viernes, 27 de diciembre de 2024

La pronunciación del Tetragrámaton, por P. Drach (V de VI)

COROLARIO 

El tetragrámaton pronunciado Yehova nos da la clave de 'Ιαώ, el nombre que los paganos dieron al Dios de los judíos. Este 'Ιαώ, figurado en caracteres latinos, es Iaho, como puede verse en varios manuscritos y ediciones impresas del antiquísimo comentario a los Salmos que mencionamos anteriormente. Bochart admite esta lección sólo en este comentario, y rechaza Jehová, que sólo se ve en ediciones más cercanas a nuestro tiempo[1]. Este Iaho, no cabe duda, es una metátesis por Joha (o Ihoa) que los griegos no habrían pronunciado fácilmente[2]. Lo que nos confirma plenamente en este pensamiento es que, en los nombres propios que son tetragramatóforos desde el principio, los griegos dejaron Ioha en su estado natural, porque entonces les resultaba más fácil pronunciarlo. Así dijeron 'Ιωαθαμ (Iohatham) para el hebreo יותם = יהותם. Vulgata, Joatham. Hesiquio explica este nombre como perfección de Iaho, 'Ιαώ συντέλεια.

Así, cuando el venerable nombre está solo, los griegos lo pronunciaban Iaho, 'Ιαω, de acuerdo con el genio de su lengua, pero combinado con otro nombre, este término conservaba su forma natural y hebrea Ioha o Ihoa, porque entonces lo pronunciaban más fácilmente. Así, en el Origenianum Lexicon græcum nominum hebraicorum[3], el tetragrámaton se da en la forma 'Ιαώ (Iaho), y en los nombres propios compuestos por él, el tetragrámaton vuelve a ser 'Ιωα (Ihoa o Ioha), como: 'Ιωακειμ (Joacim), 'Ιωαθαμ (Joatham), 'Ιωαννες (Joannes), Ιωαχ (Joach), Vulg. Joha, etc.

Se cree generalmente que los griegos conocieron el venerable nombre Jehová a través de Pitágoras, quien, en sus viajes, no sólo recogió las lecciones de varios doctores judíos y, según algunos, del profeta Ezequiel[4], sino que se dice que él mismo pertenecía, por su origen, a la nación judía. San Ambrosio, Lib. I, Epist. VI, dice de Pitágoras: “Porque como su ascendencia derivaba (según creencia general) de los judíos, de su aprendizaje derivó también los preceptos de su escuela”. Ver también Numenio, citado por Orígenes, Contra Celso, Lib. I y Clemente de Alejandría, Strom. Lib. I[5].

Hemos dicho más arriba que Pitágoras designó el nombre inefable con el término griego tetractus, que corresponde perfectamente al circunloquio de los judíos, el nombre de cuatro letras. Los demás escritores griegos se limitaron a repetir el nombre Iaho, 'Ιαώ, que sufrió ligeras alteraciones bajo la pluma de algunos de ellos. Se sabe, además, que los griegos estaban muy acostumbrados a adaptar a su lengua los nombres extranjeros que les parecían demasiado bárbaros o difíciles de pronunciar.

1. Macrobio, Saturn., Lib. I, cap. XVIII, cita un oráculo de Apolo Claros[6] en el que encontramos el siguiente verso: 

Φράζεο τον πάντων ύπατόν Θεόν έμμεν Ιάω.

[Piensa que Iaho es el Dios supremo de todas las cosas]. 

Este oráculo era muy antiguo, ya que Conón[7] y Estrabón[8] dicen que se dio cuando vivía el famoso adivino Mopso, contemporáneo de Calcas, y, por lo tanto, del asedio de Troya.

2. Porfirio, citado por los autores eclesiásticos, informa de un pasaje de Sanjuniatón, traducido al griego por Filón de Biblos. El historiador fenicio siguió, para los anales de la nación judía, las memorias de un tal Jerobaal[9], sacerdote del Dios Iaho[10].

3. Los Fibionitas, secta bastarda del gnosticismo, admitían trescientos sesenta y cinco Poderes, que eran otros tantos dioses. Pero reconocían a un Dios por encima de todos los demás, que ocupaba el primer cielo. Se llamaba Iaho.

4. Diodoro de Sicilia, Bibl. hist. I, par. 2, cap. 59, hablando de los antiguos legisladores que, para conciliar mayor autoridad a sus códigos, los atribuían a deidades, dice: "Y entre los judíos, Moisés pretendía que sus leyes le habían sido dictadas por el Dios llamado Iaho".

5. Los paganos imaginaban que los judíos invocaban a Baco en los regocijos que celebraban en sus fiestas de los tabernáculos, como vemos en Plutarco, Sympos. lib, IV, quæstio V[11]. Este error surgió del hecho de que, en estas fiestas, los judíos llevaban en sus manos ramas de palma, adornadas con racimos de mirto y sauce, y un cidro, que los paganos tomaban por tirsos. Los judíos, mientras danzaban y saltaban, cantaban varias veces el versículo del Sal. CXVII, del que hemos hablado extensamente más arriba y en el que aparece varias veces el nombre Yehova. Los paganos tomaron este nombre como el Evohé de las Bacanales. Grande era su error, pues sabemos cuánto aborrecían los judíos la adoración de ídolos desde su regreso de Babilonia[12].

6. Filón relata que la embajada de la que formaba parte, al presentarse ante Cayo Calígula, el emperador se enfureció con los judíos, porque se negaban a reconocer su condición de Dios, y preferían adorar a un Dios cuyo nombre no pronunciaban. "Al mismo tiempo, dice Filón, levantando las manos al cielo, pronunció la palabra que ni siquiera está permitido escuchar, y mucho menos traducir literalmente”[13].



 [1] Chanaan, Lib. II, cap. XVII. 

[2] Fuller dice: “Sospecho que la metátesis nació del hecho de la dificultad del nombre extranjero, y 'Ιωα es la manera correcta de escribir y pronunciar”, Miscel. sacra, Lib. II, cap. VI.

 [3] Impreso en las obras de San Jerónimo, vol. II, pp. 651 y ss. de la edición de Vallarsius.

 [4] Ver más adelante nuestra nota 32. 

[5] Frischmuthius, en su disertación De nomine Messiæ glorioso, cap. 1, n. 16, dice: “Orfeo, por quien se dice que este nombre (Jehová) pasó a Grecia”.

 [6] Este apodo del hijo de Latona fue tomado de la ciudad de Claros, en Jonia, donde tenía un oráculo.

 [7] Ver Focio, Bibliotheca græca, cod. LXXXI.

 [8] Geogr., Lib. XIII.

 [9] Jerobaal es, de hecho, un sinónimo de Gedeón. Ver Juec. VI, 32; VII, 1; VIII, 35.

 [10] 'Ιαώ (Iaho) se encuentra en la cita de Teodoreto. El de Eusebio dice 'Ιευώ, Ieuho, lección que también nos lleva a Yehova.

 [11] En esta cuestión, o problema, como dice el griego de Plutarco, se encuentra una descripción bastante exacta de las diversas fiestas que los judíos celebran en su mes de Tischri.

 [12] Tácito refuta este error con otro razonamiento. Los judíos, según él, eran demasiado insípidos y repugnantes para celebrar las solemnidades tan bellas y alegres de Baco: “Y como sus sacerdotes cantaban al son de flautas y panderos, se ceñían de hiedra, y se encontró en su templo una vid de oro, algunos pensaron que daban culto al padre Líber, el conquistador del Oriente, pero sus ceremonias no son congruentes en absoluto con esta opinión, dado que Líber estatuyó festejos y alegres ceremonias, mientras que las celebraciones acostumbradas por los judíos son absurdas y sus ritos sórdidos”, Hist. Lib. V, n. 5.

 [13] Legat. ad Caj., p. 1041 A de la ed. de París, 1640.