esparcen su fragancia las viñas en flor. ¡Levántate, amiga mía; hermosa mía, ven! Paloma mía, que anidas en las grietas de la peña, en los escondrijos de los muros escarpados[4], hazme ver tu rostro, déjame oír tu voz; porque tu voz es dulce, y tu rostro es encantador” (Cant. II, 10-14).

Es decir que el Esposo llama a la Esposa una vez pasado el invierno, pero como este llamado tiene lugar no inmediatamente después del fin del Anticristo sino por lo menos cuarenta y cinco días después, estamos entonces en el mes de mayo (ciertamente no antes), pero si se le restaran los cuarenta y cinco días entonces el fin del Anticristo sería en los meses marzo–abril (Nisán), tiempo que coincidiría con el término de los tres años y medio. Otra razón para concluir esto es que, como lo apunta Fillion citado por Straubinger al comentar las palabras Aparecen ya las flores: “La Palestina se cubre literalmente de flores en el mes de abril, como por encanto. También según Isaías (XXXV, 1 ss) la campiña florida es un símbolo de la era mesiánica y de sus gracias”[5].

2) Las fiestas religiosas de Israel.

 En el Antiguo Testamento Dios le dio a los judíos una serie de prescripciones y mandatos tocantes a varios puntos, uno de los cuales, y no el menos importante, era el referido a las fiestas religiosas. Todo judío estaba obligado a subir a Jerusalén y celebrar tres fiestas cada año: la de los Ácimos (Pascua), la de la Siega (Pentecostés) y por último la de la Recolección (Tabernáculos).

En el Éxodo leemos: “Tres veces al año me celebraréis fiestas. Guardaréis la fiesta de los Ácimos. Durante siete días comeréis panes sin levadura, como te he mandado, al tiempo señalado, en el mes de Abib (Nisán); pues en él salisteis de Egipto. Nadie se presentará delante de Mí con las manos vacías. También la fiesta de la siega, de las primicias de tus labores, de cuanto hayas sembrado en el campo; y la fiesta de la Recolección al final del año al recoger del campo el fruto de tu trabajo.” (XXXIII, 14 ss). Cfr. Lev. XXIII.

Según esto la fiesta de Pentecostés coincide con el tiempo de la siega, el cual tiene lugar aproximadamente cuarenta y cinco días después de la muerte del Anticristo y del Falso Profeta[6].
Por último no debe perderse de vista con respecto a la fiesta de los Tabernáculos (o Vendimia, cfr. Straubinger in Sal. VIII, 1) dos cosas: la primera que se celebra “al final del año” lo cual bien puede ser una imagen del Milenio y la recolección signifique la “recapitulación de todas las cosas en Cristo” (Ef. I, 10)[7] y la segunda que Zacarías explícitamente afirma en su último capítulo la existencia desta fiesta durante el Milenio cuando profetiza: “Y todos aquellos que quedaren de todas las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán año por año, para adorar al Rey, Yahvé de los ejércitos, y celebrar la fiesta de los Tabernáculos. No vendrá lluvia sobre aquellas tribus de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Yahvé de los ejércitos. Y si el pueblo de Egipto no sube y no viene, no (lloverá) sobre él, habrá allí aquella plaga con que Yahvé herirá las naciones que no suben a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Tal será el castigo de Egipto y el castigo de todas las gentes que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos” (ver. 16-19).
Van Rixtel confirma esto cuando dice[8]: “Ahora estamos en la sexta edad, que corresponde a la preparación del Reino. Esta edad abarca el tiempo de los gentiles, y corre desde la Primera Venida hasta la Vuelta gloriosa de Cristo. Estamos pues, en las vísperas del milenio pascual o gran sábado. Habiendo sido entresacados del mundo, peregrinamos hacia la gran fiesta de la Resurrección, que será una verdadera fiesta de los tabernáculos, preparación para el día octavo”.

3) El toque de la Quinta Trompeta: El ejército de langostas que sale del abismo.

Las langostas viven comúnmente cinco meses y en verano, es decir que coincidiría con el período Marzo-Septiembre. Si el Anticristo ya ha tomado Jerusalén desde hace tres días y medio cuando suena la sexta trompeta como consta por Apoc. XI, 14, entonces está claro que los cinco meses en los cuales el ejército de demonios va a poder atormentar a los habitantes de la tierra empiezan en Marzo-Abril y terminarían en Agosto-Septiembre.
Otra posibilidad del cómputo es la que trae Fillion cuando comenta: Según numerosos intérpretes, el rasgo de cinco meses estaría tomado de la duración habitual de la plaga de langostas (de mayo a septiembre u octubre)”, con lo cual podría decirse que Mayo es el mes número uno y Septiembre correspondería al mes cinco según el modo de contar de los judíos.
Ambas hipótesis son posibles. Lo que no cabe dudas es que este argumento coincide con lo que venimos diciendo.

Vale!






[1] Lo mismo dígase de “los pueblos y tribus y lenguas y naciones” que contemplarán los cadáveres de los dos testigos. Sirva esto como respuesta al gran exégeta chileno Manuel Lacunza.

[2] “En Palestina no existen propiamente sino dos estaciones: la del frío y las lluvias y la del calor” (Oñate).


[3] Sabido es, como lo indica agudamente Lacunza, que el Cantar de los Cantares es una profecía que narra los tres años y medio de penitencia de la Mujer en el desierto (Apoc. XII, 6 y concordantes), es decir del Israel purificado y convertido a su Dios. De ahí que la invitación que el Esposo hace a la Esposa para que salga de su lugar y vaya hacia su Amado debe mirarse como el fin de esos tres años y medio, una vez puesto fin al reinado del Anticristo.
Puede leerse con fruto los comentarios al Cantar de Straubinger y de Caballero Sánchez (bajo el pseudónimo de Athon Bileham).

[4] Clara alusión al lugar en que estará escondida la Mujer durante los tres años y medio del reinado del Anticristo, que no es otro que Petra, en hebreo Sela al sur de Jordania. Cfr. Sal XXVI (XXVII), 5; LIV (LV), 7; LIX (LX), 11; LXVII (LXVIII), 5; CVII (CVIII), 11; Cant. II, 14; III, 6; Is. II, 10; XVI, 1-5; XXVI, 20; XLII, 11; LXIII, 1-6; Hab, III, 3. El gran Rey David es tipo de Israel que huye del Demonio, al esconderse en la cueva mientras huía del Rey Saúl. Cfr. I Reyes caps. XXII y XXIV, Salmo LVI (LXII), 1.

[5] Lo mismo cuando el Apocalipsis (VI, 13) dice: “Y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como deja caer sus brevas la higuera sacudida por un fuerte viento”, a lo cual dice Allo: “La caída de las ὀλύνθους, de higos que no maduran, se produce al fin del invierno; es este un signo de la proximidad de la primavera eterna…”. Es decir, la caída de las estrellas de la que hablan el Apocalipsis e Isaías XXIV sería apenas terminado el reinado del Anticristo.

[6] Pirot, comentando Mc. XIII, 28, dice: “No confundir el verano (θέρος) y la siega (θερισμὸς; Mt, XIII, 30; Mc. IV, 29; Jn. IV, 35). La higuera se cubre de hojas en marzo, la siega no tiene lugar sino en junio en los alrededores de Jerusalén”.

[7] Como curiosidad es interesante notar que el pueblo de Israel tiene dos comienzos de año diferentes: por un lado está el año religioso que comienza el mes de Nisán (Marzo-Abril) y por el otro el año civil que comienza en el mes de Tishrei (Septiembre-Octubre) con la fiesta de Rosh Hashaná.

[8] El Testimonio de nuestra esperanza, cap. VI.