22. Y voz de citaristas y músicos y flautistas y trompetistas no se oirá en ti ya y ningún artífice de arte se hallará en ti ya y voz de molino no se oirá en ti ya 23a. y luz de lámpara no alumbrará en ti ya y voz de esposo y esposa no se oirá en ti ya,
Concordancias:
φωνὴ (voz): cfr. Apoc. I, 10.12.15; III, 20; IV, 1.5; V, 2.11-12; VI, 1.6-7.10; VII, 2.10; VIII, 5.13; IX, 13; X, 3-4.7-8; XI, 12.15.19; XII, 10; XIV, 2.7.9.13.15.18; XVI, 1.17-18; XVIII, 2.4.23; XIX, 1.5-6.17; XXI, 3.
Κιθαρῳδῶν (citaristas), cfr. Apoc. XIV, 2.
Μουσικῶν (músicos): Hápax absoluto.
Αὐλητῶν (flautistas): Hápax en el Apoc. cfr. Mt. IX, 23.
Σαλπιστῶν (trompetistas): Hápax absoluto.
ἀκουσθῇ (oirá): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIII, 9; XIV, 2.13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 1.6; XXI, 3; XXII, 8.17-18. Ver Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 23.
Τεχνίτης (artífice): Hápax en el Apoc. cfr. Hech. XIX, 24.38; Heb. XI, 10.
Τέχνης (arte): Hápax en el Apoc. cfr. Hech. XVII, 29; XVIII, 3.
Εὑρεθῇ (será hallada): cfr. Apoc. II, 2; III, 2; V, 4; IX, 6; XII, 8; XIV, 5; XVI, 20; XVIII, 14.21.24; XX, 11.15.
Μύλου (molino): cfr. Mt. XVIII, 6 (escándalo – arrojar al mar); XXIV, 41; Mc. IX, 42 (escándalo – arrojar al mar); Apoc. XVIII, 21.
Φῶς (luz): cfr. Apoc. XXI, 24; XXII, 5.
Λύχνου (lámpara): cfr. Apoc. XXI, 23; XXII, 5.
Φάνῃ (alumbrará): cfr. Apoc. I, 16; VIII, 12; XXI, 23.
Νυμφίου (esposo): Hápax en el Apocalipsis.
Νύμφης (esposa): cfr. Apoc. XXI, 2.9; XXII, 17.
Notas lingüísticas:
Zerwick: “πᾶς… οὐ: hebraísmo = ningún”.
Citas Bíblicas:
Is. XXIV, 1-13: “He aquí que Jehová devastará la tierra, y la dejará desolada, trastornará la superficie de ella y dispersará sus habitantes. Y será del pueblo como del sacerdote, del siervo como de su amo, de la sierva como de su dueña, del comprador como del vendedor, del que presta como del que toma prestado, del acreedor como del deudor. La tierra será devastada y saqueada del todo, por cuanto Jehová así lo ha decretado. La tierra se consume de luto, el orbe se deshace y se marchita; desfallecen los magnates[1] de la tierra. La tierra está profanada por sus habitantes; pues han traspasado las leyes y violado los mandamientos, han quebrantado la alianza eterna. Por eso la maldición devora la tierra, y son culpables sus moradores; por eso serán consumidos los habitantes de la tierra, y quedará solamente un corto número (de hombres). Llora el vino, languidece la cepa, gimen cuantos se alegraban de corazón. Ha cesado el júbilo del tamboril, se acabó la algazara de la gente alegre, ya no se oye más el alegre son de la cítara. No se bebe ya vino entre cantares, y las bebidas dulces son amargas para los bebedores. Devastada está la ciudad de la vanidad, cerrada toda casa, nadie puede entrar. Gritan por vino en las calles, ha desaparecido todo regocijo, desterrada está de la tierra la alegría. Lo que queda de la ciudad son escombros, y la puerta destruida, convertida en ruinas”.
Ez. XXVI, 13: “Haré cesar la voz de tus cantares y no se oirá más el son de tus cítaras…”.
Comentario:
En Jer. XXV, 10 se dice esto mismo de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor.
Swete (citado por Allo): “No se oirá más en Babilonia ningún ruido de alegría, ni de vida industrial, ni siquiera de trabajos domésticos”.
Wikenhauser: “Donde antes se vivía en la agitación y el estrépito, reinará un silencio sepulcral. Tal es el sentido de las frases siguientes, que contraponen el futuro al pasado. Enmudecen la música y el canto (Is. XXIV, 8; Ez. XXVI, 13), el ruido de los artesanos y de los molinos (Jer. XXV, 10). Las luces, que en otro tiempo iluminaban la ciudad durante la noche, no se encenderán ya más (Jer. XXV, 10), ni volverán a oírse en ella los alegres cantos de las fiestas nupciales (Jer. VII, 34; XVI, 9)”.
Sales: “Todo acento de alegría y de fiesta, como todo rumor de trabajo necesario a la vida cesará en ella, y no quedará más que la soledad y el desierto (Jer. VII, 34; XVI, 9; XXV, 10)”.
Bartina: “Siguiéndose la técnica de los viejos profetas, se describe la desolación de un lugar populoso pasando revista a las cosas de la vida ciudadana que deberían hallarse y han desaparecido. Con eso es más patética la soledad y más impresionante el silencio de sepulcro. El ritmo monótono de las frases y las repeticiones incisivas hieren más la atención del oyente. Festejos musicales con ocasión de las recurrencias ciudadanas y familiares no se oirán más: ni sonido (φωνὴ) de madera, ni de coros (μουσικῶν), no de metal (Ez. XXVI, 13; Is. XXIV, 8). La alegre sinfonía del trabajo enmudecerá para siempre y el chirriar (φωνὴ) de las muelas molanderas no se oirá más (Jer. XXV, 10). Las luces nocturnas (φῶς λύχνου) que iluminaban el bullicio ciudadano se apagarán para siempre. Los epitalamios y los cantos de júbilo del esposo y de la esposa (φωνὴ νυμφίου καὶ νύμφης) no se oirán más (Jer. VII, 34; XVI, 9). Con pocos ejemplos escogidos se quiere abarcar toda la vida de una gran urbe”.
San Beda: “De los cinco sentidos, el texto sagrado había diferido hacer mención al sonido, del que ahora dice que entre otras cosas se hace desaparecer del mundo. Como si dijera: lo que es agradable de ver, melodioso de oír, tierno para el tacto, suave para el olfato y sabroso para el gusto, ha de desaparecer de este mundo”.
Strack-Billerbeck: “Que se oiga en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén… ¡la voz del novio y de la novia...!", dice una oración en la bendición de los novios en la ceremonia nupcial, ver Keth 7b”.