§ I
I. Aunque la sinagoga prohíbe estrictamente, como hemos dicho[1], la pronunciación del tetragrámaton tal como está escrito, los judíos saben, por una tradición ininterrumpida, que su verdadera pronunciación es Yehova. Desde tiempos inmemoriales, si se han abstenido de pronunciarlo habitualmente[2], sin embargo, lo pronunciaban, y todavía lo pronuncian a veces, para enseñarlo. Así, los misioneros jesuitas supieron que los judíos chinos lo leen, según su pronunciación corrupta, Hotoï, aunque se abstienen de pronunciarlo tanto como sus correligionarios de otros países. Por eso Rosenmüller refuta muy bien la lectura iėhvé, diciendo: "Lo cual no parece verosímil dado que existen vestigios, muchos siglos antes de la puntuación masorética, que יהוה fue llamado Yehova”[3].
Es
cierto que los puntos vocálicos que acompañan al tetragrámaton son las vocales
del nombre inefable, y que no están tomados del nombre Adonai, como
afirman los Adonistas.
En apoyo de esta
proposición, aportaremos algunas pruebas que, esperamos, convencerán plenamente
al lector juicioso.
1.
PRUEBA. La tradición constante y antigua de los judíos, que desde tiempos
inmemoriales han declarado que la verdadera lectura de este nombre divino es Yehova;
y para indicar mejor esta verdadera lectura, lo llaman ככתיבתו, como está escrito. Ahora
bien, su puntuación escrita es precisamente Yehova.
2. PRUEBA. Toda la antigüedad, no sólo la hebrea y la cristiana, sino también la pagana, reconocía que el nombre propio de Dios, el tetragrámaton, contiene los tres tiempos del verbo por excelencia, el verbo ser: era, es, será, como hemos mostrado más arriba, de la p. 310 a la p. 315. Ahora bien, el substantivo inefable contiene estos tres tiempos sólo en la medida en que se lo lea con las vocales que ahora tiene, vocales que son las únicas que sirven para formar estos tiempos. Ver lo que hemos dicho en este sentido en la p. 306. Rosenmüller, en sus escolios sobre el Éxodo, III, dice también que el único versículo del Apocalipsis, que hemos transcrito más arriba, p. 310, en el que San Juan traduce el tetragrámaton por el ser, el era, el futuro, este versículo por sí solo, dice, bastaría para probar que el nombre divino debe leerse Yehova. Pero también extrae la misma prueba de las antigüedades griegas y egipcias.
3.
PRUEBA. Prueba de ello es el gran número de nombres propios impuestos a los
individuos hebreos en los tiempos más antiguos. Estos nombres comienzan o
terminan con una parte notable del tetragrámaton, parte que a veces se
substituye por otro nombre divino, especialmente por el de El, אל. Estos
nombres propios son naturalmente los guías más seguros en la búsqueda de la
verdadera puntuación del tetragrámaton. “Como argumento, dice Gesenio, de
aquellos que creen que יְהוָה, son las verdaderas vocales, no hay ninguno que tenga, no digo
la fuerza de persuadir, sino una especie de verdad, excepto aquel sacado de la
primera parte del tetragrámaton, יְהו (yeho) comparado con la
manera en que a menudo comienzan los nombres propios, tal como יהונתן, יהוחנן [4].
Rosenmüller, en sus escolios sobre el Éxodo, también dice: “De ninguna
manera es un argumento menor”. Si estos dos grandes eruditos hebreos, aun
apoyando con su autoridad nuestra tercera prueba, mantienen un tono dubitativo,
es porque no fueron educados como nosotros en la sinagoga, que ni siquiera
quiere creer que se pueda dudar que Yehova sea la verdadera lectura del
nombre inefable[5].
En
efecto, se sabe que muchos de los nombres impuestos a sus hijos por los hebreos
del Antiguo Testamento consistían de una parte de uno de los nombres de Dios, o
en el nombre completo. Se esperaba que estos nombres divinos trajeran felicidad
a los recién nacidos. Ahora bien, muy a menudo
estos nombres, que todavía se usan entre los judíos de hoy, comienzan con יהו, que incluye no sólo tres
cuartas partes del nombre Jehová, sino todas las letras de las que se forma el
tetragrámaton[6]. Este יהו ha sido considerado
constantemente como la representación del nombre completo Yehova, no
sólo por los judíos, sino también por hombres de otras naciones, los más
eruditos y juiciosos de los primeros siglos del cristianismo, que poseían el
conocimiento del hebreo y lo explicaban en este sentido, como se ve con
frecuencia en el libro De nominibus hebraicis de San Jerónimo, en el
glosario de Hesiquio y en otros libros antiguos donde encontramos la
explicación de este tipo de nombres hebreos. Por ello, estos nombres se
denominan, a partir de un término griego, tetragramatóforos (que llevan,
contienen, el tetragrámaton). Por lo tanto, como en estos nombres propios
siempre se ha pronunciado el yeho de יהו, es evidente que los puntos con
los que vemos el nombre marcado con cuatro letras son sus vocales propias y
naturales.
A continuación, daremos algunos ejemplos de estos nombres, con la traducción de la Vulgata y la explicación de San Jerónimo.
1. יהועזר (Yehoézer). Vulg., Joezer;
san Jer., DOMINI auxilium (auxilio del Señor).
2. יהוזבד (Yehozabad). Vulg., Jozabad; san
Jer., DOMINĮ dos (dote del Señor).
3. יהוחנן (Yehohhanan). Vulg., Joannes;
san Jer., DOMINI gratia (gracia del Señor).
4. יהונתן (Yehonatan). Vulg., Jonathan;
san Jer., DOMINI donum (don del Señor).
5. יהוצדק (Yehotzadak). Vulg., Josedec; san Jer., DOMINI justus (justo del Señor).
Las letras serviles ב, ו, כ, ל, etc., que preceden a estos nombres propios como prefijos, están puntuadas con la vocal i (hhirik), de acuerdo con la regla gramatical: Bihoseph, ביהוסף (Sal. LXXXI, 6). Vihoschua, ויהושע (Éx. XXIV, 13; Núm. XIV, 30.38). Vihonatan, ויהונתן (Jue. XVIII, 30). Lihoschua, ליהושע (Jos. I, 17).
A menudo יהו (yeho) se contraía en יו (yo):
1. יועזר, Yoézer; 2. יוזבד, Yozabad; 3. יוחנן, Yohhanan; 4. יונתן, Yonatan; 5. יוצדק, Yotzadak.
A veces se añadía el
nombre divino al final del nombre propio de los hombres.
1. עזריהו (Azariahu). Vulg., Azarias; san
Jerónimo, Adjutor DOMINUS (Auxiliador del Señor).
2. זבדיהו (Zebadiahu). Vulg., Zabadias;
san Jerónimo, Dos DOMINI (dote del Señor).
3. חנניהו (Hhananiahu). Vulg., Ananias;
san Jerónimo, Gratia DOMINI (gracia del Señor).
4. נתניהו (Netaniahu). Vulg., Nathania;
san Jerónimo, Dante DOMINO (el Señor da).
5. צדקיהו (Tzidkiahu). Vulg., Sedecias; san Jerónimo, Justus DOMINI (justo del Señor).
Esta terminación יהו se puede contraer en יה; como,
1. עזריה 2. זבדיה 3. חנניה 4. נתניה 5. צדקיה
Lo que contribuye a probar que יהו es realmente un nombre divino es que:
a. A
menudo se substituía por el nombre אל (El), Dios, como:
1. אלעזר (El-azar). Vulg., Eleazar;
san Jerónimo, DEI adjutorium (auxilio de Dios) = יהועזר.
2. אלזבד (Elzabad). Vulg., Elzabad; antigua
interpr., DEI dotatio (don de Dios)[7]
= יהוזבד.
3. אלחנן (Elhhanan). Vulg., Elehanan et
Elchanan; san Jerónimo, DEI gratia (Adeodatus, gracia de Dios). =
יהוחנן.
4. אלנתן (Elnatan). Vulg., Elnathan;
san Jerónimo, DEI donum (don de Dios). = יהונתן.
5. אליקים (El-yakim). Vulg., Eliacim;
san Jerónimo, DEI resurrectio (resurrección de Dios). = יהויקים (Yeho-Yakim). Vulg., Joiacim;
san Jerónimo, DOMINI resurrectio (resurrección del Señor).
b. También al final del nombre, a menudo se substituía por el mismo אל.
1.
עזראל (Azar-el). Vulg., Azareel; antigua interpr., Adjutorium
DEI (auxilio de Dios). = עזריהו.
2.
זבדיאל (Zabdiel). Vulg. Zabdiel;
antigua interpr., Dos DEI (dote de Dios). = זבדיהו
3.
חננאל (Hhananel)[8].
Vulg. Hananeel; S. Jér., Gratia DEI (gracia de Dios) = חנניהו.
4.
נתנאל (Netanel). Vulg. Nathanael; S. Jér., Donum DEI
(don de Dios) = נתניהו.
5.
מיכאל (Mihhael). Vulg. Michael; S. Jér., Quis sicut DEUS?
(¿quién cómo Dios?) = מיכיהו. (Mihhayahu). Vulg. Michæas; S. Jér., Quis DOMINABITUR?
(quis sicut DOMINUS?) (¿Quién lo vencerá? ¿Quién como el Señor?).
[1] Más arriba, pp. 326 y sigs.
[2] Leusden cuenta que un día ofreció dinero a un judío muy pobre de
Ámsterdam si pronunciaba una sola vez el nombre Jehová con atención. El judío
se negó, diciendo que sería culpable de pecado. Cfr. De Nom. Dei hebr., Dissert.
XXVIII, n. 17.
[3] Scholia in Exod., III,
15.
[4] Thesaurus lingua hebr. et chald., art. יהוה, p.
576, col. 2. Esta admisión, que la evidencia saca de Gesenio como a pesar suyo,
es preciosa; pues el hebraísta y racionalista alemán tenía una pronunciada
repugnancia por cualquier tradición. Es a este título que Adonai le
sonreía más que Yehova, sin atreverse a pronunciarse.
[5] Cuando se cuestionan por primera vez algunas
verdades universalmente aceptadas, uno se queda con la boca abierta y como
asombrado. Esto es lo que les ocurrió un día a dos rabinos muy versados en las
ciencias hebreas, pero ignorantes de cualquier otro conocimiento humano. Cuando
les dijimos que hombres muy doctos afirman que la lectura del tetragrámaton es
diferente a la de Yehova, abrieron mucho los ojos, repitiendo varias
veces: ¿Es esto posible? Imagínese a un joven pedante alemán que ha pasado muchas noches
desmayado sobre el poema del Cisne de Mantua, escuchando de repente de boca de
un P. Hardouin, que el poema al que ha dedicado tantas vigilias es obra de un
obscuro benedictino del siglo XIII que quiso describir alegóricamente el viaje
de San Pedro a Roma. Cuanto más paradójica le parezca esta propuesta a nuestro
joven erudito, más callado permanecerá. Durante mucho tiempo, el asombro, el
estupor, la sorpresa, no sabemos qué, provocados por tan nueva extrañeza, le
impedirán entrar en razón.
[6] Ver más arriba, p. 353.
[7] En su libro De nominibus hebraicis, San Jerónimo da, por orden
alfabético, la explicación de los nombres de los hombres en cada uno de los
libros de la Biblia por separado. Los Paralipómenos, que incluyen el mayor
número de estos nombres, no se encuentran en la obra del sabio Padre. Como el
nombre אלזבד, así
como algunos otros de los que damos cuenta más adelante, sólo se encuentran en
los Paralipómenos, a falta de la explicación de San Jerónimo, damos la de la
antigua interpretación que forma parte de varias copias de la Vulgata. En las
ediciones ordinarias, esta nominum interpretatio es muy incompleta y
defectuosa. Está bastante completo en el VI vol. de la Políglota de Walton. Disponemos
de un hermoso manuscrito del siglo XIII de la Vulgata latina, donado por el
cardenal Weld, de feliz memoria, en el que encontramos la lista más completa de
nombres propios bíblicos con su interpretación. El Sr. Jules Fuerst, un
israelita alemán, ha realizado un excelente trabajo sobre los nombres bíblicos,
bajo el título Onomasticum sacrum. Forma el segundo apéndice de
su hermosa concordancia hebrea, que salió de las imprentas de Tauchnitz de
Leipzig. Es de lamentar que, en la explicación de los nombres, el Sr. Fuerst
haya preferido el alemán al latín.
[8] Este nombre aparece varias veces en las Escrituras como el nombre de una
torre; sin embargo, San Jerónimo, Julio Fuerst y otros, lo citan como el nombre
de un hombre.